¡Esto era el colmo! ¡Claro, ya todos sabían que esos dos estaban enamorados! ¡Emily lo había declarado a toda voz!Pero… ¿De verdad no podían contenerse en un momento como este, luego de todo lo que había pasado y el que ella se hubiera desmayado? Esto era demasiado.Sopesaba Máximo al tiempo que entraba en la habitación, intentando lanzar rayos fulminantes a través de sus ojos, para quemar las manos de Aiden, que seguían sobre su hermana.Ya de por sí, él estaba de mal humor por todo de Maximiliano, sumado a lo que Isabella le había contado sobre Diego y ahora tenía que lidiar con esto.—¿Max? — Balbuceó Emily algo nerviosa, al notar a su hermano molesto.—Llego el doctor… — Gruñó en respuesta, haciéndose a un lado para dejar pasar al médico e Isabella, quien venía con ellos.Luego de varios minutos en los que el médico comprobaba que todo estuviera bien, se marchó dejando algunas recomendaciones como un poco de descanso y nada de estrés.—Muy bien, ¿quién quiere comenzar?
—¡Vamos! ¡Dime! ¡¿Todavía sientes algo por Isabella?! — Repitió Máximo al no obtener respuesta, pues Diego seguía paralizado.—Yo… Pues, yo…Diego inspiró profundo, sopesando que opciones tenía, era obvio que Máximo estaba muy bien informado, que lo sabía todo y que quizás lo estaba probando.El hombre se llenó de coraje y levantó la barbilla con dignidad.—Sí, yo la amo…—¿Qué? — Los ojos de Máximo se oscurecieron, mientras que apretó los puños a los costados.—Quieres que sea sincero, ¿No es así? Pues aquí tienes la verdad… La amo, siempre la he amado, desde que éramos muy jóvenes y creo que siempre la amaré…—Infeliz… — Murmuró Máximo.—Y sí, soy hijo de Maximiliano, o de Gustavo, como gustes llamarlo, estuve trabajando para él, pasándole información sobre tus empresas y tus movimientos… — Afirmó Diego.—¡Eres un desgraciado mentiroso, un traidor…! — Máximo se acercó, tomando a Diego con fuerza por el cuello de la camisa.—¿Traidor? ¡Hice lo que tenía que hacer!
Isabella estaba cada vez más llena de ansiedad, desde la sala dónde la joven esperaba junto con Marian y Elena, se escucharon fuertes ruidos que provenían de la oficina.El corazón de Isabella latía lleno de ansiedad y miedo, ¿qué estaba sucediendo allí adentro?, ¿Máximo y Diego se estaban matando?De pronto, hubo silencio, el temor de Isabella se acrecentó, la joven pensó lo peor y no pudo soportarlo más, corrió para preguntar a los empleados de la mansión por un maletín de primeros auxilios y una vez lo tuvo en la mano, se dirigió a la oficina llena convicción.Marian y Elena la siguieron, pero al intentar entrar, la puerta estaba trabada.—¿Max? Cielo, por favor, abre la puerta… — Llamó Isabella, con los ojos cristalizados y las manos temblando, ella no se quería ni imaginar lo que había sucedido allí adentro.—Estamos bien, cariño… Estamos intentando solucionar esto… Solo… — Máximo suspiró pesadamente. — Solo necesitamos un momento.Contesto él, desde el interior de la ofi
—¿Está bien? — Preguntó Máximo, apretando con fuerza la mano de su esposa.—Felicidades, señor y señora Collins, tendrán un niño. — Anunció el médico, mientras movía la sonda sobre el vientre de Isabella, dejando ver la figura del pequeño bebé que se formaba, a través de una pantalla.Isabella se llevó la mano libre a los labios, los ojos se le llenaron de lágrimas, ella ya lo presentía, que sería un niño, pero ahora que lo había confirmado, el sentimiento de dicha era mayor.—Gracias… — Murmuró Máximo. — Pero esa no fue la pregunta que le hice…—¿Qué? — El médico se giró, para mirarlo, confundido.—Estoy feliz de que sea un niño… — Máximo miró momentáneamente a su esposa, para volverse hacia el médico con seriedad. — Pero la verdad, eso no es lo más importante, sea niño o niña, lo querré igual… Antes que nada, necesito saber si está bien, si está sano…—Oh, claro, lo siento… — El médico sonrió algo avergonzado y volvió a girarse hacia la pantalla. Isabella no pudo evitar largar
