Esther entra a la biblioteca, Nolan lo hace detrás de ella con cierta curiosidad y a la vez, con dudas. La actitud de su cuñada era tan relajada, que para él, hablar de Aurora siempre implicaba una sensación de tristeza e impotencia. —Dime que es lo que ocurre, Esther. ¿Cómo es eso que sabes algo sobre el accidente de Aurora? —Así mismo como lo oyes y como acabas de decirlo, Nolan. Hay algo que debes saber sobre lo que realmente pasó y quién te mintió con respecto al supuesto accidente. —Nolan frunció el ceño al oír a su cuñada. —Sigo sin entender, ¿de qué o quién hablas? ¿quién me mintió? —Velo por tus propios ojos —saca de su bolsa, el dispositivo USB y se lo entrega.—No me gusta a lo que estás jugando. ¿Qué hay en este dispositivo? —Tienes que verlo con tus propios ojos. No quiero que vayas a decir luego que tengo otras intenciones, cuando realmente lo único que he querido es proteger a mi familia, tú y Sami son mi familia. Nolan respira profundamente. Las dudas invad
Luego de saciarse de la chica, Nolan se aparta de ella. Violeta tiembla de miedo, le cuesta incorporarse, todo su cuerpo tiembla, se siente débil, como puede se gira boca abajo y apoya sus manos sobre la superficie pulida y húmeda del escritorio hasta que logra incorporarse lentamente. Lo mira con odio, con dolor, con tristeza. —No tenías derecho a hacerme esto. No sabes cuanto te odio. —masculló Violeta con los ojos cristalinos y la frustración en su mirada.—Tú tampoco tenías derecho a mentirme, sé que conoces al maldito doctor, sé que Daniel Thompson es tu enamorado Dan —Ella lo mira con estupor, no pensó que él supiera tanto sobre aquel hombre, ahora se sentía culpable y responsable de lo que acababa de ocurrir, Nolan la sujeta de ambos brazos y la estremece— ¿Por qué me mentiste, Violeta? Dime ¿Por qué no me dijiste la verdad? ¿Qué más me ocultas? Las lágrimas de Violeta no cesan, al igual que la lluvia; no puede ocultar su dolor. —No sé de qué hablas, si
El rostro de Violeta cambia por completo, en medio de tanta angustia; ver que era alguien conocido, la llena de tranquilidad momentánea.—¿Cómo llegué hasta aquí? —pregunta con asombro.—Te encontré tirada en un césped a un kilómetro de aquí. Venía de dejar a mi colega en su casa. ¿Pero qué hacías tú allí? ¿No se supone que eres la babysitter de Nolan O’Brien?Aquel nombre provoca nuevamente desconcierto y tristeza en Violeta, para ella Nolan O’Brien había sido el principio y el fin de semana felicidad.—Ya no trabajo para él. —dijo y bajando el rostro, se sentó en la cama.—¿Puedes dejar a un lado tu arma? —comentó en tono burlón por lo que Violeta no pudo evitar sonreír.—Disculpa, Dan. —dejó a un lado el paraguas negro.—No te preocupes, te entiendo. No debe ser fácil para ninguna chica aparecer en la habitación de un hombre. ¿Vives ahí, en esa pensión?—Vivía, Doña Saireh no me quiso aceptar de regreso. —de pronto llegan a la cabeza de la pelicastaña las palabras de Camila
La felicidad de la pequeña Samantha invade la casa, la presencia de la mascota de regreso llena de risas y ladridos a la niña y a Camelia quien disfruta de la alegría de aquel angelito. ¡Es tan poco lo que un niño necesita para ser feliz!Nolan baja a desayunar, su rostro rígido y su mirada poco amable, convencen a la criada de que no desea saber nada sobre la chica. Aunque en sus encuentros, trataban de ser muy discretos, la experimentada mujer sabía que su jefe y la niñera llevaban una relación un poco más allá de lo normal. Aunque nunca se atrevería a preguntar salvo que ellos mismos se lo hubiesen comentado. Mas, inesperadamente, Nolan rompe su silencio con una pregunta:—¿Ella, llevó todas sus cosas?—¿Se refiere a Violeta? —Nolan voltea a verla con enojo.— Sí, señor. Ella se llevó sólo su bolso, con lo que vino se fue. —No quiero saber que esté cerca de mi casa, ni de mi hija. —No se preocupe señor, realmente no creo que Violeta regrese.—¿Por qué lo dice? ¿Hizo algún
