Nada es imposible, la propia palabra lo dice: "puedo hacerlo".
Audrey Hepburn
No podía creer que la dama le hubiera dado ese precioso vestido como pago y que conociera al candidato a la alcaldía más guapo de todos los tiempos: Arios Hudson, cielos estaba de suerte, ese vestido lo luciría en… ¡Rayos!, no había dónde lucir algo como eso en Treeman. Ahora ella se pavoneaba por esas calles con una funda de marca.
Freda se miró en el espejo de un escaparate, con ese vestido cualquiera la confundiría con una lady, cuando…
—¿Freda Denis?
Que alguien dijera su nombre en Apple Valley era bastante raro:
—Sí —entonces rápidamente explicó—, el vestido me lo obsequiaron.
La mujer no entendía nada de lo que ella decía, entonces le extendió un sobre:
—Su padrino desea conocerla.
Eso era totalmente impactante, conocería al hombre que auspiciaba su vida y se emocionó.
La familia Hudson se había destacado en el negocio inmobiliario y consolidado una gran fortuna; sin embargo, desde hacía poco tiempo habían dado un giro hacia la política y todo se lo debían a Fred Hudson, tío del en ese momento el soltero más cotizado de la ciudad, Arios Hudson, y al que le preparaban su camino a la Alcaldía de la ciudad.
Por lo pronto promovían su imagen como líder juvenil y hombre altruista. En su oficina había un gran afiche con su imagen con el puño en alto sonriendo con un aire seductor, innato en su propia belleza. Tenía 30 años y estaba soltero y con la típica estela de rumores que un famoso puede tener sobre su vida sentimental. Sus ojos, color plomizo, le daban apariencia de niño pícaro y su porte, sobrepasaba el metro ochenta, lo hacía tener el aire de modelo de revista. Empresario, deportista consumado en Polo, judo, esquí, buceo, surf en olas altas y en todo era un ganador, tenía un lunar cerca de la boca y eso le daba cierta sensualidad, al menos eso decían los medios de farándula.
Arios participaba en eventos de líderes juveniles desde hacía mucho tiempo, el lema de su padre era:
«Nunca seas un seguidor, porque si al que sigues se cae te jalará, haz tu propio camino y que otros sigan tu estela»
Amaba esa frase de su padre, tenía un letrero con ellas frente a su escritorio y podía verla constantemente. No quería perder el norte y a veces sentía que ya lo había perdido, pero cuando volvía a mirar el letrero se rehacía y se enfocaba. Ahora que veía esa frase se volvía a enfocar y a pensar en el futuro. Aunque los ojos de la ciudad estaban puestos en el joven y arrogante empresario cuyo tarjet eran los cientos de damas que eran sus seguidoras, faltaba ese algo especial que le daría ese más que su corazón ansiaba.
Esa mañana el heredero de la fortuna Hudson intentaba concentrarse en su trabajo. Debía tomar importantes decisiones como qué color de corbata les gustaba a las mujeres, qué tipo de bebida debía tomar en público, con quién cenaría por la noche… Su imagen debía encajar con el perfil de rico solidario, que deseaba una igualdad y toda esa clase de peroratas que su asesor recitaba y que en sus labios se escuchaba loable; pero, que depurando tenía tintes de interés. En medio de todo ese barullo que se había vuelto su vida se le vino a la mente la joven que conoció en la tienda de ropa: hermosa, directa, franca y contundente.
«—Mi tonta novia la olvidó aquí.
—Si es tonta, ¿por qué sigue con ella?
…
—Porque no encuentro a nadie más interesante.
—Créame una mujer que no puede elegir su propio vestido, es una inútil»
Era totalmente cierto, Katy, para todos los efectos, entraba en el perfil de novia trofeo, exuberante y tan vacía como una ostra chupada… Había caído en lo que muchos decían la moda de los millonarios: salir con modelos, estrellas de moda o chicas top para aparentar que eran… Populares y si revisaba su popularidad en redes, por chicas como Katy subía mucho, pero en él iba dejando un vacío enorme.
Katy era modelo, una bella modelo top y tenía grandes implantes en sus senos, lo sabía muy, había andado por ellos muchas veces; sin embargo, fuera de eso… Era un globo, bonito y sin contenido. No supo cómo llegó a eso o tal vez. La moda lo estaba orillando hacia todo aquello.
Freda estaba feliz, abrió el sobre y la citaban en el Centro de Ayuda Asistida Ernest Osman.
Llegó a la Casa de las flores y sus compañeras ya estaban en casa, cuando la vieron con la funda de marcas, Tory se le fue encima diciendo:
—Dime que no es solo la funda, que hay algo lindo adentro.
Mandy alzó la mirada y sus ojos verdes vieron la funda y se levantó:
—¿Qué hay allí?
