Cuando Jared Sinclair recibió la noticia de que Alice Taylor había dado a luz, dejó todo lo que hacía y al saber el hospital donde ella estaba ingresada, fue directo hacia allá sin pensárselo dos veces.
Conocía a sus hermanas y fue a las primeras que vio al llegar al hospital.
—Sofía.—la saludó con un beso y un abrazo. Además de Alice, era a Sofía la otra Taylor con la que él tenía confianza, más cercanía.—Tiempo sin verte, están todas aquí.—observó a la familia Taylor que guardaba silencio, tristes por la pérdida del bebé de Alice.—¿Qué es? ¿Niña o niño?—preguntó en voz baja, sin saber lo que pasaba, algo entusiasmado porque sería el hijo de Alice y aunque no fuera suyo eso lo ponía feliz, la felicidad de ella también lograba alegarlo a él.
Miró a los alrededores de aquella sala de espera, buscando con la mirada a Robert, su amigo, asumiendo que tenía que estar con Alice y su nueva criatura al no verlo allí.
Sabía que se sentiría celoso de verlo tan feliz junto a su familia, a su bebé, pero también se alegraría por ellos. Intentaba mantener sus sentimientos lejos, queriendo hacer que desaparecieran, pero sin lograrlo en todo ese tiempo, aún con todo el tiempo que había pasado desde que no la veía a ella.
—Jared…—Sofía se acercó y lo abrazó, llorando en su hombro, todos abatidos por la muerte del pequeño Ethan y por lo desolada que se encontraba Alice, sin querer pronunciar una sola palabra desde que supo de la muerte de su hijo, sin querer ver a nadie, sin querer comer nada, a pesar de que ya habían pasado veinticuatro horas desde que le dijeron del fallecimiento de Ethan.
Aquella mañana las lluvias seguían, era un día muy gris, frío y triste para todos, seguro que esa fecha no la podrían olvidar.
Tantos meses de espera su nacimiento, para que luego partiera de ese modo tan repentino, dejando ese dolor entre los que llegaron a conocerlo, al menos de manera fugaz.
—¿Qué sucede, Sofía?—acarició su espalda en consuelo, todavía sin saber nada.—¿Qué sucede? ¿Pasó algo malo?
Toda su piel se estremeció al pensar que a Alice le sucedió algo malo.
—Su nombre era Ethan.—dijo entre el llanto, sintiendo mucho dolor por la pérdida de su sobrino. Sorbió su nariz y luego se alejó de Jared, retrocediendo unos pasos.—El bebé de Alice ha fallecido. Solo unas pocas horas después de haber nacido.
Al escuchar eso, Jared comprendió la triste atmósfera que rodeaba a la familia Taylor en aquella sala de espera. Era la primera criatura que nacía de ese matrimonio y ya había fallecido.
Sus lágrimas se derramaron y sintió mucha tristeza. Se llenó de dolor por la pareja, aquella mujer prohibida para él y por su mejor amigo, sabiendo que ambos estarían muy tristes con los sucedido.
—¿Qué pasó?—quería saber cómo fue que sucedió eso, porque Robert siempre le dijo que todo iba bien cada vez que él le preguntaba por el embarazo de Alice.
—El doctor no se explica qué pasó. Dice que todo el embarazo estuvo bien, que siempre hubieron los chequeos, pero que se habría detectado algo con más antelación si Alice hubiera acudido a la clínica como todas las demás embarazadas, sin embargo, ella fue atendida siempre en casa y puede que eso haya sido la causa de que dejaran pasar algo por alto. Haciendo que ahora su bebé no esté con ella.
—Pero…—Jared no entendía nada, aquella información lo acababa de dejar confundido. ¿Cómo era que Alice no había acudido al hospital para su chequeo durante el embarazo? ¿Por qué siempre fue atendida en casa? Omitió todas las preguntas y dudas que tenía, pues aquel no era el momento para cuestionar, lo importante era Alice, que acababa de perder a su hijo.—¿Dónde está ella? ¿Está con Robert?
—¿Robert?—Sofía frunció el ceño con molestia al oír ese nombre.—¡Ja! Ese desgraciado no se ha aparecido por aquí. Su hijo murió y él no ha dado señales de vida, solo…no está, ni sus padres, ninguno de los Graham. Se nota que poco le importa Alice o su hijo, nadie vino y yo misma lo llamé a él, no solo yo. Su teléfono suena, pero no hay contestación de su parte.
¿Cómo era posible que Robert no estuviera en un momento así de importante?
