*—Callen:
Las cosas no estaban marchando bien.
Su vida era un interminable caos, su tienda era un desastre y sus finanzas eran otro dilema.
La vista de Callen Townsend se movió hacia la pequeña pantalla del computador en el que trabajaba. Pese a que su negocio consiste en una tienda de ropa de segunda mano, trataba de llevar sus movimientos en orden. En el monitor podía verse el archivo en el cual estaba calculando sus cuentas: el presupuesto de este mes para su negocio estaba a mitad y los números estaban en rojos. Dudaba que pudieran aguantar otro mes.
Las ventas estaban duras y el lugar donde estaba ubicada la pequeña tienda no ayudaba. En los últimos dos años, la había mudado más de cuatro veces buscando el lugar perfecto, pero cada mudanza era un costo que no podía permitírselo y cada lugar donde caía, era incluso peor que el anterior. Siendo sinceros, esta ubicación les ganaba a todos los anteriores.
¿Qué había estado pensando al mudarse allí? Por donde quiera que veía, este no era el lugar correcto, pero la primera vez que se acercó al barrio, el agente inmobiliario le había vendido un mundo y las veces que fue, las calles y los alrededores se vieron decentes. Después de hacer el papeleo y mudar la tienda por esos lares, todo dejó de brillar. El edificio donde estuvo la tienda hace tres meses, a dos bloques de donde estaba ahora, se había vuelto una m****a al final de la primera semana luego de su mudanza. Un torrente había azotado la ciudad y su pobre mercancía pagó las consecuencias.
Callen tuvo que tomar otro préstamo rápidamente y resolver el problema. Había encontrado este edificio donde estaba la tienda ahora y no estaba tan mal como el anterior, pero el problema radicaba en que el área no era el adecuado. Si tan solo tuviera los ingresos necesarios para mudar la tienda, volvería al cubículo dentro del centro comercial donde estuvo una vez, pero ese sueño lo veía lejos.
Lo más probable a suceder era cerrar la tienda.
Por suerte, ya no tenía tantos empleados como antes, ya que los mismos habían renunciado. Ahora solo quedaba Anabelle, quien era una jovencita que le gustaba ayudar y se había quedado a su lado en sus malos momentos. Recientemente había contratado una chica en tiempo parcial, quien era amiga de sus hermanos menores, pero sentía que esta chica no duraría mucho en aquel lugar.
Todo podría arreglarse con tal solo mover la tienda a otra ubicación. No debería perder la ilusión. Este era el sueño de su fallecida madre y debería seguir regando el árbol que su madre plantó con tanta fe, pero era muy difícil.
Desde que su madre falleció hace ocho años, estaba batallando con la tienda. Al perder a su madre, el seguro no cubrió todos los gastos, por lo tuvieron que recortar algunos gastos para pagar lo que faltaba. Uno de estos gastos ha sido el más significativo: mover la tienda del centro comercial donde había estado desde que fue creada. Aunque la renta era cara y no se ajustaba al presupuesto, irse quizás fue la peor decisión: todos reconocían su negocio, los clientes eran fijos y la visitaban con regularidad. La clientela con cada mudanza fue bajando hasta que solo quedaban pocos clientes fieles.
Callen soltó un suspiro y se enfocó en admirar la foto familiar en su escritorio. Fue tomada hace nueve años, cuando aún su madre vivía y cuando todo estaba bien. En ella: estaba su madre, su padre, sus hermanos menores -que en ese entonces solo tenían seis años casi siete- y ella, quien tenía diecinueve. Todos se veían tan feliz. Era una pena que el año siguiente todo se fue por la borda.
La muerte de su madre los marcó a todos y la familia no volvió a ser la misma.
Su padre no solo perdió a su amada esposa, también se le esfumó la razón, convirtiéndose en un alcohólico y gastó los ingresos en este vicio. No los había maltratado, afortunadamente, pero sus actitudes hicieron que ninguno de sus hijos se sintiera seguro. Al final, los abandonó y los dejó con varias deudas.
Callen, con tan solo veinte años, tuvo más responsabilidades de las que alguna vez pudo imaginar: recoger los pedazos de su familia; tener el rol de madre para sus hermanos; ser la figura que mantenía el hogar donde vivían. Mientras lo daba todo para terminar rápidamente su carrera administrativa, trabajó durante las horas libres que tenía al día.
