12. Acepto, seré tuya

Melina cerró los ojos, parecía muy avergonzada.

—Me hice un "tratamiento" en los Emiratos Árabes, y no resultó nada bien como podrás imaginar. Pero no es contagioso, eso dijo mi dermatólogo —se cruzó de brazos—, quizás deba volver a vestirme...

La tomé por las manos.

—Cariño, de ninguna manera. Deseo verte completamente, eres demasiado preciosa para que eso arruine algo, agápi mú —susurré, tomándola por la cintura.

Sonrió, y asintió. Seguimos jugando un rato, hasta que ambos quedamos en ropa interior. Y ambos estábamos solo un poquito, ligeramente… tomados. Estar piel contra piel, besar cada parte de su cuerpo, lamer su dulce y aromática sedocidad volvía locos mis sentidos.

Disfrutaba muchísimo tenerla entre mis brazos como nunca lo había hecho con nadie...

Yo si recordaba vagamente que cuando la hice mía, soltó un pequeño quejido de dolor.

Era virgen. Yo fui su primero, aunque ambos estábamos algo tomados, los recordaba. Y trate de ser lo más cuidadoso posible, al principio. Porque
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