MadisonNo era mi intención hacer que Alec se emborrachase, me siento terrible por haberlo llevado a esa situación. Lo único que yo quería era que se divirtiera un poco, y tal vez, sacarle algo de información sobre su mujer. Averiguar el motivo por el cual se atrevió a intentar tenderle esa trampa.No me quedó otro remedio que traerlo a mi departamento y avisar a Patrick. Por suerte, todavía no ha llegado a la casa, o se demoraría aún más en venir. Le he pedido que traiga un suero fisiológico y una pastilla para el dolor de cabeza, así al menos lo acomodaré un poco antes de devolverlo en una pieza a su esposa. Ella podrá ser una mala mujer, pero mientras no tenga pruebas de eso, la única culpable de que algo malo le pase, seré yo.Harry se ha quedado abajo esperando a que se recupere para poder llevarnos de vuelta.Está tan dormido que no me preocupo por desnudarme frente a él. En otra ocasión, ni se me hubiera ocurrido. Me pongo una camisa limpia y arrojo lo sucio a una esquina, aun
AlecDespertar y ver a Madison a punto de leer ese infame diagnóstico hace que la ira nuble todo mi buen juicio.—¡¿Qué estás haciendo?! —cuestiono con una voz autoritaria.Ella parece asustarse y deja caer al suelo todos los documentos. Quién sabe cuánto ha estado leyendo sobre mí.—Alec… —balbucea.—¿Acaso estabas leyendo mi diagnostico psiquiátrico?—No… no, yo… la hoja se cayó…—No puedo creer que estuve a punto de confiar en ti —interrumpo sus excusas baratas, porque sé muy bien que son puras mentiras.¿Cómo osa intentar engañarme cuando la he agarrado con las manos en la masa?—Alec te juro que…—Largo.—No es lo que…—¡Largo! ¡Vete de mí vista! ¡Estás despedida! —bramo con furia.Sus ojos se llenan de lágrimas, como si eso me fuese a conmover.—Señor Fairchild, le juro que no leí absolutamente nada —insiste.Odio tanto en este momento no poder moverme, si al menos estuviera en mi silla de ruedas, podría alejarme de ella para no tener que escuchar más excusas y mentiras.—¿Es qu
MadisonTodo pasa como en cámara lenta. Voy a ciegas porque no quiero arruinar más las cosas con él. No puedo creer que fui tan tonta como para siquiera pensar en ver esos documentos; ahora, todo el avance que había logrado con él se ha ido a la basura. Me odia, lo sé. No hay otra palabra para describir lo que vi en sus ojos al agarrarme infraganti con ese estúpido diagnóstico.—¿Qué está haciendo? —pregunta con un tono de incredulidad.—Trato de no verlo —digo como si fuera obvio.—¿Sabes que no estoy…? —empieza a decir, pero no logro escuchar el resto de la frase, pues sin darme cuenta, tropiezo con el banco que estaba al lado de la bañera.Siento como si lentamente mi cuerpo se fuese desplomando, directamente sobre él. Ni siquiera alcanzo a emitir un grito, pues todo pasa en una fracción de segundo. Caigo dentro de la bañera, empapando toda mi ropa, pero lo peor, es que quedo sobre su cuerpo.Sin poder evitarlo, abro los ojos, por fortuna, la toalla blanca ha caído sobre sus partes
AlecMadison me ayuda a bajar del auto y nos quedamos de pie frente a la entrada de mi propio edificio. Hace tanto que no vengo que se siente extraño estar en este lugar. Miro hacia arriba, este se alza imponente como uno de los más altos de Austin. Respiro profundo antes de darle la orden de avanzar hacia dentro.Le pedí que escondiese todo lo posible mi sonda en los bolsillos de la silla para que así nadie la note.Para ser sincero, no imaginé que ella se viera tan despampanante. En definitiva, Paul tiene un excelente gusto para vestir a las mujeres, pero con ella, excedió todos los límites. Me costó trabajo pretender que no me había impactado su belleza. ¿Cómo es posible que el simple hecho de verla en ese entallado vestido blanco que resalta cada curva de su cuerpo, provoque que mi corazón se acelere y retumbe como un loco en mi pecho?Esa sensación solo me la había provocado una mujer antes: mi esposa. Sin embargo, Jen ya nunca está, y cuando la veo; solo en contadas excepciones
