Capítulo 24Amelia abrió los ojos lentamente, parpadeando con confusión. Algo dentro empezo a crecer, su cuerpo se sentía diferente… y su corazón latía feliz.Una sensación extraña la invadió, un instinto primitivo le daba la felicidad que parecía pérdida.Estaba embarazada.Su mano temblorosa se puso sobre su vientre. No recordaba nada, ni quién era el padre de su bebé.El miedo la golpeó, se sentía sola y desprotegida.—Quiero cuidar de ti —dijo una voz acercándose.Amelia giró el rostro y vio a Larios, quien la observaba con calma, aunque con los brazos cruzados . Él quería seguir investigando sobre el origen de su huésped.—Cuando te hablé de la Manada Platino, reaccionaste muy mal. ¿Quieres que envíe por su Alfa? Tal vez él te conozca.Amelia de nuevo se puso nerviosa, ese nombre le provocaba escozor. Su loba interior se agitó, inquieta. Algo había sucedido allí. Algo que su mente había bloqueado.—Cuando usted dice ese nombre… siento miedo. Pánico. No sé si allí me sucedió algo
Capítulo 25Cecilia levantó la mirada con una sonrisa triunfal, tomó las manos de Matthew y las colocó sobre su vientre.—Es tuyo… nuestro bebé —susurró, con los ojos brillantes se sentía la ganadora final del amor del Alfa.Matthew retiró las manos, el odio que sentía por Cecilia le hacia aborrecerla.—¡No lo digas así! —rugió, dando un paso atrás. Su expresión era fria, el desprecio en sus ojos era evidente—. Esa noche fue un error, un maldito error que me costó mi felicidad.El recuerdo de aquella noche lo atormentaba. La noche en que perdió todo lo que amaba.Cecilia frunció el ceño, con lágrimas en los ojos.—No me rechaces, Matthew. Tú fuiste el primero, el único. Este bebé es tuyo, te pertenece, yo te di el heredero que tanto necesitas.El Alfa cerró los puños, sintiendo una furia recorre su cuerpo.Un cachorro, por un instante, la idea de ser padre lo conmovió. Pero no que Cecilia fuera la madre.Cecilia había sido la causa de su desgracia. Por su culpa, Amelia ya no estaba.N
Capítulo 26La lluvia caía sin descanso y abundante sobre la Manada Luna Roja. El aullido de los lobos era un canto de lamento que impregnaba el aire de tristeza, un tributo a su Luna.Frente al ataúd de Catalina, Matthew permanecía inmóvil, atrapado en el tiempo. El agua empapaba su ropa, pero no se movía. Era la única forma de disimular sus lágrimas.Catalina había muerto y el no pudo compartir con ella las últimas horas de vida como siempre lo prometió.Su mente lo arrastró a unas horas atrás...—¡Ayuda, mi prima no respira!El grito desesperado lo hizo correr desde el estudio hasta la habitación en cuestión de segundos.Cuando llegó, su corazón se detuvo.Catalina estaba sobre la cama, su rostro pálido, sus labios morados. Sin vida.—¿Qué pasó?! —gruño, mirando a Cecilia incrédulo.La loba sollozaba, fingiendo que le dolía, su cuerpo temblaba, y sus lágrimas salían con dificultad de sus ojos.—No lo sé... estaba en el baño y cuando salí... ella ya estaba así... ¡Está muerta!Matth
Capítulo 27Vicente estaba en su habitación, el lobo observaba con los ojos abiertos un hermoso espectáculo.Una loba desnuda se deslizaba sobre él, intentando avivar su deseo con movimientos sensuales.Era hermosa, sensual, su boca entreabierta lo invitaba a tomarla, Pero si virilidad no pensaba igual.Nada.Un gruñido de frustración escapó del Alfa, le dió un golpe a la cama, estaba furioso.La empujó al suelo con brusquedad, La loba cayó asustada, el se llevó las manos a su cabeza, frotándose las sienes intentando concentrarse.Desde ese día en el baño de la manada roja, buscaba esa misma sensación en su piel, pero no lo había logrado.Fue entonces cuando lo recordo, abrió el cajón de su mesa de noche, sonrió ladino, hay estabaNegra. Delicada. Pequeña.La tanga que encontró en el suelo y que con solo su aroma le hizo olvidar sus problemas.La tomó y la acercó a su rostro, la froto sobre el, el aroma lo golpeó como una droga, era enviciador.Sus pupilas se dilataron, su piel se er
