Alec Sé que solo conocí a ese pequeño niño por unas cuantas horas en la casa de Madison, sin embargo, me enterneció el corazón de maneras que no puedo explicar. De alguna forma me recordó un poco a mi propia infancia, pero, sobre todo, me recordó esa ilusión que siempre tuve con Jennifer de ser padres. Cuando nos casamos, intentamos por todos los medios tener hijos, sin embargo, después de más de un año intentándolo sin éxito, acudimos a un especialista, solo para confirmar lo que ya sabíamos: ella es estéril. Al principio quería creer que era yo el del problema, pero todos mis exámenes resultaban bien. Era Jennifer quien no terminaba de dar resultados concluyentes. Luego de saberlo, se puso triste, pero lo superamos bastante rápido con otras cosas en nuestra vida. No le insistí más porque sé que es un tema doloroso para ella, no obstante, no puedo pretender haberlo olvidado del todo. Siempre fue mi ilusión ser padre, y ahora, ese sueño es otra cosa que me fue arrebatada de golpe.
MadisonSolo me quedan dos días más con Alec. Luego de aquel día en que llevé a Caleb a su casa, me quedó claro que no daría su brazo a torcer sin importar las circunstancias.Es tarde en la noche, pero decidí venir a Blanco para una entrevista de última hora para cuidar a una señora de la tercera edad. El pago es mucho menor al que me ofrece Alec, pero al menos podré estar cerca de mi hijo y de mi padre.Suspiro profundo antes de tocar la puerta. Las entrevistas siempre me ponen nerviosa.Una chica joven me abre con mala cara mientras mastica chicle. Me mira de arriba abajo con suspicacia. No sé, me causa una sensación extraña que no termina de gustarme.—Buenas noches, soy Madison Jones, la enfermera para la entrevista.—Llegas tarde.—Avisé que llegaría después de las ocho, porque vengo desde Austin.—Mmm, no creo que nos convenga que viva tan lejos.—No vivo allá, era solo mientras tenía el otro trabajo —explico.La chica no parece reacia a dejarme pasar.—¿Quién es, Grace? —pregu
Alec —Señor Fairchild, hoy tengo que cambiarle la sonda —dice Patrick.Sin embargo, ni siquiera lo estoy escuchando. Mañana será el último día que tendré a Madison a mi disposición como enfermera, y por loco que parezca, no quiero que se vaya. Creo que he cometido un terrible error al echarla. Seguramente ella ya ha encontrado otro trabajo, así que no creo que pedirle que se queda sea una buena idea ahora.Tengo que aceptar que lo arruiné.»¿Señor?—¿Ah? Sí, sí. Hazlo de una vez para no sufrir tanto.Patrick comienza a preparar los materiales, mientras yo trato de distraerme mirando el celular. En eso, una llamada entra, de un número que no conozco. Le hago una seña para que espere.—¿Aló?—Hola, ¿es usted el señor Farfarchil? —La voz es inconfundible, además de esa graciosa manera de pronunciar mi apellido. Es, sin duda alguna, el hijo de Madison.Lo que no entiendo es por qué me está llamando a esta hora.La última vez que estuvo aquí, le di una de mis tarjetas de presentación, per
MadisonNo soy capaz de decirle a Alec que no iré al último día, y creo que es mejor así. Le mandaré un mensaje cuando ya no haya oportunidad de que me busque. Aunque quede como una cobarde, es lo mejor que puedo hacer, no creo poder soportar tener que fingir que estoy bien cuando no es así.Sé que debí decirle antes, por lo menos para que durante el día lo cuide Patrick, o su esposa, pero no puedo.Estoy quedándome en casa de mi padre, y es el día que mi hijo tanto ha esperado. Pienso acompañarlo a la escuela, sé que no le gustará la idea, pero es todo lo que puedo ofrecerle ahora.Lo veo comer apresurado el desayuno, pensé que estaría más testarudo que de costumbre, sin embargo, parece bastante animado para mi sorpresa.—Caleb, no tienes que comer tan rápido, tenemos tiempo.—No mami, no quiero que me acompañes al colegio.—¿Por qué? Hoy es el día de los padres…—Está bien mami, ya no importa. De verdad no es necesario que vengas —insiste.Incluso mi abuelo lo mira con sorpresa. Me