Viendo en retrospectiva, Callen se sorprendía de cómo pudo graduarse, conseguir la experiencia necesaria para llevar la tienda sola y estar todavía a flote, aunque estuviera arañando todo a su paso. Había pasado muchos malos ratos, tantos momentos en donde casi tiró la toalla, pero quería creer que aún podía salir adelante; sentía que podía dar para algo más que sobrevivir. Ahora tenía que tratar de buscar un lugar mejor para mudar la tienda, pero eso significaba tomar otro préstamo para hacerlo. Tenía que evaluar más sus ofertas.
Sacudió la cabeza para retirar esos pensamientos, tenía que ponerse positiva. Iba a levantar la tienda y ya no iba a lamentarse más.
Asintió efusivamente y se dispuso a trabajar. Buscaría en las páginas amarillas agentes inmobiliarios para ver si podía encontrar un buen lugar para mudar la tienda. De paso, buscaría opciones para tomar un préstamo en donde no miraran sus viejas cuentas y pudieran facilitárselo sin tantos requisitos. Necesitaba el dinero.
Estaba investigando en internet cuando tocaron la puerta de su oficina, la cual estaba detrás de la tienda. Callen alzó la mirada y le dijo a la persona que pasara. Anabelle, con sus largos rizos del color de la zanahoria y su hermosa cara llena de pecas, entró en su oficina.
—Te busca un hombre —le informó la chica sin introducción o tan siquiera gentileza.
Callen arqueó las cejas, rápidamente hizo girar su silla y miró hacia el monitor donde estaban mostrándose los videos en vivo de las cámaras de la tienda. Lo buscó con la mirada y lo encontró en los estantes de la ropa masculina. Este estaba de espaldas a la cámara y no podía verle la cara bien, pero lo que si podía ver era que estaba vestido muy formal con un traje que se veía azul oscuro.
¿Acaso era un cobrador? Se giró hacia Anabelle, estaba claramente asustada.
—Es el padre de Chloe —le informó la pelirroja, creyendo que este dato podría calmar a su jefa, pero solo logró confundirla.
*—Callen:El comentario de su asistente la dejó sorprendida.¿El padre de Chloe?Chloe era su nueva empleada de medio tiempo, la que contrató vía sus hermanos menores. Se había integrado a la tienda recientemente, con la excusa de que necesitaba experiencia y que también quería ayudar. La chica provenía de una familia rica, puesto que estudiaba con sus hermanos becados en un instituto de renombre, en donde varias familias adineradas de la ciudad tenían a sus hijos.Callen había estado negada la primera vez que vino, ya que no entendía cómo era que una chica como Chloe, adinerada y sin necesidades, quería trabajar en una tienda de ropa de segunda mano, una que ya no era ni la sombra de lo que fue hace ocho años. Chloe había insistido bastante, la visitó todos los días para hablar y tratar de convencerla. Al final tuv
*—Callen:¿El señor Edevane estaba llamando a su tienda un basurero?La cólera bulló en su interior, lastimando su garganta con el enorme nudo que se instauró en ella. Lo sabe, por supuesto que sí: no estaba en su mejor momento. Sin embargo, cuando Pandora dejó escapar todos los males en el mundo, su pequeño recipiente retuvo al espíritu de la esperanza en su interior. Como ella, dejaría escapar las desgracias que tiene consigo misma y sólo albergaría esperanzas en su interior; no puede desenfocarse, sabe que resurgirá de las cenizas y el negocio será prospero. Callen no perdió los estribos con circunstancias que se le escapaban de las manos, tampoco lo haría por este hombre sin escrúpulos.—Señor Edevane… —lo llamó Callen.Pese a que su voz parecía un dulce susurro entre aman
*—Sebastián:La jefa de Chloe era una mujer muy interesante.Sonrió divertido mientras salía de la tienda y comenzaba a caminar hacia donde había dejado su auto. Empezó a silbar, sintiéndose muy feliz. En verdad el encuentro había sido más que interesante. No había conocido una mujer como Callen en mucho tiempo.Cuando se imaginó la dueña de la tienda, creyó que iba a ser una chica no agraciada físicamente, pues había pensado que las fotos de antes estaban llenas de Photoshop, pero se había equivocado en grande.Callen Marie Townsend, era una mujer atractiva. Era alta y delgada, tenía curvas en los lugares que Sebastián adoraba, y mierda, era una mujer fuerte. No importó lo mucho que la insultó, que pisoteó tanto a la tienda como a ella, Callen mantuvo la compostura, y aunque l
