Valeria... Despierto con un fuerte dolor de cabeza, de golpe me llegan los recuerdos de mis ultimas horas del día, recuerdo a mi papá y mis ojos se llenan de lágrimas nuevamente, no quiero ni encender la televisión ya que lo más probable es que la noticia ya se filtró a la prensa y quién sabe cuántas tonterías que no son ciertas están diciendo ahora mismo. Mi celular comienza a sonar en la pantalla está el nombre de Roberto, en verdad no quisiera responder, pero se trata de Roberto, quizás ya se enteró de lo de mi padre también y aunque no tengo ganas de hablar del tema, no sé porque me siento mal al ignorar su llamada, en cuanto acepto la llamada su voz acelerada se escucha del otro lado. — ¿¡Pequeña Val?! Oh Valeria, acabo de enterarme de lo de tu padre lo siento mucho... no preguntaré como estas porque me imagino eso, cancelaré mis vacaciones para que te tomes unos días de reposo. — No, descuida Roberto, no me siento nada bien pero no puedo dejar el trabajo botado nuevamente...
Cuando abro los ojos me siento tan desorientada, con los sentidos adormilados, aunque poco a poco van captando nuevamente las cosas de al rededor, estoy en un cuarto oscuro, solo esta una pequeña ventana que permite que la poca luz de la luna entre en el lugar. Estoy atada a una silla con las manos tras mi espalda y un pañuelo en mi boca, muevo mi cabeza a los lados queriendo aflojar el agarre del trapo en mi boca, para poder gritar, pedir auxilio o algo y de paso muevo mis brazos intentando soltar mis manos también. — Solo estas perdiendo fuerza y tiempo... no podrás salir de aquí Esa voz masculina, levanto la cara y de entre la oscuridad sale Roberto, tan impecable con su traje plateado, prende un cigarrillo con desinterés, no puedo creerlo, pude esperar la traición de cualquiera, pero no de él, esto es tan sorpresivo como doloroso para mí; lagrimas se escapan de mis ojos, lo que siento es una combinación ente rabia y dolor, tal y como cuando encontré a Jair y Cristina juntos. —
Cuando levanto la cabeza mi mirada molsta y un tanto perturbada se une con la de él, me irrita verlo sonriendo tan divertido, me sorprende como no le remuerde la conciencia ni un poco todo el mal que ha hecho, se acerca mucho a mí a pasos lentos, tengo unas ganas de gritarle en la cara que es un ser despreciable, él comienza a reír de nuevo y se inclina con todas las intenciones de quitarme el pañuelo de la boca. — ¿Qué pasó? ¿Quieres decir algo? — Ni se te ocurra quitarle ese trapo de la maldita boca Una mujer aparece desde la oscuridad, mis ojos se abren de par en par al principio pero después la fulmino con la mirada, la mujer, es nada más y nada menos que Cristina, aparece triunfante y sonriente en el lugar, con un vestido rojo ajustado y zapatillas altas, muy elegante ella para la ocasión, en verdad, verla aquí no me sorprende tanto como lo esperaba, curiosamente ha estado involucrada y presente en mis desgracias desde siempre; lo único que sé, es que en verdad me siento estúp
No sé de qué manera describir mi sentir en estos momentos, estoy tan decepcionada del par que tengo al frente, ahora todo tiene sentido para mí de cierta manera, Cristina había estado presente en mi vida desde que tengo memoria y siempre para asegurarse de si algo bueno me pasaba a mí, ella quedarse con el crédito y buscar la manera de hacerme menos; ante mis desgracias ella se mostraba indiferente y en mis éxitos y momentos buenos se acercaba para tratar de arruinarlos, siempre fue un mala amiga, una mala mujer. De Roberto, sin palabras, en realidad no miré venir el golpe de ningún lado por parte de él, siempre fue un gran actor al parecer, como es que nunca me di cuenta de esa ambición sin límites. Mientras ellos celebran su aparente éxito yo me lamento de ser tan tonta y que a pesar de que son un par de lo peor, tan malvados y despreciables, aun así, siento un poco de tristeza por ambos. Roberto se acerca a mí con un cuchillo en la mano, que sacó de uno de los cajones del escrit
