Santiago no podía controlar los latidos de su corazón, ¿Qué le pasaba? Apenas había conocido ayer a Luciana y ya lo tenía tonto.
—Qué pequeño es el mundo ¿No crees? — dijo Luciana rompiendo el silencio, él la miró un momento y luego volvió a mirar a la carretera.
—Creo que sí. — dijo sonriendo, ella lo miraba fijamente y eso lo hizo sonrojarse.
—Creo que de una u otra forma iba a conocerte.
—Sí, era nuestro destino — Luciana al oírlo se sonrojó y decidió mirar por la ventana. Santiago no pudo evitar sonreír al verla de reojo. Ella tomó una gran bocanada de aire y volvió a hablar.
—¿Cómo está la princesa Emily? — Santiago no pudo evitar mirarla con gran intensidad, por la forma tan cariñosa y realmente interesada que preguntó por su hija.
—Enojada porque no la traje conmigo — dijo riendo al recordar a su hija con los brazos cruzados enojada porque no iba con su padre.
—¿Siempre la llevas a todos lados contigo? — quiso realmente saber. Santiago asintió con la cabeza.
—Sí, desde que su mamá la dejó conmigo he tratado de andar con ella siempre, una niñera iba conmigo. En mi oficina tenía la cuna y todo lo que le hiciera falta para una bebé de seis meses. Conforme fue creciendo fui organizando mejor una habitación para ella, una cama para sus siestas, sus juguetes, quiero aprovechar al máximo, ya que en un par de años entrará a la escuela. — Luciana podía sentir el amor con el que Santiago hablaba de su pequeña hija y algo en el corazón de ella se calentó. Ella quería preguntarle por la mamá de Emily, pero no sabía si iba a sonar muy entrometida, en especial cuando solo tenía un día de haberlo conocido, en ese momento Santiago se carcajeó, lo que hizo que Luciana frunciera el ceño.
—¿De qué te ríes? — preguntó confundida.
—Sé que quieres preguntar — ella se sorprendió al oírlo.
—¿Así? — Santiago asintió, sin borrar la hermosa sonrisa que tenía en su rostro.
—Sí, te hubieras visto la cara que tenías, te darías cuenta — dijo divertido. Luego su sonrisa se borró y se puso muy serio. — cuando estaba en la universidad conocí a Emma, ella era muy hermosa y dulce — sonrió con amargura — O eso creía yo, me enamoré a pesar de que cuando éramos novios empezó a comportarse muy mandona y controladora, y yo como un tonto enamorado la justificaba, mi familia no la quería, así que me hicieron elegir, ella o mi familia, la elegí a ella, le propuse matrimonio y mi familia me dejó de hablar, gracias al cielo mi abuelo me había dejado su herencia a mí, así que me independice y cree mi empresa, Emma es una mujer muy irritante, empezó a gritarle a mis empleados a tratarlos mal, siempre discutíamos por eso y por la excesiva forma en gastar dinero, yo trataba de hacerle de ver que lo que hacía estaba mal, realmente la amaba y no quería perderla — Luciana escuchaba muy atenta y vio pasar por el rostro de Santiago muchos sentimientos, la verdad no entendía como alguien podía ser tan abierto con una persona que prácticamente acababa de conocer. — Pero todo empeoró cuando quedó embarazada, mientras yo me puse pletórico de la felicidad, ella se puso histérica, ella no quería hijos y perder su figura, no quería tener que dejar las fiestas, los viajes, dijo que ella no había nacido para tener hijos ni criarlos — Santiago suspiró recordando aquellos momentos tan difíciles en su vida personal — Traté de hacerle ver que yo estaría con ella en todo momento, que seríamos una familia. A lo que ella contestó que dejara de vivir en los cuentos de hadas y despertara, que ya un bebé, sólo venía a llorar, y hacer que ya no hubiera intimidad, ella dijo que iba a abortar, porque simplemente no quería ser madre — Luciana no podía creer que una mujer pudiera decir cosas tan crueles. — Lloré, no te lo voy a negar, me sentí devastado, no podía creer que con una mujer tan fría y cruel me había casado, llamé a Saúl y él fue a verme, fue mi apoyo y él me dio la idea de ofrecerle a Emma dinero a cambio de que el bebé pudiera nacer. Ella es una mujer materialista, así que aceptó, le ofrecí no sólo muchos millones, también le dije podría operarse después del bebé, para que no tuviera hijos y si quería algo estético y aceptó. Pero es tan avariciosa que antes de nacer Emily quiso el doble del dinero y varias propiedades