Emily había escuchado todo en absoluto silencio, sin poder evitar que sus ojos se empañaran, se sentía traicionada, humillada y llena de rabia, pero trató de simular lo mejor que pudo.Si entendió bien lo que sucedía, Aiden se había marchado para investigar a su padre, pero, ¿por qué? Ella deslizó la mirada hacia Isabella y su hermano, aunque parecían tan sorprendidos como los demás, aparentemente, ya estaban enterados de que Aiden tramaba algo.¿Pudiera ser que ellos fueron quienes enviaron a Aiden a investigar? Sí, era lo más seguro, ¿por qué otro motivo Aiden investigaría por su cuenta a su padre?Entonces, por eso, él se fue y posiblemente no le dijo nada a ella, porque no podía revelarle lo que haría, a la propia hija de Maximiliano.Máximo y Aiden le debían una explicación, definitivamente, sopesaba Emily con rabia.Luego de algunos cruces de palabras, Marian, la madre de Emily, sonreía mientras murmuraba sobre su libertad, Emily la observó confundida, ¿de qué libertad hablaba?,
Emily despertó asustada, se levantó de la cama de golpe, aturdida, observando los alrededores, perdida, ¿había muerto?, por qué ella estaba segura de que su padre le había disparado.Entonces sintió un par de cálidas y grandes manos que arroparon las suyas, al voltear vio a Aiden arrodillado junto a la cama, con una tenue sonrisa y sus ojos brillando, era evidente que él estaba aliviado y alegre.Lo que significaba que no había muerto, ella seguía viva.—¿Aiden?, ¿qué pasó? — Ella se miraba, buscando la herida, pero no encontró nada.—Tranquila, estás bien… — Aiden apretó tenuemente sus manos.—¿Y mi padre? —Máximo se hará cargo de él, no te preocupes por eso. — Contestó Aiden intentando sonar casual.—Oh por Dios, pensé que había muerto… — Murmuró ella, con la voz temblorosa, sus ojos se llenaban de lágrimas al recordar lo sucedido.—Yo jamás lo hubiera permitido… — Aiden deslizó una de sus manos por la mejilla de ella, limpiando una escurridiza lágrima.—No seas rid
Máximo ya había hablado con el médico, quien salió de inmediato hacia la mansión Collins para revisar a Emily. Él se acercó a los sofás, dónde Elena contaba lo sucedido a Isabella y Marian.—Fue una gran sorpresa cuando ese hombre me encontró, Aiden… — Comenzó a contar Elena. — Él buscaba información de Maximiliano y en un principio tuve mucho miedo, pensé que era uno de sus asesinos, que me había encontrado… Llevo tantos años escondiéndome y todavía, hasta hace poco, tenía miedo de que Gustavo me encontrara…—¿Cómo supo que Maximiliano, disculpe, Gustavo, quería matarlos? — Preguntó Isabella con curiosidad.—Escapé del pueblo en qué vivíamos porque me enteré de que Gustavo le robó una enorme cantidad de dinero a unos mafiosos, tuve miedo de que esos hombres buscarían a mi esposo en nuestra casa y no me equivoqué… Una madrugada, unos hombres entraron al pequeño motel en el que me quedaba, por suerte, estaba despierta, escuche los ruidos y me escondí, pensé que eran los mafiosos
¡Esto era el colmo! ¡Claro, ya todos sabían que esos dos estaban enamorados! ¡Emily lo había declarado a toda voz!Pero… ¿De verdad no podían contenerse en un momento como este, luego de todo lo que había pasado y el que ella se hubiera desmayado? Esto era demasiado.Sopesaba Máximo al tiempo que entraba en la habitación, intentando lanzar rayos fulminantes a través de sus ojos, para quemar las manos de Aiden, que seguían sobre su hermana.Ya de por sí, él estaba de mal humor por todo de Maximiliano, sumado a lo que Isabella le había contado sobre Diego y ahora tenía que lidiar con esto.—¿Max? — Balbuceó Emily algo nerviosa, al notar a su hermano molesto.—Llego el doctor… — Gruñó en respuesta, haciéndose a un lado para dejar pasar al médico e Isabella, quien venía con ellos.Luego de varios minutos en los que el médico comprobaba que todo estuviera bien, se marchó dejando algunas recomendaciones como un poco de descanso y nada de estrés.—Muy bien, ¿quién quiere comenzar?