MadisonCuando Alec dijo que entraríamos a un tanque de tiburones, creí que exageraba, pero la verdad es que esta gente, con sus trajes y apariencias de grandes señores; se nota que son capaces de las peores cosas. No hay ni uno que no me mire por encima del hombro, a pesar de que estoy arreglada para la ocasión, para ellos es obvio que yo no encajo en su mundo, no soy como ellos. Suspiro con pesadez cuando veo avanzar la hora del reloj a paso de tortuga. Tengo dos horas aquí a su lado, mirando como una tonta las cosas que discuten y de las cuales no entiendo nada.—Madison, si quiere puede salir a tomarse algo, esto parece que durará más de lo que pensé —me susurra.—Gracias, señor Fairchild.Me pongo de pie y me estiro con pesadez, aprovecho para salir de ahí sin mirar a nadie. La cabeza me duele más de lo que imaginaba. Es casi medio día, así que el sol está en su punto máximo en el cielo. Los rayos atraviesan los cristales del edificio, y su resplandor hace que mis ojos ardan e i
AlecMi primer impulso es agradecerle a Madison lo que ha hecho por mí, pero no quiero que confunda mi amabilidad con que se me haya pasado la molestia con ella por lo de los documentos.La verdad es que me sorprende que ella haya sido capaz de enfrentarse a esos tres. Pues no eran tipejos cualesquiera.Ethan Leone, gerente ejecutivo solo por el nepotismo de su padre, quien decidió que él sería el siguiente solo por haber trabajado aquí más de veinte años con mi padre. Ya tenía ese puesto cuando él murió y yo asumí el mando, así que no pude hacer nada para sacarlo. Nunca le caí bien, estoy seguro que si pudiera, organizaría a todos para sacarme de la presidencia. Luego estaba Brian y Barry Gómez. Dos hermanitos que lo único que tienen de inteligente es saber amarrarse las cuerdas de los zapatos. Son otros dos niñatos de papi que están aquí a pesar de mi desprecio a ellos y esas decisiones; creo que va siendo hora de que los saque, así me eche a media junta encima.Aun así, Madison no
MadisonAcompaño a Alec hasta la gruta que preparamos (o más bien, que preparé yo). Lo noto bastante nervioso, y no es para menos. Parece que hoy es una noche importante para él.Es muy extraño para mí haberle ayudado a montar todo esto. No me siento cómoda con la idea, después de saber que su mujer no lo ama e incluso es capaz de engañarlo y planear una vil bajeza contra él. Siento que ella no se merece todas estas atenciones.Sin embargo, no pretendo decirle nada a Alec. Me repito una y otra vez que no es mi problema, no debería meterme. El instinto de ayuda que siempre me domina debe ser enterrado en lo profundo de mi ser.—¿Se encuentra bien? —me pregunta.La gruta está cercada por paredes de arbustos, en medio, un hermoso templete con techo convexo de color blanco. Las cinco columnas que lo sostienen están cubiertas de luces led amarillas que pusimos para asemejar a luciérnagas.Una mesa en el centro tiene dos bandejas de plata tapadas. Dentro, hay una comida deliciosa que está e
AlecNo sé en qué momento me quedé dormido en la silla, luego de haberme comido medio plato y creo que casi toda la botella de vino. Ella nunca apareció, Jennifer me dejó plantado en nuestro día de aniversario.Despierto con los rayos del sol entrando por la ventana. El dolor de cabeza me está matando. Creo que beber tan seguido no le está haciendo bien a mi cuerpo.—Cierra esa cortina, Patrick.Escucho que se pone de pie, pero algo llama rápidamente mi atención. Los pasos suenan a tacones. No puede tratarse de Patrick. Una vez que la luz ya no me da en toda la cara, parpadeo un par de veces y comprendo que, en efecto, no es él. Es Jennifer.Me está dando la espalda, claro que no tiene el valor de mirarme a los ojos.»¿Qué estás haciendo aquí? —cuestiono. —Alec, sé que estás molesto, pero por favor, antes de que empieces a despotricar contra mí, déjame explicarte las cosas.—¿Qué tendrías que decir en tu defensa? Me dejaste plantado en nuestro aniversario. Cuando creí que había sido