EMMA—No es necesario —interrumpo con nerviosismo. Nayel no se da cuenta del daño que me está haciendo, planeaba pasar esta noche sin problemas, dormir temprano luego de comer una enorme rebanada de pizza, ya que esta comida insípida que me obligó a probar, no ha llenado mi estómago lo suficiente como para irme a un descanso placentero. —No es problema, hermanita, Duncan no se opondrá —voltea a mirarlo con esa sonrisa llena de ensoñación. Rechino los molares. —¿Verdad, amor? Duncan me echa un último vistazo lleno de malicia, antes de volver toda su atención a mi hermana idiota. —Por supuesto que no, no es un problema. —Gracias amor. Ella se acerca a él para darle un beso en la boca, ella es más baja que él, por lo que se tiene que inclinar hacia adelante, cosa que parece molestarle, mi hermana aplasta sus labios contra los de él, es un beso fugaz y simple debido a que él se incorpora de golpe, con un rostro inocente. Hijo de perra, seguro lo hace para molestarme. —Nos vemos
DUNCANTraer a Emma no fue un acto de amabilidad, tampoco para quedar bien con Nayel, solo quería hacer tiempo antes de regresar con los planos en mano al cuartel, hay demasiadas cosas que hacer, escuchar su grito hizo que me moviera a gran velocidad hacia el cuarto de baño, y ahora, verla desnuda hace que las comparaciones sean evidente ante mis ojos. Ella no solo tiene un mejor cuerpo que el de su hermana mayor, sino, que es más hermosa. Sus tetas, ese día en la playa no me tomé el tiempo suficiente para admirarla y todo fue demasiado rápido, estaba muy excitado, ese día Nayel no dejó que la jodiera por el culo, luego ella apareció y se ofreció sin más. Fuí descuidado, inmaduro incluso, ¿quién en su sano juicio folla a una mujer que apenas conoce? Maldición, y ahora está aquí, frente a mí, con sus tetas firmes y pezones rosados, erectos, dispuestos a que alguien los pruebe y mordisquee, las curvas de sus caderas son perfectas e incluso sus piernas, las que me envolvieron mientras
EMMASiento que el aire se me atasca en la garganta al recordar que mi coronel es nada más y nada menos que Duncan, es que la vida no me puede tratar tan mal, de verdad, no solo tengo que lidiar con el hecho de que sea el novio de mi hermana y el mismo hombre que me quitó la virginidad, sino, que ahora es mi jefe prácticamente. Camino de un lado a otro con la intención de tranquilizarme, pero no lo logro, de hecho, me parece que mi presión aumenta más con cada segundo que pasa, no he podido dormir en toda la noche e incluso me he duchado con agua fría para aclarar mis ideas, nada ha funcionado. Para cuando pasan dos horas, me preparo para mi entrenamiento, cuando llaman a mi puerta, se trata de uno de los soldados que están al servicio del director. —Emma, el jefe quiere verte —anuncia en un tono lleno de antipatía. Asiento, mordiendo mi lengua para no soltar el voraz comentario de que a él le hace falta un cerebro nuevo. El tipo no se va de ahí y frunzo el ceño. —Iré enseguida
EMMALlegamos hasta uno de los rincones del pasillo que nos dirige a las escaleras de emergencia, el brazo me duele, una punzada que es constante justo donde él me toca, hace que dibuje en mi rostro una mueca, algo que él no toma en cuenta, ni siquiera se toma la molestia de disculparse con Dante, a quien solo alcanzo a ver de lejos y le regalo una sonrisa. —¿Puedes dejar de comportarte como una puta, delante de tu coronel? —tira con más fuerza y me empuja hacia las escaleras, cerrando la puerta de metal detrás de él. Frunzo el ceño. —¿Qué tiene de malo? —me suelto—. Él, a diferencia de otros, es amable y parece que es de los que suele dar la cara a los problemas, no como otros que aparentan ser muy hombres y terminan siendo cobardes. Tensa la mandíbula, al grado que siento que está rechinando los dientes. —¿Algo más que agregar a tu rabieta de niña de cinco años? —espeta.—Sí, no entiendo qué es lo que hago aquí, cuando claramente estaba buscando a mi nuevo jefe para presentarme
