RAVENEn un instante, todo se fue cuesta abajo, no dudé en sacar a mi lobo de fuego, asustada, al escuchar a mi cachorra llorando y la cara de sufrimiento de Vincent.El hielo comenzó a congelar sus piernas y Olaf iba a correr hacia él, pero Cedrick se adelantó y se la arrebató de los brazos a Vincent, mientras los gritos de Amber no cesaban.Entonces la vimos, por encima de su pecho izquierdo, como si fuera un tatuaje en tinta negra, de esa grotesca flor devoradora de llamas, que aún invade mis peores pesadillas.— ¡Dame para revisarla! – enseguida se la quité para llevarla a la cama.Mis manos temblaban de miedo y mi alma apretada al verla llorando desconsoladamente. Me estoy arrepintiendo amargamente de esta decisión.— Ya mi amor, ya mi niña, todo está bien, mi vida, mami y papi están aquí cachorra… Cedrick…Mi corazón se salta un latido cuando Amber apaga sus llamas y a simple vista observo una cicatriz oscura en la palma de su mano, donde Vincent la tenía sostenida.— Le daré a
CEDRICK— No esperes aquí, ya crucen del otro lado, no te quedes con la bebé a la intemperie. Dalila de seguro debe estar esperándolas. Y me mira con esos ojos hermosos, llenos de preocupación. Me siento impotente ante esta situación, no tener el control o la solución a todo este drama tan trágico me saca de quicio.Los veo como se alejan y ya nos hemos despedido de nuestros amigos monarcas.Camino internándome en el bosque, sigo su rastro y me lo encuentro en un claro, de espaldas a mí, sé que me espera.— Vincent ¿Dónde has estado? Volvamos a casa – le digo intentando acercarme.Su dolor me llega a raudales a pesar de intentar disimularlo.— Amber está bien, solo fue un susto, ya envié una misiva al Rey Edmund…— No volveré – me interrumpe de repente. — No volveré al reino, prefiero quedarme en la mina para seguir estudiando como se extrae el mineral.— Vincent ya Aaron descubrió que el fuego Centuria puede hacerlo más flexible, está creando una fórmula entre hielo y fuego para e
RAVEN No le importan mucho los regalos, ni los pasteles, no se entusiasma tanto con nada más, que solo venir aquí. Es un lado apartado del bosque que rodea el castillo. La veo, que se interna curiosa entre los árboles, lleva su cabello caoba suelto, ondeando al viento, con una pequeña diadema encima y su vestido rosa claro. Busca entre los arbustos, se agacha o levanta la cabeza y la observo olfateando al aire. La sigo de cerca medio oculta y entonces observo como llega al mismo sitio despejado y corre a rebuscar por todos lados, hasta que da con una pequeña cajita en el suelo. El regalo que ha dejado para ella como todos los años. La recoge con una sonrisa en el rostro, pero ni siquiera la abre y solo mira desesperada a su alrededor. Yo no lo siento, ni lo huelo, debe estar usando algún truco, sin embargo, Amber lo delata, ella sí puede percibirlo. — Hola, ¿por qué no sales nunca Duende?, ¿tienes miedo? No te voy a hacer daño – le dice en sus formas infantiles. Me ha pregunt
RAVEN Somos responsables de ella, sus padres nos tienen confianza, pero cómo cuidar a dos adolescentes, que ahora son amigos, pero quién sabe hasta cuándo pueda durar eso. Los machos son más lentos en algunas cosas, pero yo veo como Zeraphina mira a mi hijo y esos ojos, nunca han sido de amigos. Me huelo el próximo desastre, solo que ahora mismo, tengo que concentrarme en un problema a la vez. Observo a las gemelas que ayudan a Amber a buscar como siempre por los alrededores, pero esta vez noto a mi pequeña medio nerviosa y extraviada. Me acerco preocupada. — Qué sucede cachorra, ¿te sientes mal? — No, es que… no lo siento, al Duende, como otros años – me dice con un mohín en los labios y ese gesto del ceño fruncido tan de su padre. — ¿Segura? Busca bien, que tal vez anda por ahí, bien oculto – la ayudo apartando las ramas y hojas. Las gemelas casi están levantando los arbustos de raíces, buscando el preciado regalo del Duende, al Duende o lo que sea que las lleve a ensuciarse
