HAKON— No me iré sin mi mujer – le gruñí desesperado y rabioso.Mi lobo y el suyo enfrentándose, es fuerte, muy fuerte y es la primera vez que no tengo la confianza de salir ganando, pero no la dejaré, nadie me separará de mi hembra.— Estoy de acuerdo en que tienen que hablar, pero ahora mismo no es el momento. Esta no es su manada – me enseñó los colmillos y sus ojos me miraban peligrosos.— Este es mi reino y aunque no lo quiera aceptar, yo soy su Rey y le ordeno que salga de mi castillo ahora mismo – ni siquiera me está aplicando el mandato del Rey Alfa y me siento presionado con su orden.Pero no es tan fácil, no conmigo…— No sin ella, Anastasia es mía y me la llevaré, solo eso deseo, no quiero empezar una guerra, su majestad – le respondo entre dientes y veo como la puerta de entrada del salón se está llenando de guerreras Centurias.— ¡Márchate! No me iré contigo ni ahora, ni nunca. ¡No compartiré a mi mate con nadie y de una forma u otra, romperé este odioso vínculo que nos
NARRADORA Dalila caminaba seguida de Raven y Cedrick rumbo a su “oficina” privada, más bien un salón entero de sus pociones de bruja, yerbas frescas y cosas raras de experimentación por todos lados. — ¿Me estabas buscando? – Dalila le preguntó al enorme pelinegro que esperaba en el pasillo delante de su puerta. — Sí, sí, toqué y al ver que no estaba, ya me iba…— Vincent se quedó un poco confundido al ver la comitiva detrás de la Sacerdotisa. — Bien, ¿era algo muy urgente? – Dalila abrió la puerta y entró de una. — No, puedo regresar después… — Vincent pasa con nosotros, es algo sobre Raven. Cedrick lo puso al tanto y los tres entonces ocuparon el santuario de Dalila. Enseguida dibujó su círculo de runas mágicas, con el ceño fruncido y preocupación evidente. Así mismo estaban todos, un poco tensos, incluso Vincent, que ya Cedrick le había hablado del problema. — Amor, Cedrick… me duele la mano – Raven le tocó suavemente el antebrazo, para que la soltara un poco. Cedrick la
NARRADORARaven estiró la mano y la acarició, sonriéndole con cariño.Se avivó, metiéndose entre sus dedos como respondiendo a sus mimos.A Cedrick le picaban los dedos por tocarla, pero cuando subió su brazo, los pelos cortos comenzaron a chamuscarse.Entonces forzó su poca magia de hielo y enseguida una calidez que le calentó el alma, jugueteó en la palma de su mano, como una niña reconociendo a su padre.La sonrisa de tonto enamorado de su cachorra era algo bastante cómico de ver en un Alfa tan rudo y enorme.— ¿Por qué no pude olerla en el vientre de Raven? – le preguntó a Dalila con los ojos llenos de su cachorra de fuego.— Porque la parte humana a penas se está formando. Las Centurias desarrollan más rápido la llama primordial de sus lobos – Dalila le respondió suspirando — Tus dos embarazos me han sacado más canas en minutos, de las que me han salido de siglos.— ¿Por qué te comportas así? No era más fácil decirme la verdad y ya. Raven le habló enojada a su lobo de fuego que
VINCENT — ¡Raven! – escucho a Cedrick llamando a la reina con pánico, pero ahora mismo tengo a un enorme Alfa de fuego que viene a por mi cabeza y lo que es peor, mis sentidos están todos enfocados en que esa llama hermosa, no se apague por mi causa. ¿Qué sucedió? ¿Cómo cambió todo con solo un toque? — ¡Ya basta, Olaf, cálmate! – la Sacerdotisa se para delante de mí con una agilidad increíble. Un poder rojo y llamas mágicas se arremolinan por todo su cuerpo, elevando sus cabellos rojizos, mientras se enfrenta al lobo Alfa, deteniendo su ataque, que estoy seguro sería mortal. Usa ese raro bastón que el Alfa muerde con saña, sin embargo, no se quiebra y ella lo controla. Las temperaturas abrazadoras me hacen escocer la piel, pero bajo mi mirada, angustiado, para ver la tenue llama en el suelo. Mi corazón se aprieta con pánico de que se apague para siempre. Me agacho y quiero ver si está bien, pero de repente, veo con terror hacia mi brazo, donde venas negras me recorren como raí