Jared no entendía nada, ¿cómo era que Robert no estaba con su esposa? Creyó que estaría a su lado. ¿Por qué él no estaba allí en aquel importante momento del nacimiento de su hijo o para consolar a su esposa ante aquella pérdida tan grande?
—¿Con quién está Alice?
—Sola, no quiere ver a nadie, no habla, no come, solo está sobre esa m*****a cama sin decir o hacer nada. Me duele verla así, se consumirá muy rápido, está muy dolida y no la culpo, ha perdido a su hijo.—Sofía volvió a llorar, imaginando el dolor que estaba atravesando su hermanita, ya que Sofía tenía una pequeña niña y no se imaginaba su vida sin ella.
—Voy a verla, ¿en qué sala está?
—Es que no quiere ver a nadie.
—¡Necesito verla!—dijo con desesperación.—Necesito verla, ella no puede estar sola, es muy sensible, es muy frágil y debe estar sufriendo de dolor, debo de estar con ella.
Y con aquellas palabras, mirando su rostro y lo mucho que significaba Alice para Jared, ella pudo notar el amor en él hacia Alice, se dio cuenta que aquel hombre estaba enamorada de su hermana.
—Jared, tú la quieres, ¿no es así?
Jared bajó la mirada, todavía con lágrimas en sus ojos.
—Ahora es la esposa de mi mejor amigo y Alice también es mi amiga.—dijo como excusa, sin admitir lo que sentía por la joven Alice Taylor. Pero tampoco atreviéndose a negarlo, más estaba claro en la manera de su expresión, ese dolor que también se reflejó en él al saber que ella estaba sola.
Sofía se acercó a él con mucha confianza y levantó el rostro de Jared, secó sus lágrimas y le miró a los ojos.
—Alguna vez tienes que decirle lo que sientes, así no te quedas atrapado en esos sentimientos. Alice no es feliz en su matrimonio, su esposo la odia, la abandona y no le interesa lo que le pase y menos a su hijo, ya ves que ni está aquí. Ella es infeliz y…esa boda fue un error. A lo mejor…—Jared no la dejó continuar y retiró las manos de ella.
—Está casada con mi mejor amigo.—Volvió a decir de manera más firme, aclarando su garganta y secando sus lágrimas.—¿Puedo verla?
—Claro, pero no sé si ella querrá verte. Como te dije, no habla con nadie. Ha enmudecido desde la noticia.—Sofía lo guió hasta la habitación de Alice.—Es aquí. Estaré en la sala de espera. No esperes mucho, ella no quiere hablar con nadie.
Sofía se marchó y lo dejó frente a la puerta.
Él la abrió con lentitud, nervioso.
Hace muchos meses que no la veía y cuando creyó que la vería feliz por el nacimiento de su hijo, pasaba aquella horrible tragedia.
Cerró la puerta tras él y se quedó allí de pie.
Sobre la cama había una mujer acostada que ni se movió al escuchar a alguien entrar, las sábanas la cubrían hasta los hombros y ella cerraba los ojos con fuerza, no estaba dormida, no había podido dormir desde que su hijo murió y aunque el dolor de la cesárea la estaba matando, no pedía calmantes, porque no quería dormir.
Había una silla junto a su cama y él se sentó, en silencio, creyendo que ella dormía.
—La primera vez que te vi, mi corazón latió de una manera muy alocada, tuve miedo, porque pensé que algo me pasaba en ese momento, cuando Sofía nos presentó. Creí que me sentía mal, que me iba a enfermar y recuerdo que me disculpé y me marché. A lo mejor no lo recuerdas, Alice.—hizo una pausa y frotó sus rodillas, recordando aquel momento como si hubiera sido ayer.—Pero luego nos volvimos a ver y tú sonreías de aquella manera tan deslumbrante. Volví a sentir que mi corazón actuaba extraño y no fue luego de muchos encuentros cuando me di cuenta de lo que pasaba. Alice, me enamoré de ti nada más verte, pero eras tan joven, tan hermosa, creí que más adelante nos volveríamos a encontrar, luego de que te graduaras, siempre pensé en ti, siempre te llevé en mi mente, esperando la hora en la que nos encontráramos otra vez. Y sí que te encontré otras tantas veces, pero fueron muy fugaces esos momentos. Pero cuando supe que te casarías con Robert, pensé…A lo mejor él la hará feliz. Y me obligué a sonreír y a sentirme bien por los dos, pero no fui capaz de ir a tu boda. ¿Cómo iba a ir a la boda de la mujer a la que amo? ¿Cómo podría ir a la boda de la mujer que me enamoró a primera vista? Te casabas con mi mejor amigo y yo tenía que estar feliz por los dos, pero todo lo que sentía era dolor. Ahora me doy cuenta que eres infeliz a su lado y que al parecer no se aman, pero tú sigues siendo prohibida para mí, ¿cómo fue que llegamos a este punto? ¿Cuándo fue que nos distanciamos tanto? Sé que no me estás escuchando y es por lo único que me atreveré a decir esto, ya que te respeto mucho a ti y eres la esposa de mi amigo.—hizo una pequeña pausa, se puso de pie y rodeó la cama, hasta llegar al lado donde estaba ella, se agachó junto a la cama y miró su rostro dormido, pasando una mano por su mejilla.—Te amo, Alice Taylor. Y lo hice desde el primer momento en que te vi. Eres y serás la mujer de la que estoy enamorado, aunque esto nunca podrá ser.
