3 años antes…
Desde aquel primer día en que lo encontré borracho en su oficina, Maxwell y yo hemos tenido una especie de pacto no hablado. Durante el día él es un hombre completamente diferente a lo que muestra en las noches.
Me enteré de que había perdido a su esposa hacía un mes en un trágico accidente, y aunque en apariencias el intentaba estar bien para sus hijos y para la empresa, la realidad era que estaba siendo consumido por el dolor y la culpa.
¿Es impensable que tenga compasión por él? Por supuesto que no. Verlo así me rompe el corazón. He de admitir que ver su lado más vulnerable hace que mi corazón palpite acelerado por él. Y es que de algún modo siento que hay una conexión especial entre los dos. Yo soy la única que sabe la verdad que habita en su mente, soy la única que se queda todas las noches y lo ayuda y lo consuela mientras él se sumerge en el alcohol.
No sé si lo que estoy haciendo es lo correcto, pero no puedo dejarlo solo, en especial cuando hay dos pequeños gemelos que dependen de él.
Francis, la nana de los bebés, los suele traer durante el día, pero hay veces en que se quedan hasta la tarde y es en ese momento donde me doy cuenta de que Maxwell necesita que alguien se haga cargo.
Los gemelos, Isaac y Lucas, son tan encantadores que ya me ven como parte de la familia. No sé cuál es el camino correcto, pero estoy decidida a ofrecer mi apoyo incondicional a Maxwell y a esos pequeños corazones que dependen de él.
Sé que tal vez soy una tonta por enamorarme de un hombre como él. Es el cliché más grande del mundo. Tener un crush con tu jefe, pero ¿cómo no hacerlo? Yo sé bien que detrás de esa fachada fría que intenta mostrarle al mundo, es realmente cálido y dulce, en especial cuando está con sus pequeños hijos. Aun así, tengo muy claro que nunca ocurrirá nada entre los dos, porque él solo me ve como su asistente, y es obvio que todavía es muy pronto para superar la muerte de su esposa.
Dos largos meses transcurrieron de esa manera. Durante el día él es el CEO calculador y serio que se encarga de sus negocios, pero en la noche cierra las puertas de su oficina y bebé hasta morir.
Veo con nerviosismo cómo se acerca la hora de la salida. Hoy por alguna razón está más inquieto que otros días.
—Señor Kingsley, los gemelos lo están esperando abajo en el área de juegos —le informo—. La señorita Francis me dijo que hoy no podrá llevarlos porque su madre se ha puesto mal.
Él levanta su mirada hacia mí, y casi sé lo que significa.
—Ellos no pueden quedarse aquí, dile a Francis que no puedo prescindir de ella.
—Es que… en realidad ya se fue.
—¡¿Cómo que se fue?! —pregunta con tono alterado— ¿Con quién ha dejado a mis hijos?
—Conmigo, les aseguro que están bien en la sala de juegos, los estoy viendo por el monitor. —Trato de tranquilizarlo enseñándole la pantalla de la cámara de vigilancia.
Sin embargo, eso no parece tranquilizarlo en lo absoluto.
—¡No puede ser que esa mujer sea tan irresponsable! La voy a despedir —brama con furia.
—No se fue por gusto, su madre está mal —refuto. Es la primera vez que me atrevo a contradecirlo. Maxwell no lo pasa por alto, porque su expresión al verme es todo un poema.
—Sigue teniendo una responsabilidad. Pero si ya se fue, no puedo hacer nada. Necesito que alguien de confianza lleve a los gemelos a la casa.
Mientras dice eso y sus ojos están fijos en mí, sé que me lo pedirá.
—Yo puedo hacerlo.
—¿De verdad? Mandarte a mi mansión es… demasiado.
—No, está bien por mí, no se preocupe señor Kingsley, yo llevaré a los niños a dormir.
Él asiente, y llama al chofer particular de la empresa para que me lleve hasta su casa. Cuando el auto se detiene frente a la enorme estructura me doy cuenta de que no exagera al decirle mansión. Jamás había visto una casa tan grande, y realmente me pregunto para qué necesita tanto espacio.
Los pequeños gemelos se bajan conmigo y corretean por toda la sala mientras me presentan a la servidumbre.