*—Callen:La idea de Chloe era muy buena, pero sugerir que de paso pidieran ayuda a su rico padre, estaba fuera de los límites y viendo que no tenían presupuesto para tal cosa, tenía que declinar la idea.—No podemos —murmuró Callen.—Quieres que la tienda crezca, pero no quieres arriesgarte, Callen —señaló Chloe y Callen se encogió de hombros. No es arriesgarse, es saber qué paso dar. Se había arriesgado varias veces y no quería seguir fracasando más. La próxima decisión que tomará, debía de ser ya la definitiva.Aun así, Callen no le respondió, pero observó que Chloe no iba a dejarlo ir. Se le había olvidado que la chica era más que insistente, era un grano donde no le daba el sol. ¿Qué había estado pensando al dejarla trabajar allí?&
*—Sebastián:Tamborileó los dedos sobre la mesa de aquel restaurante en donde se encontraba esa noche.Estaba esperando a Dante para que se reuniera con él para tomar la cena. Después de salir de la tienda de Callen, Sebastián había contactado a su amigo para que hablaran sobre lo que estaba pasando con su hija, pero Dante se hizo el difícil. Durante el resto de la tarde, Sebastián estuvo detrás de este hasta que al final, Dante decidió dar la cara. Era obvio que no quería verse con él por lo que pasó. Dante desde el inicio supo lo que Chloe ocultaba y hasta la ayudó para entrar a la tienda.Lo que Sebastián no entendía era la obsesión de su hija por la tienda o por Callen, sea como sea, la cosa era que estaba obsesionada con ambas. Ahora entendía porque había dejado ciertas cosas de lado. La prioridad de su
*—Sebastián:Había regresado a casa y esperaba a Chloe sintiéndose muy nervioso. Su nerviosismo le había hecho recorrer su casa desde arriba abajo, esperando el momento en que su hija apareciera y le reclamara por lo que hizo en la tienda con Callen.Sebastián miró la hora en el reloj de pared de la cocina. Chloe normalmente llegaba a las nueve, pero eran casi las diez.Extraño.¿Debería preocuparse?Sacó su móvil del bolsillo del pantalón de pijama que tenía para marcarle a su hija en el mismo momento que escuchaba la puerta abrirse.Rápidamente, Sebastián fue al encuentro con Chloe, quien estaba caminando hacia las escaleras para ir hacia su cuarto. Sebastián la interceptó antes.—¡Chloe! —exclamó.Su hija, alta y con el cabello oscuro como él, pero con l
*—Callen:No había dormido bien.Las preocupaciones a las que se enfrentaba, agregándole ahora la idea de Chloe, habían hecho mella en ella anoche. No pudo conciliar el sueño, pues no había dejado de pensar en las posibilidades.¿Podría recobrar sus ingresos si iba al bazar y vendía su mercancía?¿Podría esto ayudarle a subir las ventas?Las preguntas iban y venían, y Callen no estaba segura, pero tampoco quería perder la oportunidad, y a la misma vez, no quería arriesgarse.Callen bufó mientras caminaba hacia la entrada de su tienda.No sabía con quién consultar. Sus hermanos no podían ayudarla a tomar esta decisión, eran menores de edad y aun no sabían del todo sobre la vida en sí, así que los había descartado. También, Callen no quería m
*—Callen:El café que había decido preparar para el señor Edevane y ella estaba listo.Olvidándose de las conclusiones a las que había saltado mientras esperaba el café, con delicadeza, sirvió el líquido en la taza del señor Edevane y tomó la bandeja, se lo serviría primero y luego vendría a buscar el suyo. Fue hacia su oficina, pero ni bien empujó la puerta, se topó con Sebastián, con el cual chocó de bruces con ella haciendo que la bandeja y todo el contenido de esta, terminara encima de Sebastián, el cual saltó hacia atrás mientras aullaba de dolor. Se había quemado con el café.Callen dejó caer la bandeja mientras saltaba hacia su ayuda. Podía ver la mancha de café en su camisa inmaculada en su vientre y parte de sus pantalones. Tenía que buscar algo frío p