Freda sonrió y entonces sacó el bello vestido:
—¡Es hermoso!
—¡Divino! ¿Cómo lo conseguiste?
—Me salió un trabajito de último momento y me pagaron con el vestido.
Ellas estaban sorprendidas y Tory le preguntó:
—¿No te tocaba trabajar en el salón de belleza?
—Me despidieron…
Estaban tan sorprendidas, entonces ella pronunció el nombre tan odiado por todas ellas:
—Brithany Brady.
—¿Esa perra? —bufó Mandy—, insoportable arpía y lo que es peor es que no saben…
Ellas la miraron desconcertadas:
—Estará en la prueba de las Damas de Juno.
Freda no entendía la dimensión de esas palabras hasta que Tory le explicó:
—Aspirará a conseguir un millonario como el que Mandy quiere.
—Conociendo a la Brady hará de todo por conseguirlo, hasta jugar sucio.
Freda miró el vestido, ella tan solo deseaba por una sola vez poder lucir algo hermoso en un lugar elegante.
Estaba nerviosa, no sabía cómo reaccionar al conocer a la persona que la había ayudado tantos años, el sitio era de alto nivel y para ella sería como una especie de «Refrigeradora de ancianos ricos» como le decían a veces, un sito en donde se dejaban a los viejos ricos que nadie quería atender, ¿su padrino estaba allí? Sintió pesar.
—Busco la habitación 207.
—Es la de allí, ¿eres familia?
—Algo así…
Tocó antes de entrar y se escuchó una voz arrogante y enojada.
—¿Quién m****a jode?
—Soy Freda Denis…
No pudo decir su ahijada, sentía que no se escucharía bien aquello. Un momento de silencio y entonces:
—Entra.
Ella entró y la habitación era muy elegante, tenía de todo, televisión, sofá reclinable, una cama de lujo y tecnología, excelente tecnología. Esperó encontrar a un anciano decrépito y mal humorado, pero este señor debía bordear los 65 años a lo sumo, nada de decrépito, parecía muy vital.
—Así que eres Freda…
Admiró a la joven, era hermosa, aunque le faltaba el refinamiento de la sociedad, la joven preguntó con cautela:
—¿Usted es mi padrino?
Lo vio asentir y entonces el sujeto se presentó:
—Yo me llamo Albert Litman, ¿Quién te puso ese nombre?
Curiosa pregunta y entonces le respondió:
—Supongo que las venerables monjas que me criaron, siempre deseé conocerlo y agradecerle todo lo que ha hecho por mí.
Albert se conmovió por un instante y entonces solo dijo:
—Bien Freda, ¿Tiene novio?
Entonces se inició una serie de preguntas…
—No…
—¿Hijos?
—No…
Hasta ese punto era todo tan extraño.
—¿Eres lesbiana?
—No, solo estudiante.
—¿Qué m****a estudias?
—Belleza, mi sueño es poner un Spa de belleza, claro no cualquier spa, el mejor de Treeman.
Albert, entonces ignorando los sueños de la joven, solo preguntó:
—¿Y después? ¿Qué harás posteriormente?
Era una pregunta rara, si ponía un negocio lo lógico era vivir de él, administrarlo, tal vez hacerlo crecer, una cadena de spa por todo Treeman…
—Tendría mi negocio… Tal vez una casa.
—¿Hijos, marido, esas pendejadas?
Freda entonces le respondió:
—Puede ser… No he pensado en eso.
Entonces el anciano le comentó:
—¿Sabes cómo veo tu vida? —vio su interés— Como una gran m****a… Pagué tus estudios hasta ahora para verte hacer algo más que eso.
Ella hizo un respingo y él procedió:
—Freda eres joven, debes de tener… 20 o tal vez 21…
—Veintidós.
—Bien, estudias, trabajas y es loable, pero la vida te puede dar más.
Allí iba el clásico discurso del esfuerzo y de las metas… Como si fuese fácil llegar al éxito.
—Puedes tener lo que quieras si sabes hacer lo correcto —continuó diciendo—, eres bonita…
Dios que no le proponga nada sexual, no lo soportaría:
—Un poco desgarbada, pero con una correcta dirección podrías refinarte, clases de modales, de caminata… Ropa costosa…
A la joven le pareció extraño lo que el anciano decía y entonces preguntó:
—¿Y para qué desearía todo eso?
—Para casarte con un millonario, claro.
Freda se rio con ganas y entonces vio que el anciano hablaba muy en serio y entonces se dio cuenta de que su vida podía cambiar para siempre.
—¿Habla en serio?
—Tanto como que me gusta el filete Mignion y las salchichas de Treeman.
Freda iba a ser clara con el anciano:
—Para eso se necesita inversión, dinero, mucho dinero que no tengo y… No me considero lo suficientemente capaz para eso.
