NARRADORA Silvana miraba desde una colina las enormes letras de fuego dibujadas con magia por encima del castillo.Se podían ver a leguas, eran un mensaje y sabía muy bien que se dirigía a ella en específico.«Mortimer está aquí» Eso decía, un claro señuelo para atraerla, y por supuesto que estaba interesada, pensó que él había muerto, pero ahora tenía esperanzas y si vivía, lo recuperaría.Ese hombre era suyo.¿Acaso esa maldit4 también sobrevivió? No, no, no, ella se encargó de drenar su magia de fuego hasta la muerte, ¡no podían estar felices y juntos!Los ojos rojos de Silvana contemplaban el castillo, donde a los lejos, se reforzaban las defensas.Más les valía estar preparadas a esas mujeres de fuego, porque ya que tuvieron el descaro de atraerla, ahora debían afrontar las consecuencias de sus actos.Liberaría a los hombres hielo de su yugo, solo estaban confundidos por esas perras.Se giró y bajó la colina, caminando hacia el pequeño ejército oculto, que había logrado reunir
NARRADORA — Hijo, ve con el abuelito de al frente, saldré un momento. La mujer le dijo al niño, ayudándolo a levantarse y limpiándose con las manos sucias las lágrimas, dándole una falsa sonrisa para tranquilizarlo, que más bien rompía el alma. Por mantener con vida a su pequeño lo haría todo, por un pedazo de pan duro y un poco de agua para sobrevivir, se acostaría con este asqueroso despreciable. — ¡No, no quiero, no mamá, esa mujer se fue y nunca regresó! – el cachorro comenzó a gritar, queriéndose aferrar a ella de nuevo, recordando a la mujer que estaba a su lado y ayer, el otro guardia se la había llevado casi a rastras. Nunca regresó. — Ve, ve, yo voy a estar bien, ve… — lo empujaba desesperada hacia los brazos del anciano más cercano, con temor de que lo golpearan. — ¡Deja de llorar mocoso! – la paciencia del enorme pelicastaño se estaba agotando y ya tenía la mano arriba para darle una buena reprimenda a ese malcriado. Tanto drama para follar. — ¡No, no, yo voy conti
NARRADORA El sabor fuerte a almizcle y pescado la ahogaron, las arcadas amenazaban con echar la bilis fuera de su estómago. No aguantaba más, este era su límite. El lobo pensó que ahora sí disfrutaría de esta mujer a la que le había echado el ojo hace rato. Sus caderas comenzarían a embestir en esa tierna boquita cuando de repente… — ¡¡¡¡¡AAAAAAHHHHH MALDIT4 AAAAHHH SUÉLTAME, SUÉLTAME, AAHHHH HIJA DE PUT4! Gritó como un loco sin atreverse a separarse de golpe, cuando los caninos afilados de la loba de Clárens se cerraron sobre su virilidad, al punto de arrancársela por completo, dejándola colgando de a penas un hilo de músculos y ligamentos. La sangre de las poderosas venas salpicó en la cara a Clárens, sin embargo, era tanto su odio que solo quería devorar su carne y comérselo, destrozarlo por completo. En medio de su agonía, el hombre al fin sintió la muerte venir por él, estaba tan metido en su lujuria y sus pensamientos retorcidos que ni siquiera su lobo se enteró de que
NARRADORA “¡Lo sabía, que seguías siendo un perro faldero del Alfa Walker, debí haberte matado cuando te tuve en mis manos, pero nunca es tarde para eliminar la basura!” El enorme lobo bicolor de Theodor se acercaba gruñéndole, apoyando a su guerrero, que ahora se hacía el heroico, cuando unos segundos atrás, solo pensaba en escapar. Artemis se levantó finalmente, moviendo con fuerza la cabeza, para liberarse del mareo y estirando los músculos de su poderoso cuerpo. Sus caninos afuera gruñendo en advertencia. “¡RÍNDETE A MIS PIES, YO SOY TU ALFA!” Theodor no dudó en seguirlo atormentando. “¡Jamás! ¡Tú nunca has sido mi verdadero Alfa y nunca… lo serás!” Artemis sentía como si miles de agujas se le clavaran en la mente, cadenas que deseaban doblegar su voluntad. Un hilo de sangre bajó por su nariz oscura, pero solo movía la cabeza, frenético, aguantando el comando con todas sus fuerzas. Cedrick jamás utilizaría así su poder de Alfa, él nunca dañaba a su especie como un tirano
