Se escuchó el sonido de una garganta aclarándose, Isabella volteó la mirada, junto a ella, estaba Máximo Collins, como siempre lo había visto, con esa expresión malhumorada y formal, que siempre lo acompañaba.—Buenas noches… — Murmuró él.Asustada, Isabella volteó rápidamente hacia Aiden, quien apenas vislumbró a Máximo, cambió su sonrisa por una mueca de pocos amigos.—Buenas noches… — Contestó Aiden, con un tono chocante, al tiempo que Isabella bajaba la mirada, comenzando a sentir de nuevo esos nervios y esa extraña sensación de cosquilleos en su interior. — ¿Qué se le ofrece, señor Collins?—Tengo que hablar con Isabella. — Informó Máximo a la defensiva, usando también un tono hostil.—Con Isa, querrá decir… Mi novia. — Aiden se levantó de su asiento, altivo. Él no soportaba la actitud prepotente de Máximo, pues ya tenía suficiente con tener que aguantar la de su familia. — ¿Se puede saber que tiene que hablar usted, con mi novia? — Preguntó entonando con más fuerza la ú
Valeria no supo qué decir, había cometido un terrible error, uno que seguramente le costaría muy caro.Pero ella no estaba arrepentida de levantar la mano contra Isabella, sino de no haber notado a tiempo a su abuela, quien se atravesó en su camino.Sus ojos se llenaron de lágrimas de impotencia e indignación y luego de emitir un fuerte gruñido, ella se dio la media vuelta para salir del restaurante corriendo.—Abuela… — Intentó hablar Aiden, cuando fue interrumpido por Máximo.—Señora Sinclair, ¿se encuentra bien? — Preguntó, todavía atónito, por lo sucedido.—¿Qué hace usted con mi nieta, señor Collins? — Replicó Margaret, ceñuda, ignorando por completo la pregunta de Máximo. — ¿Por qué noto, últimamente, que usted siempre está en los alrededores de Isabella justo cuando algo le sucede? — Siguió hablando la mujer, con mala cara.Sorprendido ante la suposición mal infundada de Margaret, Máximo deslizó la mirada hacia Isabella, quien se había aferrado a Aiden en medio de todo
En su deseo por animar a su prima, Aiden la convenció de acompañarlo al casino, para distraerse, jugar y tomarse unas cuantas copas de champán por un rato.—No debería. — Murmuró ella observando la burbujeante bebida, pues ya iba por la cuarta copa.—Ay, prima… ¿Cuántas veces se te dan oportunidades, cómo está? Despéjate un poco… Todo esto es gratis, ¿recuerdas? — Aiden elevó las cejas con picardía, saboreando un delicioso canapé.—Es que, no estoy acostumbrada a beber.—Ni que te estuvieras tomando la botella completa… — Le volteó los ojos Aiden. Isabella le sonrió.—Solo espero que no se aparezca tu hermana por aquí o alguno de los Collins. — Isabella miró los alrededores, preocupada.—¡No los invoques, por favor! Pareciera que este barco no es lo suficientemente grande como para no tener que encontrarlos y ya no los soporto.—Pues somos dos. — Después de un trago, Isabella volvió a concentrarse en el juego.La experiencia fue relajante, por un rato Isabella pudo olvi
—Pero si juntos, hablamos con la abuela… — Valeria se pegó contra el pecho de Máximo. — Ella podría escucharnos…Máximo arrugó el entrecejo con una chispa de molestia e incomodidad y Valeria se dio cuenta de que lo estaba perdiendo, la oportunidad que tanto había esperado, se le escapaba de las manos y no era así como se suponía que tenía que salir el plan.Así que, en medio de su desespero, pensando que podría seducirlo, ella se lanzó sobre él, entrelazando sus brazos en el cuello de Máximo y estampando sus labios, con todas sus fuerzas.Todo sucedió muy rápido, fue en un solo un instante, Máximo se sorprendió por el repentino ataque de la supuesta dama y tomó a Valeria por los hombros, dispuesto a separarla, cuando de reojo vio un movimiento en el pasillo.Ejerciendo la presión justa como para no lastimarla, despegó a Valeria de su cuerpo de un jalón y volteó hacia donde, hacía solo un instante, le pareció ver la presencia de alguien, sin embargo, en el pasillo ya no había nadi