Albert entonces le comentó:
—Freda me debes mucho en la vida, deseo que me pagues de una sola manera…
Freda quedó a la expectativa:
—Quiero que te cases con un millonario, simple como eso, entonces podré sentirme tranquilo de que tu vida estará asegurada.
Freda lo miró desconcertada y le preguntó:
—¿Por qué haría eso?
—Porque sería tu forma de pagarme todo lo que te he dado hasta ahora, debes conquistar a un sujeto con mucho dinero al punto de que él desee casarse contigo.
Estaba sorprendida, nunca esperó tal cosa, el anciano le comentó:
—Hay muchas mujeres que desean eso en su vida y solo logran fantasear, pero tú lo lograrás, te prepararás para ello y será tu forma de pagarme todo…
Era la propuesta más extraña que pudo escuchar en su vida.
«No nacemos como mujer, sino que nos convertimos en una»Simone de BeavoirEl anciano entonces añadió:—El dinero lo tengo yo, el recurso también… Ahora la pregunta es, ¿te aventurarías a algo como eso?¿Le estaba tomando el pelo? No entendía nada, Freda preguntó confusa:—¿Por qué me dice todo esto?—Estoy seguro de que das para más, en más siento que eres un caballo ganador.—Es que…—Solo piensa en eso, voy a estar aquí hasta que se me olvide el coraje que tengo hacia mi familia.—¿Tiene familia?—Es una larga historia… —sonrió el anciano— ¿Freda tienes familia?Ella se quedó callada:—Sé que eres huérfana y que tu deseo siempre fue encontrar a tu familia.—Ahora solo pienso en mí…—Si logras hacer lo que te digo puede que con el dinero que tengas sepas quién es tu familia.Freda sacudió su cabeza, era una total locura, supuso que el sujeto le tomaba el pelo. No lo tomó en serio, eso no podía ser verdad, ella no podría, no tenía ese nivel, ni esas agallas…—¿Entonces Freda, cuento
«Hay siempre en el alma humana una pasión por ir a la caza de algo»Charles DickensFreda miraba la revista una y otra vez, todos esos hombres con fotos muy bien puestas, se notaba la clase y se nombraba las cifras de sus fortunas, loables… Intentó visualizarse del brazo de un tal Jeremías Bernard, según decían el sujeto invertía en diamantes y joyas.«—Querida Freda cuando vi este diamante me dije me recuerda a los ojos de mi Freda.—Querido, es… ¿No había uno más grande?—Tienes razón, mereces el diamante más grande del mundo, del porte de nuestro amor…»Sería tan inusitado… Demasiado bueno para ser real, a cada momento la idea se volvía tentadora, muy interesante y provocativa. Daba vueltas en la terraza y miró hacia la inmensidad de la noche, una bella y preciosa noche salpicada de estrellas y entonces se dio cuenta en ese momento que no tenía opción, su padrino esperaba eso de ella y no podía decirle que no, el tiempo se agotaba… Estaba en aprietos. Entonces llamó al anciano:—Di
“Las que se preocupan por el matrimonio y la fertilidad, pueden considerarse como diosas” Arios sonreía mientras manejaba su auto y entraba en las empresas de su familia, saludó a todos y de repente su secretaria se le acercó con una agenda: —Su tío está preguntando por usted incesantemente. —Ya hablaré con él… —Han llegado cartas de sus admiradoras y un paquete sin remitente. Eso le extrañó y entonces pidió que le llevaran el paquete y las cartas que habían llegado, solía motivarse leyendo las palabras de ellas. Marcó a su tío y escuchó su voz exaltada: —¡Cómo te atreves a salir sin escoltas! Eres una figura pública y pueden secuestrarte o hacerte daño. Arios riendo le dijo a su tío: —¿Y todas las clases de defensa personal que me hiciste tomar? —Escucha Arios, eres importante, podrías ser el hombre del futuro y no puedes jugar con tu seguridad. —Está bien… Lo siento por estresarte. —Recuerda nuestra reunión con los Caballeros de Adán y el baile de los Jóvenes visionarios,
«Lo bueno nunca es fácil y lo fácil nunca es bueno» —¿Qué tenemos aquí? Dijo con voz afeminada y mirando a Freda con suma atención: —Hay tanto por hacer con esta criatura, ¿haces deportes? —No… —Desde ahora lo harás. Quien decía todo eso era uno de los transexuales más cotizados del momento, su nombre artístico era Verona, como la ciudad de Romeo y Julieta. Verona era una celebridad en materia de la moda y elegancia, decían que era asesora de imagen y ahora la tenía en frente; su cabello era hermoso, de un castaño claro y largo hasta la mitad de la espalda, su atuendo siempre sexi y elegante con tacones altos, «no dejo mis tacones por nada», había dicho en una entrevista y en verdad parecía que ya formaban parte de su ser. Entonces le dio su parecer sobre el asunto: —¿Consideras que el asunto será fácil? —La verdad… —Los hombres ricos andan por doquier… Pero junto a ellos arpías con largas uñas prensando sus brazos, dispuestas a dar su vida porque no le quiten el sustento.
