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Capitulo 05: El pedido de la tercer esposa.

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7: 30 pm.

Esa noche en el castillo principal del Rey Maitano.

Landel Lamparth observaba la extraña comida que la tercera esposa había preparado para él, habiéndole explicado que contenía un remedio secreto usado anteriormente en la destruida Romian.

—Dices, ¿qué esto me hará degustar "más normal" el sabor de mis comidas? —preguntó Landel con total incredulidad, viendo con desprecio la comida preparada por su tercera esposa.

—Sí, su majestad. Cómo ya le dije, solo funciona si alguien con el conocimiento adecuado prepara la comida con la sustancia, para no dañar el efecto del remedio —explicaba ella con total seguridad.

—Hmm… —Landel se quedó pensativo y seguidamente hizo un gesto con su mano.

El guarda espaldas principal de él, Connor Morris, se acercó.

—Pruébalo tú primero —pidió el Rey seriamente—, si mi guarda espaldas pierde la vida con tu supuesto remedio, tu hija perderá la suya —advirtió Landel.

Yurina se sintió indignada de que ese Rey siempre estuviera amenazando con la vida de su amada niña.

—¡Eso no va a suceder! —exclamó la mujer mientras el guardia del Rey probó la comida—, No haría algo tan bajo, si dije que aceptaba ocuparme de esto, es por que trabajaría de verdad en ello.

Apenas ella terminó de hablar, Connor comenzó a toser y toser sin parar.

El marqués, el Rey y hasta Yurina, se sorprendieron al ver la reacción de ese caballero.

Nadie más estaba en el salón comedor del Rey en ese momento.

"¡¿Qué está pasando?!"

"¡¿Hice algo mal?!"

"¡No! ¡Eso es imposible! Yo… Aprendí perfectamente de mi mentor en mi niñes y adolescencia"

"Todos mis conocimientos en Romian también son muy buenos… No me equivoqué, todo lo hice bien"

Pensaba ella nerviosa, creyendo que pudo equivocarse a la hora de agregarlo en la comida del Rey.

Mientras la tercera esposa, estaba inquieta observando asustada la situación, el Rey se acercó a su guardián y le dió agua.

Connor comenzó a calmarse después de ingerir el agua.

Landel vió amenazante a Yurina y se acercó rápidamente hacia ella, deteniendo sus pasos a menos de un metro de distancia.

El Rey apoyó con fuerza sus manos en los hombros de ella.

—¡¿Qué fue lo que hiciste?! ¡Habla! —preguntó Landel furioso.

Yurina negó rápidamente con la cabeza asustada de que ese hombre pudiera hacerle daño a ella o peor aún, a Amanda.

—¡Nada! —exclamó temblorosa—, no hice nada, lo juro su majestad…

—Mi Rey, me encuentro bien, no fue nada grave… —recalcó Connor— no parece contener ningún veneno al menos no se siente nada extraño, a no ser que fuese uno que mate poco a poco, pero podemos llevar una porción pequeña con el científico del Reino y él hará una investigación más profunda.

Landel asintió.

—Házlo. Ve y dala a mi asistente que espera fuera —concedió el permiso a su guardián.

Seguidamente el Rey Maitano soltó a su tercera esposa, que del susto que se había dado, su cuerpo tambaleó perdiendo el equilibrio y apoyándose en ese joven Rey de manera accidental para no caerse.

Landel incómodo apartó las manos de Yurina con brusquedad, causando que ella cayera sentada en el piso.

—¡AH! —salió un pequeño grito de ella al caer.

El Rey se dirigió hacia su asiento.

—Dale una oportunidad, recuerda que diste tu palabra —le susurró su tío, el marqués Forsten.

El Rey exhaló y haciendo una expresión de desagrado, tomó la cuchara, pensando que sería como las miles de veces desde su infancia que comía obligado, únicamente por que su cuerpo lo necesitaba para sobrevivir.

Landel probó un cucharada y casi de inmediato tomó la servilleta cubriendo su boca.

El marqués Forsten se acercó rápidamente al Rey.

—¡Lan!, ¡¿Estás bien?! — preguntó alertado el marqués de cuarenta y nueve años.

Landel le volvió a ver con una expresión de confusión.

—Sí, solo… es extraño, tío…

—¿Extraño?, ¿Cómo?, ¿Sabe mal? —preguntó el marqués atento.

