Marian estaba confundida, primero porque el personal le había avisado que tenía una visita, algo nada común, y segundo, porque esa visita era una persona que ella jamás hubiera esperado, su nuera, Isabella.—Isabella… — Balbuceó perpleja. — Que… Qué gusto…—¿Cómo está, señora Collins? — Isabella se levantó del sofá de la sala, en donde esperaba.—Bien, bien… — La mujer la saludó con un beso en la mejilla. — ¿Y tú?—Bien, gracias. — Isabella le sonrió afectuosamente y ambas mujeres tomaron asiento.—Esta es una gran, sorpresa, ¿y Max?, ¿dónde está? — Preguntó Marian mirando los alrededores.—Él no vino conmigo, señora Collins… — Anunció Isabella y la mujer la miró todavía más extrañada.—¿Ah, no?, ¿le sucedió algo? — La expresión de Marian se llenó de preocupación.—No, señora, él está bien… De hecho, todos están perfectos, su esposo y su hija también. — Aclaró Isabella.—No quiero sonar grosera Isabella, pero si hiciste este largo viaje por tu cuenta y nada malo ha sucedido,
—Comencé a verlo en otros eventos, todos decían que Maximiliano era un nuevo millonario, de esos abundaban muchos en ese tiempo y quiénes pertenecían a las familias más importantes, solían esquivarlo porque no lo creían digno… Me sentía mal por él, parecía un buen hombre, respetuoso y amable al que todos lo rechazaban sin conocerlo, así que acepte una invitación para salir con él… Sabía que tenía que ser cuidadosa, si todas las familias lo rechazaban, quería decir que mis padres tampoco lo querrían, entonces lo veía a escondidas e inicie una relación a furtiva con Maximiliano…Marian iba contando, perdida en su mundo.—En ese tiempo, la situación económica era difícil, sobre todo para las familias más poderosas, todos iban perdiendo empresas y dinero, al mismo tiempo que aparecían nuevos empresarios… Al poco tiempo y debido a la crisis económica que atravesaba la familia Collins, me enteré de que mis padres me habían arreglado un matrimonio con tu padre, Isabella… — Marian miró mome
—Ese hombre… Es un monstruo. — Murmuró Isabella con la mandíbula apretada.La rabia y la impotencia consumían a la joven, ¿cómo alguien podía ser tan malvado y cruel?Varios minutos después, cuando Marian pudo controlarse en medio de los consuelos de Isabella, soltándose de su abrazo, la joven se levantó, lista para irse.—Gracias por contarme todo, señora Collins. — Isabella inspiró profundo, sintiéndose aturdida y temblorosa por la ira.—¡Espera, Isabella…! — Marian miró a la joven, desesperada. — Máximo… Él no… Mi hijo no podría ser tan malo, él no sería capaz de hacer todo eso… ¿Entiendes? Máximo no es como su padre…—Todo lo contrario, señora Collins, ahora estoy segura de que su hijo, pretendía hacerme lo mismo que le hizo Maximiliano a usted. — Replicó Isabella, ceñuda.—¿Qué?—Máximo y yo, no nos casamos por amor, nuestro matrimonio fue un acuerdo que hicieron mi abuela con su padre… — Le explicó Isabella. — Su hijo me rechazó en un principio, dijo que yo no era apropiad
Isabella salió de aquella enorme casa, limpiándose una lágrima que se le escapaba.Llena de mil emociones, ella había descubierto una terrible verdad escondida en el centro del apellido Collins, la crueldad de la que su ex cabecilla, Maximiliano, era capaz.Isabella había confirmado su temor de ser exiliada, lo que había escuchado, era cierto, solo quedaba la duda de si su esposo lo hacía por ambición como su padre o porque estaba siendo amenazado como lo sugirió Marian.No obstante, había una verdad detrás de esto… Máximo nunca la quiso de verdad y esa fue la puñalada más dolorosa que pudo haber recibido Isabella.Cada una de sus palabras, gestos, caricias, besos, toques, cada sonrisa y momento romántico, todo fue planeado, todo fue fingido por Máximo, él aparentó que la quería, inclusive llegó a decirle que la amaba y todo era un engaño con el fin de enamorarla.Isabella se sentía herida, burlada y traicionada, pero todo era su culpa, ¿cómo pudo haberle creído a ese hombre?, ¿cómo p
