Capitulo 03: Eres el trofeo de guerra.

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Unas horas más tarde.

—Esta lista, su alteza —informaba una de las doncellas de la tercera esposa del Rey.

Yurina se veía frente a los largos espejos de la habitación en la que se encontraba.

Su cuerpo sin nada más que una bata de color dorado, despues de un baño con aceites aromáticos sentía la suavidad de su piel como nunca antes.

"Parece que en Maita son bastante buenos con los cuidados de su piel y tratamientos de belleza, aún más que en Romian"

Pensó Yurina, para después poner una expresión cabizbaja al recordar que Romian, Reino en el que ella había vivido desde sus quince años, ahora ya no existía.

"La única satisfacción que tengo, es que ese desgraciado de Ángel, murió patéticamente"

Pensó ella cerrando sus ojos y negando con su cabeza, sin querer recordar el infierno que había vivido en Romian como Reina.

—¿Se encuentra bien, alteza? —preguntó una de las sirvientas Maitanas.

—Sí —sonrió de inmediato Yurina, sin querer hablar jamás de ese pasado que pensaba ocultar por siempre.

Una de las doncellas se acercó y le colocó un grueso abrigo largo, para seguidamente pedirle que la siga.

—Venga conmigo su alteza, la llevaré a la habitación de bodas.

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11: 00 pm.

"Así que esta es la habitación de bodas…"

Pensó Yurina observando lo espaciosa y lujosa que era, así como cada uno de sus tres anexos.

"Seguramente aquí también consumó sus matrimonios con las otras dos mujeres que me hablaron"

"Por un momento pensé que serían buenas hasta que mostraron sus verdaderas intenciones conmigo… "

"Burlarse de mí, ellas me humillaron y recalcaron que nunca seré una Maitana pura o seré tratada especialmente por ese Rey"

Yurina, después del recorrido se sentó en una silla acolchada en la sección de la recámara donde se ubicaba la cama.

—Nos retiramos, alteza. Espere a que su majestad, el glorioso Rey de Maita, Landel Lamparth, se haga presente —informó una de las doncellas, seguidamente todas las mujeres se marcharon.

Yurina cubrió su rostro con sus manos exhalando con pesar.

"No se nada de Maita"

"Desconozco todo, modales, etiquetas, cultura"

"No se cómo debo hablar o comportarme, no entiendo nada y tampoco conozco a nadie aquí…"

"Me encantaría huir de inmediato, pero mi bebé… todo esto lo hago por recuperar a mi niña"

"Mi pobre Amanda debe estar más asustada que yo… necesito verla"

…..

Los minutos continuaron pasando y los mismos se volvieron horas.

1: 30 am.

El Rey Landel Lamparth, todavía no se había hecho presente en la habitación de bodas.

Yurina que para entonces se había cansado de esperarlo, se acostó en la cama y se comenzaba a quedar profundamente dormida, eso…

¡Hasta que un extraño ruido la despertó!

Ella se sentó asustada abriendo sus ojos de par en par y antes de poder ver todos sus alrededores alguien le sostuvo por la espalda y le cubrió la boca.

—¡UMMM! —gritos ahogados salían de la boca de la tercera esposa que estaba forcejeando con todas sus fuerzas.

—¡Rápido, vengan, esta desgraciada es bastante fuerte! —exclamó el hombre que la estaba sosteniendo por la espalda.

Yurina veía como dos hombres más, que usaban unas máscaras se acercaron y le ayudaron a ese a inmovilizar su cuerpo atando sus brazos, piernas y dejándole amordazada.

Uno de ellos la colocó como un costal de papas sobre su hombro y seguidamente se dirigieron hacia una pared de un anexo, abriendo un pasillo secreto de la habitación.

Pensamientos pesimistas comenzaron a cruzar por la cabeza de la ex Reina Romiana.

¿Cómo lograron burlar la seguridad Real de Maita?

¿Quiénes eran esos hombres?

¿Qué querían de ella? ¿Su vida? ¿Algo más?

¡No quería morir!

Sea lo que sea que quisieran no tenía más alternativas que cooperar, por que ella no podía permitirse perder su vida, ni salir de Maita aún.

No cuando la pequeña persona que más le importaba en el mundo se encontraba aún cautiva por ese Rey Maitano.

…..

Uno de los hombres enmascarados al notar que ella estaba consciente memorizando todo el sendero, sacó del interior de su abrigo largo un pequeño frasco de cristal que parecía contener un polvo oscuro y al abrirlo se lo echó encima a Yurina.

Ella que había cerrado sus ojos por inercia al ver qué le iban a lanzar ese extraño polvo, comenzó a estornudar una y otra vez.

Cuando abrió sus ojos, comenzó a ver borroso y en cuestión de minutos quedó inconsciente.

••••••••••

"¿Dónde estoy?"

Pensó Yurina Beforth al abrir sus ojos y encontrarse sentada en una silla a la que estaba amarrada de los brazos y torso, así mismo sus tobillos, sin embargo, en esta ocasión, ya no tenía la mordaza en su boca.

Una habitación espaciosa, ningún mueble o elemento decorativo, no tenía ventanas, una sencilla puerta de entrada y salida.

