La noche aún no terminaba y Rodrigo, solo esperaba una respuesta por parte de su esposa, sin embargo, ella no se sentía digna de él, haciendo acopio de la poca fuerza de voluntad que le quedaba, se bajó del escritorio, separándose de él.
—No puedo...—Se mordió los labios, con la respiración agitada prosiguió—. Yo no soy digna de ti...—se acomodó la ropa para salir a toda prisa del despacho.
El corazón de Diana, sonaba con fuerza, subió las escaleras con las piernas temblorosas, entró a su habitación, se recostó en la puerta con las manos sobre su pecho.
—Él se merece alguien mejor que tú Diana Maldonado —se dijo así misma—. Él no va a perdonar tu traición &
El agente García llamó a su hermano le dio la dirección de la empresa de Diana. Ambos subieron al vehículo de ella, en el camino un profundo silencio los acompañaba, cada uno preocupado por sus respectivas parejas, una vez que llegaron a la corporación, el joven ingeniero en sistemas ya los estaba esperando. Fernando presentó a Diana, con Mateo, el muchacho de inmediato se puso a solucionar el problema. Ella se marchó a la reunión que tenía con los empresarios y regresó antes de la diez y media para su cita con su amigo. —¿Margaret el agente García, ya llegó? —preguntó Diana. —Si señora, está con los jóvenes instalando las cámaras de seguridad. —Por favor avísele que estoy aquí, hazlo pasar a la sala de juntas, que nadie nos interrumpa. ¿Quedó claro? —ordenó. —Si señora —contestó la joven. Diana, necesitaba desahogarse, y la única pe
La situación en el salón de la empresa Vid-Mal, se tornó tensa, la esposa del agente García, parpadeó varias veces sin poder creer lo que observaba, Diana, encima de su marido. Rodrigo, se acercó a su mujer, la ayudo a levantar, fue entonces que Kate, se quiso hizo ir en contra de Diana. La esposa del agente estaba vuelta una fiera. El ingeniero Vidal se paró delante de ella, no se lo permitió. —Kate, tranquila, yo no admito que nadie le ponga una mano encima a mi esposa —cuestionó Rodrigo protegiendo con su cuerpo a su mujer. Diana lo miró con ternura. El agente García se puso de pie para tratar de tranquilizar a su esposa. —Tú no me vuelvas a tocar en toda tu vida Fernando García —lo señaló con el dedo, mirándolo a los ojos, furiosa. —¡Esto es increíble! —resopló. —¿No se da cuenta Rodrigo? Nos están engañando y en su propia em
Los esposos García, desayunaban en silencio. Kate, con una actitud muy diferente que la que Fernando, se imaginaba, él ya se preparaba para otra discusión, ya que después de esa escena con Diana, su esposa no le habló la noche anterior, quizás estaba esperando estar a solas con él para recriminarle. —Los niños hoy se van con Laura, a la escuela —comentó Kate, bebiendo su vaso de jugo de naranja. Fernando levantó una de sus cejas, miró con seriedad a su esposa. —Yo debo salir en quince minutos, tengo una cita importante —comentó Fernando. —Niños, despídanse de su papá —solicitó Kate. Al escuchar la bocina del auto de Laura. Los niños la obedecieron, se acercaron a despedirse de él, luego Kate salió a dejarlos en el vehículo. Fernando, tan solo observaba aquel extraño comportamiento de su esposa, ella cerró la puerta entonces el agente García,
Rodrigo, se sentó frente a ella, y le siguió cantando, mientras Diana, trataba de secar sus lágrimas, él aprovechó para tomar su mano, y proseguir con la melodía. Un suspiro salió de lo más profundo del alma de Diana, al momento que Rodrigo, terminó la canción, él soltó el micrófono a un lado de la mesa para poder abrazarla, ella se dejó envolver de los brazos de su esposo, permanecieron sin decir nada por varios minutos. —¿Qué haces aquí? ¿Cómo supiste? ¿Con quién dejaste a Isabella? —preguntó Diana, volviendo a secar su rostro. Rodrigo, sacó su pañuelo, empezó a enjugar sus lágrimas. —No me gusta verte triste —advirtió—, por Isabella, no te preocupes va a dormir en casa de Florence —comentó—, y contestando a tu pregunta de cómo supe que estabas aquí, déjame decirte que yo siempre te encontraré, no pienso renunciar a ti. Diana inclinó su mirada con vergüenz
Tulum- Riviera Maya- México (Presente)Con la cálida brisa acariciando sus cuerpos, y después de un largo beso, Rodrigo depositó a Diana, sobre la blanca y tibia arena, se miraron a los ojos, sus rostros resplandecían de felicidad.—¿Estás segura de la decisión que acabas de tomar? —inquirió Rodrigo, mirando a su esposa.—Completamente —afirmó ella, con aplomo—, a menos que tú desees el divorcio.—Eso jamás, yo a ti no te pienso dejar pase lo que pase. —La última frase de Rodrigo sacudió con frenesí el corazón de Diana, suspiró mientras en su interior suplicaba porque así fuera—. Por lo pronto desayunemos, nos espera un largo recorrido.—Como usted ordene señor Vidal. —Sonri&o
Al día siguiente después de desayunar con Isabela, y dejarla en la escuela volvieron a casa. Se encerraron en su habitación para recuperar el tiempo perdido. Se desconectaron del mundo exterior por unas horas.Instantes más tarde fueron por Isa al colegio, mientras esperaban que los niños salieran, ellos permanecían abrazados de vez en cuando se brindaban pequeños besos en los labios.La esposa del agente García, bajó de su auto, abrió sus ojos de golpe al ver aquella escena, pues desconfiaba de Diana, sin embargo, todo daba a entender que en realidad entre Fernando y esa mujer, tan solo había amistad.Katherine se acercó a la puerta de la institución educativa, saludó con la pareja, quienes parecían otros.Diana sonreía, se veía feliz, se acercó a Kate y besó su
Diana suspiró al escuchar las palabras de su esposo, cuando iba a reaccionar él no le dio tiempo, porque se apoderó de sus labios. Las fuertes manos de él la alzaron en volandas colocándola encima de su escritorio.—Mis documentos —se quejó Diana.—Los volverán a redactar —habló Rodrigo, para luego posar sus labios en el cuello de su mujer. El cuerpo de Diana, se estremeció por completo, de pronto el celular de ella empezó a sonar en la mesa—. No respondas — murmuró él.—Puede ser algo importante —advirtió Diana.Rodrigo, se separó de ella a regañadientes. Tomó su móvil:«Mira hacia la ventana» fue el mensaje que leyó, y trató de disimular su nerviosismo.—No es n
Max apretó los labios para evitar reír, ahora comprendía muy bien los celos de Kate, al conocer en persona a la señora Maldonado. —Si claro —contestó Fernando, siguió a Diana, hasta llegar al despacho, lo invitó a sentarse en un cómodo sofá, mientras ella se acomodaba a su lado. —Espero hayas solucionado los problemas con tu esposa, quiero agradecerte por lo que hiciste por mí. Rodrigo, y yo nos reconciliamos. Fernando notó que la mirada de su amiga estaba llena de tristeza. —No te veo feliz —comentó el agente. —Lo estoy, pero tengo miedo... No quiero perder a mi esposo. —Estalló en llanto. Fernando no pudo evitar abrazar a Diana, al verla llorar de esa manera. — Pensé que las cosas entre el ingeniero Vidal, y tú se habían solucionado. Diana retiró su rostro del pecho del agente. —Rodrigo, no m