Mort... Valeria da su último aliento en mis brazos, de nuevo fui consiente de como el brillo en sus ojos desapareció antes de que sus párpados cayeran por completo ocultándolos de mí, de como el calor de su cuerpo desaparecía poco a poco y el tono rosado de sus mejillas desaparece, un grito desgarrador sale de mi pecho seguido de mis sollozos llenos de dolor, siento que el aire me quema, lastima mis pulmones con cada respirar, jamás me podré acostumbrar a esto, no importa cuánto tiempo pase y cuantas veces lo experimente.Dejo con cuidado el cuerpo de mi amada Valeria en el piso deseando poder llevarla conmigo en este momento, pero no puedo, tener que dejarla tirada en este frío y sucio puso me llena de impotencia; el quejido de una mujer me recuerda que no estoy solo, aún queda una alimaña más de la cual encargarse, le echo una mirada llena de rabia al cadáver del estúpido de Roberto y me pongo de pie limpiando mis lágrimas y dejando que mi ira avive las llamas que la rodean quemánd
Mi nombre es Valeria Palacios, tengo 26 años y hasta hace unos meses podía decir que era la mujer más feliz y afortunada del mundo, había logrado tener una buena relación con mis padres y que se sintieran orgullosos de mi, me casé con el hombre de mis sueños y tenía la mejor amiga de todas, hasta que de repente enfermé. Al principio todos se preocuparon por mi todo empezó como debilidad y mucho sueño, después el cansancio hacía de las suyas tomando posesión de mi cuerpo sin autorización ocasionando que me desmayara repentinamente varias veces al día, ahí fue cuando nos dimos cuenta que algo no andaba bien. Pero en mis exámenes médicos no había nada inusual, pero mi salud iba decayendo cada día más, pensé que todos me querían, que estaban preocupados por mi, pero todo eso cambió hace unos meses... 4 meses atrás... Cada ves me cuesta más mantenerme despierta, según los médicos solo eran secuelas por estrés pero no parecía tener mejora, me sentía triste y sola, desde hace bastante ti
Mi cuerpo duele cada día más, hasta el respirar se empieza a dificultar, mis extremidades parecen de plomo necesito hacer un esfuerzo sobrehumano para moverme aunque sea un centímetro en esta incomoda cama. A pesar de tener 26 años tengo el aspecto de alguien mucho más mayor como una mujer que camina por el final del sendero de la tercera edad hacía la muerte, mi piel se torno algo flácida, seca y pálida, tengo un rostro acabado por el cansancio lleno de ojeras y arrugas, mi cabello que antes era brilloso y abundante se tornó opaco y quebradizo, además de que empezó a caerse considerablemente. No entendía la razón de este castigo, la vida no hacía más que torturarme, nunca fui una mala persona a pesar de que todos a mi al alrededor lo fueran conmigo. Y ahora todas esas personas eran felicies mientras yo moría lentamente en el olvido entre las paredes de esta solitaria habitación, sin nadie que se preocupara por mi, a pesar de que en algún momento hize todo por ellos. Era un día he
Flashback 5 años atrás.... Voy saliéndo de clases, cada vez falta menos para graduarme, había decidido estudiar arquitectura ya que empresas son lo que sobran en la cuidad, esperaba poder conseguir un buen puesto, con un gran salario y así de esa manera ayudar a mis padres con los gastos, para ya no ser una carga. Veo a lo lejos a un grupo de chicos, entre ellos Jair... no pude evitar suspirar, es un chico muy apuesto sus ojos color miel combinan con su cabello dorado, tenía unos rasgos finos que lo hacían ver tan atractivo, era alto con un cuerpo delgado pero tonificado, sentía que me sonrojaba de solo pensar en aquella vez que lo miré sin camiseta cuando salía de las duchas de hombres después de su partido de baloncesto. — Cierra la boca se te va a caer la baba de tanto ver a Jair — ¡Cristina! Mi mejor amiga apareció colgándose de mi cuello pensando su brazo por detrás, y golpeando mi barbilla ligeramente, no tenía la boca abierta, ella soltaba grandes carcajadas su risa era ta