Capítulo 28Iris cayó de rodillas ante los ancianos, su rostro cubierto de lágrimas, su orgullo hecho trizas.—¡Por favor! —suplicó sintio que su mundo se derrumbaba —. ¡El Alfa quiere deshacerse de mí! Me ha puesto una trampa.Sus manos temblaban, su corazón latía rápidamente, tenía miedo del futuro incierto que le esperaba.Los ancianos la miraron con frialdad, su desprecio por la loba era notorio.Vicente, de pie frente a ella, sonrió con fría satisfacción.Gira para fingirse víctima frente a los ancianos.—No es verdad —su voz era hielo—. Te di una oportunidad, puse a mi Luna a un lado por ti… Ahora incluso dudo que Amelia me haya fallado.Iris sintió un nudo en la garganta.Él lo había planeado todo, había jugado con ella.Los ancianos negaron con la cabeza, sentía asco por la Luna que veneraron.—Lárgate. No queremos verte en esta manada.Uno de ellos se inclinó y con un dedo trazó la marca de la deshonra sobre su frente.—Agradece que sólo marcamos tu piel como una loba sin mo
Capítulo 29El médico salió de la habitación un poco preocupado por la situación de Cecilia.Matthew aguardaba con los brazos cruzados sintiendose culpable del incidente.Sabía que la noticia no sería buena.—El embarazo de Cecilia está en estado delicado —informó el doctor—. Puede perder al bebé. Un golpe los primeros meses de embarazo pone en riesgo cualquier gestación.El Alfa sintió que un terrible sentimiento de culpa, no midio las fuerzas de su enojo—¿Qué debo hacer? —suspiro resignado a acatar órdenes.—Evitar cualquier alteración. Debe descansar durante los primeros meses de embarazo, no debe alterarse.Matthew asintió, odiaba a Cecilia, pero ese bebé…Ese bebé era suyo y no permitiría que nada le pasara.Entró en la habitación.La loba estaba en la cama que un día fue de Catalina, con los ojos llenos de lágrimas y fingiendo estar alterada.El cruzo los brazos, manteniendose alejado, con la mirada abajo por el remordimiento.—¿Cómo te sientes? —pregunto esperando una respuesta
Capítulo 30Amelia se preparo para la fiesta, estaba muy nerviosa. Larios le había obsequiado un hermoso vestido color esmeralda, y aunque se miraba en el espejo intentando convencerse de que todo estaria, la ansiedad no la abandonaba.Fingía que su nerviosismo era por la velada, después de todo, alfas de todas las manadas estarían presentes, y las probabilidades de que alguien la reconociera eran altas. Pero en el fondo, sabía que su angustia y preocupación tenía otro origen.El sueño. Ese maldito sueño erótico que la perseguía desde hacía días. Lobos. Un hombre sombra. El deseo inquebrantable que aún sentía en la piel. Cada vez que lo recordaba, la calidez peligrosa de aquella sombra, su cuerpo hervía por el deseo. Tal vez estaba enloqueciendo, pero la conexión que había experimentado era tan real, tan intensa, que le resultaba imposible seguír creyendo que solo era un sueño.Larios entró en la habitación, sacándola de sus pensamientos al escuchar la puerta. El Alfa de Nocturna, so
Capítulo 31Amelia intentó regresar a la fiesta, pero cada paso que daba la hacía sentir más débil. Su cuerpo temblaba sin control con una energía que la rodeaba, como si la visión de la loba blanca la llamaran desde el pasado. Su respiración se agitaba y su visión se nublaba por momentos. Algo dentro de ella se despertaba, una sensación primitiva que la hacía sudar.Una anciana loba de ojos grandes y piel arrugada por los años, se acerco al ver la piel palida de la joven. Sin dudarlo, la ayudó a sentarse para que tomara aire en las sillas del jardín —¿Que le sucede, señorita? —pregunto angustiada al ver el rostro de Amelia.Amelia estaba palida, su rostro empalidecido, y sus labios aun más palidos.—No me siento bien… ¿Podría llevarme a mi habitación? —susurró Amelia, sintiendo cómo sus extremidades hormigueaban y se le hacía difícil caminar.Las lágrimas empezaron a escapar de sus ojos. Jamás había experimentado algo así. Era una sensación que le atravesaba hasta los huesos, y ten