Horus besaba la espalda de Dulce, mientras su pelvis chocaba con fuerza contra sus nalgas, la vagina de la princesa apretaba cada vez más el venoso pene del mayor, se podría decir que Horus estaba batiendo récord controlando sus ganas de vaciarse en su interior, mientras que la princesa sentía tensarse la parte baja de su abdomen y sus piernas temblaban al igual que sus brazos, no sería la primera vez en la noche que alcanzara el orgasmo, pero este lo sentía diferente, su clítoris estaba hinchado y sensible, tanto que solo basto conque Horus lo rozara una vez más con sus dedos para que la joven se dejara ir bañando la mano del mayor y gritando mientras lo hacía, sin poder evitarlo.— Si pequeña, así… Dios Dulce. — tuvo que apretar sus dientes para no gritar en el momento que el semen comenzó a salir, tan abundante como el orgasmo que la joven acababa de tener.Ambos temblaban, a Dulce porque las fuerzas la estaban abandonando y Horus porque aún seguía llenando a la princesa con su sem
Eros veía la preocupación de su hijo mientras cargaba el cuerpo de Dulce al descender en el hospital del cual ellos eran dueños, no comprendía en que se había metido Horus, para que Giovanni y Pedro estuviera viviendo con él en su departamento, pero si estaba seguro de que estaba relacionado con el embarazo de Dulce, quería preguntarle, saber cada punto y coma de lo que había pasado desde la boda de Alejandra, pero Teodoro no se despegaba de ellos.— No me interesa que sean de interpol, tampoco que tu seas el esposo de la señora Lucero, solo Horus puede ingresar mientras controlo a la señorita De Luca. — Michel podría ser solo un médico, un mortal sin poder alguno, pero ese era su hospital, su consultorio y por supuesto su paciente, nadie podía negar que ese si era un buen doctor.Eros tomo asiento resignado, pero que no supiera con exactitud lo que ocurría no
Los reyes no perdieron tiempo, una vez pisaron Nueva York fueron al departamento de Horus, sin custodios, ya que estos tenían una orden, vigilar el jet, la reina sabía que había más personas involucradas en todo lo que le había sucedido a su princesa y no descansaría hasta acabar con todos, fue solo cuestión de minutos que demoraron en llegaran al hogar de Horus, descendieron disparando a los agentes que habían quedado apostados, tanto abajo del departamento como en su interior, estaban furiosos de solo ver a la interpol en aquel lugar, creyendo lo mismo que Horus pensó, que todo aquel despliegue era por el demonio.— ¡Lupo! — grito con terror Valentina al ver al barbudo caer con sangre brotando de su cabeza, su mundo se paralizo, sentía su cuerpo adormecido, sus ojos aguamarina le impidieron ver con claridad a su alrededor ya que estaban llenos de lágrimas, hasta que sintió
Gustavo descendió y abrió la puerta de las jóvenes, mirando de forma descarada las piernas de ambas, algo que a Estrella no se le paso por alto, la joven tenía mucho de su abuela Kimberly, en especial la timidez, por lo que se apresuró a tomar la mano de su amiga, algo que a Gustavo lo hizo sonreír.— Palomita, si te incomodas porque alguien vea tus piernas lo mejor sería que las ocultes. — Isabella dejo de caminar al escucharlo, la pelirroja tenía la misma edad que su amiga, pero la diferencia radicaba en que era tan osada como su madre Agustina y valiente como su madre Esperanza.— Pero mira no más, resulta que el vejestorio si habla, ¿o es que los huevos te crecen en ausencia de la señora Lucero? — el mayor vio a la pelirroja como si fuera un insecto del cual no hallaba la hora de exterminarlo.— ¿Qué pasa pelirroja? ¿te molesta que por más piruja que te vistas nadie te miraría como sucede con la Estrellita?— Mira pedazo de…— Basta Isabella, solo vamos con mi papá. — murmuro teme
