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Capitulo 23. No sirvió de nada

El vínculo estaba completo.

Adara era su loba de por vida, y nadie podría cambiar eso.

El príncipe se quedó varios minutos con sus colmillos encajados en el cuello de su luna para que se terminara de formalizar el lazo. Pero mientras que eso pasaba, ella se quejaba y gritaba sin parar.

Hasta que…

Él noto que ella comenzó a respirar con calma, ya no sujetaba el árbol como si estuviera a punto de partirlo en dos. Más bien, se estaba como sosteniendo de él. Y fue cuando él percibió que se había quedado sin fuerzas.

Al liberarla de la mordida, y de la otra parte importante de su cuerpo, Adara se desplomo y fue cuando el príncipe la tomó entre sus brazos.

Ella se había desmayado.

Bardas sonríe al verla inconsciente y vulnerable, y pensar de que minutos atrás era una loba agresiva a punto de querer asesinarlo por no querer marcarla y hacerle el amor.

—Eres una chica traviesa.

El príncipe emprende el camino de vuelta a la manada, ella necesitaba descansar, ahora que la había marcado, Adara e
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