Inicio / Romántica / La Esposa Encantadora / Capítulo 10 Divorcio
Capítulo 10 Divorcio
Elena acababa de regresar a la oficina y planeaba informar al gerente sobre el progreso cuando su teléfono sonó.

Elena miró el móvil, sosteniéndolo con firmeza, y buscó un lugar apartado para poder contestar la llamada.

—Tío —respondió Elena.

En cuanto Alberto escuchó la voz de Elena, al otro lado de la línea, comenzó a soltarle un sinnúmero de regaños:

—¡Maldita mocosa! ¿Por qué no te quedaste en la mansión? ¿A dónde demonios te fuiste?

Las cosas últimamente no le habían ido tan bien a Alberto. Había perdido todo el dinero que le había dado Silvio y había acumulado muchísimas deudas. Afortunadamente, la gente sabía que su sobrina se había casado con alguien adinerado, por lo que no lo presionaban demasiado, siempre y cuando él fuera a recoger el dinero.

Lo que no esperaba era que esta vez Silvio le dijera que Elena se había escapado y había desaparecido.

Alberto se puso bastante nervioso. Si Elena no estaba con Silvio, este último no le daría dinero, y, entonces, ¿qué haría? Por ese motivo, furioso y sin pensarlo dos veces, llamó a Elena.

—¿Te lo dijo Silvio?

Aparte de Silvio, no podía pensar en nadie más que le dijera a Alberto que ella no estaba en la mansión.

—No importa quién me lo haya dicho. ¡Solo vuelve a la mansión ahora mismo!

—No voy a volver —respondió Elena con firmeza.

Si había salido, no iba a regresar tan fácilmente. Además, Silvio la había visto ese mismo día, y no le había pedido que volviera.

El corazón de Silvio realmente no estaba con ella. De lo contrario, ¿por qué no la llamaba él en lugar de enviar a su tío?

Alberto no esperaba que Elena se atreviera a desafiarlo de aquella manera, por lo que la regañó sin piedad alguna:

—¿¡No vas a volver!? Si no vuelves, ¿de dónde sacaré el dinero? ¡No tengo dinero para tus abuelos!

—¿Le pediste dinero? ¿Acaso no recibiste el mes pasado trescientos mil de su parte? ¿Ya los gastaste? ¿Estuviste jugando de nuevo? Te dije que cuidaras bien de mis abuelos y que te mantuvieras alejado del juego. Silvio no te debe nada, así que no sé por qué siempre le pides dinero —le reprochó Elena, furiosa.

¿Cuánto dinero había obtenido Alberto de parte de Silvio? ¿Y qué había de sus abuelos? ¿Alberto los cuidaba adecuadamente?

—Deja de decir tonterías. Eres su esposa y él tiene la obligación de mantenerte a ti y a tus familiares. No olvides que tus abuelos y yo te criamos. ¿Qué pasa? ¿Ahora disfrutas de tus comodidades y te olvidas de nosotros? Vuelve de inmediato y no lo enfades, de lo contrario, podría decidir divorciarse de ti y no tendrás a dónde ir. ¡A ver a dónde vas a llorar entonces!

—Entonces, dile que se divorcie de mí —repuso Elena, temblando de rabia.

Acto seguido, colgó el teléfono y se sentó en el suelo, abrazándose las rodillas mientras lloraba amargamente.

¿Cómo podía tener parientes así?

¿Por qué le preocuparía a Silvio que ella se hubiese mudado, cuando a él no le gustaba y disfrutaba de su vida fuera del matrimonio?

Si quería divorciarse, pues ¡qué así fuera! Después de todo, su matrimonio no era más que una fachada insustancial. Era mejor divorciarse cuanto antes y poder rehacer su vida, que quedarse atada a él toda su vida.

Elena lloró a solas con amargura, por un largo rato, antes de recomponerse y continuar trabajando. No tenía nada más que hacer que ser fuerte y hacer muy bien su trabajo.

Al final del día, cuando pensó en regresar a su departamento, decidió quedarse y trabajar horas extra. Sin embargo, se sumergió tanto en sus tareas, perdió por completo la noción del tiempo, y, cuando se dio cuenta, ya eran las nueve y media de la noche.

A esa hora, ya no había metro ni autobuses, por lo que Elena no le quedó más remedio que tomar un taxi.

Sin embargo, extrañamente, después de esperar por más de diez minutos frente a la puerta de la empresa, no apareció ninguno.

Cuando comenzaba a perder las esperanzas, un coche se detuvo junto a Elena y, al bajar la ventanilla, Rogerio le sonrió con amabilidad y le preguntó:

—Señorita, ¿necesita que la lleve?

Mirando el perfil familiar de Rogerio, el corazón de Elena dio un vuelco.

Era Silvio.

¿Él había ido a recogerla en persona?

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo