—¿Robert?—se había levantado algo tarde, ella y su hijo. Cuando salieron de la habitación ya el desayuno estaba listo, pero él no estaba allí. Tocó a su puerta para ver si estaba en su habitación.—¿Estás aquí, Robert?—nadie respondió. Se atrevió a abrir la puerta, la habitación parecía estar vacía.—Parece que estamos solos en casa. ¿Desayunamos tú y yo? Hoy es un día especial. Es mi cumpleaños. ¿Sabes cuántos años tiene tu madre? Digamos que para cuando tú tengas quince años, yo aún seré joven. ¡No te atrevas a llevar una novia a casa a los quince años! ¡Que ni se te ocurra!—el pequeño mostró sus paletitas con una enorme sonrisa, riendo un poco de las locuras que le decía su madre.Desayunaron entre juego y más juegos, las suaves carcajadas de ambos los hacía reír mucho más, tomaron un baño juntos y después fueron a practicar en el salón como Ethan caminar, pero él aún no se decidía ni a dar un paso solo.Durante la mañana ella recibió múltiples llamadas de sus familiares para felicit
Lo primero que sintió decir fue “¡¿Qué diablos haces en mi casa?!” Pero lo sabía, sabía porqué Jared estaba allí.Por Alice.Para verla a ella.Sabía que Jared regresaría al país, pero no sabía que ya estaba y menos allí en su casa, justo el día del cumpleaños de Alice.¿Coincidencia? Ni la más mínima.Se había levantado muy temprano, para esta vez tener una mejor preparación y que lo que organizara fuera del agrado de ella. Lo había planeado en su mente una y otra vez, no habiendo manera de que las cosas salieran mal.Pero ahora Jared esta allí.Eso ya era salir mal.¿Cómo se sentía al respecto?Celoso.C E L O S O.Aquella era la palabra que abarcaba todo lo que Robert sentía en ese momento acumulado en su pecho y recorrer cada centímetro de su cuerpo por minúsculo que fuera, era lo que sentía al ver a Jared allí, porque sabía que Alice había estado o estaba enamorada de Jared y no solo eso, era él ese hombre, ese nombre, esa persona que siempre estuvo en la mente de su esposa, dejá
Escuchaba ruido fuera, Ethan había despertado, le estaba dando de comer mientras en el salón estaban las fuertes pisadas de Robert de un lado a otro. No quería salir, porque antes él pareció necesitar espacio.Comenzó a practicar la caminata con Ethan al cabo de un rato y aunque al inicio él estaba muy emocionado, luego ya se sentó, sin querer intentarlo.—¿Y si tomamos un baño?—sugirió ella. Lo dejó sobre su cuna y fue a preparar todo para los dos, organizó la ropa sobre la cama, la de ambos, llevó los juguetes al baño y acercó las toallas.—Estamos listos.—estando desnuda ahora le tocaba a Ethan.Robert tocó a la puerta en ese momento, Alice no se alarmó ya que tenía puesto el seguro y aún si no fuera así él nunca entraba sin tocar, más si estaba cerrada la puerta.Ella se acercó en silencio, pero los balbuceos de Ethan la delataron.—¿Qué hacen?—Les preguntó.—¿Ya te encuentras bien?—Estoy bien.—¿Qué hacías tú?—Algunas cosas, ¿qué planes tienen ustedes dos? Aún no he visto a Etha
—Guau…—dijo con verdadero asombro, prestando atención a cada detalle en aquella sala y al hombre que se había puesto de pie, con aquella camisa desabrochada en la parte de su pecho, dejando ver un poco su piel. Alice rascó su nuca y giró su cabeza, suprimiendo un bostezo.—Casi te dejo plantado, Robert.—dijo apenada.—Menos mal que no, estaba a punto de abrir el champán, los regalos y bailar yo solo.—¿Bailar?—Dio unos pasos hacia él.—¿Sabes bailar?—¿Está cerrada la puerta de tu habitación?—para que la música no despertara a Ethan.—Eso creo.—Entonces, veamos si sé bailar.—sacó su móvil del bolsillo delantero derecho del pantalón y en unos segundos la música comenzó a sonar detrás de ellos. Robert avanzó seguro hacia ella, dejando su móvil de regreso al bolsillo, dejó una mano sobre la cintura de Alice y alzando la otra para que ella la uniera a la suya. Con media sonrisa y con mucho entusiasmo Alice lo hizo, acercándose más a Robert, al punto que su cabeza quedaba cerca de su pecho
