Había llegado el momento de Klaus, y la pesadilla de Kira. La noche de bodas... La noche de bodas de Klaus y Kira era una realidad. La luna llena brillaba en el cielo, iluminando la habitación de lujo del hotel donde se hospedaban, en otras circunstancias apreciaría mucho el exclusivo lugar, la champagnes y la noche... así como la luna. Klaus se acercó a Kira, su mirada posesiva y triunfante, al fin le daria a aquella caprichosa una dosis de realidad, ella que lo habia despreciado por mucho, ahora tendría que tragarse su orgullo, sus palabras y entregarse a el, ahora tendría que dejar de mirarlo por sobre el hombro. — Por fin eres mía— su voz baja y sensual, llena de una malvada satisfacción. Kira sintió un escalofrío en la espalda, un nudo en la garganta. No quería estar allí, no quería estar con él. Pero sabía que no tenía opción, tenía la obligación de dar al menos un par de herederos que llevarán la sangre Ivanov en las venas, era parte del trato, por lo cual no podía ne
Tres meses de matrimonio, tres meses de una eterna tortura para Kira quien lamenta constantemente el ser la esposa de Klaus. Aunque si algo agradece es que él suele pasar mucho tiempo fuera, argumentando los muchos negocios y las obligaciones dentro de las empresas Ivanov, Kira no se queja porque lo ultimo que desea es tener a su esposo cerca. Klaus se reunió con la mujer misteriosa en un lugar oscuro y solitario. Su rostro estaba iluminado solo por la luz de una vela. — Ya llevan varios meses de casados— dijo la mujer, su voz baja y misteriosa, mientras se acercaba a él. Klaus sonrió, su mirada fija en ella, embelesado con ella, es que la amaba enteramente. — Y ya estoy cansado de esperar— dijo, su voz llena de deseo. La mujer se rió, su risa seductora, tan contraria a su apariencia. — Paciencia, mi amor— dijo mientras se acercaba a él. —Es hora de activar la otra parte del plan. Klaus la tomó de la cintura, atrayéndola hacia él. — Puede ser demasiado pronto— dijo, su voz
Amaia se detuvo en la puerta de la oficina, su rostro ardiendo de celos al ver a Kira llorando en los brazos de Nikolay. —¿Qué se supone que está pasando? —preguntó Amaia, su voz llena de ira y posesividad. Nikolay la miró, con Kira todavía en sus brazos, con amabilidad la hizo a un lado. — Amaia, por favor, entra, cariño— dijo Nikolay. Amaia entró en la oficina, cerrando la puerta detrás de ella. Su mirada se clavó en la escena que tenía ante sí. A los costados en las esquinas de la habitación estaban Igor y del otro lado Vladimir, ambos con rostro completamente serio. Kira se secó las lágrimas. — Amaia, no es lo que crees— dijo Kira. Amaia se acercó a ellos. — ¿No? ¿y que es lo que yo creo?— preguntó Amaia mirando a su rival con un desprecio único, pero sin perder la compostura, Nikolay se interpuso entre Amaia y Kira. — Amaia, por favor, explicaré esto, Kira solo está teniendo un mal momento y... vamos a calmarnos— dijo Nikolay. — No me digas que me calme— le respo
El trayecto a la casa había sido silencioso, Amaia se sentía conmovida en sus emociones, recordar el día del ataque le angustiaba, saber que allí había perdido a su hijo... y que Kira sé atreviera a decir aquello la enfurecia, era obvio que no sabía lo que había sucedido Pero sus palabras se si fueron como una burla, como si hubiese minimizado todo lo que ella había sufrido, y la perdida de su bebé. —¿Sigues enojada?— preguntó Nikolay en cuanto cruzaron el umbral de la casa, a pesar de que iban tomados de la mano, Amaia parecía distante. —Estoy muy enojada— admitió— pero no contigo — sus ojos se llenaron de lágrimas— iré por un cambio de ropa, ir al gimnasio o subir al ring me ayudará a frenar esto que siento. —En ese caso... quizás podamos tener un combate amistoso— Amaia lo miró directamente a los ojos y suspiró largamente. Katerina sonrió, su señora había mejorado mucho, y aunque claramente dudaba que aún pudiese ganarle al jefe, sabía que daría una buena batalla.— no me m