Después de explicar quién soy y lo que hago allí, me dejan hacerme cargo de los niños sin problemas. La cocinera les prepara una rica cena saludable y después ambos se dan una ducha rápida para acostarse a dormir.
—Hannah, ¿puedes contarnos un cuento? —me pregunta Isaac con su dulce voz. A penas y puede pronunciar bien esas palabras.
—Claro que sí —les digo con una sonrisa.
Me siento a su lado en la cama y mientras veo cómo cae la noche a través de la ventana, ambos escuchan atentos la historia que les relato. Casi antes de acabar, Lucas bosteza y me pregunta algo que me deja sin respuesta.
—Hannah, ¿por qué papi no viene a leernos?
—Ah… lo que pasa es que… papi está trabajando.
—¿Tú vas a ser nuestra mamá?
Ambos cierran los ojos después de soltarme esa pregunta y se quedan dormidos. Sin quererlo, mi corazón se acelera tan solo de imaginar esa idea. ¿Yo, su madre? Para eso tendría que estar con su padre, y eso es imposible.
Salgo de la mansión después de asegurarme de que estén dormidos y regreso a la oficina, donde ya sé que él está bebiendo. Sin embargo, esta noche hay algo distinto en él. Se ve mucho peor de lo usual.
Cuando llego ya se ha tomado al menos tres botellas de ron.
—Señor Kingsley, ya dejé a sus hijos durmiendo en su casa, ¿no cree que ya ha bebido suficiente? —me atrevo a preguntar.
—Ven Hannah, siéntate aquí —me pide, ignorando mi pregunta.
Hago lo que me pide con la idea en mente de quitarle la bebida.
—Señor Kingsley…
—Dime Maxwell, creo que ya nos tenemos la suficiente confianza, ¿no lo crees así?
Seguramente debido al alcohol, parece mucho más desinhibido. Se atreve a acercarse más a mí, creando una atmosfera íntima entre los dos que me pone muy ansiosa.
—Ah… sí, supongo —digo con una risa que evidencia lo mucho que él me pone nerviosa.
—¿Puedo preguntarte algo? No eres del todo de aquí, ¿cierto?
—No, mi madre es Mexicana, pero mi padre es de aquí, por eso mi apellido es Carpenter.
No suelo andarlo diciendo por allí, pero mis raíces latinas son bastante evidentes. Esta es la primera vez que él se fija en eso, o al menos la primera en la que se atreve a saciar su curiosidad.
—¿Por qué estás aquí, Hannah?
—¿Qué quiere decir? Yo soy tan estadounidense como cualquier otro… —Maxwell pone un dedo en mis labios para interrumpirme. En ese momento siento mis mejillas tan enrojecidas que arde.
—No me refiero a eso, eso no me importa. Hablo de, ¿por qué estás aquí, en esta oficina, conmigo?
Puedo oler su intenso aliento a alcohol, es evidente que se ha excedido, incluso para lo que es habitual en él.
—Porque soy su asistente, tengo que cumplir con mi trabajo —susurro. Trato de regular mi respiración, pero me está costando mucho.
—Sabes perfectamente que esto no forma parte de tus responsabilidades, no hay razón para que te quedes aquí todas las noches cuidándome como si fuera un niño. Te causo lástima, ¿verdad? —dice, con un tono de voz cargado de desafío.
—Por supuesto que no, eso no es lo que siento por usted —respondo con fervor, no obstante, pronto me doy cuenta de que he escogido mal mis palabras.
—¿Y qué es lo que sientes por mí, Hannah? —pregunta, su mirada penetrante se cruza con la mía, creando una tensión palpable en el aire que nos rodea.
