Maximiliano se mantuvo firme frente a su hijo, confundido con la respuesta que había recibido.—¿Qué?—Que no lo haré, no haré lo que me pides, no dejaré a Isabella, no la enviaré al campo, ni la exiliaré… Y tampoco, te firmaré el poder que quieres. — Recalcó Máximo con temple, sin un atisbo de dudas en su mirada.—No, no, no… ¿Qué estás diciendo, Máximo? — Preguntó Maximiliano, incrédulo a lo que escuchaba.—Lo que escuchaste, padre, yo… Estoy enamorado de ella, amo a Isabella.—JA, JA, JA. — Explotó Maximiliano en una sonora carcajada, girándose sobre los talones, para recorrer la oficina.—¿De qué te ríes? ¿Qué te causa tanta gracia? — Máximo apretó los puños, comenzando a sentir la chispa de la furia ante la burla.—¿Tu enamorado de la indigente? — Maximiliano volvió a girarse para mirar a su hijo, mientras intentaba contener la risa. — Por favor, no seas ridículo.—No me importa si no me crees… — Máximo apretó la mandíbula, la rabia se hacía cada vez más fuerte. — No haré
Isabella había llegado al pent-house, uno de los empleados abrió la puerta de la entrada para ella.—Buenas tardes, señora Collins.—Buenas tardes, Fabricio… — Contestó ella entrando. — ¿Y mi esposo? ¿Sigue en la oficina?—Sí, señora, está en la oficina con el señor Maximiliano, el señor vino de visita. — Avisó el empleado.—Oh, el padre de Máx. — Musitó ella pensativa, para dirigirse de nuevo al empleado. — ¿Crees que sea buena idea pasar directo a saludarlo, o debería dejarlos solos?—Lo que sea su gusto, señora… Esta es su casa. — Respondió el empleado con una leve inclinación de cabeza. — Pero sería de buen gusto, tomarse un minuto para saludar a su suegro. — Completó mientras seguía inclinado.—Sí, tienes razón… Gracias Fabricio.Isabella le sonrió al sujeto, quien elevó la mirada con estima. En los pocos meses que ella había vivido en el apartamento de Máximo, Isabella había hecho algo de amistad con los empleados, pues siempre procuraba tratarlos como sus amigos y con muc
—¡¿Qué?! — Margaret miro perpleja a su nieta, por la petición que estaba haciendo, ¿un divorcio?—Si no lo hago, él o su padre de seguro me obligarán a irme lejos, ¿y quién va a detenerlos? ¡Ahora Máximo es el cabecilla de ambas familias! — Gimió Isabella asustada.—¡Tú también lo eres! — Replicó Aiden.—Yo… ¿Cómo podría enfrentarlo? Si hasta creo que me tiene vigilada… — Alegó Isabella, apretando los labios con decepción.—¿Cómo? — Margaret arrugó el entrecejo.—Yo lo vi extraño… Pero jamás pensé… No lo sospeche… — Balbuceó Isabella, aturdida. — Una empleada le avisó a Máximo que yo estaba mal y que venía a esta casa cuando salió lo de la noticia, por eso, él se comunicó contigo, abuela. — Margaret abrió los ojos de par en par. — Los empleados del pent-house siempre están al pendiente de lo que hago, me preguntan a donde doy o que haré…—Eso no significa… — Intentó explicar Margaret, cuando Isabella se echó hacia abajo, tirándose en el sofá, alicaída.—Debí pensarlo, debí ser
Máximo tuvo un mal presentimiento desde el mismo momento en que recibió esa llamada, ¿qué hacía Isabella y Margaret en la mansión Collins, reunidas con su padre? Eso no podía significar nada bueno.Entró acelerado en el despacho, quedando todavía más confundido cuando vio a su esposa, muy tranquila, tomando el té en compañía de Margaret y su padre.—Recibí el mensaje… — Comentó Máximo con la respiración algo agitada. — Isabella, señora Sinclair.—Qué gusto verlo, señor Collins. — Margaret asintió con cordialidad.—Padre… — Máximo miró a su padre, extrañado por la sonrisa que le mostraba, cuando esa misma mañana salió de su oficina, ofuscado.—Hijo, pasa adelante… — Lo invitó Maximiliano, quien parecía emocionado.—¿Ocurre algo? — Máximo caminó con cautela, a pesar de que el ambiente parecía relajado, su corazón latía acelerado, él presentía que ocurría algo malo.—Tu esposa… Tiene una maravillosa noticia. — Informó Maximiliano señalando a Isabella, quien le sonrió ante el coment
