«No nacemos como mujer, sino que nos convertimos en una»
Simone de Beavoir
El anciano entonces añadió:
—El dinero lo tengo yo, el recurso también… Ahora la pregunta es, ¿te aventurarías a algo como eso?
¿Le estaba tomando el pelo? No entendía nada, Freda preguntó confusa:
—¿Por qué me dice todo esto?
—Estoy seguro de que das para más, en más siento que eres un caballo ganador.
—Es que…
—Solo piensa en eso, voy a estar aquí hasta que se me olvide el coraje que tengo hacia mi familia.
—¿Tiene familia?
—Es una larga historia… —sonrió el anciano— ¿Freda tienes familia?
Ella se quedó callada:
—Sé que eres huérfana y que tu deseo siempre fue encontrar a tu familia.
—Ahora solo pienso en mí…
—Si logras hacer lo que te digo puede que con el dinero que tengas sepas quién es tu familia.
Freda sacudió su cabeza, era una total locura, supuso que el sujeto le tomaba el pelo. No lo tomó en serio, eso no podía ser verdad, ella no podría, no tenía ese nivel, ni esas agallas…
—¿Entonces Freda, cuento contigo?
—Debo de pensarlo…
—Bien, tienes poco tiempo odio esperar, a mi edad esperar no es tan agradable.
Esa noche llegó a casa pensativa y vio a la señora Lowel con una bandeja de té helado:
—Es la hora del té de la noche.
Esa noche con la cabeza en las nubes pensó en todo lo que el anciano le había dicho eran muchas cosas, Mandy entonces se acercó a ella con una revista:
—Esta es la revista del momento y hay una lista de los jóvenes solteros millonarios, viudos millonarios y hombres mayores millonarios disponibles.
Freda la ojeó y cuando vio la imagen de la joven promesa de la política Arios Hudson, exclamó:
—¡Yo lo conozco!
Mandy la miró sorprendida y se le rio en la cara:
—¿Conoces a Arios Hudson? ¿De dónde?
Se dio cuenta de su error entonces ella le comentó:
—Lo veo cada día en mis sueños.
Mandy rio con ganas y entonces les indicó a unos viudos:
—Todos estos están en mis sueños húmedos, principalmente sus billeteras.
Ellas rieron y pensó que hasta ese momento todo eso eran sueños para ellas; sin embargo, si lo pensaba bien, ella lo había conocido en un curioso incidente, en una confusión y se dio cuenta de que podía ser cierto, ella podía pasar por una joven con dinero… ¿Pero cautivaría a un hombre como Hudson?
Mandy le mostró unos vestidos:
—Tienen que ayudarme a elegir.
Ellas vieron los trajes todos hermosos y elegantes:
—Invertí mucho en ellos, espero que sea para algo bueno.
—¿Invertiste? —preguntó Freda.
—Esto es como un negocio, solo que el sueldo será miles de dólares y viajes al exterior, se debe invertir en buenos accesorios…
Entonces secundó Tory:
—Hay que aparentar que se tiene nivel.
Freda observaba cada vestido y eran divinos, ella solo tenía uno y no lo había usado en nada. Tentador, todo era muy tentador, podía ser, solo tenía que arriesgarse.
Esa mañana Arios intentaba concentrarse en el discurso que daría en el club ante los jóvenes visionarios nacientes:
—Estoy orgulloso de ver a muchos jóvenes emprendiendo en estos tiempos, no se han dejado vencer por las distracciones del momento, más bien han se han enfocado en tomar el control de sus vidas y de la economía de este país…
Aunque intentaba ponerle sentimiento, no le salía el estilo político, hizo una mueca y su intercomunicador sonó y le anunciaron que su tía Lily había llegado.
Su tía era genial, después de la muerte de su padre lo apoyó incondicionalmente en todo momento, tanto como su tío Fred.
Ella entró fastuosa, siempre elegante, con una chaqueta y falda a juego con los zapatos y cartera, en un cálido tono beige. Le sonrió radiante.
—Hola, querido.
—Tía, te ves espectacular.
—Me fui a un Spa en donde hacen modernos tratamientos con lodo, chocolate y cosas extrañas, querido deberías de hacerte algo como eso.
Arios sonrió y ella le preguntó.
—¿Dejaste esa tontería de la política?
—No, la verdad, la idea me atrae un poco…
—Los Hudson no somos políticos —dijo rotunda—, si hubiese sido así, tu padre habría dejado su estela en ese asunto.
