MadisonEs el hombre más terco que he conocido jamás. Ese día en el hospital se molesto conmigo, tanto, que estuvo incluso al punto de mandarme a la mismísima mier…—Madison, ¿qué piensas? —pregunta mi padre.Esta noche me encuentro con ellos. Le pedí el día libre a Alec porque mañana es un día importante. Es catorce de septiembre, y, además, el cumpleaños de mi hijo.—En nada papá. En realidad, no he podido sacar las palabras del psicólogo de Alec de mi cabeza.“Es un hombre muy dañado emocionalmente. Mientras se rehúse a atenderse por terapia no puedo hacer nada. Sé que esa no es su área de estudio así que no le pediré que le haga un tratamiento psicológico, pero puede ayudarlo, tal vez intentando convencerlo de verme, a mí o a cualquier otro. Vigílelo, podría tener un problema más grande de raíz”. El psicólogo no me iba a decir de qué se trataban sus problemas, así que la curiosidad de aquel día de leer su informe clínico me volvió de nuevo. ¿Qué tan dañado podría estar como para
AlecMe vine a la fiesta de Caleb sin invitación, lo sé, pero no podía quedarme en casa sabiendo que el niño está de cumpleaños. Es por eso que me tomé el atrevimiento de aparecerme con Patrick.Mi abuelo por otro lado, es otra historia. Él no estaba incluido en mis planes, sin embargo, me descubrió en plena escapada de la casa cuando Patrick y yo intentábamos subir la caja de la piscina a la camioneta.Insistió en que también debía venir, y aportó “su granito de arena” para los regalos del niño. ¿El resultado?Lo que Madison está viendo ahora mismo boquiabierta.Mi abuelo no solo nos trajo hasta acá, también contrató un grupo de animación de fiestas, trajo un colchón inflable, y como se enteró por mi parte de que a Caleb le gustan los superhéroes; contrató al grupo de dobles de héroes de Marvel más famoso de toda Texas.—¡Mamá mira! ¡Son Iron Man, el capitán américa y Spiderman de verdad! —grita mientras brinca como un loco.—No… puede… ser… —musita Madison.—Esperamos que sea sufici
MadisonSiento que muero lentamente de la vergüenza y el miedo. No puedo creer que después de dos meses, de nuevo mi trabajo está en riesgo, porque, aunque él diga que no, sé que esa mujer está esperando solo la mínima excusa para despedirme.No le agrado desde esa vez que llamé a la policía por la supuesta ladrona. Yo le aseguré que no sabía nada de nada, pero creo que su instinto de mujer le dice que yo sé mucho más de lo que digo. Y no se equivoca.Hasta el momento me he mantenido al margen de eso, además, no la he vuelto a ver conspirando contra su esposo. Si hubiera intentado otra movida tan arriesgada como la de esa noche, a estas alturas ya lo hubiera sabido. Yo y todo Texas.El abuelo de Alec se ofreció a llevarnos de vuelta, muy molesto por tener que dejar la fiesta a medias. La verdad es que a mí tampoco me gusta la idea de tener que dejar a Caleb solo, aunque se quedó con mi papá.Cuando llegamos a la casa, lo primero que noto es que hay un par de maletas grandes en la puer
Alec—¡Madison Espera! —grito desde la puerta.Creí que me esperaría. La discusión con mi esposa y la repentina intervención de mi abuelo me complicó todas las cosas. Ella parece no haberme escuchado, porque sigue caminando sin voltear.Agradezco haber cambiado de silla, de ese modo, puedo darle alcance sin necesidad de estar dependiendo de alguien.—¡Madison! —vuelvo a gritar. Al fin se detiene, la veo encogerse de hombros, como si hubiera exhalado un gran suspiro. Se da media vuelta y me sonríe.—¿Qué sucede?—¿Por qué te vas? Creí que hablarías con mi esposa.—Te recuerdo que es el cumpleaños de mi hijo, debo volver.—Si, lo sé, pensé que mi abuelo te llevaría.—Le dije que yo tomaría un taxi, no te preocupes por mí.Hay algo extraño en ella, cambió de pronto como si hubiese algo que me estuviera ocultando.—¿Todo está bien? ¿Mi abuelo te dijo algo?—No, no me ha dicho nada. Es solo que… —suspira profundo, no me gusta hacia donde parece ir esto—… creo que debería renunciar.—¿Qué?
