MadisonSiento que muero lentamente de la vergüenza y el miedo. No puedo creer que después de dos meses, de nuevo mi trabajo está en riesgo, porque, aunque él diga que no, sé que esa mujer está esperando solo la mínima excusa para despedirme.No le agrado desde esa vez que llamé a la policía por la supuesta ladrona. Yo le aseguré que no sabía nada de nada, pero creo que su instinto de mujer le dice que yo sé mucho más de lo que digo. Y no se equivoca.Hasta el momento me he mantenido al margen de eso, además, no la he vuelto a ver conspirando contra su esposo. Si hubiera intentado otra movida tan arriesgada como la de esa noche, a estas alturas ya lo hubiera sabido. Yo y todo Texas.El abuelo de Alec se ofreció a llevarnos de vuelta, muy molesto por tener que dejar la fiesta a medias. La verdad es que a mí tampoco me gusta la idea de tener que dejar a Caleb solo, aunque se quedó con mi papá.Cuando llegamos a la casa, lo primero que noto es que hay un par de maletas grandes en la puer
Alec—¡Madison Espera! —grito desde la puerta.Creí que me esperaría. La discusión con mi esposa y la repentina intervención de mi abuelo me complicó todas las cosas. Ella parece no haberme escuchado, porque sigue caminando sin voltear.Agradezco haber cambiado de silla, de ese modo, puedo darle alcance sin necesidad de estar dependiendo de alguien.—¡Madison! —vuelvo a gritar. Al fin se detiene, la veo encogerse de hombros, como si hubiera exhalado un gran suspiro. Se da media vuelta y me sonríe.—¿Qué sucede?—¿Por qué te vas? Creí que hablarías con mi esposa.—Te recuerdo que es el cumpleaños de mi hijo, debo volver.—Si, lo sé, pensé que mi abuelo te llevaría.—Le dije que yo tomaría un taxi, no te preocupes por mí.Hay algo extraño en ella, cambió de pronto como si hubiese algo que me estuviera ocultando.—¿Todo está bien? ¿Mi abuelo te dijo algo?—No, no me ha dicho nada. Es solo que… —suspira profundo, no me gusta hacia donde parece ir esto—… creo que debería renunciar.—¿Qué?
AlecHace ocho meses atrás…—Señor Fairchild, estos son los últimos documentos que me pidió.—Muy bien, déjalos en el escritorio y retírate por favor.—Ok señor.Mi asistente sale de la oficina cerrando con cuidado la puerta. Es demasiado tarde por la noche, pero no puedo volver a casa hasta que no termine de leer estos permisos. Si hay, aunque sea una coma mal en ellos, el ayuntamiento me rechazará todo y no podremos comenzar la nueva extracción del año. Estamos a febrero y ya vamos atrasados un mes entero.Tengo la presión de los accionistas respirándome en el cuello, no me puedo dar el lujo de fallar ahora.Mi celular vuelve a sonar por enésima vez. Al parecer alguien no entiende que estoy ocupado.Termino por contestar la llamada para que me deje en paz; ni siquiera me molesto en mirar el remitente.—¿Aló?—Alec Fairchild, ¿dónde carajos estás?Cuando Jennifer se molesta se le sale toda la clase que pudiera tener.—Sigo en la oficina, ¿sucede algo?—¿Acaso olvidaste qué día es hoy
MadisonMe quedo en silencio mientras él me cuenta toda la historia. No interrumpo en ningún momento, a pesar de que muchas dudas y preguntas me llegan cada vez que él menciona algo nuevo. Ahora entiendo lo del trauma con los perros. Si a mí me hubiera atacado uno rabioso, creo que habría reaccionado de la misma manera, es decir, ¿quién no ha visto cuyo? Un perro rabioso no es nada bonito.Cuando Alec termina de decir todo, se queda en silencio esperando una respuesta de mi parte.La verdad es que yo no deseo renunciar, no quiero dejarlo solo. En especial ahora que sé lo de su pasado, su estrés post traumático, y lo de su esposa. Sin embargo, es precisamente por lo de su esposa que también quiero irme.¿Cómo mirar a esos ojos verdes y mentirle tan cruelmente?—Gracias por confiar en mí —digo después de un par de segundos de silencio.—Debes creer que estoy loco, es ridículo todo.—No creo que estás loco. —Él bufa y voltea la mirada hacia otro lado. Me siento a su lado en la cama y tom