—Te amo, Alice Taylor. Y lo hice desde el primer momento en que te vi. Eres y serás la mujer de la que estoy enamorado, aunque esto nunca podrá ser.Alice escuchaba cada palabra que salía de los labios de su adorado Jared, apretaba sus ojos, al igual que sus manos en su pecho, intentando apaciguar aquellos fuertes latidos y esa confesión que llegaba a ser como un bálsamo para sus heridas.¿Qué debía hacer? ¿Abrir los ojos, decirle que escuchó todo y confesar el amor que ella también sentía hacia a él desde el primer momento en el que lo vio? ¿Confesarle también que ese amor era correspondido?No sabía qué hacer, pero empezó por abrir los ojos.Al ver que ella estaba despierta y que probablemente escuchó todo, el blanco rostro de Jared se puso pálido y luego sus mejillas tomaron un color rojo, poniéndose rápidamente de pie, alejándose de ella, estando muy avergonzado porque ella probablemente escuchó esa confesión que él hizo desde lo más hondo de su corazón.—Y-Yo…—Alice jamás lo habí
ue algo muy raro.Poco contacto tuvo con aquel embarazo y no era un gran entusiasta de tener un hijo con Alice, pero nunca pensó en la muerte de esa criatura y más ahora que sabía que era necesario un heredero de la unión de ambas familias para mantener dicha unión.Siempre los despreció a ambos y los dejó en aquella casa encerrados, siendo inconsciente de que podría necesitarlo, que su padre había llegado a un acuerdo con los Taylor.¡¿Cómo es que no le dijo algo así?! Le habría prestado al menos una poca más de atención a Alice o su embarazo.¿Habría sido por su culpa?¿Tuvo que ver con la manera en la que él tomó la noche anterior a su esposa? ¿Sería posible?«No, no puede ser que sea mi culpa, algo debió haber hecho ella mal como para perder a nuestro hijo. Si hay un culpable, debió de ser ella que era la que estaba embarazada, culpa mía no puede ser.» Decía a sí mismo para no cargar con ese peso, camino hacia el hospital donde ella se encontraba, viéndose ya con la responsabilida
Para Alice era muy extraño tener a Robert cerca por tanto tiempo. No se movió ni por un segundo de aquella habitación y tampoco podía hacerlo, tenía que demostrarle a los Taylor que él no estuvo presente porque no pudo, no porque no quiso. Y la única manera era quedándose al lado de Alice, hasta que su familia bajó la guardia luego de la disculpa de Robert frente a todos, pese a lo mucho que le costó hacer aquello, ya que…no le gustaba sentirse inferior y menos inferior a Alice Taylor.Le dieron el alta en el hospital y él aún estaba allí.Se comportaba como un esposo, uno preocupado.¿No que tenía que viajar? ¿No había dicho él que tenía cosas más importantes que hacer y que estaba muy ocupado? ¿Por qué ya no se marchaba?Pero no podía solo desaparecer con su amante, era un momento en familia y él no podía darse el lujo de escaparse, no cuando los Taylor lo tenían en la mira. Un error más y las consecuencias podrían ser fatales, no podía darse el lujo de que la mayor de los Taylor si
—¡Jared! ¡¿No me escuchas?!—inmerso en sus pensamientos, él ignoraba por completo la voz de su asistente que le llamaba en más de una ocasión, sin que su jefe le escuchara. Enojada, llamó una vez más, atreviéndose a gritarle otra vez porque él parecía estar sumergido en otra cosa, sin ser capaz de escuchar su voz.—¡Jared!No podía dejar de pensar en Alice, en cómo estaba, cómo la estaría pasando luego de la pérdida de su hijo. Pensaba en la relación tan extraña que ella tenía con su esposo, como si careciera de amor, como si…no sintieran nada uno por el otro, tal como dijo Sofía Taylor.También le mortificaba mucho que ella escuchó su confesión, una parte de él sentía alivio de que ella no dijo nada pues aquel no era el momento ni el lugar, pero por otro lado, quería que ella tuviera una mínima opinión, ya que escuchó lo que él le dijo cuando pensaba que estaba dormida, cuando él se confesó al creer que ella no lo escuchaba.También deseaba que al menos ella dijera algo, porque ni sab