AlecHace ocho meses atrás…—Señor Fairchild, estos son los últimos documentos que me pidió.—Muy bien, déjalos en el escritorio y retírate por favor.—Ok señor.Mi asistente sale de la oficina cerrando con cuidado la puerta. Es demasiado tarde por la noche, pero no puedo volver a casa hasta que no termine de leer estos permisos. Si hay, aunque sea una coma mal en ellos, el ayuntamiento me rechazará todo y no podremos comenzar la nueva extracción del año. Estamos a febrero y ya vamos atrasados un mes entero.Tengo la presión de los accionistas respirándome en el cuello, no me puedo dar el lujo de fallar ahora.Mi celular vuelve a sonar por enésima vez. Al parecer alguien no entiende que estoy ocupado.Termino por contestar la llamada para que me deje en paz; ni siquiera me molesto en mirar el remitente.—¿Aló?—Alec Fairchild, ¿dónde carajos estás?Cuando Jennifer se molesta se le sale toda la clase que pudiera tener.—Sigo en la oficina, ¿sucede algo?—¿Acaso olvidaste qué día es hoy
MadisonMe quedo en silencio mientras él me cuenta toda la historia. No interrumpo en ningún momento, a pesar de que muchas dudas y preguntas me llegan cada vez que él menciona algo nuevo. Ahora entiendo lo del trauma con los perros. Si a mí me hubiera atacado uno rabioso, creo que habría reaccionado de la misma manera, es decir, ¿quién no ha visto cuyo? Un perro rabioso no es nada bonito.Cuando Alec termina de decir todo, se queda en silencio esperando una respuesta de mi parte.La verdad es que yo no deseo renunciar, no quiero dejarlo solo. En especial ahora que sé lo de su pasado, su estrés post traumático, y lo de su esposa. Sin embargo, es precisamente por lo de su esposa que también quiero irme.¿Cómo mirar a esos ojos verdes y mentirle tan cruelmente?—Gracias por confiar en mí —digo después de un par de segundos de silencio.—Debes creer que estoy loco, es ridículo todo.—No creo que estás loco. —Él bufa y voltea la mirada hacia otro lado. Me siento a su lado en la cama y tom
MadisonNo sé ni como volver a ver a Alec a la cara después de haberlo visto así.Ahora mismo vamos en el auto de camino a su empresa. Harry nos lleva en silencio; ninguno de los dos ha dicho nada sobre el incidente. Todavía me pregunto cómo pude terminar de cambiarlo.Mis mejillas se sonrojan sin que lo pueda evitar cuando pienso en lo que vi… ¡Dios! No había imaginado nunca como sería su… Sacudo la cabeza, no, no. Yo no debo pensar en eso.—Madison —me llama.—¿Ah?—Ya llegamos, te estoy avisando hace rato.—¡Oh! Lo siento, estoy algo distraída.Una vez que bajamos del auto en el estacionamiento, lo conduzco hasta el ascensor. Está vacío, lo peor que me podría pasar ahora, no quiero quedarme a solas con él.Entramos al pequeño espacio metálico y este arranca de una vez sin hacer ni un solo ruido. Siento un cosquilleo en el estómago, que en parte es por el ascensor, pero también tiene que ver con mi creciente nerviosismo.Alec va callado, pero siento que quiere decirme algo.—Yo… —de
AlecA pesar de todo, hoy ha sido un buen día. Me siento bien tan solo de pensar que Madison ha aceptado quedarse conmigo, al menos por ahora. No tenía idea de que pensaba estar solo un año a mi lado. No creo poder quedarme tranquilo con ese pensamiento, pero, por el momento, puedo aceptarlo; veremos que pasa de aquí al año.—Harry, detente un momento.El chofer frena justo antes de que el semáforo se ponga en rojo. Acabamos de dar la vuelta y dejarla en su casa, pero olvidé que tengo que decirle algo importante. En un par de días será el evento de recaudación de fondos de una de las empresas rivales de industrias Fairchild. Solo por mera etiqueta y pretensión, el insufrible hijo de Diamond Company me invita todos los años.Y tengo que asistir así no quiera.—Señor, ya se ha puesto en verde, ¿qué desea que haga?—Vuelve un momento a la casa de Madison, debo decirle algo importante.Bien podría decírselo por teléfono, pero ya que estoy aquí, ¿por qué no verla una vez más?Reconozco que