AlexeiEstaba totalmente alegre. Anashia me ama, al igual que yo la amo. Esto solo quiere decir que necesito aclararle a Natalia que nuestro matrimonio sin amor tendrá que acabar. Ella debe entender que no la amo, que nunca logré amarla. Estuve y aún estoy con ella por nuestra hija. No quiero que ella sufra por nuestras culpas. No obstante, en el amor no se manda, y seguir en lo mismo toda la vida ya es imposible. Por otro lado, quise contarle a Anashia sobre el viaje, pero creo que no era el momento adecuado; quizás todo a su tiempo. Soltando un suspiro, arranco a toda velocidad. Para llegar a casa, debo ir a dejar a mi hija a la escuela; por suerte nuestras casas no están lejos.Al llegar a casa, bajo del coche y miro la hora en el reloj que adorna mi muñeca. Pongo el seguro y entro en la casa. Mi hija me recibe alegre al verme; aún son las seis y media, así que tengo tiempo para llevarla a la escuela.—Papi, ¿de dónde vienes tan temprano? ¿Dormiste en tu trabajo? —cuestiona mi hija,
AlexeiEstaba totalmente alegre. Anashia me ama, al igual que yo la amo. Esto solo quiere decir que necesito aclararle a Natalia que nuestro matrimonio sin amor tendrá que acabar. Ella debe entender que no la amo, que nunca logré amarla. Estuve y aún estoy con ella por nuestra hija. No quiero que ella sufra por nuestras culpas. No obstante, en el amor no se manda, y seguir en lo mismo toda la vida ya es imposible. Por otro lado, quise contarle a Anashia sobre el viaje, pero creo que no era el momento adecuado; quizás todo a su tiempo. Soltando un suspiro, arranco a toda velocidad. Para llegar a casa, debo ir a dejar a mi hija a la escuela; por suerte nuestras casas no están lejos.Al llegar a casa, bajo del coche y miro la hora en el reloj que adorna mi muñeca. Pongo el seguro y entro en la casa. Mi hija me recibe alegre al verme; aún son las seis y media, así que tengo tiempo para llevarla a la escuela.—Papi, ¿de dónde vienes tan temprano? ¿Dormiste en tu trabajo? —cuestiona mi hija,
Alexei Estaba llegando a casa, eran más de las seis de la tarde. Hoy había mandado al chófer junto a Karla a recoger a mi hija. Estaba demasiado ocupado, y aunque moría por ver a Anashia, por ahora no podía ser. Las ventas en la empresa habían incrementado y necesitaba estar pendiente para levantar la compañía que mi madre dejó y que sus hermanos habían llevado a la quiebra. Al menos pude hablar con Anashia un buen rato por teléfono. Por otro lado, mi primo William me había llamado, pero no quise responderle. Aún tenía en mente cómo había hablado de Anashia la noche anterior. Parecía que realmente le gustaba mucho y necesitaba hacer algo al respecto, confío en el amor de Anashia hacia mi pero no en él.Aparqué el coche en la entrada de la casa. Salí y le entregué la llave al guardia para que lo guardara.Entré a la casa y busqué a mi hija, pero no la encontré. Fui hacia la cocina y vi a Margarita preparando la cena.—Hola, Margarita —la saludé—. ¿Qué estás cocinando hoy?Margarita m
Anashia Estaba sumergida en mi computadora, rellenando las notas de los pequeños, mientras mi mente divagaba en Alexei. Verlo de esa manera me carcomía el alma; no me agradaba la idea de lo que estaba pasando por culpa de nuestro amor tan prohibido. Quizá lo mejor hubiera sido alejarlo, pero haga lo que haga, Alexei es difícil de entender, nuestro amor era mas fuerte que cualquier obstáculo que se nos interponia en nuestro camino, y se que no estaba bien, sin embargo él esta en un matrimonio infeliz, en la que nunca hubo amor... y quizás se sentía comprometido por lo de su madre y la obligación de su padre, en aquel entonce, Alexei no tuvo opción, ahora él ya no es aquel jovencito al que sus padres controlaban.Por otro lado pienso en mamá, y lo que le dije aquella madrugada, tuve que decirle casi toda la verdad. Le confesé que Alexei fue mi primer amor y que, a pesar de todo lo que pasó en el pasado, lo amo y deseo estar a su lado. Lo que ella no sabe es que sigue casado. Le mentí,