«Llevar sueños en los pies es empezar a hacer los sueños realidad» Roger Vivier —¿Vas a decirme quién era ese tipo que te trajo? La voz de Verona era muy inquisitiva y su cansancio lo era más. —Alguien que conocí… —la voz de Freda era un susurro, no esperó nada de eso— fue un accidente… —El auto era de marca… No lo vi bien, pero se veía que era de alguien de dinero. —No es nadie importante, pero tampoco podía llevarlo a donde vivo, entonces pensé que podía venir acá. —Buena estrategia —aprobó—, ellos nunca deben de saber de dónde eres, eso arruinaría el encanto. —¿Puedo dormir? —Claro… Verona se abanicó, la chica tenía tanto que aprender y había tanto que enseñarle. Fred Hudson estaba bebiendo un whisky cuando su móvil sonó y fue a ver lo que le enviaban: Fotos de su sobrino y una bella jovencita, frunció el ceño cuando lo vio subirse con ella al auto… —¿Quién es esta mujer? Marcó el número del fotógrafo. —¿Conoces a la joven? —No… —Bien, entiendo, es una total descono
«La coincidencia nos lleva de la mano de la casualidad» Brithany Brady se miraba ante el ancho espejo, su madre le pasaba un conjunto. —Este te sentará bien… —¿Sabes a quién vi en la reunión? —¿A quién? —A Mandy Lauren, ella está en el grupo de las cazas millonarios. —De seguro hará de todo por quitarte al tuyo, no debes permitirlo, hija. —¿Crees que le daré la oportunidad? Yo seré quién consiga a un millonario primero que ella. —Escucha los consejos de las sabias, recuerda que esta es la oportunidad de hacer algo que cambie tu mundo para siempre. Brithany sonrió y se miró con el atuendo puesto y se puso la meta de que arrasaría con todas. Fred recibía el informe que tanto deseaba: —Señor —decía la secretaria—, estos son los informes de los eventos que se dieron esa noche en el hotel Hammon. —Gracias, Irma… Comenzó a revisar el informe y vio algo que llamó su atención: Convención de las Damas de Juno, ¿dónde había escuchado eso? Al evento solo asistieron mujeres, ¿la jove
«Alguien dijo que los seres humanos somos como las orquídeas. Cada uno de nosotros es frágil, bello y raro».(Francesc Miralles, La lección secreta) La voz de Carol las sacó de sus cavilaciones: —Nunca desestimen un entierro o velorio, ese hombre tiene amigos ricos, gente con dinero y puede que alguna salga aventajada. Mandy pensó en que podía ser ella, claro Brithany también pensó lo mismo y cuando terminó la charla se le acercó a Mandy. —Me conviene un viudo… Así que te aviso que si es para mí haré de todo para conseguirlo. Mandy no se quedó atrás y le respondió: —Ya somos dos, si es para mí te lo pelearé. Se desafiaron y apenas llegó a la casa, fue donde Freda que leía un libro: —Freda, tienes que ayudarme. —¿Qué sucede? —Tengo que ir a un entierro mañana… —¿Quién se murió? —Una mujer… Es parte de lo de las Damas de Juno, el tarjet que perseguimos son los viudos… Freda la miraba boca abierta y preguntó: —¿Es en serio? —Claro, son hombres ricos, viudos… solos, necesita
« Justo el día en que no pensaba en nada especial, suceden cosas especiales…» En el Centro de ayuda asistencial, pidió informes sobre su esposo y le dijeron: —Se encuentra en los jardines. Ella fue y de lejos lo vio jugando ajedrez con otro sujeto, a simple vista parecía disfrutar de su paz, pero ella no estaba segura y entonces vio a uno de los enfermeros y lo llamó: —¿Trabajas aquí? —Sí… ¿Necesita algo? —¿Ves a ese hombre que está jugando ajedrez, el de la camisa verde? —Sí, es el señor Litman, un gran sujeto. —Escucha, te pagaré bien si me informas todo lo que hace, quien viene a verlo… Todo —sacó de su cartera dinero y se lo dio—, no me ocultes nada. —Ok —contaba el dinero— deme su número para llamarla si sé de algo. Ella le dio su tarjeta y se ocultó para ver a su esposo a escondidas. Uno de los guardaespaldas le dio el informe sobre la salida de su sobrino: —Fue al entierro de la mujer de Oreonte, genial… Me gusta eso, luego fue a tomar café con una joven… —miró al su