La cena estaba lista y todos se habían prepararon para el tan esperado momento, el heredero sería anunciado.Valeria escogió su prenda más impactante y costosa, un vestido completamente bordado de pedrería de color marfil que se ajustaba a sus curvas, con mangas cortas y falda larga con caída, de abertura en la espalda y en una pierna.Aunque la chica era delgada, para ella, estaba en el estándar del cuerpo perfecto.Además, Valeria pidió un par de ayudantes, quienes se encargaron de recoger su rubio cabello en un moño bajo, con algunos mechones sueltos en ondas e integraron una tiara.Y se mando a hacer un maquillaje distinguido y suave, que resaltara sus ojos azules con un delineado leve. La joven completo su atuendo con unos tacones blancos altísimos, ideales para quedar algo cerca de la altura de Máximo, y poder besarlo, cuando lo anunciarán como su prometido. Vanesa estaba segura de que sería la escogida, pues ¿Quién más podría ser el heredero que ella? Sus primas Zara y
Valeria estuvo a punto de levantarse, indignada, para reclamarle a Aiden e Isabella, ella no sabía qué era lo que iba a reclamar, pero igualmente lo haría.Y en el mismo instante en que se removió en su asiento, entró en el restaurante su abuela, Margaret, con esa expresión severa que siempre la acompañaba, lo que le hizo recordar a Valeria todo lo que había en juego.No podía cometer ninguna estupidez, por lo menos, hasta que el anuncio estuviera hecho.Cómo la vez anterior, Margaret tomó su lugar junto a los invitados especiales, los Collins y la cena fue servida.Todos comieron nerviosos, inclusive muchos no pudieron comer, pues el futuro de la familia estaba en juego, toda la fortuna y la potestad de ordenar, quedaría en manos de alguien nuevo y eso daba mucho en que pensar.Después de postre, Margaret se levantó de su asiento y se dirigió al escenario, dónde la banda dejó de tocar para cederle el paso.Hubo un momento de silencio sepulcral, todos estaban atentos a las palab
—No. – Murmuró Máximo. Isabella y Margaret lo miraron sorprendidas. No me casaré con ella.—¿Acaso lo escuché bien, señor Collins? Margaret le dirigió una mirada severa.—Así es, señora Sinclair, no estoy de acuerdo con este matrimonio, de hecho, estoy aquí en contra de mi voluntad, no es mi deseo casarme y el que usted escogiera a Isabella, no me parece… Apropiado. — Afirmó Máximo, con mucha convicción.Isabella se había sorprendido, efectivamente, pero al mismo tiempo, una brisa de alivio había invadido su todavía aturdida cabeza, pues ella tampoco quería casarse con ese hombre.Sin embargo, eso no hacía menos doloroso escuchar las palabras de Máximo y su rechazo.—¿Apropiado? ¿Y por qué, según usted, el que haya elegido a Isabella, no le parece apropiado? Preguntó Margaret con antipatía.—Bueno…Máximo miró de refilón a Isabella, la joven había bajado la cara, su expresión denotaba vergüenza, lo que revolvió a Máximo por dentro.Pero él ya había tomado una decisión, él
—Digo… Que tú tienes que aceptar este matrimonio, lo quieras o no. — Afirmó Margaret llena de convicción.—¿Por qué? — Isabella sintió un corrientazo por todo el cuerpo, una sensación de ahogo la invadió.—Es complicado, pero necesario… Eso es todo lo que necesitas saber.Replicó Margaret, e intentando evadir el tema, simuló acomodar los papeles sobre su escritorio, esperando que Isabella sé marcharse sin decir nada asumiendo su próximo matrimonio.Por ese momento, Isabella se olvidó del temor que le producía su abuela y de su autoridad… Era más grande el miedo verse casada con Máximo, lo que provocó que tuviera el valor de enfrentar a Margaret.—Pero yo… Yo no quiero, no quiero casarme con ese hombre… Y él tampoco me quiere… Ya lo escuchó, él me rechazó… No soy apropiada… — Balbuceó Isabella con todo el cuerpo temblando.—No importa lo que él diga, tú eres la escogida, eres mi nieta y él tendrá que aceptarlo. — Gruñó Margaret por lo bajo, sin levantarle la mirada a Isabell