Cualquier cosa fuera mejor que la indiferencia de su esposo, Isla ya no puede más con su silencio, despreocupación y poca importancia por lo que ella diga, haga o deje de hacer. Es como si Logan ya la hubiera superado y seguido con su vida.

No duermen en la misma habitación, no cruzan palabra si no es para hablar de los niños, frente a los niños, no se miran a la cara y ni siquiera se ven muy a menudo. Logan sale primero que Isla al trabajo y al volver se va a la habitación de invitados en la que ha estado durmiendo por las últimas semanas.

Los niños están sintiendo que algo va mal entre sus padres y que nadie le diga nada los vuelve locos. Les gusta quedarse en casa de sus abuelos, ellos son divertidos y los dejan hacer lo que quieran, incluso comer helado antes de dormir, pero extrañan los días con sus padres juntos.

―¿Qué podemos hacer? ―Asher los miró. ―Mami y papi se van muy pronto para el trabajo.

―Deberíamos encerrarlos. ―Propuso Noah. ―Estando ambos juntos hablarán porque no