—Sé que eres tú, Robert.—volvió a decir para alivio de Robert. Con sus dedos trazó su rostro y él sonreía cerca de sus labios.—También te hice daño, nunca te he pedido perdón, Robert.—él dejó unos dedos en los labios de ella, impidiéndole seguir.—Empecemos desde cero, los tres. Un nuevo comienzo. Dime que sí.—Quiero decirte que sí, pero…—¿Qué te lo impide, Alice? Si me das tu mano, jamás te soltaré otra vez.—Es muy complicado.—Prometo enamorarte.—No está siendo muy difícil eso.—confesó, encogiéndose de hombros.—Conocerte y…quererte me está resultando sencillo, me quedo mirando por esa puerta cada vez que sales y el corazón me hace fiesta en mi pecho cuando llegas y ahora…cuando me besaste…sentí que era la primera vez que lo hacías. Hazlo de nuevo.—despacio, se acercó más a su boca y se esmeró en ese beso como en ningún otro en toda su vida, dejó a la joven Alice jadeando, queriendo más de su boca y yendo hacia los labios de Robert para obtener más de esos besos, él la complació
Olía un poco a humo, ¡¿cómo es que un simple pan en la tostadora podía quemársele?!No lo entendía.Cuando Ethan despertó, sin llorar, solo haciendo ciertos sonidos, Alice acudió a su llamada, dejando a Robert en la cama.Preparó a Ethan, se fueron a la cocina, dejándole el día libre a la señora de la comida y la limpieza, luego de recoger todo lo de la noche anterior.¡Había dormido en la cama de Robert!Se sentía muy bien luego de aquella noche de sexo, y aquel había sido un magnífico cumpleaños. Sobre su cama había llevado el tercer regalo, aún sin tener tiempo de abrirlo, porque quería prepararle el desayuno a Robert.Ahora se daba cuenta de la mala idea que eso fue, debió dejar que la señora prepara el desayuno antes de irse.¡Ahora se encontraba en un apuro!Sacó a Ethan de la cocina y comenzó a esparcir el humo, antes de que aquello activara la alarma, un pequeño trozo de pan se había quedado dentro de la tostadora, eso fue lo que provocó todo aquel humo.Exhausta, Alice vio qu
El chofer lo recogió en el aeropuerto.La última vez que lo vio fue el día de su boda con Alice Taylor y de todos modos no se quedó toda la noche, a ella acudió él y su esposa, Noelia Mills.Hacía una tarde maravillo y Robert iba con las ventanillas bajadas, ya estaban entrando al lugar donde vivía su hermano, se respiraba paz, demasiada, además de lujos, de estos lugares a los que entras y ya sabes que los de dentro tienen mucho dinero.El camino estaba rodeado de enormes jardines, todo era muy verde, el olor a pino inundaba su nariz, llenándolo de frescor, se escuchaba el canto de las aves y aquella residencia parecía como de un cuento o algo parecido, demasiado grande, demasiado perfecta.Los perros salieron a recibir el coche y Robert comenzó a tensarse. No era secreto que su hermano no sentía ningún tipo de amor hacia él, pero…lo necesitaba y Robert no se podía dar el lujo de no acudir a él, pues ya no contaba con el apoyo de su padre, había tenido una vida llena de lujos y derro
Pasó junto a Noelia que estaba a solo unos metros del despacho de su esposo.—Espera, Robert.—miró las cosas que él tenía en sus manos cuando Robert se detuvo. Tuvo que acercarse a él, porque Robert no retrocedió hasta donde estaba ella.—¿Cuánto tiempo tenemos sin verte?—su voz dulce mostraba toda su falsedad, además del tono tan bajo que mantenía para no ser escuchada por su esposo. Noelia era de una buena familia y conoció a Cedric mientras este impartía unas clases en la universidad, gracias a un trabajo de medio tiempo que tenía, al mismo tiempo que estaba por graduarse, ella apenas entraba a la universidad. Y enamorarse de aquel hombre fue tan normal como respirar, porque Cedric era muy atractivo, inteligente, atento, aunque con algunos secretos, recio a abrirse con alguien más, y prácticamente solo confiaba en su madre, ni siquiera mantenía un estrecho contacto con el señor Graham, su padre, dado que aquel divorcio entre él y su madre ocurrió cuando él era muy joven y su padre d