NARRADORA Casi todas eran lobas y algunos lobos más viejos y curtidos. Débiles y prácticamente en pie por la fuerza de voluntad, la venganza y la ira. Sangre por sangre y carne por carne. La loba, era la de Clárens. “Déjanos a este guerrero, estamos débiles, pero somos más, después te ayudamos contra el Alfa, resiste” Le habló por el vínculo de todos los lobos, a la vez que un círculo de muerte se iba cerrando sobre el lobo del guerrero, que miraba nervioso por donde escapar. Era un macho más fuerte y entrenado, pero era solo uno y los enemigos se contaban como diez. Vincent asintió agradecido y entonces, todas sus fuerzas se concentraron de nuevo en el Alfa. No importaba lo que hubiese sucedido, ahora chocarían otra vez, pero ya, las cosas no serían iguales. Un adversario fuerte, certero y letal, se convirtió en uno esquivo, que fallaba y era herido innecesariamente. Theodor estaba horrorizado en su interior, ¡no podía controlar prácticamente nada en su cuerpo! Se sentía
NARRADORALa luna se ocultaba en cielo, pero ella igual lo identificó… ¡Era el Alfa que se suponía estaba muerto! ¡El tal Theodor!Vincent la empujó por reflejo y ya iba a esquivar con rapidez, sin embargo, era demasiado tarde para escapar de las garras de muerte.¡PUFF! Una bocanada de sangre salió a presión de entre sus labios y en su espalda, un dolor lacerante y horrible lo invadía.Sintió como las afiladas garras de Theodor se clavaban, desgarrando entre sus músculos y carne, perforando y buscando su corazón para sacárselo del cuerpo.El otro musculoso brazo del Alfa le rodeó el cuello para inmovilizarlo y mantenerlo prisionero contra él.Vincent resistió con todo, gruñendo y forcejeando, sin embargo, no sabía de dónde un hombre, que hasta hace un momento era un cadáver, ahora sacaba esta fuerza descomunal para dominarlo.“¡Artemis cambia Aaahhh! ¡¡Cambia AHORA MALDICI0N!!”Vincent le gritaba desesperado en la mente a su lobo, apretando los dientes del dolor tan agudo, sin deja
NARRADORA — Ya aquí, no nos queda nada. Uno de nosotros corrió a la manada, en lo que te quedaste inconsciente y todos los demás… fueron asesinados como me dijiste. Bajó la mirada y habló con voz entrecortada. El resto también tenía los ojos rojos y cabizbajos. — ¡Recojan a sus sobrevivientes, las provisiones dejadas por los guerreros, iremos al castillo por el paso de las montañas! – exclamo delante de todos. — ¿Al palacio? Es ahora un nido de Centurias, ¿de verdad crees que van a recoger a unos refugiados como nosotros? — Esas mujeres son unas asesinas… — ¡Ay, Diosa, a dónde iremos ahora, solo somos viejos, niños y algunas mujeres, así no podemos hacer una nueva manada…! Sollozos y lamentos, palabras de desconfianza. Yo no confío tampoco en las Centurias, pero sí en Cedrick y en Raven, ella es una buena mujer y es una Centuria. — La misma Reina Centuria los invita al palacio, nada les sucederá, les doy mi palabra. — Tienen media hora, si no han decido para entonces, me
NARRADORA— Cedrick…— Raven, nunca, jamás de los jamases, pondría a nuestro cachorro en peligro, moriría por Aiden mi hembra, daría mi vida por ustedes Cedrick le acarició la mejilla con todo el amor que sentía por su compañera, la que había escogido por su propia voluntad.— Escuchemos su plan, si no nos convence no lo aceptamos y ya. Pero nadie mejor que Mortimer para analizar la psicología de esa despiadada mujer. Si no confías en él, confía entonces en mí, ¿bien? Cedrick se acercó susurrando contra sus labios y Raven asintió más tranquila.Sus bocas se rozaron con cariño, en un beso lleno de sentimientos complejos y profundo, no solo de deseos o lujuria.El mal los amenazaba y ambos se unirían hasta las últimas consecuencias para proteger a su cachorro, era lo más importante, no el trono, ni el poder, solo su pequeña familia.Cedrick chupaba el labio inferior de su mujer y de repente, su nariz captó un olor familiar entrando a la habitación, pero a penas le dio tiempo de separa