—Señorita, Larisa —hablan detrás de la puerta.
¿Quién será? Espero que no sea mi Dmitriy porque eso sería un mal presagio.
—Mark, abre la puerta y mira que es lo que quieren, pero encárgate que no sea Dmitriy —dejo de verlo para nuevamente mirarme al espejo.
—¿Qué se le ofrece señorita? —escucho la voz de mi Mark.
Mi amigo es educado pero con una pizca de altanería, por desconfiado.
—El señor Vólkov acaba de ordenar que salieran las personas que estuvieran con la señorita Larisa porque él vendrá por ella.
—Larisa, tu suegro
Hice caso omiso a lo que ella dijo, no me importa morirme en el intento. Saliendo de la cabaña como predije, entro a un lugar asolado de solo pasto verde. Corro sin rumbo alguno escuchando el unísono de las balas resonar. Reprimo un grito y un sollozo del miedo, para enfocarme a correr y correr.A pocos días entramos al mes de noviembre; es el mes donde entra el invierno y la nieve por todo el país; no sé por qué pienso en el clima, ya que lo único que tengo que pensar es en cómo salir de aquí.Siento que me quedaré sin aire, mis pies salpican y arden de dolor, pero mis ganas de huir valen más que cualquier cosa.—Corre hijo de puta, no permitas que se escape la doncella del jefe —gritan a lo lejos. —Más adelante están los polizontes —dice con desespero.Tienen miedo… Ambos tienen miedo que policía los capture, y eso me beneficia a mí por qué así no se las dejaré tan fácil que se diga. El maldito toma de mi mano y me jala hasta sacarme de la cajuela. Me quejo del dolor, para luego adorar el aire fresco que la atmósfera nos regala.—Aaaayyy… —chillo de dolor.La muy puta no tiene la mínima delicadeza para desatarme con cuidado; ambos están desesperados, puedo escuchar su respiración agitarse y el temblor en sus manos. Reprimo los quejidos de dolor para ver de reojo en el lugar que me encuentro. Estoy en medio de la nada, lo único que nos ilumina son las luces traseras del auto y la lunCapítulo 19
Voy resguardada de los malditos hombres de Emilio. Dejo caer mi cara hacia la ventana del auto; con la mirada perdida veo hacia los vehículos que pasan a lado de este maldito carro. La pistola se ha encargado de cubrirme con una frazada evitando que esos hombres me vean, ya que mi vestido quedo destrozado.Suspiro… suspiro... suspiró profundamente.¡No pierdo la fe que mi Dmitriy me venga a salvar!—No jodas pistola, el jefe nos matará —escucho unas voces.No me importa si tienen temor de no haberme cuidado como se les ordenó, ya que lo único que quiero es que todos se mueran para que pueda ir tras de mi Dmitriy. ¿Será posible que si cierro los ojos podré tener todo lo que tenía
***Recostado en mi cama, con la mirada perdida hacia el techo pensando cómo me presentaré ante mi rusa, ¿qué es lo que le diré? Una parte de mí tiene miedo que me rechace, pero otra parte de mí me dice que haga el intento.—Señor… Señor Emilio —tocan la puerta.Salgo de mi mundo de tortura para volver a mi realidad. Exhalo fuertemente para luego levantarme de la cama y encaminarme hacia la puerta. Solo giro a la manija, doy media vuelta en el instante que escucho que da el clic, dándome la señal que la puerta se abrió.—Pase —hablo en el instante que me siento en mi Diván que está cerca de la cama. —Jefe, lo llama la señorita Larisa —Eduard se acerca y me susurra cerca del oído.—Aló —rápidamente le quitó el móvil que llevaba en sus manos.—Necesito que muevas la tierra completa, pero necesito que me rescates de este cerdo —murmura—. Ese hombre está obsesionado y no sé qué puede pasar si tú no vienes por mí.—Quédate unos minutos más en línea y verás que estoy en menos de una hora contigo mi amor —trato de sonar tranquilo para que ella no sienta lo desesperado y lo furioso que me encuentro.Por un momento observo detenidamente todas las miradas que están penetradas hacia mí. ChasqueoCapítulo 22
Sin importar que una bala me atraviese o que el techo completo me caiga encima, me arrastro como tortuga al salir de mi mejor escondite, ¡bajo de la cama! Sin esperarlo siento como me sostienen el brazo y me ayudan a levantarme. Mis ojos buscan quien es la persona que está sujetándome, es difícil ver, ya que hay una neblina de humo cubriendo mi visibilidad de ver más allá de las cosas que hay a mi alrededor.—Eres tú —hablo mientras toso.Si no salgo de aquí me asfixie de todo este humo tóxico, intento no respirar, pero es imposible hacer tan semejante locura. Si no muero de una cosa moriré de otra manera. No le vería nada malo hacerme una limpia total y alejar todas las malas vibras que mi imán atrae.—Soy Dmitriy y
Eduard me las entrega sin perder el tiempo me las pongo. Armo mis dedos con la manopla de acero listo para demoler ese rostro de puto que tiene. Es mi turno de degustar este manjar y nadie más que yo lo puede hacer. Me pongo al lado de él. Esbozo una enorme sonrisa. De un golpe tras otro empiezo a retumbar las mejillas, haciéndole un facial de carnicero. Sintiendo como las púas desgarran su rostro.Aplicó en el golpe Direct, uno… dos… tres... y ocho veces más, mis manos y todo mi ser disfrutan de los gritos de lamentación.Me alejo un poco del hijo de puta. Eduard me quita las manoplas de acero y le digo de una vez que me pase un bisturí, para hacer lo que mis deseos sádicos quieren. Veo el rostro del imbécil y su cab
Larisa.Intento dormir, pero es imposible porque mi cabeza se convirtió en un huracán de pensamientos, no dejo de pensar en lo que mi Dmitriy debe estar haciendo o de lo que la bazofia de Emilio le debe estar tramando para salirse con la suya. La duda me carcome consumiendo mi tranquilidad, cuanto daría por saber qué es lo que está ocurriendo ahora mismo. No lo sé, pero en lo más profundo de mi corazón divaga una preocupación existencial que hace que se me estremecen las entrañas o un tsunami de mal presentimientos que me acecha y me ahoga lenta y fuertemente. Es claro que lo que siento no es nada bueno que se diga.Mark no se despega de mí, y eso que le he insistido una y otra vez que se vaya porque necesito descansar o pensar por un momento, pero no se va por temor a su vida, ya que el señor V&oacu