Arios entonces le respondió secamente:
—No soy mi padre…
Lily lo sabía bien; sin embargo, tenía muy claro todas las bajezas que rodeaban ese mundo de la política y su sobrino tenía un corazón de ángel, por eso comentó:
—Fred te mete cosas en la cabeza, como esa chica horrorosa con la que sales…
—¿Hablas de Katy?
—Tiene nombre de gata… —dijo con fastidio.
Entonces le comentó a su tía.
—Pienso dejar a Katy y no sé… Ver qué hay para mí.
—¡Aleluya! Por fin algo bueno…
—Katy me hizo subir en las encuestas —hizo una mueca—, pero es un tedio estar con ella.
El corazón no sabía de encuestas y ella le aconsejó:
—Arios, querido… —lo miró con dulzura— Eres un chico valioso y especial, debes buscar una mujer diferente, fuerte, inteligente y que tenga metas claras.
De esas no conocía en el medio y ella añadió:
—No permitas que Fred te presente mujeres fofas, él sigue soltero porque no digiere esos especímenes.
Arios sonrió y Fred entró en esos momentos sosteniendo las últimas encuestas.
—Sobrino debo de decirte que tu salida con Katy elevó el nivel de interés en tu persona, vamos por el camino correcto.
—Para algo tenía que servir esa chica horrorosa —comentó Lily.
—Hermana, ¿has estado aquí?
Ellos no tenían relaciones cordiales desde hacía muchos años y Arios le comunicó a su tío.
—Tío, voy a terminar con Katy.
Fred se quedó callado, no se esperó esto, se cogió la quijada y de repente una idea pasó por su mente.
—Claro, diremos que ahora no estás para sentimentalismo, sino para concentrarte en tu futuro político… A la gente le encantará ese detalle… —puso rostro soñador— Arios, enfocado en el futuro de su pueblo.
—¡Qué horror! —exclamó Lily.
—Es política hermana, el pueblo somos nosotros.
Ella rio con ironía:
—¿Tu parte del pueblo? Conduces un BMW y comes en los mejores restaurantes de la ciudad, vacacionas en Ibiza y te dices parte del pueblo —comentó ella.
Fred hizo una mueca, su hermana siempre fue exasperante.
—Pienso que Arios es el alcalde que nuestra ciudad merece, joven, inteligente y capaz —entonces le comentó a su sobrino—, Katy es un fastidio, buscaremos a otra persona, alguien con más contenido.
Señaló su pecho.
—Espero sobrino que pronto despiertes y te alejes de todo ese mundo terrible que implica la política.
Cuando su tía se fue, Fred se puso a la carga.
—Tenemos que reunirnos con los Venerables Caballeros de Adán —lo vio enarcar una ceja—, es como una logia secreta de viejos millonarios, tenemos que ganarnos su apoyo, nadan en dinero y les encantan las labores sociales…
Fred le contó un poco sobre ellos.
—Todos hicieron fortuna por ellos mismos, se jactan de ser de la vieja escuela, ninguno heredó de nadie… Se reúnen en un club a jugar ajedrez, contar chistes o hablar de los buenos viejos tiempos.
—¿Y qué se supone que debo de hacer yo con ellos?
—Ellos tienen dinero Arios, mucho dinero y pueden apoyar tu campaña hacia la alcaldía, solo debes de ganártelos con elogios, escuchándoles sus consejos y jugando ajedrez… Por cierto —dijo de pronto—, te pagué clases de golf, es que a ellos les encanta ese deporte.
Tenía una foto de su padre en el escritorio, era del grupo de los que se habían formado solo. Su padre se alejó del modelo Hudson de comercio y se centró en el inmobiliario y le fue bien. Consolidó una inmensa fortuna y lo educó con valores morales; él quería hacer algo con todo lo que sabía y de cierta forma dejar en alto el legado que su padre y no ser el típico niño rico que creció lleno de oportunidades y que las mujeres seguían para saber sobre sus romances. Detestaba eso y resulta que era eso exactamente lo estaba pasando en su vida.
La imagen de la joven en la tienda acudió a su mente, lo cierto es que ella le había puesto en un dilema: si salía con tontas, era un tonto, así de simple y él debía sacudir su imagen y centrarse para no ser comidilla de chicas fofas y sin cerebro.
Por lo pronto, ahora que estaba libre de Katy, tendría tiempo de buscar a la joven perfecta para él. Arios, pensó que no le vendría mal reencontrar a esa joven de nuevo y ahora que lo pensaba nunca se la había topado en el Club o en alguna fiesta, ¿sería acaso que era nueva en la ciudad? Tampoco tenía su nombre… Alzó su teléfono:
—Martha, hace poco compré en una de las tiendas de la avenida Apple un vestido para Katy… Comunícame con esa tienda.
