Al detenerse frente a la mesa donde estaba su padre, ocho pares de ojos se centraron en ella, excepto los de la mujer con la que su padre estaba siendo íntimo, puesto que esta evitaba directamente su mirada. —¿Cómo debo castigar tu desobediencia? —, le preguntó Ranor poniéndose de pie y apartando a
—Isa, no puedes hacer esa locura—, le reclamó Maik totalmente horrorizado, mientras la veía caminar de un lado a otro, dentro del aposento, con los brazos cruzados sobre su pecho. —Prefiero ser una loba sin manada, a tener que casarme con un alfa al que no quiero. Ese lobo, aparte de que es mucho m
La niña la observó con determinación en sus ojos azules. —La abuela Susan dice que debemos enfrentar nuestros miedos y luchar por lo que creemos y si esa mujer está causando tanto daño, ¿no debemos detenerla? Juliet se quedó en silencio por un momento, y después de varios segundos asintió lentame
Mientras tanto, los hombres se quedaron de pie y no podían evitar pensar en Lily, y en su risa inocente que aún resonaba en sus oídos, como un cruel contraste de la realidad. Hope, por su parte, se mantuvo impasible, con rostro inexpresivo, mientras efectuaba el rito y, la vida en el bosque parecía
En su balcón, apoyada en la baranda de hierro forjado, Juliet esperaba con ansia la llegada de Xander mientras la briza nocturna se colaba por las grietas de su ropa, haciendo que un escalofrío le recorriera la espalda, y se frotó los brazos para intentar calentarse, pero el frío parecía haberse apo
Pero Xander solo la agarró por los hombros y la apartó. —Te dije que no estoy de humor —, repitió, pasando de ella para dirigirse al salón donde estaban sus padres y hermano. —Hijo, ¿Es verdad que encerraste a la loba que era la niñera de Lily? —, le preguntó Rodolfo con tono severo y Xander asi
La fiesta estaba animada, todos los alfas y sus lunas compartían, pero Ranor no dejaba de ver a Xander, quien no hacía otra cosa que mirar a Isa con una intensidad que ella nunca había experimentado, y que la hacía sentir incómoda. —Maik, vamos a tomar un poquito de aire— le pidió Isa a su amigo.
Con los ojos bien abiertos, llenos de sorpresa y enojo, Isa gruñía mientras clavaba sus uñas en la palma de sus manos y a su lado, Maik estaba tan agitado que su garganta se había secado de tanto jadear. —Isa, ven, acércate —, le pidió el supremo con voz suave, pero firme a la vez, y tomando la ini