El viento fresco soplaba aquella mañana posterior a la tormenta, el cielo y la tierra parecían haberse fundido en ella, rayos, truenos y vientos fuertes había azotado a Sibiu la noche anterior con tal violencia que parecía que un huracán había pasado justo encima de ella, el cielo aun permanecía nublado, los arboles que alcanzaba a divisar desde el balconcito de su alcoba, lucían quebrados en muchas de sus ramas…Isobel se preguntaba si la vieja abadía no se había terminado de derrumbar debido a aquello.
Cepillando sus dientes y preparada para el nuevo día de trabajo, la hermosa castaña había bajado a tomar el desayuno, había enseñado a Anthony a cepillar adecuadamente sus dientes y a tomar desayunos mas ligeros en lugar de los panqueques que exigía a diario, lo había invitado a hacerse el mejor amigo de las frutas, y el pequeño, en su infantil i
Hubo una vez, un hombre, el primero que sufrió el castigo divino de Dios por su acto de crueldad contra su propia sangre…motivado por la envidia y cegado por los celos, aquel hombre había cometido un acto imperdonable…haciendo que la ira de su dios se derramara sobre él.Desterrado y maldecido, su castigo seria vagar por el mundo eternamente condenado a nunca morir ni alcanzar la paz…seria asesinado miles de veces, sin nunca lograr perecer por ello…sufriendo una agonía y soledad eternas, sin nunca conocer el perdón de dios. – Pero padre, ¿Eso que tiene que ver con la historia de los príncipes vampiro? – cuestionaba un pequeño Ionel Bennet a su padre, el temido Velkan. – Oh mi pequeño, tiene mucho que ver…allí fue donde comenzó todo – respondió el aun joven Velkan Bennet, a su hermoso hijo
El sonido de las gotas de lluvia golpeando el vidrio de la ventana la hacia despertar de sus vividos sueños, el cielo gris daba la sensación de ser aun muy tempranas horas de la mañana, el viento fresco golpeaba levemente las ventanas haciéndolas retumbar a su paso. Isobel se levantaba de la comodidad que sus suaves sabanas le ofrecían, era domingo, su día de descanso, y ya sabia a donde y con quien acudiría sin dudar, mirando al par de bultitos que seguían durmiendo bajo sus sabanas, sonrió para si misma, sus pequeños huéspedes se habían aferrado mucho a ella desde que descubrieron que solo en sus aposentos se veían libres de pesadillas, tomando aquel collar de simbología celta que se hallaba bajo la almohada de los infantes, miro de nuevo aquella hermosa joya, regalo de Nicoleta, aquel “talismán” era lo que parecía impedir que la sospechada vampiresa, madre de los hermanos, se acercara a ellos durante las noches invadiendo sus sueños, volviendo a colocar el objeto bajo los
El viento suave y gentil mecía con el vaivén de un baile silencioso la larga cabellera de Isobel, cielo y oro se miraron fijamente aquella mañana nublada donde el silencio reinaba, los muros de la vieja abadía lucían tan solemnes como siempre, majestuosos, recibiendo un día mas entre los muchos que ya había recibido desde hacía siglos, como un mudo testigo del paso del tiempo, aquellas paredes guardaban sepulcral y respetuoso silencio al reencuentro de dos que estaban destinados a encontrarse. – Bienvenida bella Isobel…te esperaba – dijo Vasile añorando a la joven belleza frente a él. Isobel sintió un nudo formándose en su garganta…aquella voz, que escuchó muchas veces dentro de sus sueños, era real, aun cuando siempre se negó a creerlo así…aun y cuando no aceptaría jamás ser la sombra de alguien más…sin embargo, la razón que la traía de regreso a la abadía no era ella o su extraña conexión con el conde…si no, la seguridad de los pequeños bajo su cuidado, negando en