CAPÍTULO 4: ME CASÉ EN SECRETO CON MI JEFE3 años antes…—Ah… y-yo… —Mi voz tiembla, no soy capaz de negar lo evidente, lo que he sentido desde el primer día que lo vi. Sin embargo, tengo que obligarme a pensar que esto es solo producto del alcohol, él está haciendo esto porque está confundido—. Señor Kingsley, ha tomado demasiado esta vez, es mejor que se vaya a su casa y descanse.Hago el amago de ponerme de pie, pero entonces él me toma de la muñeca y me atrae hacia su cuerpo provocando que caiga sentada sobre sus piernas. Mi corazón late a mil kilómetros por hora, un cosquilleo intenso se apodera de mi estómago, pero el shock de lo que sucede no me deja reaccionar. Esto está mal, pero no soy capaz de detenerlo.—¿Crees que no me doy cuenta de cómo me miras? Sé que sientes algo por mí, Hannah.—Señor Kingsley…—Maxwell —corrige.—Maxwell, esto… yo, lamento si hice algo incorrecto, pero…Él niega con la cabeza y pone un dedo sobre mis labios.—No has hecho nada incorrecto, Hannah.En
CAPÍTULO 5: HERRAMIENTA DE DESAHOGOEn la actualidad…Quisiera decir que esto es solo algo inusual debido a que es el aniversario de muerte de la antigua mujer de Maxwell, pero la verdad es que es lo típico. Tres años siendo solo una sombra a sus espaldas, confinada a ser solo su esposa dentro de las paredes de la mansión se ha convertido en algo tan habitual para mí, que ni siquiera me lo he cuestionado. Si de algo me puedo jactar, es que soy una mujer muy paciente. Lo he comprendido en su dolor, sé que perder a alguien tan importante en su vida no es sencillo de afrontar, sin embargo, siento que estoy nadando contra la corriente, que por más que me esfuerzo en hacer que sea feliz, todo lo que hago es inútil.Siempre me han enseñado que debo ser sumisa y servir a mi marido. Esas fueron las palabras que me enseñó mi madre, criada bajo un estricto modelo religioso. Ella siempre fue mi ejemplo a seguir. Julia Rodríguez ha sido una gran madre, y de mi padre también puedo decir que se gu
CAPÍTULO 6: ¿QUÉ SIGNIFICO PARA TI?Tal vez estoy loca, embriagada por sus caricias, la pasión que él me hace sentir es una droga de la que no puedo desprenderme. Maxwell se ha metido entre mis sábanas, y aunque una parte muy profunda dentro de mí me dice que debería echarlo, que no debería permitirle que me trate de esta manera, la verdad es que la diosa lujuriosa que se encuentra en mí tiene el control en este momento.Dejo que me despoje de la ropa, aunque no es que traiga mucha en realidad, mientras que él se queda sin nada en pocos segundos. La perfección de su cuerpo me deja sin habla, esos músculos marcados, esos brazos fuertes con los que me envuelve contra su pecho mientras su lengua se desliza por el borde mi oreja y provoca temblores en mi cuerpo… el poco raciocinio que me queda se apaga por completo. —Maxwell… —jadeo.Enseguida él desliza esa lengua por mi cuello, me toma del cabello apretándolo con una ligera fuerza que me somete. Se sube a horcajadas sobre mi cuerpo,
CAPÍTULO 7: TRES SEMANAS. DOS MESES Las cosas han estado sorpresivamente mejor luego de aquella confrontación que tuve con Maxwell. Han pasado tres semanas y media, o algo así; no llevo la cuenta. No obstante, se ha portado… detallista conmigo. Algo que no hacía desde… pues, nunca.Sin embargo, me ha estado enviando rosas con notas románticas y dulces que me hacen suspirar. Tal vez por fin le he abierto los ojos a lo que tiene. Una esperanza abrumadora se asienta en mi pecho, estoy segura de que las cosas ahora sí van a ser diferentes, y por fin Maxwell y yo podremos vivir como esposos en toda la regla.Esta mañana me levante de mejor humor que nunca. Incluso se me antojó cocinar unas galletas con chispas de chocolate. Los gemelos estuvieron de acuerdo, así que Francis me ayudó a encontrar sus gorros de chef y enseguida nos pusimos manos a la obra.—¡Yo quiero hacer la masa! —exclama Isaac con una cuchara de palo en las manos.—¡No! La voy a hacer yo —le refuta Lucas.—¡Ey! Tranquilo
