“Las que se preocupan por el matrimonio y la fertilidad, pueden considerarse como diosas”
Arios sonreía mientras manejaba su auto y entraba en las empresas de su familia, saludó a todos y de repente su secretaria se le acercó con una agenda:
—Su tío está preguntando por usted incesantemente.
—Ya hablaré con él…
—Han llegado cartas de sus admiradoras y un paquete sin remitente.
Eso le extrañó y entonces pidió que le llevaran el paquete y las cartas que habían llegado, solía motivarse leyendo las palabras de ellas.
Marcó a su tío y escuchó su voz exaltada:
—¡Cómo te atreves a salir sin escoltas! Eres una figura pública y pueden secuestrarte o hacerte daño.
Arios riendo le dijo a su tío:
—¿Y todas las clases de defensa personal que me hiciste tomar?
—Escucha Arios, eres importante, podrías ser el hombre del futuro y no puedes jugar con tu seguridad.
—Está bien… Lo siento por estresarte.
—Recuerda nuestra reunión con los Caballeros de Adán y el baile de los Jóvenes visionarios, tengo que conseguirte una pareja para ese evento…
—Deja eso, ya conseguí a alguien…
—¿A quién? Tengo que investigarla.
—Relájate… —jugaba con el paquete— Solo es una persona que conocí.
—No puedes salir con cualquiera, por el amor de Dios eres una figura pública.
—Tío, tengo trabajo que hacer… —cortó riendo.
Observó detenidamente el paquete, jugueteó con él y lo abrió lleno de curiosidad y encontró una nota que decía en letras muy elegantes:
«¿Te gustan los rompecabezas?
Te invito a completar uno, pero te advierto que tu vida puede cambiar para siempre»
Eso le dio risa y cuando sacudió la funda encontró una pequeña pieza de una esquina de algo y al analizarla detrás tenía escrito el número 1, le pareció extraño, analizó todo con suma atención y no, no había algo más que dijese de quien provenía ese detalle tan extravagante, guardó el paquete en uno de los cajones de su escritorio y se metió en sus labores.
Freda llegó al Centro de ayuda asistencial y cuando fue a ver a su padrino estaba en los hermosos jardines tomando una margarita y en compañía:
—¡Ahí viene! Freda, ven acá.
Ella fue dudosa y Albert la miró de pies a cabeza:
—Hiciste compras, te ves bien.
—Señor Litman —le devolvió la tarjeta.
—Es tuya… ¿Qué te parece Doug?
Él tal Doug era un joven alto, bien atractivo y con pinta de fresco, la miró de pies a cabeza descaradamente y de repente exclamó:
—Tiene posibilidades…
—¿Usted es…?
—Freda, este hombre es mi hijo.
Freda estaba sorprendida y allí no quedaba todo:
—Será tu maestro en el camino para nuestro propósito.
Doug dijo con malicia:
—No sabía que las huerfanitas tuvieran tanto atractivo.
—Modérate Doug.
Ella lo miró ofendida por su descarada forma de ser y preguntó:
—¿Él me va a enseñar qué…?
—Todo lo que necesitas para parecer una delicada princesa y que te muevas en sociedad con soltura…
Freda entonces le aseguró:
—Yo sé comportarme.
—Tal vez, sabes… Pero no al nivel diosa que necesitas —recalcó él.
Harold entonces le indicó a la joven:
—Hazle caso, si alguien sabe cómo encajar en ambientes de sociedad es Doug y lo digo porque es lo único que supo hacer en la vida.
O sea, tenía ante ella a un vividor y lo miró con malicia.
—Bien, te ayudaré y quiero que me obedezcas en todo lo que diga.
—No puedo asegurarle eso… —se cruzó de brazos—, depende de lo que digas…
Doug miró lo astuta que era la muchacha y entonces dijo en voz alta:
—Da gracias que a los hombres les gustan las chicas complicadas… Es lo que está de moda.
Entonces Doug añadió:
—Seré tu profesor Higgins y tú serás mi Elisa.
Esto aduciendo al libro Pigmaleón.
—Ahora deja ver lo que compraste…
—Tengo buen gusto, descuide…
Revisó una de las fundas, bonito, pero nada esplendoroso… Sin personalidad.
—Esto es ropa…
—Es muy observador —se burló Freda.
—Yo no necesito ropa… Necesito estilo, personalidad reflejada en esta ropa y… —tiró el trapo—, no me dice nada, solo que te gusta la moda de revistas.
Freda se rascó la cabeza y entonces se dio cuenta de que hasta para vestirse había que saber hacerlo.
—Tienes buen cuerpo, trasero, tetas… Todo en orden.
