¿Desde el día de su boda habían hecho ese plan? Isabella tuvo que hacer de un enorme esfuerzo para no doblegarse allí mismo a llorar.Ella se mantuvo firme, pues aún había mucho que tenía que saber.—¿A cambio de que aceptaste, Máximo? — Preguntó Isabella, intentando controlar el nudo en la garganta. — ¿Acaso tu padre te amenazó o…?, ¿cuál fue tu precio?—¿Me amenazó?, sí, supongo… — Murmuró Máximo pensativo y cabizbajo. Dándole a Isabella un soplo de alivio, sin esperar el dolor que le causaría sus siguientes palabras. — Maximiliano me amenazó con destruir las empresas que he estado creando desde hace algunos años por mi cuenta, aquí en el extranjero… Pero, también me ofreció algo…—¿Qué cosa?—Mi libertad…—¿Tu libertad?—Sí, mi padre me ofreció hacerse cargo de la cabeza de ambas familias y yo podría ser libre del apellido Collins y de seguir las órdenes de la familia, como heredero… — Máximo vio con dolor como se le cristalizaban los ojos a Isabella y se le dificultaba respi
Fue una noche difícil para Máximo e Isabella, una noche de muchos pensamientos, arrepentimientos y sobre todo dolor.La joven había estado llorando por lo que quedaba de la tarde y parte de la noche, ella solo abrió la puerta para comer algo de lo que el personal de servicio le dejó.Isabella se la pasó largo y tendido pensando en lo que debía hacer, ¿creería en el amor y arrepentimiento de su esposo?, ¿lo perdonaría?Pero todavía había algo más, Máximo ya sabía la verdad de lo que Isabella había escuchado aquel día en el apartamento y los planes de Maximiliano, pero él todavía no conocía toda la verdad acerca de su padre.Era de madrugada, cuando Isabella tomó una difícil decisión, efectivamente ella volvería con Máximo, pero no para seguir bajo zozobra, no para esperar otro horrible plan de su suegro para lastimarla.Mientras la joven acariciaba su vientre, perdida en sus pensamientos, llegó a una conclusión: no solo debía luchar por ella misma, por su abuela, por Marian, que era ot
—Elisa, ella… Ella fue alguna vez el amor de mi vida… — Murmuró Máximo, mirando aquella tumba con tristeza, lo que provocó un estremecimiento de dolor en Isabella.—¿El amor de tu vida? — Musitó ella.—Escucha, Isabella… — Máximo miró a su esposa con mucha seriedad, notando el dolor en la mirada de ella. — Te voy a contar la verdad… — Él le acarició la mejilla con dulzura. — Por qué actúe como lo hice, quiero que entiendas las decisiones que tomé… — Afirmó él, al tiempo que Isabella tragaba grueso, asintiendo. — Yo conocí a Elisa muy joven, en una escuela de música, ella tocaba el violín y yo…—El piano… — Comprendió Isabella instantáneamente.—Así es…Máximo sonrió con nostalgia ante la respuesta de su esposa, recordando cuando tocó frente a Isabella el día que le confesó su amor.—Elisa y yo, nos hicimos buenos amigos en poco tiempo y con el tiempo, esa amistad abrió paso para algo más, nos enamoramos…Explicó Máximo, sin dejar de detallar el gesto de dolor de su esposa, él no
—Isabella… — Máximo la llamó con dulzura.Ella levantó la mirada, para quedarse ensimismada en sus ojos verdes, que ya no la miraban con seriedad, con esa mirada oscura que ella recordaba cuando lo conoció, sino que sus ojos se habían transformado en dos esmeraldas, llenos de brillo y calma.—Con la muerte de Elisa, no solo juré desentenderme del apellido Collins, sino que también juré no volver a enamorarme… Esa fue la verdadera razón de mi rechazo…—Pero, tú… — Isabella lo miró confundida, Máximo sonrió con dulzura.—¿Yo? Si te soy completamente sincero, creo que yo me enamoré de ti desde el primer momento en que te vi, cuando te arrolle, ¿lo recuerdas? — Ella asintió, incrédula, prácticamente con la boca abierta. — Recuerdo haberme quedado prendado y muy impresionado con tus hermosos ojos… — Máximo la miró fijo, deslizando una mano por la mejilla de ella.—¿Qué…? — Balbuceó Isabella perpleja y algo nerviosa, sintiendo un sobresalto y una calidez recorrerle el pecho.—Luego te
