—Isabella… — La ronca voz de Máximo irrumpió en sus pensamientos, capturando la atención de la chica, que levantó la cara, avergonzada. — ¿Estás bien? — Preguntó Máximo, quien seguía con su semblante serio, la joven solo pudo asentir con un movimiento de la cabeza y simular una tenue sonrisa.En un acto inesperado para ella, pero muy consciente por parte de Máximo, él estiró su mano hacia la de Isabella, para tomarla con dulzura.—Tranquila… — La expresión de Máximo cambió por una más amable. — No tienes por qué tenerme miedo, no te haré daño.Isabella asintió, con el corazón acelerado, luego de un momento, ella retiró su mano de la de Máximo, lentamente, con disimulo.¿De verdad él podría ser un buen esposo después de haberla rechazado por considerarla inferior?, ¿podría ser cierto? El corazón de Isabella saltaba mientras se hacía esas preguntas.La joven giró su rostro hacia la ventanilla, concentrándose en el paisaje y suspiró pesadamente, aunque su abuela había confiado en
Isabella se quedó sola en la habitación, con esa extraña sensación en el corazón, de no ser porque los empleados llegaron en la habitación, ¿qué habría ocurrido entre ellos?Sintió las mejillas calientes de solo imaginarlo y se tapó el rostro con ambas manos, avergonzada.Eso de… Estar con él… Era algo que pasaría, lógicamente, él era su esposo, después de todo; pero no era fácil estar con un hombre por obligación a entregarse enamorada, como se suponía que debía ser.Prefirió no seguir pensando en eso, ni darle más vueltas al asunto, así que apenas los empleados salieron del closet, ella entró dispuesta a buscar algo de ropa cómoda para ducharse.Ella no lo podía creer, Isabella casi se quedaba sin aliento cuando vio toda su ropa y no eran más que un montón de prendas diminutas y bastante atrevidas.¡Claro! Ella no hizo su maleta, ni siquiera estaba enterada de que habría una luna de miel, debió haber sido Margaret, o seguramente, su abuela le había pagado a una dependienta de a
La conversación fue agradable, aunque Isabella no quiso darle a Máximo muchos detalles de su vida, él entendió perfectamente que la joven había pasado por bastantes dificultades.Luego de varias horas y varias copas de vino, Isabella se quedó profundamente dormida sobre la tumbona.Máximo le miró por largo rato, pensativo y sintió pena por ella, Isabella era una chica, hermosa, dulce e inocente, una combinación que él jamás había conocido y quizás eso era lo que le atraía de ella.Justo allí, él se dio cuenta.La mente de Máximo se puso en alerta, todos sus músculos se tensaron y una pregunta ridícula abordo su mente, ¿él se sentía atraído hacia Isabella? Volvió a mirar a la joven que suspiraba dormida.«Ella me gusta» admitió finalmente en su mente, sin podérselo creer él mismo, no obstante, eso no significaba que la situación pudiera cambiar, porque una simple atracción no lo separaría de su propósito.Máximo tomó a Isabella entre sus brazos, como una pequeña, y la llevó de re
Aunque Isabella hubiera querido usar un traje de baño más modesto, era imposible cuando ella no había escogido ni una sola de las prendas que había en las maletas, así que no había otra opción más que adaptarse y guardarse sus complejos.Ella se giró sobre los talones con algo de incomodidad y la vergüenza fue más grande, cuando se encontró con Máximo mirándola fijamente con la boca literalmente abierta.—Ah… Eh… ¿Estás lista? — Balbuceó Máximo cuando la tuvo de frente, rascándose el cuello para disimular y sintiéndose tan ridículo como un crío inexperto.—Sí, podemos empezar. — Murmuró ella con las mejillas coloradas, lo que la hizo ver más hermosa para Máximo, quien tragó grueso.Entraron juntos en la piscina y Máximo empezó por explicarle lo básico, como los movimientos y los diferentes tipos de nado.Era todo un reto, acompañarla mientras chapoteaba, ayudarla y guiarla, al mismo tiempo que Máximo evitaba que se irguiera su propio entusiasmo por solo verla.No se suponía qu