Máximo estaba ansioso, Isabella le había dicho que tenía un compromiso con Margaret y todavía no había llegado.Ella se iría en una hora y él sentía que no había aprovechado al cien por ciento su último día juntos. A Máximo no le gustaba esto, si le costaba tanto separarse de Isabella por unas horas, ¿cómo se sentiría por un año o quizás más tiempo?Todo estaba arreglado en el hangar privado, uno de los aviones de la familia Collins, esperaba por Isabella y Margaret, quienes se irían al extranjero juntas.—¡Hey, Max! — Maximiliano sorprendió a Máximo dándole una palmada en el hombro, él se giró inmediatamente.—¿Qué haces aquí?—Vine para despedirme de tu esposa…—No tenías por qué venir… — Gruñó Máximo, ceñudo.—¿Dónde está? Se supone que el vuelo sale dentro de poco. — Maximiliano miró por los alrededores.—Aún falta para que salga el vuelo, todavía están cargando las maletas… — Máximo apretó los labios con decepción. — Ella ya viene en camino.—Por favor, Máximo, no seas rid
Isabella y Margaret se instalaban en su nuevo pent-house y aunque les dieron indicaciones al nuevo personal de servicio que trabajaría para ellas con los arreglos a su llegada, tuvieron un día muy ajetreado y cansado.Ellas no esperaban ninguna visita en su primer día en otro país, sin embargo, esa misma tarde, sonó un fuerte golpeteo de la puerta principal.—¿Señora? — Una joven del servicio llamó la atención de Isabella, quien estaba en su habitación preparando todo para su primer día en la universidad al día siguiente.—¿Sí?—Un caballero la busca…—¿Quién? — Isabella sintió un sobresalto en el corazón, ¿podría ser que Máximo hubiera ido por ella?—El señor me dijo que se llama Diego Ortiz.—¿Qué?La emoción que sintió en un principio al pensar en su esposo, cambió de inmediato por un estremecimiento, los nervios la abordaron al recordar su último encuentro el día de su boda, ¿Diego?, ¿qué hacía Diego allí?La joven salió a paso apresurado y lo encontró esperando en la sala,
—¡Buen día, Max! — Una voz femenina y muy familiar sorprendió a Máximo en su oficina.—¿Emily? — Él se levantó extrañado.—¿Cómo estás, hermano? — Ella se acercó y se dieron un pequeño abrazo.—Bien… ¿Sucedió algo? — Preguntó Máximo, todavía confundido con la visita sorpresa de su hermana.—No, no… Solo pasaba para saludar… — Ella parecía algo nerviosa, caminó un poco por la oficina hasta que se decidió y tomó asiento.—¿Saludar? — Eso fue todavía más extraño para Máximo.Emily estuvo hablando por largo rato de todo, temas banales que para nada le interesaban a Máximo y que, cada vez, le hacía perder más la paciencia, pues él tenía muchas ocupaciones como para escuchar tonterías.Pero se había aguantado hasta ese momento porque era su hermana y usualmente Emily no era una persona de pasar para saludar y conversar afectuosamente, como quizás sucediera en otras familias.—Max, por cierto… ¿Y tu esposa, Isabella? — Preguntó Emily de pronto.Máximo la miró todavía más confundido, p
—Soy su esposo, me llamo Diego. — Él estiró la mano para darle un apretón.—Mucho gusto señor, soy el doctor Green. — El médico estrechó su mano y rápidamente revisó una carpeta con el reporte. — Acabo de recibir los resultados de los exámenes de su esposa.—¿Hay algo mal? — Preguntó Diego, evidentemente preocupado.—No, no se preocupe, no es nada grave.—Que bien. — Diego exhaló aliviado.—Acompáñeme por favor, su esposa ya está despierta y me gustaría hablar con ambos.El médico sacó del bolsillo de su bata un gorrito, un par de guantes y una mascarilla extra que le entregó a Diego y este se colocó rápidamente, para luego seguir al doctor hasta la habitación.Isabella estaba acostada en una cama, a través de una vía unida a su muñeca, le pasaban algún suero, sus mejillas y labios seguían algo pálidos, la mirada de la joven parecía cansada, aunque se podía denotar en sus ojos algo de preocupación.—¿Diego? — Isabella arrugó el entrecejo, confundida, ella apenas pudo reconocer