Dulce sentía la gran mano de Horus acariciar su trasero, se retorció ansiosa por sentirlo aún más, pero lo que obtuvo de respuesta la aturdió, el chasquido se escuchó fuerte y claro en la habitación y de la misma impresión la joven quedo en silencio y completamente rígida, hasta que otro chasquido resonó y ahora si fue consiente del ardor en sus trasero.— Pero ¿Qué rayos crees que haces? — dijo casi gritando y tratando de colocarse de pie, algo inútil por supuesto, ya que Horus tenía una de sus manos sujetando el lazo con el que había atado sus muñecas y con su otra mano estaba acariciando el trasero de la joven.— ¿No querías que sea tu Daddy? Bien, este daddy te enseñara a respetar a tus mayores. — la gran mano de Horus descendió una vez más, golpeando las nalgas de Dulce, provocando un fuerte chasquido y el subir y bajar de su frondoso trasero.— ¡Ay! — se quejó porque eso no era divertido. — Duele. — dijo como si Horus no lo supiera.— Esa es la gracia, es un castigo niña.— Tú n
— Por favor, Pedrito, te aseguro que no me pasara nada malo. — No lo sé, papá Felipe dice que no puedes comer chocolate, ni… — Si ya sé lo que dicen, pero confía en mí, solo esta vez, será apenas un pedacito muy, muy chiquito. — como negarse a su pedido cuando lo veía con esos hermosos ojos avellana, Dulce era la niña más tierna que Pedro pudo conocer, no se parecía a nada a sus primas, ni siquiera a Alejandra y eso que la pequeña rubia era una santa. — Solo un mordisco. — Pedro sabía que se metería en problemas si lo descubrían, por lo que confió en la pequeña de cinco años y le entrego la caja de chocolates que Dulce había encontrado en la oficina de su madre. — Yo vigilaré que nadie te descubra. — claro que lo haría, Pedro haría cualquier cosa por Dulce, era su mejor amiga, además de Gabriel. El error del joven de 12 años fue creer que la niña se conformaría con solo un mordisco, aunque tampoco la podían culpar, era solo una niña. Para cuando Dulce salió de la oficina de Valent
Horus tomo los labios de Dulce con pasión, le estaba costando todo de él no hundirse en ella de una buena vez, pero quería mostrarle a la princesa todo lo que le podría brindar, la joven paso sus manos por su amplia espalda, entonces Horus comenzó a descender, mordisqueo su cuello, mientras Dulce suspiraba sobre su oído, la joven jalo su cabello a la vez que gimoteo cuando el mayor llego a uno de sus pechos y lo devoro con ahínco, mientras su mano amasaba el otro, Dulce cerro sus ojos y hecho la cabeza hacia atrás, tratando de contener en vano, los gemidos que se agolpaban en su garganta, la lengua del mayor hacia círculos sobre su pezón y con sus dedos pellizcaba el otro, sentía placer y dolor a la misma vez y no podía creer, lo mucho que le gustaba esa sensación. La mano de Horus dejo su pecho y descendió hasta su clítoris, comenzó a presionar y rozar aquel lugar, a la vez que repartía besos en su abdomen, en esta ocasión la joven no se dio cuenta de la ternura de aquel acto, Horus
Horus besaba la espalda de Dulce, mientras su pelvis chocaba con fuerza contra sus nalgas, la vagina de la princesa apretaba cada vez más el venoso pene del mayor, se podría decir que Horus estaba batiendo récord controlando sus ganas de vaciarse en su interior, mientras que la princesa sentía tensarse la parte baja de su abdomen y sus piernas temblaban al igual que sus brazos, no sería la primera vez en la noche que alcanzara el orgasmo, pero este lo sentía diferente, su clítoris estaba hinchado y sensible, tanto que solo basto conque Horus lo rozara una vez más con sus dedos para que la joven se dejara ir bañando la mano del mayor y gritando mientras lo hacía, sin poder evitarlo.— Si pequeña, así… Dios Dulce. — tuvo que apretar sus dientes para no gritar en el momento que el semen comenzó a salir, tan abundante como el orgasmo que la joven acababa de tener.Ambos temblaban, a Dulce porque las fuerzas la estaban abandonando y Horus porque aún seguía llenando a la princesa con su sem