La fresca madrugada dejaba sentir un viento delicioso y refrescante que regalaba caricias a flor de piel, la luz de la luna llena entraba filtrada entre las blancas cortinas que danzaban al vaivén del viento dibujando formas espectrales llenas de gracia, mirando aquel desolado y oscuro paisaje sentada en el balcón de sus aposentos, Isobel Bennet contemplaba la silueta lejana y difusa de la vieja abadía, aquella pintura, la primera que hizo cuando llego a Sibiu, seguía decorando el centro de su pared trayendo pensamientos de vuelta, se preguntaba si su hermoso Conde, la había estado observando en el momento en que plasmo la imagen en el papel sentada al frente de la abadía…recordaba la sensación de aquel primer beso que habían compartido ocultos en las sombras de aquella hermosa abadía.No podía dormir, aquel sentimiento tan pleno, tan hermoso, que había experimentado al besar los fríos
“Ser lo que eres no te vuelve un pecador, mereces redención como todos los hijos de dios la merecen, no derrames mas sangre inocente, busca tu salvación dentro de ti mismo…yo creo que dios si nos puede perdonar y amar a todos, incluso a los que son como tu…se que la soledad duele, por ello es que decidí acompañar al Conde de Bourgh, le he amado sin importarme lo que él es…alguien más podrá amarte también a ti Dragos” Una nueva noche llegaba, la luz plateada de la luna entraba por los grandes y vetustos ventanales en su castillo, las hordas de humanos se habían marchado un rato atrás, muchos extranjeros llegaran a sus tierras buscando tener un encuentro paranormal con un vampiro, atraídos por las muchas historias que se escribían y hablaban a diario sobre los ataques recientes, eran muchos los que se adentraban al castillo por las noches, y eso nunca terminaba bien…para ellos. – Estas máquinas son geniales, he estado jugando con este perrito, se supone que d
La danza de las hojas que caían desde las copas de los árboles, era algo que se volvía cada vez más común de ver, el verdor del verano comenzaba a teñirse en tonalidades rojizas y amarillentas, develando así la oportuna llegada el otoño, los vientos cada vez más fríos, mecían con gentileza las blancas y prístinas cortinas de aquella habitación de hospital, era una tarde serena, apacible, o, al menos lo había sido hasta la inoportuna llegada del padre Alessio Meuric a dar una bastante aburrida perorata a los niños enfermos, sobre dios y el reino de los cielos que les aguardaba al morir.La hermana Jenica, bastante molesta, se había hecho de palabras con el infame, que solo había logrado hacer llorar a los pequeños.– Nunca te había visto tan enojada, aunque debo admitir que fue bastante reconfortante ver como lo hechas casi a patadas
El viento nocturno soplaba con delicadeza acariciando gentilmente sus sonrosadas mejillas, la vista desde las alturas en la vieja abadía era algo simplemente espectacular, Isobel había desviado su camino a casa para escabullirse con su hermoso Conde hasta los ya muy oscuros bosques, sabia que seguramente su abuelo estaría con los nervios en punta, pero después de la acalorada discusión de la noche anterior, no se sentía con deseos de comenzarla de nuevo, amaba y respetaba profundamente al gran Velkan Bennet, pero no podría estar de acuerdo con el de ninguna manera.Mirando a los hermosos ojos de oro del Conde de Bourgh, Isobel sabia que no deseaba perderlo en manos de su abuelo o Emmeran, no sabia bien la diferencia que había entre un príncipe vampiro como lo era el o los recién nacidos que se hallaban charlando amenamente más abajo, los “hijos” de Vasile, el conde les había
El sonido de las gotas de lluvia golpeando el vidrio en el ventanal la había hecho despertar, el olor del café en la cocina reanimaba sus sentidos, aun eran altas horas de la madrugada y suponía que su amigo estaba preparando café ocupado en su investigación sobre eventos extraños en Sibiu, el cielo gris anunciaba el definitivo final del verano y el comienzo del reinado otoñal, y con él, los vientos cada vez más fríos junto a días cada vez mas cortos, las personas en el pueblo se mostraban mas inquietas ante los sucesos recientes, una legión de strigoi se hallaba ya habitando en las ruinas de la vieja abadía y ella…ella se había enamorado del príncipe que la habitaba desde hace demasiados siglos.Mirando su rostro en el espejo, se pregunto si aquella llamada Izebel, su supuesto antepasado y de quien, se suponía, ella era una reencarnación, había