En la habitación donde se encontraba Katherine era inmensa, allí se encontraba libros, estatuas, jarrones con un contenido extraño y baratijas antiguas. Pero todo se encontraba en un buen estado y en orden, a un costado de la habitación estaba un sofá enorme de terciopelo rojo oscuro junto con una pequeña mesa de madera oscura. Al otro un escritorio junto con una lámpara antigua, pareciera que el tiempo no había avanzado en esa habitación y eso le gustaba a Katherine.
Sus dedos soltaron los tacones a un lado de la entrada haciendo que al chocar en la madera hiciera un sonido sordo, sus pies avanzaron hacia un estante y en el camino no pudo evitar tocar con suavidad la estatua de piedra liza de la Diosa Lunar de tres cabezas, era la más grande y la más hermosa. Los detalles en la estatua habían sido analizados con mucho cuidado y el artista que lo había hecho un hermoso trabajo, cada vez que Katherine iba a esa habitación se quedaba contemplando esa estatua que tanto le llamaba la atención, ya sabía quién y cuanto poder tenía.
Nuevamente, sus dedos comenzaron a tocar los libros en los estantes, sentía como cada una tenía una diferente textura, algunos eran muchos más grandes que otros o tenían mayor contenido. Pero le fascinaba la gran variedad que había, algunos eran sobre los hombres lobos, otros sobre los antiguos cazadores que mataban a la especie de su esposo y el que más le gustaba a ella era sobre la Diosa Lunar. Y todo había comenzado con aquel libro que compro en el pueblo en donde su esposo le pidió matrimonio, miro aquel libro entre un estante y lo agarro para luego sentarse en el escritorio.
Aun el libro poseía aquel candado que impedía que cualquiera viera su contenido, así que abrió un cajón del escritorio y entre varias llaves antiguas que estaban allí agarro la que pertenecía al libro. Todas las demás que estaban allí eran de algunos pequeños cofres que estaban en la habitación o de otros libros, con el tiempo que pasaba allí ya conocía a la perfección cada una de ellas. El pequeño candado abrió su seguro y ella lo coloco a un lado, entre las hojas del libro se podía apreciar dibujos delicados sobre una mujer de dos rostros y una hermosa caligrafía.
― Veamos… ― Algo que le interesaba a Katherine era que la mitad de los libros que estaban allí solo mostraban a la diosa con dos rostros y el resto de tres rostros. ― Nuestra Diosa Lunar siempre está con nosotros en cada noche, por largos siglos ha sido así y nosotros para demostrarle nuestra lealtad le damos nuestras mejores ofrendas. La comida que plantamos ella les brinda su bendición con su luz, a nuestros niños los cuida como si fueran de ella. ― Los ojos de Katherine viajaban en cada palabra que leía.. ― Pero nuestra amada Diosa tiene tres hermanas… ― Katherine frunce el ceño al leer aquello, no se esperaba que hablaran de las tres, ya que lo intentaban ocultar. ― Cuando llega el momento en que la Diosa Lunar azul se postra en el cielo no tenemos miedo de ella, es tan amable como su hermana mayor. Ella nos da la fuerza y la valentía para cualquier batalla, a ella le damos nuestra lealtad y nuestros cánticos que ama. Pero la Diosa Lunar roja es la peor… Ella cumpliera cualquiera de tus deseos, pero a cambio deberás de devolverle algo mucho grande de lo que has pedido. No pedirá cánticos, lealtad o alguna ofrenda como sus anteriores hermanas, eso a ella no le interesa y tampoco necesita. Pedirá sangre, muerte y destrucción… Y es por eso que nos ocultamos ante su llegada. Su hermana, la Diosa Lunar de brillo blanco, también nos concede deseos, pero solo aquellos que son de verdaderos sentimientos…
Katherine no se sorprendió en cuanto leyó sobre la Luna roja, todos los libros decían lo mismo. Era un ser de maldad pura y que solo pensaba en la destrucción… La mayoría de las cosas que estaban allí eran de Diana, su ex suegra. Y le agradecía internamente sobre aquello, además que descubrió una pequeña libreta de Diana en uno de los cajones en el cual decía que había obtenido la flor “éxtasis” en él tembló de la Diosa, pero no decía sobre su ubicación. Katherine no era idiota, sabía que Diana había hecho un trato con la Diosa Lunar roja, pero no sabía cuál había sido el pago que le dio a la Diosa…
De sus labios rosados soltó un suspiro, ella había leído todo lo que se encontraba allí y quería saber más. Pero muchas veces en las que quería salir a solas a comprar unas cosas no podía, Emily o Noah siempre estarían con ella por órdenes de Dominik. En una oportunidad quiso volver al pueblo y buscar aquel señor que le vendió el libro, pero no había podido ir.