MadisonNo sé ni como volver a ver a Alec a la cara después de haberlo visto así.Ahora mismo vamos en el auto de camino a su empresa. Harry nos lleva en silencio; ninguno de los dos ha dicho nada sobre el incidente. Todavía me pregunto cómo pude terminar de cambiarlo.Mis mejillas se sonrojan sin que lo pueda evitar cuando pienso en lo que vi… ¡Dios! No había imaginado nunca como sería su… Sacudo la cabeza, no, no. Yo no debo pensar en eso.—Madison —me llama.—¿Ah?—Ya llegamos, te estoy avisando hace rato.—¡Oh! Lo siento, estoy algo distraída.Una vez que bajamos del auto en el estacionamiento, lo conduzco hasta el ascensor. Está vacío, lo peor que me podría pasar ahora, no quiero quedarme a solas con él.Entramos al pequeño espacio metálico y este arranca de una vez sin hacer ni un solo ruido. Siento un cosquilleo en el estómago, que en parte es por el ascensor, pero también tiene que ver con mi creciente nerviosismo.Alec va callado, pero siento que quiere decirme algo.—Yo… —de
AlecA pesar de todo, hoy ha sido un buen día. Me siento bien tan solo de pensar que Madison ha aceptado quedarse conmigo, al menos por ahora. No tenía idea de que pensaba estar solo un año a mi lado. No creo poder quedarme tranquilo con ese pensamiento, pero, por el momento, puedo aceptarlo; veremos que pasa de aquí al año.—Harry, detente un momento.El chofer frena justo antes de que el semáforo se ponga en rojo. Acabamos de dar la vuelta y dejarla en su casa, pero olvidé que tengo que decirle algo importante. En un par de días será el evento de recaudación de fondos de una de las empresas rivales de industrias Fairchild. Solo por mera etiqueta y pretensión, el insufrible hijo de Diamond Company me invita todos los años.Y tengo que asistir así no quiera.—Señor, ya se ha puesto en verde, ¿qué desea que haga?—Vuelve un momento a la casa de Madison, debo decirle algo importante.Bien podría decírselo por teléfono, pero ya que estoy aquí, ¿por qué no verla una vez más?Reconozco que
MadisonLa comisaria no es el mejor lugar para estar ahora. Tengo demasiadas preocupaciones en la cabeza, mi estómago da vueltas y siento que quiero morirme. ¿Cómo es posible que otra vez lo haya perdido todo? Creo que me persigue la desgracia, no hay otra explicación.Alec está a mi lado y es el único consuelo que puedo tener. Lo veo sacar las cosas del botiquín, creo que pretende curarme.—¿Vas a curarme?—Está super hinchado tu pómulo, no puedes andar así —asegura.No me he visto en un espejo, y la verdad es que siento mi cara como una pelota.—Alec, yo soy la enfermera —le digo haciendo un gesto obvio.—¿Y eso qué? Esta noche no. Deja que alguien cuide de ti por una vez.Quedo un poco en shock por sus palabras. ¿Dejar que alguien cuide de mí? Esa es una idea que nunca me he planteado antes. Siempre soy yo la que debe ocuparse de los demás. Lo hago desde que era una niña, desde que mamá murió y tuve que cuidar del corazón de mi padre.No le digo nada, solo dejo que me cure la herid
AlecMadison ya tiene un par de días viviendo en mi casa de manera oficial, y las cosas han ido bastante bien a decir verdad. Por suerte la hinchazón de su rostro había empezado a bajar, pero todavía se veía un poco mal.Mi esposa por otro lado, se ha vuelto más distante aun de lo que ya estaba.Creo que todo este tiempo he querido autoconvencerme de que las cosas están bien, pero es claro que no puedo seguir ignorando estos desplantes de Jennifer sin más.Aunque, para ser completamente honesto, desde que Madison está aquí, mi mente ha dejado de divagar demasiado en ello. Jennifer ya casi no aparece en mi mente con la misma frecuencia que antes, algunas veces incluso olvido que ella en realidad vive en la casa. Y es que casi ni la veo ya.Esta tarde, mi enfermera está terminando de hacer los ejercicios terapéuticos para evitar la atrofia de los músculos.—Madison, ¿qué te parece si vemos una película? —sugiero.—¿Qué quieres ver? —pregunta.—No lo sé, ¿y si escoges tú?—No creo que te