Freda lo miró sorprendida y él notó su enfado:
—Eso tienes… ¿Tatuajes?
—No.
—Mejor, los millonarios odian esos tatuajes con los nombres de otros sujetos ¿Alguna enfermedad venérea?
—No, por Dios —se escandalizó.
—¿Tienes novio?
—Terminé con él hace mucho…
—¿Eres virgen?
Ella miró a ese tal Doug y dijo incómoda.
—Sí, lo soy.
—¡Ja! —dijo el sujeto— Rareza de las rarezas.
—Tenemos que jugarnos bien esa carta — señaló a Doug.
—¿Jugar con qué?
Lo miró desconcertada.
—Una chica virgen es… Raro, poco común y es como un aliciente para nuestro tarjet —explicó—. Principalmente en los hombres maduros.
Entonces curioso le preguntó.
—Eres una chica grande, ¿por qué sigues virgen?
Eso era muy íntimo para decirlo así a personas que no conocía y más a ese sujeto raro.
—Es que… Eso es muy especial.
—Romántica.
Doug entonces dijo pensando en voz alta.
—Hay que armarle una historia muy buena… Tipo Anita la huerfanita, después de todo eres la huerfanita.
—¿Qué tanto importaría eso?
—Es un clásico, los clásicos siempre siguen en vigencia.
Entonces le indicó que lo siguiera y ella llevando sus compras fue con él al estacionamiento:
—¿Tienes transporte?
—El señor Litman me dio este…
—¡El Porsche!
La miró molesto y se subió con ella y entonces le explicó:
—Necesitamos un asesor de imagen para que te ayude con lo de la ropa…
—¿Creí que lo harías tú?
—Yo te asesoraría en cómo quitártela, no, hay personas indicadas y algunas me deben favores.
Manejó hacia una zona exclusiva y llegaron a una casa elegante y Freda miró todo con suma atención:
—¿Quién vive aquí?
—Un… sujeto muy especial.
La casa era en verdad lujosa con un hermoso jardín de rosas de varios tonos, la puerta tenía diseños de rosas en bronces muy bellas. La señora que vivía allí debía tener buen gusto y fueron atendidos por un mayordomo que los recibió de forma apática.
—Es inglés… —susurró Doug.
Escucharon el ruido de tacos estrellándose en el mármol y cuando Freda vio a la persona que los usaba se quedó impactada.
Cada 20 años las venerables damas Juno se reunían para planear su nuevo evento: La iniciación de nuevos prospectos para pasar sus conocimientos de cómo cazar millonarios a las nuevas generaciones.
Antes de la reunión con las aspirantes, las damas más antiguas tomaban el té en una cafetería exclusiva.
Los temas se centraban en sus maridos, viajes y los sitios de moda que frecuentaban o los chismes del momento, hasta que Carol Litman las interrumpió para decir:
—Albert me dejó.
Todas la miraron sorprendidas, una de sus colegas le preguntó:
—¿Por otra mujer?
—No… Gracias a Dios no, solo se fue a un lugar de descanso enojado con su hijo…
—Los hijos… —comentó una de las mujeres con pesar— son toda una historia.
Todas asintieron solemnes.
—No olvidemos la causa de esta reunión —dijo otra de las presentes.
Un silencio reinó en todas y Carol volvió a tomar el control para añadir con tono enfático.
—Han pasado 20 años y es momento de hacer una nueva iniciación, cada una de nosotras debe de buscar y presentar en un mes a su candidata más opcional.
Ellas asintieron emocionadas de poder compartir su saber con la nueva generación, así como alguien lo hizo con ellas en su momento:
—Mañana conoceremos a las chicas aspirantes, espero este año sea algo bueno.
Carol hizo una mueca, tenía muchas inquietudes, no esperó tener que enseñar a una joven a ser… Como ella; sin embargo, alguien se tomó la molestia de enseñarle y pudo conquistar la meta, se supone que parte del trato era enseñar a una chica a hacer lo mismo y a eso iba ahora a pasar su saber sobre el tema en cuestión.
Había mucho que considerar: Por ejemplo, la juventud de ahora tenía en la mente ideas de ser amantes o buscarse padrinos «mágicos», que las saquen de los problemas y se olvidaban de los códigos.
El romanticismo moderno había creado la idea de que buscar un millonario era tan fácil e idealizaban ese tema, incluso habían creado perfiles extravagantes sobre ellos… Sería complicado y difícil.
Nadie dijo lo que pensaba en ese momento, solo sonrieron y Reina Avery comentó.
—Me parece bien, ya es hora de compartir nuestra sabiduría al mundo.
—Querida deja de comer bocaditos con ron —le corrigió Nuria Pino.