que tenía y además el divorcio, me dolió y en la soledad volví a llorar, no podía creer que todo eso me estuviera pasando, pero de verdad amé a mi hija desde el minuto uno en que me di cuenta de su existencia así que acepté, porque simplemente daría todo lo que tengo por mi princesa, pero lo hice con una condición, que tenía que estar los primeros seis meses de vida de la bebé con nosotros, mi plan era que si ella pasaba con la bebé tal vez se iba a enamorar de ella, que al final si quisiera una familia a mi lado. Pero no funcionó, se quedó los seis meses, pero nunca mostró amor hacía Emily, le gritaba tan solo siendo una pequeña recién nacida por supuesto que se operó para no tener hijos además de hacerse una cirugía estética, para ella Emy era irritante, no soportaba a mí princesa y hasta ahí llegó mi amor por ella, pero la gota que derramó el vaso fue en que metió hombres a la casa cuando yo no estaba, la descubrí porque cuando Emm tenía cinco meses cuando la dejó desnuda durabte ratos en la cuna y recién bañaba por culpa de ella mi hija se puso mal, la ama de llaves me llamó preocupada, salí corriendo para la casa, le pregunté por la señora y ella simplemente no dije nada, no sabía porqué, pero simplemente lo intuí y una rabia desconocida emano de mí, cuando llegué a la casa lo primero que hice fue ir a la habitación que habíamos compartido hacía unos meses atrás, pero que ella se había encargado de sacarme, la encontré teníando sexo, a él lo saqué a golpes de mi casa y a ella le dije muchas cosas, agarré el acuerdo con todo lo que me había pedido por Emily, lo tenía desde que ella me lo pidió, se lo di y le di media hora para salir de casa. No quería verla más, tomé a mi pequeña en brazos y salí con ella al hospital de niños. Cuando salimos de ahí la llevé a la casa y ya no había rastro de Emma por ningún lado, estuve apunto de despedir al ama de llaves por no informarme lo que estaba ocurriendo mientras yo no estaba, pero la mujer realmente necesitaba el trabajo y sabía lo que era Emma para ella, así que suponía que la había amenazado y no solo a ella sino a todo el personal. Decidí cambiarme de casa, esa era una mansión gigante, la compré por capricho de Emma, pero la verdad nunca la sentí mi hogar. Llegar a una casa nueva fue respirar, no te voy a mentir que hubo noches en que lloré y la extrañé realmente la quise, pero fueron pocas, luego de eso, supe acomodar mi vida y logré salir adelante con una pequeña princesa. — Luciana no se había dado cuenta que tenía lágrimas en sus mejillas, pero Santiago sí, por lo que se orilló a un lado de la carretera y con suma delicadeza le limpió las lágrimas. La mirada de ambos era intensa. — No tienes porqué llorar.
—Lo siento, no me di cuenta. Eres un gran hombre Santiago, y un gran padre, lo que hiciste por tu hija habla muy bien de ti y déjame decirte que tu esposa es una m*****a bruja que no merece vivir en el mismo planeta que Emily — Santiago sonrió al oírla, sus manos seguían en las mejillas de ella.
—Ex esposa, nos divorciamos unos días después de que se fue de la casa y luego de eso no la volví a ver, ni a saber de ella. — dijo encogiéndose de hombros. En ese momento una gran conexión creció aún más en ellos, Santiago miraba los carnosos labios de Luciana y quiso probarlos, estaba seguro que serían dulces y no solo eso, sabía que podía hacerse adicto a ellos.
Por su lado Luciana empezó a ponerse nerviosa, la mirada de Santiago hacia ella la estaba quemando, inconscientemente se pasó la lengua por sus labios, él siguió el movimiento con sus ojos, y ella pudo notar, como estos se oscurecieron, casi inmediatamente. Cuando Santiago pensó que no podría aguantar más y que debía besarla o moriría ahí mismo, su celular inundó la estancia, con un suspiro y una última mirada se alejó de ella. Contestó al ver que era Saúl.
—¿Ocurre algo que se han quedado atrás? — preguntó su amigo preocupado, Santiago miró a Luciana y sonrió.
—No, no pasa nada, creí sentir a ver sentido que le pasé a algo por encima, pero me equivoqué, no te preocupes Saúl, se a dónde vamos, ya casi los alcanzamos.
—Bien amigo te espero. — Cuando cortó su mirada seguía en Luciana.
—Perdón por lo de hace un momento — decidió romper el silencio.