AnashiaLos días habían pasado rápido, ya era sábado y me encontraba empacando unas dos mudadas. Matías, me notificó que nos quedaríamos hasta el día siguiente, por lo que debía llevar más ropa. Quería negarme, pero apenas estaba comenzando en este trabajo y el sueldo prometía ser bueno, así que decidí no hacerlo. Por otro lado, Alexei debía entenderme; no le dije que iría a Montelimar porque eso sería molesto para él. Solo le informé que hoy tenía mucho trabajo y que me comprendiera, además de que él tenía un compromiso con los socios del hotel.—Anashia, está listo el desayuno —exclamó mamá desde la cocina.—Voy, Ma.Termino de mirarme en el espejo. Luzco deslumbrante con mi blusa de botones color azul eléctrico de mangas largas, pantalón de vestir negro y tacones altos azules. Mi cabello, como siempre, está en una cola alta. Apliqué un poco de rubor y labial en tono bajo. Veo mi pequeña maleta y la tomo para salir de mi habitación, pero recuerdo que no me he echado perfume. Voy a
Narra Matías Observo el paisaje desde la ventana de la habitación en el hotel de Montelimar. Las playas doradas se extienden ante mí, bañadas por el sol radiante y bordeadas por el azul profundo del océano Pacífico. Desde aquí, veo a la gente disfrutando del día, algunos tumbados en la arena mientras otros se lanzan a las olas con sus tablas de surf, dominando uno de los deportes más populares en esta región.El murmullo del mar y el bullicio alegre de los turistas llegan hasta mi habitación, creando una sinfonía de verano que me envuelve. No puedo evitar pensar en lo perfecto que sería llevar a Anashia a la playa, aprovechar este entorno idílico para acercarnos más. La excusa perfecta ya la tengo: necesito su ayuda para observar y tomar notas para mi próximo libro.Me giro y la veo, ocupada desempacando sus cosas con una sonrisa en el rostro. Su presencia aquí, bajo el pretexto de este viaje de negocios, ya es un pequeño triunfo. Aunque sé que tiene novio, no puedo dejar de pensar en
Anashia¿Qué demonios le sucedía? ¿Cómo se atreve a besarme? Me levanté de la cama furiosa, entré al baño y traté de calmarme. No, esto no puede quedar así. Lavé mi rostro y salí a enfrentarlo.—¿Por qué has hecho eso sin mi permiso? Eso es abuso —repliqué molesta, a lo que él negó.—Lo siento, creo que las copas me han dejado mareado y ni siquiera sé lo que estoy haciendo —respondió entrecortado.—Eso no justifica nada. Lo mejor será que me vaya, creo que voy a renunciar —declaré enojada. Él se acercó a mí y negó con la cabeza.—Lo siento, Anashia, fue un maldito impulso, pero necesito tu trabajo. No volverá a pasar, te lo aseguro. No te vayas, me iré yo. En la mañana nos vemos por lo del trabajo y luego nos iremos. Perdóname, ya empezaste con la edición y necesito acabarla. Te prometo no hacer esta estupidez de nuevo.Suspiré molesta, sin saber qué hacer ante esta situación.—Está bien, pero recuerda que nuestra relación es de jefe a empleada. Ahora, puedes irte.Él asintió, tomó su
AlexeiNo podía entender cómo Anashia pudo dejarse llevar por las mentiras de mi primo. Ir hasta Montelimar solo por una firma fue un plan orquestado por él para conquistarla, y ella cayó en esa mentira rápidamente, pero dudo que la conquiste. Lo peor de todo fue que pidió una sola habitación para ambos, algo completamente inapropiado. William está casado, o al menos eso creo, además de ser un hombre que disfruta de la vida alegre. Dudo que desee formar una familia. No me agrada que quiera jugar con Anashia.Dejo a un lado mi mal día para concentrarme en mis documentos. Dylan y yo estamos reunidos buscando las firmas pendientes de los demás integrantes de este grupo. Organizaremos una fiesta benéfica para los niños del hospital La Mascota y El Pipito. Queremos donar camas, ventiladores, ropa y víveres, todo lo necesario para esos pequeños con enfermedades terminales. Además, necesitaremos buscar buenos médicos capacitados para darles tratamientos adecuados. Sin embargo, me cuesta conc