—¡¿Qué?! — Margaret se estremeció.¿Qué estaba pasando? ¿Isabella se estaba retractando de la boda a último momento?—Yo, lo siento, abuela… Él es Diego, es o bueno, era mi mejor amigo, creció conmigo en los suburbios y luego él se… — Intentó explicar rápidamente la joven, con el pulso acelerado, confundida con lo que estaba pasando. Margaret respiró con alivio, notando que Isabella no se estaba echando para atrás con la boda.Diego contrajo su expresión con una mueca de dolor, sabiendo lo que estaba por decir la joven, así que la interrumpió.—Isabella, yo me fui, lo sé, pero tengo buenas razones… Quería ayudarte, yo… — Diego intento acercarse más a ella.La joven no supo qué hacer ante la proximidad tan inesperada de Diego, ella solo deslizó la mirada entre su abuela y el hombre, Isabella estaba totalmente confundida y aturdida.—Bueno, señor… — Intervino Margaret, deteniendo a Diego de su acercamiento a Isabella, interponiéndose entre ambos. — Por lo menos ya sé que se co
Las campanas de la iglesia hicieron eco en las afueras y justo cuando el último campanazo sonó, el ritmo de la marcha nupcial comenzó a tocar en manos de una orquesta.Las enormes e impresionantes puertas de la antigua e imponente iglesia se abrieron y desde sus respectivos asientos, los presentes voltearon hacia la entrada, expectantes.Todos querían ver a la novia, la mayoría de los invitados no la conocían, ni sabían de su existencia, ¿quién es Isabella Sinclair?, ¿cómo es que nadie había escuchado hablar de ella antes?Máximo esperaba nervioso al final del pasillo, aunque procuraba mantenerse serio y solemne frente a todos los invitados, su corazón no dejaba de palpitar arrítmico.—Lo siento… Llego tarde. — Escuchó decir a su espalda.—¿Dónde demonios estabas? — Gruñó Máximo por lo bajo, en respuesta.—Estaba en el baño… Creo que esta repentina boda me tiene más nervioso que a ti. — Susurraba Diego, cuando la organizadora lo mandó a callar, pues la novia ya entraba.La j
La limusina arrancó, con una caravana de autos lujosos siguiéndola más atrás, todas las personas observaban desde las calles, asombrados por el nivel de esplendor y suntuosidad de las dos familias más importantes del país, que ahora se unían.Era el momento de la fiesta, un acto que la crema de la sociedad no se podía perder y todos se dirigieron allá.Dentro del auto, Isabella bajó la mirada apenada, todavía sentía las mejillas calientes ante el significativo beso que Máximo le había dado en la iglesia.Ella no había sentido algo así antes, sus manos temblaban, el cosquilleo en el estómago, su mente parecía haberse nublado.Máximo observó a la chica de soslayo, notando su timidez y nerviosismo, él todavía podía sentir el sabor de ese beso, la sensación suave de los labios de ella en los de él, un calor le recorría el cuerpo con solo recordarlo.Máximo volteó hacia el otro lado, inquieto ante el evidente efecto que Isabella le estaba causando.Llegaron a la fiesta, una de las ta
Emily dio un paso hacia atrás, aterrada, viendo que Aiden tenía la copa en la mano y terminó cerrando los ojos con fuerza, esperando el humillante momento.Sin embargo, nada ocurrió, solo se escuchó un chillido muy de cerca y para cuando Emily abrió los ojos, Aiden se había girado y le había tirado la copa de vino encima, a Valeria.—¡Ahhhhhhh! ¡Aiden! ¡¿Qué hiciste, idiota! — Chilló Valeria, completamente manchada y goteando, tal como le había sucedido a Isabella en su fiesta de compromiso.—¿Qué?, ¿qué hice? — El chico se hizo el desentendido, al tiempo que intentaba contener una carcajada.—¡Aiden! ¡¿Qué significa esto?! ¡¿Cómo pudiste hacerle eso a tu hermana?! — Gritó Ricardo.El padre de Aiden, prácticamente había pegado una carrera al ver a su hija toda manchada e intentaba limpiarla con una servilleta, todo un caso, ¿qué podrían hacer para limpiar un vestido blanco manchado completamente con vino?Allí fue cuando Aiden sonrió plenamente, lleno de satisfacción.—Fue