—¡Vamos! ¡Dime! ¡¿Todavía sientes algo por Isabella?! — Repitió Máximo al no obtener respuesta, pues Diego seguía paralizado.—Yo… Pues, yo…Diego inspiró profundo, sopesando que opciones tenía, era obvio que Máximo estaba muy bien informado, que lo sabía todo y que quizás lo estaba probando.El hombre se llenó de coraje y levantó la barbilla con dignidad.—Sí, yo la amo…—¿Qué? — Los ojos de Máximo se oscurecieron, mientras que apretó los puños a los costados.—Quieres que sea sincero, ¿No es así? Pues aquí tienes la verdad… La amo, siempre la he amado, desde que éramos muy jóvenes y creo que siempre la amaré…—Infeliz… — Murmuró Máximo.—Y sí, soy hijo de Maximiliano, o de Gustavo, como gustes llamarlo, estuve trabajando para él, pasándole información sobre tus empresas y tus movimientos… — Afirmó Diego.—¡Eres un desgraciado mentiroso, un traidor…! — Máximo se acercó, tomando a Diego con fuerza por el cuello de la camisa.—¿Traidor? ¡Hice lo que tenía que hacer!
Isabella estaba cada vez más llena de ansiedad, desde la sala dónde la joven esperaba junto con Marian y Elena, se escucharon fuertes ruidos que provenían de la oficina.El corazón de Isabella latía lleno de ansiedad y miedo, ¿qué estaba sucediendo allí adentro?, ¿Máximo y Diego se estaban matando?De pronto, hubo silencio, el temor de Isabella se acrecentó, la joven pensó lo peor y no pudo soportarlo más, corrió para preguntar a los empleados de la mansión por un maletín de primeros auxilios y una vez lo tuvo en la mano, se dirigió a la oficina llena convicción.Marian y Elena la siguieron, pero al intentar entrar, la puerta estaba trabada.—¿Max? Cielo, por favor, abre la puerta… — Llamó Isabella, con los ojos cristalizados y las manos temblando, ella no se quería ni imaginar lo que había sucedido allí adentro.—Estamos bien, cariño… Estamos intentando solucionar esto… Solo… — Máximo suspiró pesadamente. — Solo necesitamos un momento.Contesto él, desde el interior de la ofi
—¿Está bien? — Preguntó Máximo, apretando con fuerza la mano de su esposa.—Felicidades, señor y señora Collins, tendrán un niño. — Anunció el médico, mientras movía la sonda sobre el vientre de Isabella, dejando ver la figura del pequeño bebé que se formaba, a través de una pantalla.Isabella se llevó la mano libre a los labios, los ojos se le llenaron de lágrimas, ella ya lo presentía, que sería un niño, pero ahora que lo había confirmado, el sentimiento de dicha era mayor.—Gracias… — Murmuró Máximo. — Pero esa no fue la pregunta que le hice…—¿Qué? — El médico se giró, para mirarlo, confundido.—Estoy feliz de que sea un niño… — Máximo miró momentáneamente a su esposa, para volverse hacia el médico con seriedad. — Pero la verdad, eso no es lo más importante, sea niño o niña, lo querré igual… Antes que nada, necesito saber si está bien, si está sano…—Oh, claro, lo siento… — El médico sonrió algo avergonzado y volvió a girarse hacia la pantalla. Isabella no pudo evitar largar
Isabella llegó a la mansión y tal como le había dicho su abuela en un principio, parecía que no había nadie, cosa que le extrañó.En el enrejado estaba un solo hombre, uno que no parecía muy familiar, cuando siempre había entre dos o tres vigilantes, pero el sujeto pareció reconocerla, porque de inmediato abrió al auto y saludó con simpatía.Una vez llegaron a la enorme entrada principal de la mansión, Isabella notó que no salió nadie para recibirla, siempre salía algún empleado para abrir la puerta, pero esta vez no sucedía.La joven bajó del auto, como siempre el chófer movió el carro hacia unos puestos de estacionamientos que había en un costado, donde siempre la esperaba.Isabella se acercó a la puerta principal, notando que estaba entreabierta, ¿le habría sucedido algo a su abuela?, ella entró rápidamente.Curiosamente, Isabella sintió miedo, ella estaba dentro de esa enorme casa en la que había estado muchas veces, pero ahora se sentía tan fría, tan tenebrosa, ¿quizás porqu