― Quizás este fin de semana pueda ir… ― Se dijo a sí misma mientras guardaba todo en su lugar.
(…)
Las pisadas de Katherine eran suaves y delicadas, ya había terminado de estar en la habitación así que para nadie sospechara iría a su habitación. Pero a siete escalones de bajar observa a dos empleadas de la mansión hablando entre ellas, ambas se encontraban en la entrada de ambos pasillos para las habitaciones, además de estar a solo un metro y medio del inicio de ambas escaleras.
― ¿No la encontraste?... ― Katherine pudo escuchar con claridad aquella pregunta y frunció su ceño.
― No… Dijo que estaría descansado, pero ya la he buscado en todos los lados de la mansión y no está. Nadie tampoco la ha visto. ― La de cabello cobrizo relamió sus labios al escuchar que estaban hablando de ella, con cuidado término de bajar los escalones que le faltaban y pudo notar que ninguna de las dos la vio, por lo que se colocó detrás de una de ellas.
― ¿Para qué me buscabas?... ― Ambas mujeres pegaron un soltó ante la repentina voz de su Luna por lo que al observarla hicieron una leve reverencia, Katherine noto como una de ellas aún tenía miedo… Podía notarlo en sus ojos.
― El joven Karl junto con Harry han regresado de sus clases…― Katherine frunce su ceño, no entendía por qué habían regresado tan temprano. ― Parece que se han metido en problemas ambos y su maestro está abajo esperando hablar con usted, mi Luna…
La mente de Katherine se encontraba intranquila con cada escalón que bajaba, se preguntaba que había sucedido para que los chicos volvieran temprano. Claro que antes que la vieran se arregló un poco y se colocó sus tacones para estar más presentable, cuando ya estuvo abajo miro hacia la sala de estar y allí estaba la presencia de tres personas. Uno de ellos era un hombre alto, cabello castaño claro y ojos oscuros, la de cabello rizado supuso que era el profesor por lo que se acercó dándole una mirada seria a los chicos que al verla solo bajaron sus cabezas.― Mi Luna… Es un honor poder estar en su presencia. ― El tono de voz del hombre era grave y hablaba un poco rápido, Katherine pudo apreciar que se encontraba un tanto nervioso, pero únicamente mostró una leve sonrisa levantando su mano para estrecharla con la de él, pero este la tomo con delicadeza y le deposito
El sentimiento que portaba Harry era de enojo y tristeza, se encontraba solo en su habitación miraron por la ventana. Karl se había retiro poco tiempo después que se dio cuenta de que su madre estaba escuchando la conversación que tenía con el joven moreno, ambos chicos se encontraban tristes, pero por razones diferentes. Harry había tenido su primera transformación hoy, y aunque en la escuela se lo habían explicado se sintió molesto porque muchos de sus compañeros sentían que no iba a lograr hacerlo por ser un mestizo.En algún momento quiso hablarlo con Katherine, el cómo se había sentido hace días atrás, pero era humana...El propio Harry sabía que ambos eran diferentes y que ella no entendería el cómo se sentiría, con Dominik nunca había hablado mucho, pero aun así sabía que tenía la confianza
El aire de la playa pegaba en el rostro de Katherine, el sonido de las olas chocando contra la arena para ella era sumamente relajante. El clima era cálido y el sol se estaba ocultando de a poco, los pies pálidos y descalzos de la mujer jugaban con la arena mientras solo miraba el profundo mar. La camioneta estaba estacionada a cinco metros de dónde ella se encontraba y no tenía que preocuparse de la gente porque el lugar no era concurrido, era solitario y eso a ella le agrada.Katherine se encontraba emocionalmente mal, sentía que ella había cambiado, pero... No como ella quisiera, sentía que Dominik la regañaría por como era de verdad. Su verdadera personalidad tenía que ocultarla y su esposo lo había demostrado en el momento en que paso el incidente con las empleadas.— Si tan solamente pudiera retroceder el tiempo... Estarías aquí a mi