—No te preocupes, no ha pasado nada. Además tengo que darte las gracias por confiar en mí, prácticamente somos extraños y aún así me has contado cosas muy importantes de tu vida y de Emy. — Santiago la miró sin quitar su sonrisa del rostro.
—Me inspiraste confianza, el ver cómo trataste a mi hija habla muy bien de ti, además ya no solo trabajaremos juntos, sino que seremos padrinos y tenemos que organizar una gran boda, así que andando — Luciana le regaló una sonrisa sincera, una que hace mucho no daba a menos que fuera su familia, Santiago quedó maravillado de esa sonrisa a la cuál correspondió, para luego encender el auto y alcanzar a sus amigos.
Ninguno dijo nada después de eso, primero porque él había durado más de media hora contándole su vida y segundo porque faltaba poco para llegar al lugar, así que Luciana decidió admirar el paisaje. Ambos se sentían cómodos. A lo lejos pudieron observar cómo se veía una enorme y esplendorosa mansión, la atmósfera era increíble, la mansión estaba rodeada de pura naturaleza y por supuesto el viñedo, Luciana entendió en ese momento porqué su amiga había quedado enamorada de ese lugar.Él viñedo se encontraba exactamente en Long Island, New York, la propiedad era como un negocio, propiedad de la familia Guiachetti, misma que se encarga de la operación del lugar y la producción del vino. En cuanto se bajaron del auto todos estaban fascinados. —Me encanta el lugar — dijo Luciana en voz alta — mira el espacio tan grande para hacer la boda, va a quedar fantástico. — Irina dio saltitos de alegría al escuchar a su amiga. —Luciana tiene razón, este lugar es increíble — comentó Santiago, en es
Cuando Santiago y Luciana subieron al auto, el celular de él empezó a sonar. —Ya se había tardado — dijo divertido, Luciana por el contrario frunció el ceño al oírlo. Santiago colocó el teléfono en un porta celular y aceptó la llamada con una sonrisa. —¡Papi! — gritó la niña emocionada de ver a su padre. —Hola princesa — Luciana al oír a Emily sonrió con ternura. —Papi, te extraño tanto, estoy aquí tan sola y abandonada — dijo haciendo unos ojitos de cordero. — Santiago cada día se enamoraba más de su hija, aunque fuera una pequeña manipuladora. Luciana no pudo echarse una pequeña risa al oír a Emily, risa que llegó a los oídos de la niña. —¿Quién está contigo papá? ¿Es tío Saúl o la novia? — Santiago miró a Luciana con una gran sonrisa. —Ninguno de los dos cariño, ¿recuerdas que voy a ser el padrino de la boda? — la niña asintió pero igual habló. —Sí, y por eso te dije que yo debía ser la madrina papi, así yo puedo estar presente en todo — Luciana no podía dejar de reír, en es
En el camino a la casa de Santiago ninguno dijo nada, pero él quería saber más de ella, quería que tuviera la confianza que él le había tenido, claro está que no podía obligarla. —¿Puedo preguntarte algo? — dijo algo inseguro, eso hizo que Luciana se girara a mirarlo. —Claro, dime. —¿Qué cosas te gusta hacer? A parte de trabajar. — no quería ir directo al punto, porque en realidad también quería conocer que hacía. Luciana no pudo evitar sentirse algo incómoda y no porque la pregunta fuera descortés, sino porque ella simplemente había dejado de vivir la vida como era. — No tienes que contestarme si no quieres. — Luciana solo suspiró. —No es que no quiera contestarte, es que simplemente me dedico a trabajar — Santiago frunció el ceño al oírla. —¿Por qué? Eres joven, ¿no sales ni con Irina? —Hace cinco años dejé de ser yo, e Irina ella es como mi hermana, así que cuando ella me necesita estoy para ella, salimos algunas veces, cuando mi trabajo me lo permite. —Te voy a hacer sincer
Santiago abrió la puerta de su despacho e hizo que Rosé entrara primero. — Siéntate por favor — ella lo hizo de forma que su vestido se subiera y enseñara sus piernas. Santiago se sintió incómodo al ver la acción de la joven, él no era estúpido, sabía que ella quería algo con él, no podía negar que era hermosa, pero también sabía que tener una aventura con ella sería serios problemas, por eso cuando tenía aventura de una noche era con mujeres que no conocía así evitaba muchas cosas. —Usted dirá señor. — dijo con voz melosa, Santiago la miró a los ojos. —¿Quiero saber porque le dices a Emily que nos vamos a casar y que a ella ya no voy a quererla? Y que además ella es un estorbo — su voz en ese momento era fría, odiaba que se metieran con su hija y la hicieran sufrir. Rosé se puso pálida al escucharlo. —Señor, yo nunca he dicho que la niña es un estorbo, no le voy a mentir y decir que no le he dicho que si usted se fijara en mí, sería muy feliz. Usted sabe lo que siento ya se lo ha