Los celos de Nolan van en aumento, pensar en que Dan podía estar con Violeta, tocarla, sentirla, era algo que le hacía hervir la sangre por dentro. Violeta le pertenecía, era suya. Aún conservaba las sensaciones de su cuerpo temblando al contacto con el suyo, de su piel erizándose al sentir el roce de sus manos y labios, su sexo comprimiendo el suyo, quemándole con su lava volcánica. Apreta los puños con fuerza, con impotencia, con rabia. Deseaba verla, confrontarla, recriminarle que estuviese viviendo en casa del hombre que desde joven estuvo enamorado de ella. ¿Pero con que derecho podía hacer eso? Él mismo se había encargado de echarla de su casa, revive los instantes en la biblioteca, y tal como se lo dijo Camelia, había sido muy agresivo con la pelicastaña. Recuerda la mirada de tristeza cuando la hizo suya, aquel instante no es digno ni siquiera de ser recordado. Telepáticamente, ambos en diferentes lugares, piensan y recuerdan lo que pasó entre ellos, ella con nostalgia y
Tocaron a la puerta de la mansión O’Brien. Camelia fue hasta la entrada principal, abrió la puerta y se encontró con la mujer de avanzada edad que iba por su mascota. —¡Buenos días! Estoy aquí por mi mascota. —dijo con voz trémula y sonrisa amable. —Buenos días, en seguida le traigo al cachorro. Cuando Camelia se giró hacia la escaleras, en la parte superior apareció Samantha, vestida aún con su pijama color rosa y despeinada, traía consigo al cachorro entre sus brazos. La mirada más triste que se puede contemplar es la de la despedida, mucho más en un niño que no entiende las razones complejas de la vida. La mujer aguardó a que la niña descendiera escalón por escalón, hasta llegar a la parte baja. Le extendió los brazos para recibir al cachorro pero la niña se negó a entregárselo.—¡Yo se lo devolveré! —dijo con voz firme. Camelia sintió su corazón llenarse de emoción al escuchar las palabras valientes de la niña.Samantha caminó hasta la puerta, la mirada tierna de Vilma a
Violeta durante esa tarde, llamó a Danielle y estuvo conversando algunos minutos con su padre; al escucharlo hablar con tanto dolor y tristeza, se llenó de una profunda angustia. Eliot era excesivamente sentimental, necesitaba encontrar algo que lo sacara de aquel estado depresivo.Para poder llevarlo a la ciudad, no sólo tenía que tener dinero sino un lugar para vivir junto a él. Tomó la decisión de aceptar la propuesta de Camelia, como lo dijo la empleada, era en la misma cuadra donde quedaba la mansión O’Brien. Las probabilidades de toparse con él, no eran tan remotas pero sí, posibles. —No puedes dejar que tu mundo gire en torno de Nolan, Violeta —se increpa a sí misma— También basta de llorar y pensar en él, no vale la pena. Su yo racional trata de mostrarle otra realidad a pesar de que en su corazón, sólo vive una realidad, amaba a Nolan.Cuando Dan regresó de la clínica, mientras cesaban, ella le comentó que iría a una entrevista de trabajo. El hombre se sorprendió de ello,
La duda de si es Violeta o no, se mantiene en él. ¿Estaba alucinando? O realmente la había visto ¿y si era ella, que hacía en la mansión de los Pascuoloto? Verla y pensar en ella remueve dentro de Nolan, sensaciones únicas que sólo había logrado sentir con la pelicastaña. Violeta, al igual que Nolan, revive cada uno de los momentos que vivió junto a él, sus encuentros sexuales, sus besos, aquel Nolan del que ella se enamoró. Hubiese querido detener al chofer y correr a sus brazos, pero eso no tendría sentido, pues el CEO se había encargado personalmente de sacarla de su vida, de humillarla y sobre todo de herirla. Minutos después llega a la casa. Dan la recibe con un rostro de pocos amigos, esa noche tiene guardia por lo que ya está listo para salir. —Por fin llegas, Violeta. —Logré conseguir el empleo —dice sonriendo, mas el gesto de Dan no es el más alegre, muy por el contrario, está visiblemente enojado.— ¿Estás molesto? —¿Qué esperabas? Sales sin avisarme, te compré el b