Alec—¿Él te pidió venir? —pregunta, a pesar de que se lo acabo de decir.Por su cara, imagino que no es lo que se esperaba. Ella debe creer que yo me ofrecí a esto por mi cuenta, o algo peor.—Sí, él me llamó anoche y me dijo que por favor viniera, que quería mostrar que tenía un papá genial, y que yo era el indicado para eso.—Oh claro, y no pierdes la oportunidad de que un niño de seis años te halague como a un dios.—Tal vez son ideas mías, pero siento que estás molesta —digo con calma. Madison enarca una ceja, la expresión de su cara es un poema.Claro que está molesta, pero prefiero hacerme el desentendido.—Me alegra que sea obvio, porque sí, lo estoy. ¿Por qué has hecho esto? Yo no te lo he pedido, ni mucho menos. Debiste decírmelo en cuanto te llamó.—Mmm, claro. ¿Así como tú me dijiste que pensabas faltar el último día del mes que nos veríamos?Abre los ojos hasta el límite cuando le refuto eso. Sus mejillas se sonrojan y se encoge en el asiento, un poco más sumisa.—Eso es
MadisonEsas tres palabras suenan terribles sin importar el contexto. Él y yo solo tenemos una relación estrictamente laboral, sin embargo, no puedo evitar que me tiemblen las piernas y que mi corazón se ponga errático.Me quedo de pie con la mirada fija en él, está esperando que reaccione, sin embargo, yo no tengo idea de qué decir. Espero que sea él quien comience a hablar.—Cambia esa cara, pareciera que te he dado la peor noticia del mundo.—¿Qué? —pregunto en estado de shock.—Relájate, no te diré nada malo —asegura.¿Debería confiarme?—¿Qué quieres decirme?—Mmm, en realidad yo…—¡Ya está listo el almuerzo! —anuncia mi padre gritando a todo pulmón desde la cocina.Se aparece con un plato bien caliente de costillas en salsa barbacoa. El aroma es delicioso y me abre el apetito, pero me enoja que nos haya interrumpido justo ahora.—Antes de eso, debo ir a recoger a Caleb al colegio —le digo.—No hija, quédate, yo iré por él, mientras tanto, tú puedes hacerle compañía al señor Fair
AlecA Jennifer no le gustó la forma en la que la desafié en cuanto a la enfermera, pero no le quedó más remedio que aceptar mi decisión. Madison es a quien yo he escogido y no daré mi brazo a torcer solo porque ella se encaprichó de ponerme otra.Tuvo que irse con la mujer que había traído, y quien no me parecía del todo confiable.De eso han pasado cinco días, y desde entonces ha estado un poco renuente a hablarme.Desde que tuve el accidente tomamos la decisión de que durmiésemos en cuartos separados. Esto para mi comodidad, y también en parte la de ella. La cama donde yo duermo es especial, acondicionada específicamente para mí y mis necesidades.Esta noche sin embargo, tengo ganas de volver a estar a su lado. La extraño, extraño esa cercanía que antes me daba pasar tiempo a su lado. Entro a la habitación con sigilo, ella ya ha llegado hace unos cuantos minutos.Tenía tanto tiempo sin entrar en este lugar que ya casi ni lo reconozco.—Jen —susurro.Ella no parece estar, pero escuc
Madison—Quiero afeitarme la barba —dice de pronto cuando estoy por terminar sus ejercicios matutinos para los músculos.Sus piernas se han estado adelgazando más estos últimos días, así que lo he prácticamente obligado a hacer más actividad física.Volteo a mirarlo con sorpresa. Sus ojos verdes se clavan en los míos con intensidad. Ha estado medio raro desde que discutió con su esposa por mi causa. Que me defendiera tan ferviente esa noche me dejó pensando muchas cosas. No creí que yo le cayese bien, ni siquiera que le agradara, pero de alguna forma, parece que estoy empezando a penetrar esas capas de ego y soberbia que lo caracterizan.—¿Estás seguro?—Sí, lo he pensado bien y creo que quiero hacerlo. A mi esposa siempre le he gustado más así.¿Quién soy yo para decirle que no lo haga? Nadie, evidentemente. Sin embargo, ese impulso que a veces no controla lo que pienso con lo que digo, deja salir mis opiniones sin ningún filtro.—A mí me gusta como se ve así.Alec levanta una ceja y