—Esto funcionaría mejor si compartiéramos algo de calor corporal juntos. — Murmuró Máximo, logrando ver en la tenue oscuridad, como Isabella abrió los ojos de par en par. — Ven, acércate un poco.Máximo se deslizó hacia Isabella, por debajo de las sábanas, y pasó su brazo bajo el cuello de ella, quien apenas se movió, levantando ligeramente la cabeza al notar su intención.Él se quedó boca arriba para no asustarla con lo que pudiera sentir en medio de sus piernas, Máximo la apretó con su brazo, obligando a Isabella para que se acercara más a su cuerpo.Ella quedó recostada de medio lado sobre el cuerpo desnudo de Máximo, sus pechos estaban prácticamente sobre él, pero por suerte, ella pudo recoger sus piernas para evitar afincarlas en los muslos de él.Isabella cerró los ojos con fuerza, en un principio incómoda con la situación, pero no pudo poner ninguna objeción, él era su esposo, él la había rescatado y él la estaba ayudando a calentarse.—Lo ves, estamos mucho mejor. — Con
La extremidad hinchada de Máximo era grande y ella, obviamente, era virgen, eso él no lo había dudado nunca, pues la actitud y personalidad de Isabella lo hizo deducirlo desde un principio y ahora, lo confirmaba al sentir lo apretada que su esposa estaba.Con mucha lentitud y delicadeza, Máximo fue adentrándose, en un proceso que resultó doloroso hasta para él mismo. Pero nunca dejo de besarla, acariciarla y estimularla en un intento de aminorar el dolor de la joven.Isabella mantenía los ojos cerrados con fuerza, sintiendo el dolor que había estado esperando desde un principio, hasta que algo hizo clic en su interior, arrancándole un quejido desde el fondo de la garganta.Máximo había excavado hasta lo más profundo de Isabella y ahora, ella le pertenecía, de verdad era completamente de él, pues el matrimonio había sido consumado.—Tranquila, cariño… Respira profundo. — Murmuró Máximo al pie de la oreja de Isabella, con un tono lleno de dulzura, ella asintió apretada a su abrazo.
Un fuerte golpeteo en la puerta arreció a medida que pasaban los segundos, una de las empleadas se acercó para abrir, encontrándose con un hombre increíblemente guapo y sensual.—¿Sí, joven? ¿En qué le puedo ayudar?—Busco a Máximo Collins…—El joven Collins… Creo que está en su luna de miel… — Replicó la empleada y el hombre arrugó el entrecejo con molestia, quedándose un instante pensativo.—Entonces, llame a Emily Collins…—¿De parte? — Preguntó la empleada con curiosidad.—Dígale que Aiden Sinclair necesita hablar con ella, es urgente y no me iré hasta que venga. — Declaró Aiden con convicción.La joven empleada, quien seguía aturdida por el atractivo de aquel muchacho, asintió y se dirigió de inmediato a la habitación de Emily.—¿Señorita? — Tocó la puerta.—¡¿Qué pasa?! ¡¿Quién me molesta?! — Replicó Emily al tiempo que abría la puerta.—Disculpe, señorita… — La empleada bajo la cabeza en forma de reverencia, aunque tenía poco tiempo trabajando en la mansión,
Los días se volvieron esencialmente hermosos, Máximo se había convertido en todo un caballero y en el hombre con el que, cualquier mujer soñaría.Sin embargo, aunque Isabella no podía pedir más, muchas veces sentía miedo de que su burbuja de felicidad estallara y terminara chocando con una triste realidad.¿Podría ser cierto?, ¿sería así para siempre o su cambio era momentáneo por qué estaban solos en su luna de miel?Isabella observaba desde el balcón a su esposo, quien salía de la playa en su pequeño traje de baño, con ese aire tan atractivo y varonil, con sus músculos goteando, su corazón dio un sobresalto como siempre le ocurría cuando lo veía.Había muchas dudas en la mente y el corazón de Isabella, no obstante, había una única certeza, algo que había descubierto hacía muy poco y de lo que ella, ya no dudaba, se había enamorado de Máximo Collins.Desde hacía algún tiempo ella lo había supuesto, ¿él le gustaba, le atraía o era amor?Pasó muchos días en los que pensó en esa p