En breve tenía la llamada…
—Hace unos días compré un vestido para mi exnovia… Había una joven con un bello traje azul, parece que compró el vestido, ¿sabe quién es ella?
No había registro de la joven… Raro, ni una venta de ese vestido por separado.
—Entiendo, si sabe algo de ella, puede comunicarse conmigo… —le daba su número.
¿Era un fantasma? No, ella fue real; pero, ¿quién era? Eso aumentó su deseo de saber y de ver si esa joven podía ser la indicada para comenzar algo bonito o solo fue un espejismo más en medio del desierto de su vida.
«Hay siempre en el alma humana una pasión por ir a la caza de algo»Charles DickensFreda miraba la revista una y otra vez, todos esos hombres con fotos muy bien puestas, se notaba la clase y se nombraba las cifras de sus fortunas, loables… Intentó visualizarse del brazo de un tal Jeremías Bernard, según decían el sujeto invertía en diamantes y joyas.«—Querida Freda cuando vi este diamante me dije me recuerda a los ojos de mi Freda.—Querido, es… ¿No había uno más grande?—Tienes razón, mereces el diamante más grande del mundo, del porte de nuestro amor…»Sería tan inusitado… Demasiado bueno para ser real, a cada momento la idea se volvía tentadora, muy interesante y provocativa. Daba vueltas en la terraza y miró hacia la inmensidad de la noche, una bella y preciosa noche salpicada de estrellas y entonces se dio cuenta en ese momento que no tenía opción, su padrino esperaba eso de ella y no podía decirle que no, el tiempo se agotaba… Estaba en aprietos. Entonces llamó al anciano:—Di
“Las que se preocupan por el matrimonio y la fertilidad, pueden considerarse como diosas” Arios sonreía mientras manejaba su auto y entraba en las empresas de su familia, saludó a todos y de repente su secretaria se le acercó con una agenda: —Su tío está preguntando por usted incesantemente. —Ya hablaré con él… —Han llegado cartas de sus admiradoras y un paquete sin remitente. Eso le extrañó y entonces pidió que le llevaran el paquete y las cartas que habían llegado, solía motivarse leyendo las palabras de ellas. Marcó a su tío y escuchó su voz exaltada: —¡Cómo te atreves a salir sin escoltas! Eres una figura pública y pueden secuestrarte o hacerte daño. Arios riendo le dijo a su tío: —¿Y todas las clases de defensa personal que me hiciste tomar? —Escucha Arios, eres importante, podrías ser el hombre del futuro y no puedes jugar con tu seguridad. —Está bien… Lo siento por estresarte. —Recuerda nuestra reunión con los Caballeros de Adán y el baile de los Jóvenes visionarios,
«Lo bueno nunca es fácil y lo fácil nunca es bueno» —¿Qué tenemos aquí? Dijo con voz afeminada y mirando a Freda con suma atención: —Hay tanto por hacer con esta criatura, ¿haces deportes? —No… —Desde ahora lo harás. Quien decía todo eso era uno de los transexuales más cotizados del momento, su nombre artístico era Verona, como la ciudad de Romeo y Julieta. Verona era una celebridad en materia de la moda y elegancia, decían que era asesora de imagen y ahora la tenía en frente; su cabello era hermoso, de un castaño claro y largo hasta la mitad de la espalda, su atuendo siempre sexi y elegante con tacones altos, «no dejo mis tacones por nada», había dicho en una entrevista y en verdad parecía que ya formaban parte de su ser. Entonces le dio su parecer sobre el asunto: —¿Consideras que el asunto será fácil? —La verdad… —Los hombres ricos andan por doquier… Pero junto a ellos arpías con largas uñas prensando sus brazos, dispuestas a dar su vida porque no le quiten el sustento.