—Hay mucho que debo contarte y solo espero que no me odies o puedas perdonarme por la decisión que he tomado, porque no pienso cambiarla… — Afirmó Isabella mirando a Máximo a los ojos con convicción.—¿Qué cosa?Ambos se levantaron, Isabella parecía algo nerviosa, pero decidida, Máximo estaba completamente intrigado.—Se trata de tus padres… — Soltó ella, tragando grueso, pues no sabía qué reacción podría tener Máximo.Isabella le contó todo, absolutamente todo lo que había descubierto sobre los abusos que le había hecho Maximiliano a Marian, explicándole por qué ella misma pensó que Máximo era culpable, por las similitudes de su propia historia y la de sus padres.A medida que ella avanzaba en la historia, Isabella fue detallando como el semblante de Máximo cambiaba, transformándose desde una mueca de horror, hasta llegar a convertirse en una expresión de completa ira e indignación.Él se movía, murmuraba hablando consigo mismo, parecía enloquecido, con esa mirada oscura cubierta
— ¿Aiden? — Isabella contestó el teléfono llena de ansiedad.—¿Arreglaste todo como te indiqué? — Preguntó Aiden desde el otro lado de la línea.—Sí, pero…—¡Genial! Te veo allá…—¡Aiden, espera! — Lo llamó Isabela antes de que fuera a colgar. — ¿Qué piensas hacer? No entiendo, pensé que primero hablaríamos frente a frente, que nos daría la información directamente y armaríamos un plan…—Me temo que no será así, prima, yo desenmascare a Maximiliano personalmente…—¿Qué? Aiden…—Escucha… — La interrumpió Aiden. — Sé que tú querías hacerlo junto a Máximo, pero me temo que no tendremos tiempo…—No, no es solo eso… — Isabella inhaló profundo, no se esperaba estos cambios en los planes. — Es que, me preocupa hacer las cosas así, Aiden… ¿Y si Maximiliano intenta algo?… Me pediste no involucrar a la policía y yo no quiero…—Isabella… — Aiden volvió a interrumpirla. — Escucha… La verdad es que voy con… — Él se aclaró la garganta. — Con invitados especiales, personas que están dispues
Isabella se aferró con fuerza del brazo de Máximo cuando vio entrar a esa mujer, su cara de confusión e incredulidad de inmediato llamó la atención de su esposo.—¿Isabella? — Susurró Máximo, preocupado por la joven que veía fijo a la desconocida, con los ojos abiertos de par en par.—Max… Yo… Yo la conozco… — Balbuceó Isabella, perpleja.—¿Qué?—Ella es… Es la madre de Diego.—¿Diego?, ¿Diego, mi empleado?, ¿el mismo que te cuidó en el extranjero? — Preguntó Máximo en un hilo de voz. Isabella asintió.—Yo… No te lo dije antes… Olvidé contártelo cuando hablamos en el cementerio… Conozco a Diego desde hace mucho tiempo, prácticamente desde que éramos niños. — Confesó Isabella, con la preocupación dibujada en su rostro.Máximo deslizó una de sus manos hasta las manos de ella, que seguían apretando la chaqueta de su traje.—Tranquila… Hablaremos de esto luego. — Murmuró Máximo intentando calmar a la joven.Para luego, pasar nuevamente a enfocar toda su atención en lo que sucedía f
—¡Ja! Eso lo veremos. — Voceo Maximiliano con sarcasmo.Sí, allí estaba su antigua esposa, quizás la familia Collins estaba algo escandalizada, pero no era algo de lo que no pudiera escapar.Seguramente los Collins no querrían verse involucrados en un escándalo y harían cualquier cosa porque esto no se descubriera fuera de esas cuatro paredes, ahí es donde Maximiliano aprovecharía para usar el poder del chantaje.Además, para Maximiliano, dijeran lo que dijeran en esa oficina, él seguía teniendo poder sobre Marian, la tenía en sus manos, sumado a qué sus hijos eran unos legítimos herederos Collins y no podían ser tan malagradecidos después de todo el tiempo que pasó criándolos, sobre todo porque también les enseño a tenerle miedo.Máximo quizás se pondría un tanto altanero con todo esto, pero Maximiliano seguía teniendo a Emily, ella siempre fue una niña consentida que acataba sus órdenes.¿A quién presentaría el idiota ese?, ¿a Diego? Otro títere que estaba en sus manos a cambio de