MadisonCuando Alec dijo que entraríamos a un tanque de tiburones, creí que exageraba, pero la verdad es que esta gente, con sus trajes y apariencias de grandes señores; se nota que son capaces de las peores cosas. No hay ni uno que no me mire por encima del hombro, a pesar de que estoy arreglada para la ocasión, para ellos es obvio que yo no encajo en su mundo, no soy como ellos. Suspiro con pesadez cuando veo avanzar la hora del reloj a paso de tortuga. Tengo dos horas aquí a su lado, mirando como una tonta las cosas que discuten y de las cuales no entiendo nada.—Madison, si quiere puede salir a tomarse algo, esto parece que durará más de lo que pensé —me susurra.—Gracias, señor Fairchild.Me pongo de pie y me estiro con pesadez, aprovecho para salir de ahí sin mirar a nadie. La cabeza me duele más de lo que imaginaba. Es casi medio día, así que el sol está en su punto máximo en el cielo. Los rayos atraviesan los cristales del edificio, y su resplandor hace que mis ojos ardan e i
AlecMi primer impulso es agradecerle a Madison lo que ha hecho por mí, pero no quiero que confunda mi amabilidad con que se me haya pasado la molestia con ella por lo de los documentos.La verdad es que me sorprende que ella haya sido capaz de enfrentarse a esos tres. Pues no eran tipejos cualesquiera.Ethan Leone, gerente ejecutivo solo por el nepotismo de su padre, quien decidió que él sería el siguiente solo por haber trabajado aquí más de veinte años con mi padre. Ya tenía ese puesto cuando él murió y yo asumí el mando, así que no pude hacer nada para sacarlo. Nunca le caí bien, estoy seguro que si pudiera, organizaría a todos para sacarme de la presidencia. Luego estaba Brian y Barry Gómez. Dos hermanitos que lo único que tienen de inteligente es saber amarrarse las cuerdas de los zapatos. Son otros dos niñatos de papi que están aquí a pesar de mi desprecio a ellos y esas decisiones; creo que va siendo hora de que los saque, así me eche a media junta encima.Aun así, Madison no
MadisonAcompaño a Alec hasta la gruta que preparamos (o más bien, que preparé yo). Lo noto bastante nervioso, y no es para menos. Parece que hoy es una noche importante para él.Es muy extraño para mí haberle ayudado a montar todo esto. No me siento cómoda con la idea, después de saber que su mujer no lo ama e incluso es capaz de engañarlo y planear una vil bajeza contra él. Siento que ella no se merece todas estas atenciones.Sin embargo, no pretendo decirle nada a Alec. Me repito una y otra vez que no es mi problema, no debería meterme. El instinto de ayuda que siempre me domina debe ser enterrado en lo profundo de mi ser.—¿Se encuentra bien? —me pregunta.La gruta está cercada por paredes de arbustos, en medio, un hermoso templete con techo convexo de color blanco. Las cinco columnas que lo sostienen están cubiertas de luces led amarillas que pusimos para asemejar a luciérnagas.Una mesa en el centro tiene dos bandejas de plata tapadas. Dentro, hay una comida deliciosa que está e
AlecNo sé en qué momento me quedé dormido en la silla, luego de haberme comido medio plato y creo que casi toda la botella de vino. Ella nunca apareció, Jennifer me dejó plantado en nuestro día de aniversario.Despierto con los rayos del sol entrando por la ventana. El dolor de cabeza me está matando. Creo que beber tan seguido no le está haciendo bien a mi cuerpo.—Cierra esa cortina, Patrick.Escucho que se pone de pie, pero algo llama rápidamente mi atención. Los pasos suenan a tacones. No puede tratarse de Patrick. Una vez que la luz ya no me da en toda la cara, parpadeo un par de veces y comprendo que, en efecto, no es él. Es Jennifer.Me está dando la espalda, claro que no tiene el valor de mirarme a los ojos.»¿Qué estás haciendo aquí? —cuestiono. —Alec, sé que estás molesto, pero por favor, antes de que empieces a despotricar contra mí, déjame explicarte las cosas.—¿Qué tendrías que decir en tu defensa? Me dejaste plantado en nuestro aniversario. Cuando creí que había sido