«Llevar sueños en los pies es empezar a hacer los sueños realidad» Roger Vivier —¿Vas a decirme quién era ese tipo que te trajo? La voz de Verona era muy inquisitiva y su cansancio lo era más. —Alguien que conocí… —la voz de Freda era un susurro, no esperó nada de eso— fue un accidente… —El auto era de marca… No lo vi bien, pero se veía que era de alguien de dinero. —No es nadie importante, pero tampoco podía llevarlo a donde vivo, entonces pensé que podía venir acá. —Buena estrategia —aprobó—, ellos nunca deben de saber de dónde eres, eso arruinaría el encanto. —¿Puedo dormir? —Claro… Verona se abanicó, la chica tenía tanto que aprender y había tanto que enseñarle. Fred Hudson estaba bebiendo un whisky cuando su móvil sonó y fue a ver lo que le enviaban: Fotos de su sobrino y una bella jovencita, frunció el ceño cuando lo vio subirse con ella al auto… —¿Quién es esta mujer? Marcó el número del fotógrafo. —¿Conoces a la joven? —No… —Bien, entiendo, es una total descono
«La coincidencia nos lleva de la mano de la casualidad» Brithany Brady se miraba ante el ancho espejo, su madre le pasaba un conjunto. —Este te sentará bien… —¿Sabes a quién vi en la reunión? —¿A quién? —A Mandy Lauren, ella está en el grupo de las cazas millonarios. —De seguro hará de todo por quitarte al tuyo, no debes permitirlo, hija. —¿Crees que le daré la oportunidad? Yo seré quién consiga a un millonario primero que ella. —Escucha los consejos de las sabias, recuerda que esta es la oportunidad de hacer algo que cambie tu mundo para siempre. Brithany sonrió y se miró con el atuendo puesto y se puso la meta de que arrasaría con todas. Fred recibía el informe que tanto deseaba: —Señor —decía la secretaria—, estos son los informes de los eventos que se dieron esa noche en el hotel Hammon. —Gracias, Irma… Comenzó a revisar el informe y vio algo que llamó su atención: Convención de las Damas de Juno, ¿dónde había escuchado eso? Al evento solo asistieron mujeres, ¿la jove
«Alguien dijo que los seres humanos somos como las orquídeas. Cada uno de nosotros es frágil, bello y raro».(Francesc Miralles, La lección secreta) La voz de Carol las sacó de sus cavilaciones: —Nunca desestimen un entierro o velorio, ese hombre tiene amigos ricos, gente con dinero y puede que alguna salga aventajada. Mandy pensó en que podía ser ella, claro Brithany también pensó lo mismo y cuando terminó la charla se le acercó a Mandy. —Me conviene un viudo… Así que te aviso que si es para mí haré de todo para conseguirlo. Mandy no se quedó atrás y le respondió: —Ya somos dos, si es para mí te lo pelearé. Se desafiaron y apenas llegó a la casa, fue donde Freda que leía un libro: —Freda, tienes que ayudarme. —¿Qué sucede? —Tengo que ir a un entierro mañana… —¿Quién se murió? —Una mujer… Es parte de lo de las Damas de Juno, el tarjet que perseguimos son los viudos… Freda la miraba boca abierta y preguntó: —¿Es en serio? —Claro, son hombres ricos, viudos… solos, necesita
« Justo el día en que no pensaba en nada especial, suceden cosas especiales…» En el Centro de ayuda asistencial, pidió informes sobre su esposo y le dijeron: —Se encuentra en los jardines. Ella fue y de lejos lo vio jugando ajedrez con otro sujeto, a simple vista parecía disfrutar de su paz, pero ella no estaba segura y entonces vio a uno de los enfermeros y lo llamó: —¿Trabajas aquí? —Sí… ¿Necesita algo? —¿Ves a ese hombre que está jugando ajedrez, el de la camisa verde? —Sí, es el señor Litman, un gran sujeto. —Escucha, te pagaré bien si me informas todo lo que hace, quien viene a verlo… Todo —sacó de su cartera dinero y se lo dio—, no me ocultes nada. —Ok —contaba el dinero— deme su número para llamarla si sé de algo. Ella le dio su tarjeta y se ocultó para ver a su esposo a escondidas. Uno de los guardaespaldas le dio el informe sobre la salida de su sobrino: —Fue al entierro de la mujer de Oreonte, genial… Me gusta eso, luego fue a tomar café con una joven… —miró al su
«Dale a una mujer los tacones adecuados y conquistará al mundo» Marilyn Monroe Verona tenía las piernas cruzadas de forma elegante y tomaba un té de vaso alto y le decía: —Freda es mi colaboradora… —¿Trabaja para usted? —Por el momento sí, su sueño es poner un Spa, pero desea hacerlo con estilo, le ofrecí empleo… —¿Sabe cómo conoció a mi sobrino? Eso no tenía idea, pero si tenía mucha imaginación y por eso le respondió: —Suelo enviarla por ropa, o a visitar clientes a sitios de moda… supongo que eso pudo ser. Fred no creía en las coincidencias de nada, entonces le explicó: —Cuido la imagen de mi sobrino, sé que pronto será el alcalde de la ciudad, no quiero que ella se interponga. Verona se las traía con un nefasto y entonces le comentó: —Nada puedo hacer si son amigos. —Puede decirle que no se acerque a mi sobrino… —Como guste, lo cierto es que no veo el inconveniente, pero sí eso gusta. Fue una visita bastante molesta y ella llamó a Freda: —Necesito que vengas inmedia