—Isabella… — La ronca voz de Máximo irrumpió en sus pensamientos, capturando la atención de la chica, que levantó la cara, avergonzada. — ¿Estás bien? — Preguntó Máximo, quien seguía con su semblante serio, la joven solo pudo asentir con un movimiento de la cabeza y simular una tenue sonrisa.En un acto inesperado para ella, pero muy consciente por parte de Máximo, él estiró su mano hacia la de Isabella, para tomarla con dulzura.—Tranquila… — La expresión de Máximo cambió por una más amable. — No tienes por qué tenerme miedo, no te haré daño.Isabella asintió, con el corazón acelerado, luego de un momento, ella retiró su mano de la de Máximo, lentamente, con disimulo.¿De verdad él podría ser un buen esposo después de haberla rechazado por considerarla inferior?, ¿podría ser cierto? El corazón de Isabella saltaba mientras se hacía esas preguntas.La joven giró su rostro hacia la ventanilla, concentrándose en el paisaje y suspiró pesadamente, aunque su abuela había confiado en
Isabella se quedó sola en la habitación, con esa extraña sensación en el corazón, de no ser porque los empleados llegaron en la habitación, ¿qué habría ocurrido entre ellos?Sintió las mejillas calientes de solo imaginarlo y se tapó el rostro con ambas manos, avergonzada.Eso de… Estar con él… Era algo que pasaría, lógicamente, él era su esposo, después de todo; pero no era fácil estar con un hombre por obligación a entregarse enamorada, como se suponía que debía ser.Prefirió no seguir pensando en eso, ni darle más vueltas al asunto, así que apenas los empleados salieron del closet, ella entró dispuesta a buscar algo de ropa cómoda para ducharse.Ella no lo podía creer, Isabella casi se quedaba sin aliento cuando vio toda su ropa y no eran más que un montón de prendas diminutas y bastante atrevidas.¡Claro! Ella no hizo su maleta, ni siquiera estaba enterada de que habría una luna de miel, debió haber sido Margaret, o seguramente, su abuela le había pagado a una dependienta de a
La conversación fue agradable, aunque Isabella no quiso darle a Máximo muchos detalles de su vida, él entendió perfectamente que la joven había pasado por bastantes dificultades.Luego de varias horas y varias copas de vino, Isabella se quedó profundamente dormida sobre la tumbona.Máximo le miró por largo rato, pensativo y sintió pena por ella, Isabella era una chica, hermosa, dulce e inocente, una combinación que él jamás había conocido y quizás eso era lo que le atraía de ella.Justo allí, él se dio cuenta.La mente de Máximo se puso en alerta, todos sus músculos se tensaron y una pregunta ridícula abordo su mente, ¿él se sentía atraído hacia Isabella? Volvió a mirar a la joven que suspiraba dormida.«Ella me gusta» admitió finalmente en su mente, sin podérselo creer él mismo, no obstante, eso no significaba que la situación pudiera cambiar, porque una simple atracción no lo separaría de su propósito.Máximo tomó a Isabella entre sus brazos, como una pequeña, y la llevó de re
Aunque Isabella hubiera querido usar un traje de baño más modesto, era imposible cuando ella no había escogido ni una sola de las prendas que había en las maletas, así que no había otra opción más que adaptarse y guardarse sus complejos.Ella se giró sobre los talones con algo de incomodidad y la vergüenza fue más grande, cuando se encontró con Máximo mirándola fijamente con la boca literalmente abierta.—Ah… Eh… ¿Estás lista? — Balbuceó Máximo cuando la tuvo de frente, rascándose el cuello para disimular y sintiéndose tan ridículo como un crío inexperto.—Sí, podemos empezar. — Murmuró ella con las mejillas coloradas, lo que la hizo ver más hermosa para Máximo, quien tragó grueso.Entraron juntos en la piscina y Máximo empezó por explicarle lo básico, como los movimientos y los diferentes tipos de nado.Era todo un reto, acompañarla mientras chapoteaba, ayudarla y guiarla, al mismo tiempo que Máximo evitaba que se irguiera su propio entusiasmo por solo verla.No se suponía qu