Madison—Mads, mi amor, todo estará bien.—Liam, no lo entiendes, estoy preocupada por ti, eso allá no se ve nada bien.—Te aseguro que está mejor de lo que se ve.Las lágrimas fluyen por mis ojos con intensidad. Ver su carita llena de tierra y hollín me rompe el corazón en mil pedazos, su mirada ya no es la misma, ha perdido la inocencia que lo caracterizaba.A pesar de todo eso, Liam me sonríe a través de la pantalla.—Por favor cuídate, si te pasa algo me muero.—No digas eso, estaré bien. Dale mis disculpas a Caleb, prometo que le daré la medalla de honor que me gane en este lugar.—Se pondrá contento cuando sepa que llamaste. La próxima vez, trataré de ver si pueden verse.—No, será muy tarde para él, debe descansar para ir al colegio. Tengo que irme. Adiós.Antes de que cuelgue, veo pasar a otro de los soldados con un gran vendaje en el brazo. Desvío la mirada, no puedo pensar más en que está en peligro constante…Cuando Liam me dijo que iría al ejercito casi nos separamos. No p
Alec Sé que solo conocí a ese pequeño niño por unas cuantas horas en la casa de Madison, sin embargo, me enterneció el corazón de maneras que no puedo explicar. De alguna forma me recordó un poco a mi propia infancia, pero, sobre todo, me recordó esa ilusión que siempre tuve con Jennifer de ser padres. Cuando nos casamos, intentamos por todos los medios tener hijos, sin embargo, después de más de un año intentándolo sin éxito, acudimos a un especialista, solo para confirmar lo que ya sabíamos: ella es estéril. Al principio quería creer que era yo el del problema, pero todos mis exámenes resultaban bien. Era Jennifer quien no terminaba de dar resultados concluyentes. Luego de saberlo, se puso triste, pero lo superamos bastante rápido con otras cosas en nuestra vida. No le insistí más porque sé que es un tema doloroso para ella, no obstante, no puedo pretender haberlo olvidado del todo. Siempre fue mi ilusión ser padre, y ahora, ese sueño es otra cosa que me fue arrebatada de golpe.
MadisonSolo me quedan dos días más con Alec. Luego de aquel día en que llevé a Caleb a su casa, me quedó claro que no daría su brazo a torcer sin importar las circunstancias.Es tarde en la noche, pero decidí venir a Blanco para una entrevista de última hora para cuidar a una señora de la tercera edad. El pago es mucho menor al que me ofrece Alec, pero al menos podré estar cerca de mi hijo y de mi padre.Suspiro profundo antes de tocar la puerta. Las entrevistas siempre me ponen nerviosa.Una chica joven me abre con mala cara mientras mastica chicle. Me mira de arriba abajo con suspicacia. No sé, me causa una sensación extraña que no termina de gustarme.—Buenas noches, soy Madison Jones, la enfermera para la entrevista.—Llegas tarde.—Avisé que llegaría después de las ocho, porque vengo desde Austin.—Mmm, no creo que nos convenga que viva tan lejos.—No vivo allá, era solo mientras tenía el otro trabajo —explico.La chica no parece reacia a dejarme pasar.—¿Quién es, Grace? —pregu
Alec —Señor Fairchild, hoy tengo que cambiarle la sonda —dice Patrick.Sin embargo, ni siquiera lo estoy escuchando. Mañana será el último día que tendré a Madison a mi disposición como enfermera, y por loco que parezca, no quiero que se vaya. Creo que he cometido un terrible error al echarla. Seguramente ella ya ha encontrado otro trabajo, así que no creo que pedirle que se queda sea una buena idea ahora.Tengo que aceptar que lo arruiné.»¿Señor?—¿Ah? Sí, sí. Hazlo de una vez para no sufrir tanto.Patrick comienza a preparar los materiales, mientras yo trato de distraerme mirando el celular. En eso, una llamada entra, de un número que no conozco. Le hago una seña para que espere.—¿Aló?—Hola, ¿es usted el señor Farfarchil? —La voz es inconfundible, además de esa graciosa manera de pronunciar mi apellido. Es, sin duda alguna, el hijo de Madison.Lo que no entiendo es por qué me está llamando a esta hora.La última vez que estuvo aquí, le di una de mis tarjetas de presentación, per