EMMASigo sin poder creerme que esté pasando esto, normalmente nunca hago esta clase de cosas, no soy de las que toma decisiones tan precipitadas, pero en esta ocasión no me queda más opción que esta, así que he aceptado ir a la cena de compromiso de mi hermana, en compañía de mi coronel, mi jefe. Cuando termino de alistarme, me echo un rápido vistazo en el espejo, me gusta lo que veo, es real, mi vestido azul marino es de falda larga que se abre mostrando mi pierna, el escote resalta mis pechos de manera violenta pero elegante, no es algo que usaría yo, sin lugar a dudas, pero Nayel lo ha escogido para mí y es algo que tengo que hacer. Me coloco un poco de lápiz labial, tomo mis cosas y salgo de la habitación de huéspedes en la que suelo quedarme en el departamento de mi hermana. Dante ya me está esperando en la sala de estar, en donde mi hermana camina de un lado a otro con el teléfono en mano, atendiendo una de sus tantas llamadas. Los ojos de Dante se anclan en mí y se abren co
EMMA Todo pasa tan rápido que me cuesta trabajo poder reaccionar, los labios de Dante de mueven con soltura, son suaves, cálidos, la experiencia se siente casi como estar tocando un algodón de azúcar, su mano rodea con más seguridad mi cintura baja y me atrae tanto hacia su cuerpo, que el aire me falta en los pulmones. De pronto, el sonido de murmullos entre los presentes, hace que regrese a la realidad en la que estoy, apenas nos separamos y me pierdo en su fiera mirada, es mi coronel, mi jefe, comprendo enseguida el motivo de los susurros de la gente conservadora a nuestro alrededor, y es que ellos están viendo lo mismo que yo, una teniente zorra que se folla a su coronel. Hago el amago por alejarme de él, colocando las palmas de mis manos sobre su pecho, sin embargo, no puedo, ya que él ajusta su agarre tocando mi rostro de manera tierna, para después susurrarme al oído las palabras más locas que alguien me ha dicho en la vida. —Sigue con el juego, te estoy ayudando —su alie
EMMAMis piernas se doblegan ante la presencia hostil que permanece de pie, obstruyendo la puerta, y mirándome con odio nítido, como si le hubiera hecho algo de lo que no me puede perdonar, como si hubiera cometido un grave error irreparable. —Vete —es lo único que logro decir antes de que comience a mermar el espacio que hay entre los dos. No obstante, Duncan no se mueve, lo contrario, pareciera como si se hallara perdido en su propio mundo, en su mente retorcida. —¿Cómo me encontraste? —Nunca te perdí de vista, ni cuando Dante se fue a hablar con el ministro. Tenso el cuerpo. —Apartate para que pueda pasar —pido amable, pensando que me dejará libre si se lo pido de este modo. Lo mucho que he descubierto de Duncan en este tiempo, es que es un hombre al que le gusta que le digan que es el mejor y que lo traten como si fuera un Dios, malas noticias, no lo es, y aún así, aquí estoy, tratando de recurrir a esa falsa y tonta opción. —No —habla por fin. —¿Por qué no? —¿Por qué mi
DUNCANLa cabeza me estalla, las fuertes punzadas son como taladro a mi cerebro, no pensé bien las cosas anoche, la única mujer que he amado es Melody, pero al parecer, esto se está saliendo de mi control, sin que pueda hacer mucho al respecto, me comporté como un imbécil el mismo día que le propuse a una mujer que se casara conmigo, me enrollé a las horas con la hermana, la misma a la que desvirgué. Pero es que eso es lo que provoca Emma en mí, esta ansiedad de querer tener todo bajo mi control, todo bajo lo que está a mi vista, y al mismo tiempo me hace perder el control. La follé, la hice mía, no usé condón, sé que está en control de natalidad, pero eso no quita el hecho de que ella sea el fruto prohibido, desde Melody, ninguna mujer me había hecho sentir esto. Ha pasado una semana desde que ocurrió y parece como si apenas hubiera sido hace cinco minutos, incluso horas o un día, su olor, su piel, sus gemidos, todo sigue tan presente en mí, que la sangre me hierve en las venas. Mu