Capítulo 115: Anhelada libertad

Cuando Armando Aferra asistió a la carceleta en la que su hija mayor cumplía encarcelamiento preventivo a una sentencia, sintió que era todo un mal sueño del que no se podía despertar. Todavía no era capaz de concebir que su pequeña consentida estuviera a punto de pagar por tener la voluntad de matar a un hombre. 

Permitieron su visita en una sala que contenía tan solo una mesa y dos sillas en cada extremo. Al poco tiempo pudo ver a Helena vestida con la misma ropa del incidente pero desaliñada e incluso despeinada, muy distinta a la apariencia perfecta que traía siempre. Venía acompañada por dos oficiales de policía y enmarrocada, se sentó frente a él dejando ver el maquillaje corrido y la marcas de sus lágrimas por todas las mejillas. 

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