Al día siguiente...Ninguna de los dos había hablado entre ellos y Dominik no quería ver a Noah por la manera en que se había comportado, sentía que debía de preocuparse porque había algo entre ellos... Y eso atormentaba al Alfa, sabía que no debía de pensar en aquellas cosas tan desagradables, pero había algo que había que pensará lo peor.Katherine esa noche solo se había ido a dar una ducha y se fue hacia otro lado de la mansión, no quería dormir con su esposo y este la estuvo esperando toda la noche y como no llegaba la busco y la encontró durmiendo en el invernadero de la mansión.El Alfa miró sin ánimos el lado de la cama que se encontraba vacía, de sus labios soltó un suspiro, pero sentía que no podía hacer nada. Su esposa se le notaba que no quer&ia
Dominik miraba con preocupación cómo su esposa se retorcía entre las sabanas, Katherine se encontraba inquieta porque el dolor que sentía en su cabeza no se iba por nada del mundo. Habían pasado solo dos días en los que ella seguía de la misma manera, los medicamentos que se tomaba parecía que no le servía porque solo hacían su función por una hora y el dolor volvía con más intensidad. El Alfa no se despegaba de su esposa, se mantenía cerca de ella para cualquier cosa que necesitara y aunque Katherine estaba consiente para todo, aún no podía levantarse sin la ayuda de alguien.Los chicos también se encontraban preocupados por su estado, pero no sabían qué hacer por ella. Karl era quien se encontraba más preocupado de los dos, y era algo lógico… Katherine era su madre, la persona más importante en su vida
Noah seguía dándole la comida a su Luna sin importar que se sentía incómodo ante la intensa mirada de Dominik quien se encontraba comiendo, Katherine podía sentir como el ambiente se encontraba tenso entre ambos hombres y por esa razón rechazo la comida que ya le iba a dar el Beta.― ¿No quieres? ― Le pregunto mientras fruncía su ceño, Katherine negó con la cabeza sin querer hablar. En ese momento en que Noah apartaba la bandeja de comida una alarma leve comenzó a sonar en toda la habitación, Katherine frunce el ceño y no puede evitar tocar su rostro ante el irritante sonido.― ¿Qué es eso?... ― Pregunto Karl con curiosidad mientras veía como su madre se acomodaba para acostarse, pero Dominik le interrumpe en su acción.― Es para su medicamento, cariño no te debes de acostar, espera un momento. ―
Bruno esperaba impaciente esperaba el momento en que Noah bajara las escaleras para poder hablar con él, sabía que Katherine se encontraba enferma y no quería molestar en su habitación. De sus labios soltó el humo del tabaco que estaba fumando cerca del ventanal que se encontraba abierto con dirección hacia el jardín, Bruno sabía que también tendría que hablar de esto con Katherine, pero por alguna razón sentía que Noah era el culpable y de quien se enamoró de la fruta prohibida.Él no conocía del todo a Noah, pero el que estos rumores se estuvieran esparciendo tenía algo que ver. Noah era un Beta, no podía encontrar a su alma gemela, era como los humanos, podía elegir a quien quisiera y Katherine igual, pero en este caso ella ya tenía a su pareja. Inhalo el humo del tabaco el cual era amargo, era su favorito, escucho como unos pasos bajaban con
Noah desde muy pequeño sabía como sería su futuro, todo se encontraba planeado cuidadosamente por sus padres. Querían que su futuro fuera el mejor de todos, querían que su propio hijo demostrara que un Beta podía llegar mucho más lejos que un Omega o un Alfa, claro que para que Noah llegara a esa cima fue entrenado desde pequeño. A él no le importaba, más bien lo hacía con tanta devoción que hasta sus propios padres estaban sorprendidos. Cuando iba a la escuela, sus propios compañeros lo insultaban y lo maltrataban por ser un Beta, y Noah los odiaba. Sentía un profundo odio hacia aquellas personas que pensaban que por ser un Beta no era nadie, que era débil, un cobarde y una basura que no debería de estar en la manada.Entrenaba día y noche bajo la atenta mirada de su padre que lo cuidaba, en la mente de Noah aún podía escuchar las palabras de s