Isabella llegó a la mansión y tal como le había dicho su abuela en un principio, parecía que no había nadie, cosa que le extrañó.En el enrejado estaba un solo hombre, uno que no parecía muy familiar, cuando siempre había entre dos o tres vigilantes, pero el sujeto pareció reconocerla, porque de inmediato abrió al auto y saludó con simpatía.Una vez llegaron a la enorme entrada principal de la mansión, Isabella notó que no salió nadie para recibirla, siempre salía algún empleado para abrir la puerta, pero esta vez no sucedía.La joven bajó del auto, como siempre el chófer movió el carro hacia unos puestos de estacionamientos que había en un costado, donde siempre la esperaba.Isabella se acercó a la puerta principal, notando que estaba entreabierta, ¿le habría sucedido algo a su abuela?, ella entró rápidamente.Curiosamente, Isabella sintió miedo, ella estaba dentro de esa enorme casa en la que había estado muchas veces, pero ahora se sentía tan fría, tan tenebrosa, ¿quizás porqu
Máximo corrió hacia la salida de la oficina, Margaret lo siguió todavía confundida.Al tiempo que él caminaba, sacó su teléfono celular del bolsillo de la chaqueta para llamar a su esposa, sin embargo, el tono sonaba ocupado.Él tenía un mal presentimiento, Margaret aseguraba que ella no había enviado ese mensaje y eso solo significaba una cosa, era una trampa, pero ¿de quién?¿Maximiliano? Eso no podría ser posible, Máximo se había asegurado de que se quedara aislado en prisión, sin comunicación con nadie. ¿Valeria? Era una posibilidad, pero hasta donde él sabía, esa chica fue enviada a otro país.¿Diego?, él siempre estuvo enamorado de Isabella, ¿no?, quizás quiso secuestrarla, ¿sería capaz de hacer algo así? Máximo no estaba seguro.También estaban Ricardo y Héctor Sinclair, aunque hasta ahora se habían mantenido a la distancia luego de las amenazas de Máximo, ellos también podrían estar buscando algún tipo de venganza.—Señor Collins… — Margaret intentaba seguirle el paso,
—¡Isaac! ¡Isaac! — Gritó Máximo lleno de frustración, pero el chofer ya había colgado.Máximo intentó llamar nuevamente, sin embargo, no fue posible, pues el tono indicaba que el aparato había sido apagado.—¡M@ldicion! — Gruñó Máximo golpeando el volante. — Esos desgraciados Sinclair, me la van a pagar.Murmuró Máximo pensando en lo que había escuchado y visto por la videollamada, con esa grabación sería más que suficiente para hundir a Héctor Sinclair por la muerte del padre de Isabella.En cuanto a Ricardo Sinclair, Máximo no lo vio aparecer en la escena, pero para Máximo, era seguro que también ese hombre estaría implicado.De inmediato, Máximo marcó el número de emergencias, recordando que Isaac dijo que había un olor a madera quemándose. Él todavía no sabía exactamente lo que estaba pasando, pero lo mejor era prevenir y llamar al ejército si era necesario.Por lo menos, él ya estaba muy cerca y en pocos minutos podría enfrentar a esos hombres, pero mientras tanto, rogaba
Todos se quedaron sorprendidos, Ricardo prácticamente se congeló por un momento.—Te lo advertí, desgraciado, infeliz… Te lo advertí y no me hiciste caso… — Gruñó Máximo empuñando el arma hacia Ricardo.—Yo… Señor… Eh… Collins… — Balbuceó Ricardo levantando las manos lentamente, tan sorprendido como asustado.—Heriste a mi esposa, me desobedeciste y vas a pagarlo muy caro… — Voceo Máximo sin dejar de mirarlo ceñudo.—Señor Collins… — Gimió Ricardo, tragando grueso, tembloroso, cerrando los ojos al notar la determinación de Máximo.—Max… — Musitó Isabella, acercándose a su esposo, al tiempo que le hablaba con un tono lleno de dulzura.—Ellos intentaron lastimarte… — Gruñó Máximo a Isabella, sin voltear a verla, pues él sabía que cedería apenas se encontrara con sus ojos.—Pero no lo hicieron, mírame, cielo… — Insistió Isabella, Máximo apretó los labios en una línea. — Esto es solo algo de sucio, Max… Estoy bien, estoy a salvo… Sana y salva. — Isabella ya estaba a su lado.