Con los ojos bien abiertos, llenos de sorpresa y enojo, Isa gruñía mientras clavaba sus uñas en la palma de sus manos y a su lado, Maik estaba tan agitado que su garganta se había secado de tanto jadear. —Isa, ven, acércate —, le pidió el supremo con voz suave, pero firme a la vez, y tomando la ini
Y Miranda asintió, con sus ojos aún llenos de lágrimas. —Sí, señorita, al igual que el señor Maik, inclúyame a mí también. Como ha visto no tengo un lugar donde me quieran, únicamente usted me trata bien, las demás personas me miran como si fuera una escoria que no merece un lugar en el mundo—, exp
'Puedo ayudarte, sé que todo lo que dijiste en la fiesta fueron excusas, estaré esperándote en la pastelería de la última vez'. Al terminar de leer, Isa puso los ojos en blanco y lanzó su teléfono al asiento del copiloto. Un par de horas más tarde, llegó a la pista de aterrizaje y su sonrisa volvió
Juliet estaba tan furiosa, que, sin previo aviso, abrió la puerta del despacho de Xander con tal fuerza que el sonido resonó en toda la estancia, y Xander que estaba sentado detrás de su escritorio, levantó la vista con expresión amenazante, pero ella no se sintió intimidada, al contrario, su furia
Uno de los hombres, con rostro inexpresivo, respondió de manera amenazante: —Lobo bujarrón, deja tu escándalo— le dijo él de forma prejuiciosa para discriminar a Maik por su sexualidad y los demás se echaron a reír, celebrando el chiste antes de que el mismo continuara amenazando. — No busques que
Xander estaba tan enojado que no era capaz de darse cuenta de que Isa estaba realmente confundida. —¿Han matado a Lily? —averiguó Isa y esa pregunta pareció enojar aún más a Xander, quien la empujó con fuerza. —¿Piensas verme la cara? ¿Me preguntas para mofarte? —, le gritó fuera de sí y aunque Or
—¿Estás seguro de que vives aquí? —le preguntó y su tono era mitad incredulidad, mitad broma. Billy, que estaba abrazándolo por detrás, se rió y asintió con un movimiento de cabeza. —Tú también vivirás aquí conmigo —le aseguró y Maik se estremeció. Con el corazón latiendo con fuerza en su pecho
—Gracias a la diosa, el alfa se arrepintió de realizarle esa tortura a nuestra luna. Bañarla en plata hirviendo sería muy cruel—. Escuchó como una le dijo a la otra. Y la cual se colocó una mano sobre el pecho y arrugó el rostro como gesto de grima. — Sí, tienes razón. Sin contar que, al arrepentir