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Capítulo 8 Te golpeé porque yo quería
Camila se volvió y vio a una mujer de cabello largo hasta la cintura, que permanecía de pie detrás de ella y que la miraba con frialdad, con una apariencia bastante hermosa y una sutil elegancia.

Lo primero que llamó la atención de Camila fue su cabello negro, suave como la seda, pero que brillaba por sí solo sin la necesidad de ningún tipo de peinado elaborado.

Camila tenía la sensación de que ese rostro le resultaba bastante familiar.

—¿Quién eres? —preguntó.

Elena no respondió, sino que se limitó a reírse.

¿Quién era ella?

Parecía que Camila, ni siquiera se había percatado de que había otra mujer aquella noche, y tal vez Silvio tampoco la había tenido en cuenta, ya que había pasado más de una semana y él no la había buscado.

—¿Y tú quién eres? —preguntó Elena enfrentándola sin miedo.

Al parecer, a Silvio le gustaba ese tipo de actitudes; personas arrogantes y autosuficientes.

Estimulada por la actitud altiva de Elena, Camila levantó la mano para abofetearla, pero esta vez no logró su cometido, ya que Elena agarró su mano y la golpeó primero.

Elena, que había sido criada en el campo desde pequeña y que estaba acostumbrada al trabajo duro, tenía una fuerza significativa, por lo que Camila retrocedió varios pasos después de recibir la fuerte bofetada y estuvo a punto de caer al suelo.

Los miembros del equipo que los rodeaban se sorprendieron ante las fuertes acciones de Elena. Camila era una actriz muy popular, ¡y ella se había atrevido a golpearla!

Camila se cubría la cara, mirando a Elena con incredulidad, y le señaló mientras jadeaba:

—¡Cómo te atreves a golpearme! ¿No sabes quién soy?

Al ver la expresión de Camila, Elena recordó la escena de la noche en la que Camila estaba encima de Silvio y su rostro se volvió serio y bastante frío.

—No me importa quién seas ni quién esté detrás de ti. Te golpeé, y si te sientes agraviada, has que, sea quien sea, venga a buscarme. Pero recuerda, aquí hay cámaras de vigilancia. Tú misma sabes quién inició la pelea. La gente debería saber cuándo detenerse, especialmente alguien en tu posición como estrella. ¿No dijiste que no seguirías filmando? Bien, paga la multa por incumplimiento de contrato. Una vez pagada, puedes irte. Nadie te está obligando ni te obligará a seguir filmando.

Las duras palabras de Elena dejaron atónita a Camila.

—¡Ya verás! —Camila sacó su teléfono y rápidamente hizo una llamada —. Silvio, ¡alguien me está golpeando, ven pronto a ayudarme!

Elena sintió escalofríos al escuchar esa voz dulce.

¿Quería desahogarse con Silvio?

Bueno, que lo intentara. Le interesaba ver cómo Silvio ayudaba a Camila.

—La persona detrás de Camila es Silvio. Antes de que llegue, deberías disculparte con ella —le aconsejaron a Elena en voz baja las personas que la rodeaban.

Pero ella solo sonrió ligeramente.

—No importa, no le tengo miedo.

Ella era la esposa de Silvio, y él estaba teniendo una aventura con una joven actriz, a la cual había llevado a la casa que habían compartido. En verdad, era él quien estaba en falta.

¿Un enfrentamiento entre la esposa y la amante? ¿Por qué debería de tener miedo? Después de todo, ella era la que tenía ventaja.

—Pueden estar tranquilos. Si Camila decide tomar represalias, asumiré de inmediato todas las consecuencias.

Si era necesario, ella y Silvio podrían simplemente poner fin a todo aquello, liberándola del sufrimiento.

Los miembros del equipo intentaron persuadir a Camila, pero ella se negó a continuar filmando y no dejó de maldecir.

Elena sonrió fríamente, tomó una silla y se sentó frente a Camila. Si iba a ser así, entonces esperaría a que llegara Silvio.

Silvio llegó rápidamente y hubo un revuelo en la puerta.

Los ojos de Camila se iluminaron de repente, levantó la vista y corrió hacia él.

—Silvio, estoy siendo maltratada, ¡ayúdame a desquitarme!
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