La cena fue increíble, la ciudad de noche era igual de encantadora que en el día, miraba el paisaje nocturno desde la ventanilla del auto, prefería no mirar al otro lado aún se sentía apenada por llevarse a la niña sin comunicarle a Alexander sobre el paseo, pero sabía que si le decia el frío refrigerador alemán le diría no sin pensarlo. —Noa —llamó pero no tuvo respuesta de la morena —. Noa ¿Ocurre algo? —volvió a hablar. —No, nada ¿Por qué lo dice? —respondió ella quitando la vista de la ventana. —Por nada en específico, es solo que le hablé y usted no respondió. —No le escuché lo siento —se disculpaba ella por ignorar al rubio—. ¿Pero que me quería decir? —No nada importante, solo quería preguntar cómo la estaba pasando está noche. —La verdad muy bien señor Alexander, desde que bajé del avión todo me ha parecido increíble, no pensé nunca hacer un viaje así —le pareció extraño que Alexander le preguntara algo así—, gracias por traerme. —Mas bien gracias a usted por ser como es
Entró a la casa con su hija en brazos dormida y acurrucada en su pecho. —Lleve a la pequeña a su habitación, yo iré en un momento a ponerle la pijama será muy incómodo para ella pasar la noche con ese peinado y esa ropa. —Gracias. —Dijo llevando a la pequeña en sus brazos. Subió las escaleras, entró a la habitación donde Luna se estaba quedando acostó a la chiquilla, acto seguido tomó asiento a un lado para quitarle los zapatos a la pequeña castaña. —Ya estoy aquí —dijo Noa entrando a la habitación, la morena caminó al armario de ahí saco una dormilona azul celeste con pequeñas lunas y estrellas de color amarillo—, será más fácil ponerle está pijama, trataré de desarmar su peinado así dormirá más cómoda. Alexander se puso de pie para que Noa cambiara a Luna con más comodidad. En cuestión de minutos la morena con la mayor paciencia retiró el vestido de la niña, para acto seguido envolver a Luna en el camisón celeste que había escogido la niñera para ella. —Con cuidado —musitó No
Intentó moverse pero un par de brazos se lo impidieron, Noa abrió sus ojos con pesadez, los primeros rayos de sol eran muy fuertes para sus ojos. Se volvió a acurrucar plácida ignorando todo a su alrededor, ella solo quería seguir durmiendo. Minutos después abrió sus ojos se incorporó de manera abrupta mirando todo en el lugar, esa no era su habitación, giró lentamente su cuerpo miró por encima del hombro y ahí lo vió acostado junto a ella dió todo de su parte para no pegar un grito de sorpresa. Él la miraba callado no sabía que decirle a la chica, aunque siendo honesto la situación aunque extraña no le incomodaba en absoluto. —Buenos días Noa. —Habló en tono calmo. —Buenos días señor. —Respondió la nombrada con un leve tartamudeo en su voz. Rió ante el notorio nerviosismo de la pelinegra, que al verlo abrió sus ojos al máximo, rápidamente cubrió su cuerpo con las sábanas, su actitud distaba mucho de la mujer que estuvo anoche con él, la Noa de ahora era una mujer tímida muy dife
El viaje había sido algo cansado, fueron un poco más de once horas de vuelo. Pero para ella aquellas horas junto a Alexander eran las mejores. Aún no creía en lo sucedido en Italia, de solo recordar le parecía un sueño sacado de las novelas dramáticas de esas que su madre veía emocionada por las noches al llegar de su trabajo. ---La fría brisa marina era mitigada por el sol de medio día, se detuvieron porque la pequeña Luna quería un helado. —Noa. —¿Si? —Respondió ella volviendo la vista al rubio a su lado. —¿Tú también quieres un helado? Negó ante el ofrecimiento de Alexander. —Así estoy bien. —Llevó las manos a su abrigo quería preguntar algo a Alexander, pero no era capaz de hacerlo. «Noa ya te dijo que le gustas porque no se lo preguntas ya, no eres una cobarde» luego de esa charla motivacional con su subconsciente tomó el coraje necesario para preguntarle a Alexander qué pasaría con lo sucedido con la noche anterior. Buscaba al rubio pero no lo vio, caminaba hasta que lo d