— También eres mi hijo. — volvió a decir Eros, pero esta vez su voz salió como un susurro, y a Horus se le llenaron los ojos de lágrimas, jamás había visto a su padre sufrir de esa manera, no podía creer que él fuera el responsable de ese dolor.— Lo eres, también eres mi padre, y estaré toda mi vida agradecido por eso, pero debes comprender que ya no soy un niño, y te juro que no moriré de amor como mi madre, mi corazón no se romperá papá, la princesa no me dejará, ya lo veras, lo juro, me veras formar mi familia. — dijo mientras caminaba hasta estar frente al rubio y abrazarlo.— Es la hija de la reina Horus, y tú eres un Bach, sabes que alguien como tú, el próximo líder de la familia, no puede relacionarse con la mafia, ni con la ley, tu vida, tu familia, debe mantenerse y formarse en esa delgada línea que representan los Bach. — claro que lo sabía, Horus había sido criado como un Bach y no cualquiera, él fue toda su vida preparado para manejar a los más poderosos, eran como el Vat
Horus llego a la mansión sintiendo la necesidad de regresar con su dulce princesa lo antes posible, pero, aunque deseara estar con la joven que amaba, también tenía trabajo por hacer, por lo que le hizo señas a dos de los custodios que estaban postrados fuera de la mansión Bach, para que se acercaran.— Señor. — dijo el joven del cual era sabido que estaba enamorado de su hermana, Horus respiro profundo, debía mantener sus celos de hermano a raya, pues Neizan ya se lo había advertido, “En el corazón nadie manda, deja que Estrella viva lo que tenga que vivir y tu prepárate para que tu vida cambie”, y fue en ese momento que Horus descubrió que su tío no se refería a que su vida cambiaria porque Estrella se enamorara, sino porque él se iba a enamorar, no podía creer que Neizan aun siendo su padrino le diera tan pocos indicios de lo que su destino le deparaba.— Santiago, saca la basura del maletero y déjala en la sala de entrenamiento, mi padre se ocupará de deshacerse de ella. — Santiag
Dulce:Sus besos me quitaban el aire, sus grandes manos sobre mis pechos me hacían suspirar y desearlo aún más, mis ojos se cerraban con fuerza para contener todo eso que me hacía sentir, deseaba tanto escuchar su voz, es lo que más me gusta del demonio, su ronca y profunda voz.— Eres tan única, tan hermosa. — abro los ojos de la impresión al escuchar esa sueve voz y es cuando descubro que quien me está devorando no es Pedro, sino Giovanni.— Tu…— Eres mi princesa y no sabes cómo deseo convertirte en mi reina. — sus ojos negros con motas verdes me ven con devoción y es cuando mi estúpido corazón late a un ritmo diferente.— Gio… — no puedo terminar de nombrarlo, ya que su lengua devora mi vagina, siento la humedad crecer entre mis piernas y sé que no es solo por su saliva, este maldito italiano es mi perdición, con sus palabras lindas, y esos ojos que pondrían a cualquiera de rodillas y es lo que quiero hacer ahora, ponerme de rodillas ante él.— Quiero probarte, quiero tu verga en
Dulce no tomo la bata de hospital, se reusaba a colocarse ese trapo una vez más, que era evidente que alguien con escaso o nulo conocimiento de moda había diseñado, mientras pensaba en hablar con Michel para ver la posibilidad de que Giovanni diseñe las batas que usaría cuando su hijo naciera, eso la hizo detener frente al espejo, una vez más caía en la cuenta que sería madre, ella gozaba de una certeza que tres hombres no tenían, se suponía que debería sentirse mal, pero no podía, no quería que ellos se alejaran, se había acostumbrado a verlos, tocarlos, besarlos, aunque pensándolo bien, no era costumbre, el tiempo que llevaban juntos era muy corto como para estar acostumbrada a tenerlos cerca, era otra cosa, quería descubrir que era, pero el baño de un hospital no era el mejor lugar para pensar, menos cuando Giovanni estaba pegado a la puerta preguntando si estaba bien.— Estoy perfecta, solo me estaba alistando. — dijo cuando salió del pequeño cuarto de baño, encontrándose a cuatr