NARRADORA Patas veloces corrían por el bosque nevado. En la gruesa capa de nieve quedaban las huellas de almohadillas felinas, mientras una enorme leona, joven y ágil, avanzaba hasta la meta. En su boca llevaba una presa recién cazada. De repente, se detuvo en un claro, alerta al peligro. Bajo las ramas cargadas de nieve de los pinos un lobo blanco gigantesco la estaba emboscando, su hermoso pelaje se confundía con la blancura del paisaje y solo sus ojos rubíes lo delataban. Ambos se miraron, se medían, dando vueltas en círculos, gruñéndose una baja amenaza. De un momento a otro, la leona intento escapar a través de un espacio entre los arbustos, pero el enorme lobo le saltó encima. Esquivaba como podía, pero los caninos fieros iban a por su presa, a arrebatarle la preciada comida. La dorada leona era ágil, logró burlarlo una y otra vez y en un descuido, se logró escabullir por entre los árboles del bosque. Sabía muy bien que el lobo no la tomaba en serio. Aumentó
NARRADORA Zeraphina olisqueó por última vez ese olor tan adictivo que tenía el príncipe lobo para ella. Si dolía, dolía profundamente haber luchado tanto y no tener una oportunidad, pero ya era hora de abrir su corazón a alguien que apreciara sus sentimientos. — Zera deseo que seas muy feliz, te mereces un poderoso macho que cuide de tu hermoso corazón. Siempre me tendrás de tu lado, no importa qué suceda, cuenta conmigo. Aidan le susurró desde arriba y Zera cerró los ojos aguantando las lágrimas. — La verdad es que le tengo algo de lástima a tu mate. Todavía no sé si existirá alguien que logre descongelar este frío corazón que tienes, ¡y ya suéltame que me estás despeinando mi hermosa melena! Lo empujó juguetona intentando ahuyentar el sabor amargo de la despedida. Tampoco es como si nunca más se fuesen a ver. Al otro día, cuando Aidan salió del refugio de escamas negras que creaba el enorme cuerpo de Ignacio, miró al lado de la cueva de Zeraphina. Ella no estaba, se había m
VINCENT— Te has portado muy bien. Eres una buena – acaricio un poco el lomo de la loba que recogí en el bosque.Intento no tocarla mucho, pero es muy dócil y cariñosa, siempre está lamiéndome.La acosté sobre una manta en una de las mesas de mi herrería, el taller donde hago mis encargos y que se conecta con mis dependencias detrás.He dominado este arte aprendiendo con los herreros bestias y los hechiceros, puedo decir con orgullo que nadie trabaja el Obsidar como yo, pero intento ser discreto o tendría la herrería llena de encargos todos los días.Un sonido lastimero de la loba me hace mirar a sus ojos rojizos.No puedo evitar sentirme raro, de alguna manera me recuerda a ella, lo cual es bastante idiota.— ¿Te duele en otro lugar? Revisemos si tienes más heridas – le susurro y comienzo a examinar su cuerpo, pero sucede algo demasiado… inusual.Se gira bocarriba, exponiendo todo su suave vientre, el pelaje bajo ella es más blanco, hermoso y bajando la mirada… tengo que mirar de nue
VINCENTSin embargo, como mi cena en la cocina, recojo un poco las cosas para mañana hacer algo de herrería y siempre intento probarla de alguna manera.Artemis la sondea insistente, pero ella solo se mantiene acostada en la mesa y mueve sus ojos siguiendo todas mis acciones.Es muy inteligente, eso se puede notar en su mirada, pero no quiere decir que sea de mi especie necesariamente, además, ¿qué loca mujer de mi raza fingiría ser solo una loba salvaje? Eso no tiene sentido.Quizás no me estaba espiando y solo me buscaba, está en un ambiente desconocido y me ha tomado confianza.— Pasa una buena noche, aquí siempre es cálido y cómodo. Mañana reviso tu herida – le hice un nido en una esquina limpia llena de cobijas.Estiro la mano para rascar su morro, pero recuerdo que no llevo guantes, así que simplemente le hablo y luego apago las luces para irme a mi habitación.Al lado de la cocina, en el extremo opuesto al patio, está mi cuarto, pequeño, con nada más que una cama llena de piel