—¿Qué? —susurró Alexander con sus ojos abiertos al máximo, no era fácil creer que Noa era Azul, aquella bailarina y Noa eran muy diferentes. Era inconcebible que fueran la misma mujer. —Puedo explicártelo Alexander yo... La expresión y el silencio de Noa le dieron la respuesta sin necesidad de mencionar palabra, no era necesaria ninguna explicación ya todo estaba dicho, esa mujer solo estaba jugando con él, solo era una oportunista. La morena se acercó tomó a Alexander del brazo, este se soltó de inmediato del agarre de Noa con brusquedad. Se sentía el hombre más imbecil de todos al no darse cuenta de la realidad. —¡¿Y qué vas a decirme?! —escupió molesto aquellas palabras—. ¿Qué querías? No, no me digas ya lo sé querías ver que tanto podrías sacarme, Noa si es que ese es tu verdadero nombre. No te quiero volver a ver en mi vida, no te quiero cerca de mi y mucho menos de mi hija. Estaba furioso, se sintió usado, él creía que Noa era la persona correcta para volver a amar y entrega
Su mente era un compendio de emociones, entre esas el enojo y la decepción ellas predominaban. Creyó que podía tener algo verdadero con Noa pero nada de lo ocurrido en Florencia fue real, esa mujer no era realmente quien decía ser. —Pero que estúpido fuiste Alexander —rió amargamente—. ¿Cómo no viste que la niñera y la bailarina eran la misma mujer? Solo se acercó a ti porque es una oportunista. Caminó para servirse un trago, no era de tomar pero en este momento era más que necesario, quería olvidarla a toda costa fingir que esas caricias no lo hicieron estremecer hasta erizar el último vello de su cuerpo, no debió escuchar a nadie solo estaba bien, de seguir hermético se hubiera ahorrado muchos problemas. —Maldita sea la hora en la que llegaste a mi vida —dijo tomando todo el líquido ambarino de un solo trago dejando el vaso a un lado—, yo fui tan imbécil, de seguro te burlaste de mi hasta el cansancio. —Señor...Betany calló al ver el estado de Alexander, tenía mucho de no v
No tenía muchas opciones a donde ir quería llamar a Nick pero no quería que Cameron le viera en ese estado; ella muchas veces se lo dijo que no se enamora, que se viera reflejada en su relación con Frans todo era una mentira, aún así Noa siguió en su terquedad insistiendo en que su situación fuera diferente. —Era muy bonito para ser cierto —sintió sus ojos humedecerse—. Alexander estaba tan... —Calló al ver como un auto se detenía a un lado de la acera donde estaba caminando. Del lujoso Audi negro salió Takeru se acercó hasta quedar frente a Noa la miró extrañado el semblante de la chica no era el mejor —¿Qué haces en medio de la nada? —cuestionó con desinterés, aunque internamente tenía curiosidad por saber que estaba haciendo la chica ahí era más de media noche. —Pensé que estabas en Japón...—Hice una pregunta. —Refutó Takeru tajante al fallido intento de persuasión de Noa. Desvió la mirada aquel sujeto le pareció algo invasivo no quería darle explicaciones a nadie y mucho men
Se quedó mirando un par de minutos la puerta del departamento, le costaba creer que Takeru la dejara ahí como si nada y ni ella misma comprendía porque se terminó quedando ahi, tenía que estar muy mal para hacer eso. —Definitivamente esto no lo ví venir. —Dijo con tono incrédulo. Recorria el lujoso penthouse el lugar lucía impoluto, con una decoración monocromática llena de colores sólidos donde el gris, blanco y negro predominaban. Llegó a un amplio ventanal donde se podia apreciar la ciudad en su máximo esplendor. Estornudó, un dolor de cabeza punzante comenzó hacer que todo le diera vueltas, tomó asiento en el sofá en medio de la estancia —c mereo que pesqué un resfriado —dijo abrazándose a sus rodillas un escalofrío comenzó a recorrer su cuerpo—, si definitivamente es un resfriado. —Finalizó volviendo a estornudar. Comenzó a recostarse en el amplio sofá de cuero negro, sus ojos se comenzaron a sentir pesados. Aún le costaba asimilar donde estaba y quien la había ayudado sin