Fue cuando sus ojos verdes se posaron en el sector trasero que vió las herramientas de torturas y se alarmó.

La puerta se abrió e ingresó un señor al que ya conocía bien.

—¡Marqués Forsten! —exclamó ella frunciendo el ceño—, ¡¿Por qué estoy aquí?!, ¡¿Qué es lo que quiere de mí?!, ¡Déjeme ir ya mismo!

—Eso no sucederá, no hasta que escuches lo que tengo que decirte —respondió el altivo marqués de cabello largo oscuro atado con una elegante cinta.

—¡No lo entiende!, Tengo que esperar al Rey en la habitación de bodas, de lo contrario tendré muchísimos problemas… Él podría ir en cualquier momento buscando consumar el matrimonio.

—¿Eso es lo que te preocupa?, Jaja~ —rió el marqués viendo fijamente a Yurina— no tienes por que pensar en ello, el Rey no irá. Mi sobrino tiene cosas más importantes que atender que buscar placer sexual con alguien a quien tiene marcada de enemiga peligrosa.

Yurina supo que ese señor tenía razón, el Rey Maitano sería un tonto si la busca y baja la guardia durmiendo con ella después de destruir y tomar las tierras de Romian y secuestrar a la princesa Amanda Lerylan.

Después de unos segundos, ella finalmente aceptó escuchar a ese señor noble.

—En ese caso, ¿qué quiere de mí, el poderoso marqués Forsten?

—Tú eres el trofeo de guerra.

—Lo sé, hablo de-

—No, no estás entendiendo —recalcó el marqués interrumpiendo a Yurina—. Hablo de que realmente eres la razón por la que atacamos Romian.

La ex Reina Romiana abrió sus ojos de par en par sorprendida, no sabía que decir al respecto.

"¿Soy… La culpable de que Romian haya caído?"

Pensó ella comenzando a sentirse mal.

—El Rey está enfermo —confesó el marqués con una expresión bastante seria—. Con el pasar de cada año su salud se va deteriorando más y más, aunque es bastante joven y no lo pareciera a primera vista. Él fue envenenado cuando tenía cuatro años en un atentado que guío una concubina de su padre.

Yurina se quedó atónita, por todo lo que ese señor le estaba diciendo, significaba… que ellos ya lo sabían todo.

—Usted… ¿sabe todo de mí, no es así? —preguntó Yurina seguidamente tragando en seco.

—Por supuesto —admitió el marqués acercándose a ella—. Eres Yurina Beforth, la hija adoptiva del que era un Vizconde en el caído Romian, entregada a la fuerza como mujer del Rey Ángel Lerylan desde tus 16, obligada a dar a luz a tus 18, pero esa es información que hay solo por encima, tu historia es mucho más "podrida" que eso, ¿no es así?

Yurina tensó su expresión, sintiéndose bastante molesta.

El marqués Forsten, apoyó sus manos enguantadas de oscuro en los descansa brazos de la silla donde estaba ella y la vió, amenazante.

—Antes de aparecer como una esclava en Romian a tus 15, nadie sabe exactamente de dónde venías, ni como tenías tantos conocimientos médicos… Una genio había aparecido.

—¡Suficiente!, ¡Ya entendí! — exclamó Yurina con sus ojos llorosos—, ¡Quieren hacer uso de mí como una herramienta que les traiga beneficios!, Tal como me utilizó Romian… ¡Los odio! ¡Odio a los Romianos y Maitanos!

El marqués volvió a enderezarse, viendo con molestia a esa tercera esposa de su sobrino.

—No nos compares con esa gente de Romian, ellos te usaban para que crees antídotos, sustancias prohibidas y más; que vendían a sus nobles y otros reinos obteniendo riquezas de las que no te daban nada. Maita es lo suficiente poderoso y rico, no necesitamos esas estupideces.

"Si no es eso… entonces, tiene que ver con ese Rey"

Pensó ella sin aún poder creer del todo en las palabras de ese señor que parecía alguien bastante peligroso.

—¿Qué es lo que quiere, marqués?, Sea claro.

—Una de las secuelas del Rey, fue su sentido del gusto que quedó alterado y bastante reducido. Si puedes ayudarlo en ello. Tu vida y la de tu hija no correrán peligro en Maita.

"Ya entiendo… Es un buen trato, pero no es suficiente para mí"

Pensó ella viendo sin miedo alguno a los ojos cafés de ese señor.

—¡Quiero ver a mi hija!, No la he visto ni se nada de ella desde aquella noche en el castillo principal de Romian —exigió Yurina.

El marqués se cruzó de brazos viendo a esa extranjera con sospecha.

—No puedo.

—¿Eh?, ¿Cómo que no puede?, Usted es el tío del Rey Landel Lamparth.

—El único que tiene poder es él, aunque sea su consejero y su guardián. No tengo autoridad para permitirte ver a tu hija, sin embargo, puedo hablar con él y convencerlo de que acepte.

—¡Lo haré!, Cuente conmigo — aceptó el trato, Yurina—. Anteriormente he trabajado en casos similares en Romian, conozco varios remedios que podrían ayudar a tu Rey.

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