Nikolay, entró a la oficina que tenía en su club, caminó hacia el enorme cristal incrustado en la pared, era un cristal blindado que a la vez servía como ventana para observar gran parte de lo que sucedía en el club. —Parece una noche tranquila— observó él mientras se desabotonaba la chaqueta de su traje hecho a la medida y se metía las manos a los bolsillos de su pantalón. —Nunca es una noche demasiado tranquila, señor— respondió Igor con tono tranquilo— aquí tengo el sobre con toda la información que pidió. —Bien, veamos entonces qué tan buena información hay allí para mí, qué tanto puedo conocer a Ethan Müller. —caminó hasta el enorme escritorio, se sentó en la silla que estaba frente a él y extendió la mano a Igor para recibir el sobre que contenía la información que había solicitado, extrajo varias hojas de papel en la que al inicio pudo leer un poco sobre Ethan Müller, cuánto debía en el club, su edad y una reseña de su vida, allí decía que era viudo desde hacía ya al meno
Ethan estaba concentrado en su partida mientras maldecía internamente, pues las cartas una vez más no le favorecían, así que las arrojó sobre la mesa rindiéndose a aquella partida, en aquel momento dos hombres se acercaron a él. —Señor Müller, ¿nos haría el favor de acompañarnos?— el hombre los miró confundidos y quizás un poco asustado, sabía que debía mucho en el club y era obvio que no tardaría en aparecer el dueño exigiendo el pago, ahora mismo su cabeza trabajaba mil por segundo intentando comprender cómo podía convencer al hombre de darle tiempo. —¿A dónde quieren que les acompañe?— preguntó aunque ya sabía la respuesta. —Usted solo debe seguirnos, créame que le interesa— dijo el hombre, Ethan incapaz de negarse, pues sabía que hacerlo solo complicaría las cosas pidió disculpas a sus contrincantes que estaban en la mesa y se puso de pie para seguir aquellos caballeros, lo llevaron directamente al segundo piso tocaron una puerta y esta se abrió dándoles acceso a una elegante o
Ethan observó con los ojos muy abiertos el revolver que estaba sobre el escritorio, sus ojos, así mismo como su expresión reflejaban un auténtico terror, el hombre sencillamente no podía creer lo que aquel hombre lo estaba proponiendo. —Usted... no puede estar hablando en serio— le dijo con voz temblorosa. —Yo nunca bromeo— le respondió con tono determinado— la decisión está en sus mano,s me paga ahora o a más tardar en veinticuatro horas o me da la satisfacción de jugar este pequeño juego con usted. —Acceder a jugar ese juego no me garantiza salir de esta habitación con vida. —Tampoco lo hace irse a casa y no pagarme en las próximas veinticuatro horas, es un riesgo que debe tomar. ¡Es su decisión, de nadie más! —Pero... pero... —el hombre no paraba de balbucear sin poder apartar los ojos del revólver. —Le explicaré cómo funciona esto, sé absolutamente todo de usted, toda la información necesaria, sé perfectamente que no tiene dinero para pagarme, sé exactamente cuánto me debe l
Amaia, estaba completamente agotada, suspiró de cansancio, después de llegar del trabajo se encontró con que su pequeña hermana Aimara estaba sentada en el recibidor con un libro en sus manos aquello le extraño pues aquel era el único día en el que Amaia salía temprano del trabajo y por lo general, su hermana no llegaba sino mucho después de ella. —¡Hey preciosa!— le saludó con el entrecejo fruncido—¿ Qué estás haciendo en casa tan temprano?, deberías estar en clase de canto. —Debería, pero me han echado— dijo y con un suspiro cerró el libro de golpe mientras su rostro reflejaba una profunda tristeza. —Pero... usé todos mis ahorros para abonar a tu escuela, prometieron que podías seguir entrando a clases— exclamó Amaia frustrada mientras llegaba y se sentaba junto a su hermana para abrazarla. —Lo mismo le dije a la directora, pero dijo que ya está por culminar el mes y padre no ha terminado de pagar, por lo tanto solo podré entrar a clases regulares pero no me darán más acceso a