—Vamos, Nuria es un pequeño exceso de nuestra amiga —añadió Collet Perkins.
—No podemos tener excesos, somos damas de sociedad —dijo Carol—, entonces, ¿listas para el reto?
Alzaron sus tés helados de forma solemne e hicieron un brindis.
—¡Por el dinero!
—¡Por el dinero!
Así, las Damas de Juno, cerraban una importante sesión en donde se había decidido un solo punto: Encontrar y presentar posibles candidatas para el magno evento de Cazar a un millonario.
Iniciamos esta preciosa novela que te cautivará el corazón por siempre.
«Lo bueno nunca es fácil y lo fácil nunca es bueno» —¿Qué tenemos aquí? Dijo con voz afeminada y mirando a Freda con suma atención: —Hay tanto por hacer con esta criatura, ¿haces deportes? —No… —Desde ahora lo harás. Quien decía todo eso era uno de los transexuales más cotizados del momento, su nombre artístico era Verona, como la ciudad de Romeo y Julieta. Verona era una celebridad en materia de la moda y elegancia, decían que era asesora de imagen y ahora la tenía en frente; su cabello era hermoso, de un castaño claro y largo hasta la mitad de la espalda, su atuendo siempre sexi y elegante con tacones altos, «no dejo mis tacones por nada», había dicho en una entrevista y en verdad parecía que ya formaban parte de su ser. Entonces le dio su parecer sobre el asunto: —¿Consideras que el asunto será fácil? —La verdad… —Los hombres ricos andan por doquier… Pero junto a ellos arpías con largas uñas prensando sus brazos, dispuestas a dar su vida porque no le quiten el sustento.
«Llevar sueños en los pies es empezar a hacer los sueños realidad» Roger Vivier —¿Vas a decirme quién era ese tipo que te trajo? La voz de Verona era muy inquisitiva y su cansancio lo era más. —Alguien que conocí… —la voz de Freda era un susurro, no esperó nada de eso— fue un accidente… —El auto era de marca… No lo vi bien, pero se veía que era de alguien de dinero. —No es nadie importante, pero tampoco podía llevarlo a donde vivo, entonces pensé que podía venir acá. —Buena estrategia —aprobó—, ellos nunca deben de saber de dónde eres, eso arruinaría el encanto. —¿Puedo dormir? —Claro… Verona se abanicó, la chica tenía tanto que aprender y había tanto que enseñarle. Fred Hudson estaba bebiendo un whisky cuando su móvil sonó y fue a ver lo que le enviaban: Fotos de su sobrino y una bella jovencita, frunció el ceño cuando lo vio subirse con ella al auto… —¿Quién es esta mujer? Marcó el número del fotógrafo. —¿Conoces a la joven? —No… —Bien, entiendo, es una total descono
«La coincidencia nos lleva de la mano de la casualidad» Brithany Brady se miraba ante el ancho espejo, su madre le pasaba un conjunto. —Este te sentará bien… —¿Sabes a quién vi en la reunión? —¿A quién? —A Mandy Lauren, ella está en el grupo de las cazas millonarios. —De seguro hará de todo por quitarte al tuyo, no debes permitirlo, hija. —¿Crees que le daré la oportunidad? Yo seré quién consiga a un millonario primero que ella. —Escucha los consejos de las sabias, recuerda que esta es la oportunidad de hacer algo que cambie tu mundo para siempre. Brithany sonrió y se miró con el atuendo puesto y se puso la meta de que arrasaría con todas. Fred recibía el informe que tanto deseaba: —Señor —decía la secretaria—, estos son los informes de los eventos que se dieron esa noche en el hotel Hammon. —Gracias, Irma… Comenzó a revisar el informe y vio algo que llamó su atención: Convención de las Damas de Juno, ¿dónde había escuchado eso? Al evento solo asistieron mujeres, ¿la jove
«Alguien dijo que los seres humanos somos como las orquídeas. Cada uno de nosotros es frágil, bello y raro».(Francesc Miralles, La lección secreta) La voz de Carol las sacó de sus cavilaciones: —Nunca desestimen un entierro o velorio, ese hombre tiene amigos ricos, gente con dinero y puede que alguna salga aventajada. Mandy pensó en que podía ser ella, claro Brithany también pensó lo mismo y cuando terminó la charla se le acercó a Mandy. —Me conviene un viudo… Así que te aviso que si es para mí haré de todo para conseguirlo. Mandy no se quedó atrás y le respondió: —Ya somos dos, si es para mí te lo pelearé. Se desafiaron y apenas llegó a la casa, fue donde Freda que leía un libro: —Freda, tienes que ayudarme. —¿Qué sucede? —Tengo que ir a un entierro mañana… —¿Quién se murió? —Una mujer… Es parte de lo de las Damas de Juno, el tarjet que perseguimos son los viudos… Freda la miraba boca abierta y preguntó: —¿Es en serio? —Claro, son hombres ricos, viudos… solos, necesita