A pesar de sentirse en el fondo de su corazón, traicionada y dolida, Isabella no podía dejar de sentir al mismo tiempo, como revoloteaba su corazón por Máximo, sus sentimientos la hacían dudar de lo que hacía.Ella respondió al beso y aunque tenía los ojos cerrados, sentía que en cualquier momento podía escapar una lágrima.Unos minutos después, ambos tuvieron que soltarse para recuperar el aliento, Máximo se aferraba a ella, abrazándola por la cintura y descansando su frente sobre la de Isabella.Ambos podían sentir el mutuo repiqueteo de sus corazones y sus agitadas respiraciones de cerca.—Max… — Musitó ella sintiendo como se ahogaba con el nudo en su garganta. — Por favor… No me niegues la posibilidad… No me obligues a luchar contigo para poder cumplir mis sueños… Y porque eres mi esposo, creo que deberías ser el primero en querer apoyarme.—Isabella, yo no…Máximo fue a refutar, quería decirle que no, que se negaba rotundamente, que él no quería ni podía ni imaginarse sin ella
Aiden estaba recostado en la cama, mirando hacia el techo, pensativo, al tiempo que Emily jugaba paseando la punta de los dedos por el definido pecho del chico, mientras estaba recostada sobre su hombro.—¿Princesa? — La llamó él de repente.—¿Mmm?—¿Cómo son tus padres?—¿Qué? — Emily levantó la vista hacia Aiden, confundida.—Quiero decir que… — Aiden dudaba sobre lo que hablaba, pues se suponía que él no podía mencionar nada de lo que había descubierto Isabella acerca de la trampa de Máximo y Maximiliano. — Creo que tu padre es un hombre estricto y muy correcto, ¿No? — Pregunto él con duda, tanteando el terreno.—Sí.—¿Y tu madre? Solo la vi en el compromiso de Isa con tu hermano, y el matrimonio, creo que también escuche que vive en el campo… — Siguió hablando, algo serio.—Sí, así es… — Respondió Emily, extrañada por esta repentina conversación.—¿Por qué…? — Insistió Aiden. — ¿Por qué tu madre vive en el campo?—¿Por qué de repente quieres saber sobre eso? — Se medio l
Marian estaba confundida, primero porque el personal le había avisado que tenía una visita, algo nada común, y segundo, porque esa visita era una persona que ella jamás hubiera esperado, su nuera, Isabella.—Isabella… — Balbuceó perpleja. — Que… Qué gusto…—¿Cómo está, señora Collins? — Isabella se levantó del sofá de la sala, en donde esperaba.—Bien, bien… — La mujer la saludó con un beso en la mejilla. — ¿Y tú?—Bien, gracias. — Isabella le sonrió afectuosamente y ambas mujeres tomaron asiento.—Esta es una gran, sorpresa, ¿y Max?, ¿dónde está? — Preguntó Marian mirando los alrededores.—Él no vino conmigo, señora Collins… — Anunció Isabella y la mujer la miró todavía más extrañada.—¿Ah, no?, ¿le sucedió algo? — La expresión de Marian se llenó de preocupación.—No, señora, él está bien… De hecho, todos están perfectos, su esposo y su hija también. — Aclaró Isabella.—No quiero sonar grosera Isabella, pero si hiciste este largo viaje por tu cuenta y nada malo ha sucedido,
—Comencé a verlo en otros eventos, todos decían que Maximiliano era un nuevo millonario, de esos abundaban muchos en ese tiempo y quiénes pertenecían a las familias más importantes, solían esquivarlo porque no lo creían digno… Me sentía mal por él, parecía un buen hombre, respetuoso y amable al que todos lo rechazaban sin conocerlo, así que acepte una invitación para salir con él… Sabía que tenía que ser cuidadosa, si todas las familias lo rechazaban, quería decir que mis padres tampoco lo querrían, entonces lo veía a escondidas e inicie una relación a furtiva con Maximiliano…Marian iba contando, perdida en su mundo.—En ese tiempo, la situación económica era difícil, sobre todo para las familias más poderosas, todos iban perdiendo empresas y dinero, al mismo tiempo que aparecían nuevos empresarios… Al poco tiempo y debido a la crisis económica que atravesaba la familia Collins, me enteré de que mis padres me habían arreglado un matrimonio con tu padre, Isabella… — Marian miró mome