28 Es mía.

Gustavo descendió y abrió la puerta de las jóvenes, mirando de forma descarada las piernas de ambas, algo que a Estrella no se le paso por alto, la joven tenía mucho de su abuela Kimberly, en especial la timidez, por lo que se apresuró a tomar la mano de su amiga, algo que a Gustavo lo hizo sonreír.

— Palomita, si te incomodas porque alguien vea tus piernas lo mejor sería que las ocultes. — Isabella dejo de caminar al escucharlo, la pelirroja tenía la misma edad que su amiga, pero la diferencia radicaba en que era tan osada como su madre Agustina y valiente como su madre Esperanza.

— Pero mira no más, resulta que el vejestorio si habla, ¿o es que los huevos te crecen en ausencia de la señora Lucero? — el mayor vio a la pelirroja como si fuera un insecto del cual no hallaba la hora de exterminarlo.

— ¿Qué pasa pelirroja? ¿te molesta que por más piruja que te vistas nadie te miraría como sucede con la Estrellita?

— Mira pedazo de…

— Basta Isabella, solo vamos con mi papá. — murmuro teme
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