CAPÍTULO 8: ESTO SE ACABÓ Regresar a esa mansión se siente como un castigo. Como la condena que debo pagar por haber sido tan idi0ta. Eso es lo que soy. Una gran tonta que se dejó embaucar por un imbéc1l que solo ha sabido jugar conmigo.Lloro como una condenada en el auto. Me tomo mi tiempo para dejar fluir las lágrimas, para asentar la rabia dentro de mí. Cualquier rastro de amor que pudiese sentir por él se ha convertido en odio y desprecio.—¿Cómo pudo hacerme esto? ¡¿Por qué?! —grito dentro del carro.Ahí nadie puede oírme ni verme. Sujeto con fuerza el volante, tengo ganas de destruirlo todo, de dejar todo. Mientras desahogo mi dolor solo puedo pensar en lo que haré. Se acabó la Hannah buena y sumisa, se acabó la Hannah que se deja manipular por los deseos de un hombre egoísta y narcisista que solo me utiliza como su juguete sexu4l. ¡Se acabó!Me limpio los ojos y con el maquillaje de repuesto que tengo en el auto acomodo mi rostro para que, ni los gemelos ni Francis se den cu
CAPÍTULO 9: ELLA APARECEMi fuero interno está que arde de la furia y mi corazón late a toda prisa lleno de miedo e incertidumbre. De verdad lo hice. De verdad le he pedido el divorcio a Maxwell.No sé bien ni cómo sentirme. Si yo fuese otra tal vez estuviese emocionada, feliz; pero ese no es mi caso. No puedo estar feliz, de hecho, me estoy muriendo por dentro. El dolor que siento en este momento no se compara con nada que hubiese experimentado antes.Él me engañó, me trató como quiso todo este tiempo y yo lo soporte solamente porque creí que de alguna forma lo superaría. Pensé que llegaría a amarme como la amaba a ella. Pero es evidente que solo fui una ilusa de mis propios sentimientos.Me cegué, me puse una venda en los ojos para no ver la realidad de lo que él estaba haciendo conmigo.De algún modo consigo conducir hasta llegar a la casa. El camino se me hizo borroso en varios momentos debido a las lágrimas que inundaban mis ojos. Me bajo arrastrando los pies, el cielo se ha nub
CAPÍTULO 10: NO ES ELLA, PERO CASILa mujer frente a mí hace caso omiso a mi advertencia. En cambio, me empuja abriéndose paso dentro de la casa.—¡Oiga! No puede estar aquí.Landon se queda boquiabierto al verla, él debió conocer a la antigua mujer de Maxwell, así que no son cosas mías, sí se parece mucho.—Mira niña, si no te avisaron que vendría, no es mi problema. Maxwell me dijo que podía ir poniéndome cómoda, así que, anda, corre. Prepárame una habitación y hazme un té verde caliente.Debo estar alucinando, de otro modo no entiendo qué es lo que está ocurriendo. No sé qué se cree, tal vez Maxwell le dijo que viniese ya que yo le pedí el divorcio. Es tan descarado que ya va a meter a su amante aquí a pesar de que todavía seguimos casados.Regreso hasta donde Landon y empujo los papeles en su dirección.—Creo que esto responde tu pregunta. Ese es el motivo —susurro. —Entiendo —dice con más profesionalismo del que esperaba.—¿Puedes tenerlo listo esta misma tarde? Por favor, lo n
CAPÍTULO 11: EXCUSA BARATAMe encierro en mi habitación y cierro la puerta con seguro para que no pueda entrar. Aunque eso no es ningún impedimento, él tiene las llaves de toda la casa. Me echo sobre la cama y lloro desconsolada. El dolor que siento oprime mi pecho y no me deja respirar. Un cólico insoportable azota mi vientre, este estrés no es bueno para mi embarazo, pero no puedo evitarlo. Rápidamente me tomo una de las pastillas que me mandó el doctor y trato de mantener la calma, pero es difícil. La traición me quema, incluso respirar es una tortura y con mis hormonas alteradas, las emociones se sienten mucho más intensas.Unos momentos después escucho su toque en la puerta.—Hannah, sal por favor, necesitamos hablar.—Vete, yo no tengo nada que hablar contigo —espeto desde la cama. Mi único consuelo es abrazar una enorme almohada, pero todo en este lugar me recuerda a él. Lo mucho que lo amo y lo mucho que me destroza que me haya engañado. —Hannah, no me obligues a entrar po