Jared no solo era el mejor amigo de Robert, sino que era como su mano derecha para todo, uno de sus empleados de los que más se valía, más ahora que tenía a una amante y dejaba de lado muchas de sus responsabilidades, en él era en quien descargaba toda su confianza y mucho peso de trabajo, hasta el que no le correspondía.En lo personal, Jared era un buen amigo, se conocían desde hace muchísimos años, pero cuando entraban en el campo de lo laboral, Robert no lo veía más que como un empleado más, por eso que Jared le haya colgado la llamada de aquella manera, era casi un insulto para él o para su autoridad como su jefe. Allí no valía la amistad.—¿Tienes que irte ya?—su voz aún sonaba agitada por toda la actividad.—¿Ya pensaste lo que te dije, Rob?—Dayana quería dejar de ser su asistente y obtener un puesto mejor en la empresa, lo tenía muy claro, eso de ser su amante no solo se quedaba allí, habían metas dentro de esa función, como escalar dentro de la empresa, sacar provecho de ser s
Jared le sostuvo la mirada a Robert, lleno de impotencia, indignado por la manera en la que su amigo había decidido hacer las cosas y frente a aquella mujer, quitándole su lugar para dárselo a ella, a alguien sin experiencia y menos la preparación adecuada para llevar este puesto y realizar todas las funciones, cada responsabilidad, más las otras numerosas cosas que se habían agregado a ese cargo, ¿cuántas cosas ya no tenía en proceso?¡¿Cómo le iba a dejar a esa mujer todo ese trabajo?! ¡¿Por qué?!Robert Graham no veía las cosas con claridad, cegado por las afrentas que había hecho Jared al negarse la primera vez, más su fuerte necesidad de que Alice ya aceptara tener hijos con él.Necesitaba a Jared para eso, lo necesitaba allí en su casa, con la única intención de que él saque a Alice de la depresión en la que estaba sumergiéndose luego de la muerte de su bebé, a pesar de los meses que pasaban y ella no se reponía, la necesitaba bien para que así ella decida retomar sus labores co
Jared esperaba con paciencia para ver a Alice. Ya le estaban avisando que él estaba allí.Aquella mujer se marchó hace un par de minutos y recién llegaba, por su expresión se veía que no traía buenas noticias para él.—La señora dice que no se puede quedar y que no la necesita.—le comunicó la empleada a Jared tal como Alice había indicado que se le dijera, mostrándole en su tono de voz que no le agradaba su presencia allí, que no estaba de acuerdo con nada de aquello y que estaba de parte de su señora, que aquel hombre se marchara cuanto antes, no era lo que Alice Graham necesitaba para ponerse bien.Necesitaba de su esposo, ¿no?—¿Sabe Alice que soy yo? ¿Le dijo mi nombre?—preguntó Jared, no creyendo que Alice mandara a despedirlo de aquella manera sin tan siquiera ella presentarse para decírselo.—¿Usted se lo dijo?—Desde luego, caballero.—enarcó una ceja ante la duda de él, como si la creyera una mentirosa.—Le dije que era Jared Sinclair y fue justo cuando la señora me dijo que le
Frente a él estaba Alice, pero era una Alice muy diferente, jamás la había visto así, ni de cerca de ese aspecto.Ella quiso ocultar su rostro de él, pero no hubo tiempo para eso, ya Jared la observaba, miraba la figura delgada de aquella mujer que en cuestión de semanas ya no era ni la sombra de lo que un día fue. Estaba consumida, hasta el punto de parecer enferma, postrada en aquella cama, intentando cubrirse de él.Jared sintió como su pecho se oprimía al ver el aspecto tan demacrado de Alice, pasó una mano por su rostro, sin creérselo, un poco desconcertado ante lo que veía, anonadado con aquel aspecto tan preocupante que ella presentaba y esa delgadez tan notoria.Definitivamente no había sido nada sano perder todo ese peso de golpe, hasta cambiar su aspecto y parecer otra persona.—Alice.—la pronunciación de aquel nombre destiló total tristeza y ante la angustia él tuvo que contenerse para no llorar o mostrarse afectado y asombrado frente a ella.¿Cómo fue que la dejaron llegar