—De nada cielo, pero recuerda que yo tengo que trabajar mucho, por eso casi no voy a ningún lado. — la niña frunció el ceño al oírla. Santiago solo no dejaba de verla. —Porque mi papá estuvo muy enfermo y mi abuelo ya está muy mayor, así que yo trabajo por ellos para que puedan cuidarse. —Eres la mejor — Emily la abrazó muy fuerte y ella no pudo evitar sonreír con el corazón lleno de ternura, Santiago carraspeo para poder pasar el nudo que tenía en la garganta, ¿se estaba volviendo loco? Estaba deseando a Luciana como nunca lo había hecho con ninguna mujer. —Emy, ¿Para qué fuiste a buscarme? — Necesitaba pensar en otra cosa, su hija lo miró a los ojos, en ese momento se odio así mismo, tenía sus pequeños ojos rojos por el llanto. —Para decirte que quería que comiéramos los tres juntos aquí, en el río. — Santiago le sonrió cómo el gato de Alicia, porque en ese momento se dio cuenta que su hija estaba muy pegada a Luciana y eso iba a ser de gran ayuda para conquistarla. —Eres una n
Luciana nunca se había sentido como ese día, o si lo había estado no lo recordaba, Emily se había encargado de hacerlos reír a ambos, comía animadamente, parecían una familia verdadera, incluso respiraba profundo cada vez que podía, había quedado enamorada de ese lugar desde que lo vio. También vio una faceta que le gustó aún más de Santiago, quién reía a carcajadas al oír a su hija, le hacía bromas que molestaban a la pequeña, incluso se quitó el saco, se subió las manos de su camisa y empezó a jugar con la niña en el pasto, incluso ella al final jugó con ellos, por insistencia de la niña. Habían reído tanto esa tarde y jugado, que Emily se había quedado dormida en su regazo, Santiago había tenido y un brillo muy especial al igual que ella, porque cuando había llegado a su casa, su padre y su abuelo la habían mirado sorprendidos. Su padre le había dicho en ese momento que le había algo diferente, y en realidad ella se sentía diferente, había subido a la habitación, se había dado un
En todo el camino hacía la playa Emily iba hablando, cantando y haciendo reír a los dos adultos que iban en la parte de adelante, casa que podía Santiago miraba a Luciana, le encantaba verla relajada y sonriendo, el primer día que él la había conocido había visto a una mujer hermosa, pero aislada, sería y que si sonreía era solo por obligación y compromiso. Pasaron a almorzar a un lugar de camino a la playa, Santiago tuvo que hacer mucho esfuerzo para no golpear al mesero, que se le fueron los ojos viendo a Luciana, sin decir nada colocó su mano en la parte baja de su espalda, quería hacerle ver al idiota que ella iba acompañada y no sola, pero parecía que ese día no tendría suerte. —Señorita, le envían esta copa de vino — le dijo una mesera a Luciana quién estaba sorprendida mientras que Santiago fruncía el ceño. —¿Quién? — dijo seria cuando se le pasó la impresión. —Aquel hombre de la mesa del fondo — tanto Santiago como Luciana miraron dónde la mujer señalaba y aún hombre apues
Cuando llegaron Luciana admiraba el lugar con la boca abierta, aunque venía de una familia adinerada nunca había pisado ese lugar, cuando deseaba ir a la playa iba a Miami o se iba alguna playa del Caribe. Siempre le habían dicho que los Hamptons era un lugar exclusivo para las personas más poderosas y adineradas y no era que ella no tuviera dinero suficiente, sólo era que muy poco le importaba, nunca había sido muy materialista. Pero no podía negar que las casas eran de ensueño y era un lugar muy hermoso. La increíble mansión le quitó el aliento en cuanto se detuvieron. —No pensé que tuvieras una mansión en este lugar — dijo en cuánto él estacionó el auto. —No es mía, es de mis padres, mi madre ama este lugar, la heredó cuando se casó con mi padre, venía todos los veranos aquí, era de mis abuelos. — ella lo miró y sonrió, Santiago acarició su mejilla con infinita ternura. —Espero te guste el lugar. — dijo acercándose más a ella. Pero en ese momento Emily empezó a removerse en su