HAKON Caminamos con antorchas por las orillas de una laguna estancada y de aguas turbias en esta pequeña isla, delante de mis ojos, la enorme y estrecha gruta que me lleva a la cueva subterránea. — Quédense acá afuera como siempre, cualquier cosa, listos y alertas – les ordeno a los veinte guerreros y asienten haciendo una formación de defensa, pero que apunta a la cueva. Aquí no es cuidarse de lo que pueda entrar, sino de lo que pueda salir. Solo Carlisse y yo nos adentramos en ese sitio oscuro, húmedo y asfixiante. El aire es pesado y difícil de respirar. Nos movemos sigilosos y con prisas hasta llegar a una galería más abierta que se divide en dos oscuras cuevas como bocas de lobo. Me dirijo a la derecha sin dudarlo y un poco más adentro la veo. Una enorme pared de hielo grueso en el fondo de esta gruta, un escudo que nos protege de lo que hay más allá. — Carlisse maldici0n, esto está peor que nunca, ¿por qué demoraste tanto en avisarme? – miro preocupado las grietas prof
RAVEN No sé cuánto tiempo he dormido, creo que al menos una hora, sin embargo, mi cuerpo se siente sin gota de energía. El peso en mi vientre persiste, donde mi poder se concentra y se fortalece, pero hay otra sensación dulce y pegajosa que recorre mi piel. Bajo mi mano para tocar con amor el largo cabello platino de mi hombre, abro mis ojos, acostumbrándome a la tenue luz que entra por las cortinas y lo veo acariciando y besando mi vientre, susurrando palabras de aliento, calentando mi corazón. — ¿Qué haces mi amado Alfa? – le pregunto con la voz adormilada. — Raven, ¡ya la puedo oler! – se incorpora y los orbes azules le brillan emocionados — Me concentré mucho y ahora que sé de su existencia pude oler a nuestra cachorra, ¡huele a talquito! Casi me rio a carcajadas en su cara de tonto embelesado y eso que a penas y se forma nuestra hija, pero en eso, un mareo me hace fruncir el ceño. — ¿Te sientes mal? Ven, ven amor, aliméntate un poco más de mi sangre. Se acerca acarician
NARRADORA — ¿Qué hago?, la Reina y el Rey están recluidos en sus aposentos y pidieron no ser molestados. La Beta no se siente bien y la Sacerdotisa está encerrada también haciendo magia en su Santuario – una guerrera Centuria le decía a la otra con el ceño fruncido. — ¿Qué sucede? – de repente la voz enérgica de Anastasia las hizo girarse asombradas. — Be…Beta creímos que estaría recuperándose… — Ya estoy bien, dime que sucede – y Anastasia escuchó el informe, de que había casi que una rebelión a la salida de las puertas del castillo. Eran las manadas de los hombres prisioneros. Los rehenes que sobrevivieron a la barbarie de la bruja oscura. Ahora venían a pedir clemencia por sus familiares, diciendo que ellos lo hicieron obligados, para protegerlos, que no era justo ser ejecutados. — Pásenlos a todos a la plaza central del castillo, no los maltraten, no importa qué, pero tampoco se les permite hacer nada incorrecto – les ordenó y las Centurias se fueron a cumplir con su trabaj
Raven anunció y el corazón de los presentes se apretó en un puño. — Ayudarnos a reparar los daños que ocasionó la batalla en las afueras del castillo y un impuesto especial de alimentos al palacio por seis meses. Toda la escena se quedó en pausa. ¿Habían escuchado bien? ¿No serían asesinados? ¿Solo ese castigo tan benévolo? El primer grito que rajó los cielos dio paso al segundo, al tercero y a otros cientos. El cerco de Centurias se hizo a un lado y el reencuentro entre lágrimas y abrazos fue inevitable. — Cedrick, ¿crees que de verdad nos acepten en sus corazones? – Raven le preguntó mirando a sus guerreras con su Beta delante de ellas. — Este es el primer paso, sé que lo harán, ustedes las Centurias son maravillosas, un tesoro de nuestra raza, solo necesitan una oportunidad para recomenzar – Cedrick apretó su mano. Estaba decidido a restaurar la gloria de su reino y esta vez, de la manera correcta y al lado de la Reina, que siempre quiso para él. — ¡Vuelvan a sus manadas, l