Eros veía la preocupación de su hijo mientras cargaba el cuerpo de Dulce al descender en el hospital del cual ellos eran dueños, no comprendía en que se había metido Horus, para que Giovanni y Pedro estuviera viviendo con él en su departamento, pero si estaba seguro de que estaba relacionado con el embarazo de Dulce, quería preguntarle, saber cada punto y coma de lo que había pasado desde la boda de Alejandra, pero Teodoro no se despegaba de ellos.— No me interesa que sean de interpol, tampoco que tu seas el esposo de la señora Lucero, solo Horus puede ingresar mientras controlo a la señorita De Luca. — Michel podría ser solo un médico, un mortal sin poder alguno, pero ese era su hospital, su consultorio y por supuesto su paciente, nadie podía negar que ese si era un buen doctor.Eros tomo asiento resignado, pero que no supiera con exactitud lo que ocurría no
Los reyes no perdieron tiempo, una vez pisaron Nueva York fueron al departamento de Horus, sin custodios, ya que estos tenían una orden, vigilar el jet, la reina sabía que había más personas involucradas en todo lo que le había sucedido a su princesa y no descansaría hasta acabar con todos, fue solo cuestión de minutos que demoraron en llegaran al hogar de Horus, descendieron disparando a los agentes que habían quedado apostados, tanto abajo del departamento como en su interior, estaban furiosos de solo ver a la interpol en aquel lugar, creyendo lo mismo que Horus pensó, que todo aquel despliegue era por el demonio.— ¡Lupo! — grito con terror Valentina al ver al barbudo caer con sangre brotando de su cabeza, su mundo se paralizo, sentía su cuerpo adormecido, sus ojos aguamarina le impidieron ver con claridad a su alrededor ya que estaban llenos de lágrimas, hasta que sintió
Gustavo descendió y abrió la puerta de las jóvenes, mirando de forma descarada las piernas de ambas, algo que a Estrella no se le paso por alto, la joven tenía mucho de su abuela Kimberly, en especial la timidez, por lo que se apresuró a tomar la mano de su amiga, algo que a Gustavo lo hizo sonreír.— Palomita, si te incomodas porque alguien vea tus piernas lo mejor sería que las ocultes. — Isabella dejo de caminar al escucharlo, la pelirroja tenía la misma edad que su amiga, pero la diferencia radicaba en que era tan osada como su madre Agustina y valiente como su madre Esperanza.— Pero mira no más, resulta que el vejestorio si habla, ¿o es que los huevos te crecen en ausencia de la señora Lucero? — el mayor vio a la pelirroja como si fuera un insecto del cual no hallaba la hora de exterminarlo.— ¿Qué pasa pelirroja? ¿te molesta que por más piruja que te vistas nadie te miraría como sucede con la Estrellita?— Mira pedazo de…— Basta Isabella, solo vamos con mi papá. — murmuro teme
— También eres mi hijo. — volvió a decir Eros, pero esta vez su voz salió como un susurro, y a Horus se le llenaron los ojos de lágrimas, jamás había visto a su padre sufrir de esa manera, no podía creer que él fuera el responsable de ese dolor.— Lo eres, también eres mi padre, y estaré toda mi vida agradecido por eso, pero debes comprender que ya no soy un niño, y te juro que no moriré de amor como mi madre, mi corazón no se romperá papá, la princesa no me dejará, ya lo veras, lo juro, me veras formar mi familia. — dijo mientras caminaba hasta estar frente al rubio y abrazarlo.— Es la hija de la reina Horus, y tú eres un Bach, sabes que alguien como tú, el próximo líder de la familia, no puede relacionarse con la mafia, ni con la ley, tu vida, tu familia, debe mantenerse y formarse en esa delgada línea que representan los Bach. — claro que lo sabía, Horus había sido criado como un Bach y no cualquiera, él fue toda su vida preparado para manejar a los más poderosos, eran como el Vat