« Justo el día en que no pensaba en nada especial, suceden cosas especiales…» En el Centro de ayuda asistencial, pidió informes sobre su esposo y le dijeron: —Se encuentra en los jardines. Ella fue y de lejos lo vio jugando ajedrez con otro sujeto, a simple vista parecía disfrutar de su paz, pero ella no estaba segura y entonces vio a uno de los enfermeros y lo llamó: —¿Trabajas aquí? —Sí… ¿Necesita algo? —¿Ves a ese hombre que está jugando ajedrez, el de la camisa verde? —Sí, es el señor Litman, un gran sujeto. —Escucha, te pagaré bien si me informas todo lo que hace, quien viene a verlo… Todo —sacó de su cartera dinero y se lo dio—, no me ocultes nada. —Ok —contaba el dinero— deme su número para llamarla si sé de algo. Ella le dio su tarjeta y se ocultó para ver a su esposo a escondidas. Uno de los guardaespaldas le dio el informe sobre la salida de su sobrino: —Fue al entierro de la mujer de Oreonte, genial… Me gusta eso, luego fue a tomar café con una joven… —miró al su
«Dale a una mujer los tacones adecuados y conquistará al mundo» Marilyn Monroe Verona tenía las piernas cruzadas de forma elegante y tomaba un té de vaso alto y le decía: —Freda es mi colaboradora… —¿Trabaja para usted? —Por el momento sí, su sueño es poner un Spa, pero desea hacerlo con estilo, le ofrecí empleo… —¿Sabe cómo conoció a mi sobrino? Eso no tenía idea, pero si tenía mucha imaginación y por eso le respondió: —Suelo enviarla por ropa, o a visitar clientes a sitios de moda… supongo que eso pudo ser. Fred no creía en las coincidencias de nada, entonces le explicó: —Cuido la imagen de mi sobrino, sé que pronto será el alcalde de la ciudad, no quiero que ella se interponga. Verona se las traía con un nefasto y entonces le comentó: —Nada puedo hacer si son amigos. —Puede decirle que no se acerque a mi sobrino… —Como guste, lo cierto es que no veo el inconveniente, pero sí eso gusta. Fue una visita bastante molesta y ella llamó a Freda: —Necesito que vengas inmedia
¿Cómo puedes llegar a lo más alto en la vida sino llevas los zapatos más altos? Sonia Rykiel Cuando el móvil de Carol sonó y ella revisó se quedó estupefacta con lo que veía, la joven era hermosa ¡JOVEN! Su esposo quería cambiarla por un modelo más reciente y eso… Eso nunca lo permitiría. Arios solía divagar en pensamientos y escribir de cuando en cuando lo que sentía y en ese momento juzgaba en lo extraño que fue la vida al ponerlo frente a una desconocida. «Justo el día en que no pensaba en nada especial, suceden cosas especiales… De repente te vi con ese hermoso vestido azul y supe que no eras igual a las demás, tenías un halo de grandeza y de misterio que te envolvía y no alcanzaba a imaginar que el destino te pondría en mi camino varias veces…» Suspiró, al menos eso lo ayudaba a descongestionar sus pensamientos, su secretaria entró con unas cartas y otro sobre: —Llegó esto, señor Hudson. Él asintió y revisó las cartas, mujeres de la ciudad le enviaban parabienes y saludos,
«Me voy de cacería porque la noche está fría y la presa está dispuesta para esta que esta chica haga lo que mejor sabe hacer: cazar» Carol disparó entonces: —Doug te trae mujeres aquí y si te descubro Albert te desplumo. Salía molesta y se topaba en la entrada con Doug. —Carol, ¿qué haces aquí? —Vine a ver a tu padre y te advierto que si sigues con esas cosas te voy a dar la zurra que no te di de niño. Freda llegaba en esos momentos y cuando Doug la vio, supo que estaban en problemas, cogió a Carol, le dio la vuelta y la abrazó: —¡Mamita! La mujer gritó y Freda al ver a Doug hacerle señas se escondió. —¡Idiota! —lo golpeó ella. Subió al auto y se fue, Doug vio salir a Freda y entonces ella preguntó: —¿Quién era ella? —La esposa de mi padre… De la que te salvaste… —respiraba agitado. Freda entró a visitar al anciano y él le explicó: —Mi esposa no entiende lo que deseo hacer… —Lo lamento. Doug estaba afuera cuando vio el auto de Carol volver a frenar frente al sitio y se