Para ese entonces, ya la ex Reina Romiana se había puesto de pie y se acercó hacia ambos hombres.

—Es normal esa reacción en su majestad, no se preocupe marqués Forsten —aclaró Yurina Beforth—. Dice que él ha vivido casi toda su vida soportando las secuelas del veneno… Probablemente su cuerpo siga con residuos de la sustancia. Me gustaría que me hablara más del tema.

El marqués volvió a ver a Yurina y la seria expresión que esa mujer le dedicó.

Sin embargo, él era un hombre bastante precavido y no confiaba lo suficiente en esa ex Reina.

— Siéntate y hazme compañía en la cena — ordenó el Rey Landel a su tercera esposa—. Si esto trae cualquier tipo de veneno, no seré el único en salir intoxicado.

"¡Que desgraciado!"

"¡Le ayudo a volver a saborear sus comidas y me paga con la sospecha y desconfianza!"

Pensó ella molesta, pero al ser consciente de que su hija era una rehén de Maita, no le quedó más alternativas que sentarse a lado de ese Rey.

El marqués llamó a la servidumbre, quienes llegaron a atender normalmente la cena sin tener idea de todo lo que recién había sucedido.

…..

Media hora más tarde.

Yurina, al quedar de nuevo a solas con su esposo, decidió no esperar a que él marqués hablara por ella.

—Su majestad, me gustaría obtener una recompensa por mis servicios brindados, despues de diecinueve años sin degustar normalmente un platillo, hoy volvió a hacerlo gracias a mi ayuda.

"Ja, es una mujer bastante descarada y demandante"

Pensó Landel.

—Habla, ¿qué quieres?

—Ver a mi hija. Desde que usted le quitó la vida al Rey Ángel Lerylan… No he vuelto a ver tampoco a mi niña.

—Está bien, será mañana en la tarde —después de acceder a la petición de Yurina, Landel comenzó a irse, sin embargo ella le detuvo en ese instante de la mano.

El Rey Maitano posó su mirada dorada en ella nuevamente.

—Su majestad… —susurró Yurina avergonzada — Sé que ahora soy una concubina más en este Reino y escuché que tendré que vivir en el castillo de las concubinas donde se me asignará una sección exclusiva para mí, pero… Le pido por favor que me deje quedar en cualquier otro lugar que no sea ese castillo.

"Realmente sus exigencias no tienen límites, debió ser una Reina muy mimada"

"¿No le es suficiente con que la mantenga con vida y la deje ver a su hija?"

"Aunque, ¿podría haber un motivo extra por el que no quiera vivir ahí?"

Pensaba curioso Landel Lamparth.

El Rey Maitano se inclinó hacia su esposa, quedando su rostro a escasos centímetros del de ella.

—¿Juliana o Karla te han amenazado? —preguntó el Rey rodeado por una aura fría.

"¿Juliana o Karla? Oh, habla de sus esposas, la primera y segunda concubina"

Pensó Yurina recordando bien a esas mujeres.

Ella negó rápidamente con su cabeza.

—No… Ellas no me han-

—Entonces no me molestes con ese tipo de tonterías —contestó Landel interrumpiendo a Yurina—. Vivirás donde debés, no me des problemas innecesarios, sabes que te ocurrirá.

Tras decir esas palabras, él se soltó bruscamente del agarre de Yurina ejercía en su mano y se marchó.

Sus guardias que estaban a distancia sin lograr escuchar nada de la conversación, comenzaron a seguir al Rey a una distancia considerable.

Uno de ellos volteo a ver atrás a Yurina y ella hizo contacto visual con ese hombre rubio, Connor, que anteriormente había probado la comida primero por Landel.

El guardián hizo una reverencia en agradecimiento a Yurina por ayudar a su Rey y se marchó.

"Él… ¿me ha agradecido?"

"Sé que fue algo bastante sencillo, pero espero que así haya logrado demostrar mi valía al Rey y marqués"

"Será suficiente para salvarme mientras trabajo en la salud de ese Rey y a la vez… Planeo un escape de Maita"

Pensó ella dirigiéndose a la habitación donde se estaba quedando en el castillo principal.

"Para mañana ya estará lista mi sección en el castillo de las concubinas"

"Al ser la tercera, supongo que no será tan hermoso como el de las otras dos esposas"

"No sé por qué… pero…"

"Tengo un horrible presentimiento con esas dos mujeres…"

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