CAPÍTULO 5

Santiago no podía controlar los latidos de su corazón, ¿Qué le pasaba? Apenas había conocido ayer a Luciana y ya lo tenía tonto. 

—Qué pequeño es el mundo ¿No crees? — dijo Luciana rompiendo el silencio, él la miró un momento y luego volvió a mirar a la carretera. 

—Creo que sí. — dijo sonriendo, ella lo miraba fijamente y eso lo hizo sonrojarse. 

—Creo que de una u otra forma iba a conocerte. 

—Sí, era nuestro destino — Luciana al oírlo se sonrojó y decidió mirar por la ventana. Santiago no pudo evitar sonreír al verla de reojo. Ella tomó una gran bocanada de aire y volvió a hablar. 

—¿Cómo está la princesa Emily? — Santiago no pudo evitar mirarla con gran intensidad, por la forma tan cariñosa y realmente interesada que preguntó por su hija. 

—Enojada porque no la traje conmigo — dijo riendo al recordar a su hija con los brazos cruzados enojada porque no iba con su padre. 

—¿Siempre la llevas a todos lados contigo? — quiso realmente saber. Santiago asintió con la cabeza. 

—Sí, desde que su mamá la dejó conmigo he tratado de andar con ella siempre, una niñera iba conmigo. En mi oficina tenía la cuna y todo lo que le hiciera falta para una bebé de seis meses. Conforme fue creciendo fui organizando mejor una habitación para ella, una cama para sus siestas, sus juguetes, quiero aprovechar al máximo, ya que en un par de años entrará a la escuela. — Luciana podía sentir el amor con el que Santiago hablaba de su pequeña hija y algo en el corazón de ella se calentó. Ella quería preguntarle por la mamá de Emily, pero no sabía si iba a sonar muy entrometida, en especial cuando solo tenía un día de haberlo conocido, en ese momento Santiago se carcajeó, lo que hizo que Luciana frunciera el ceño. 

—¿De qué te ríes? — preguntó confundida. 

—Sé que quieres preguntar — ella se sorprendió al oírlo. 

—¿Así? — Santiago asintió, sin borrar la hermosa sonrisa que tenía en su rostro. 

—Sí, te hubieras visto la cara que tenías, te darías cuenta — dijo divertido. Luego su sonrisa se borró y se puso muy serio. — cuando estaba en la universidad conocí a Emma, ella era muy hermosa y dulce — sonrió con amargura — O eso creía yo, me enamoré a pesar de que cuando éramos novios empezó a comportarse muy mandona y controladora, y yo como un tonto enamorado la justificaba, mi familia no la quería, así que me hicieron elegir, ella o mi familia, la elegí a ella, le propuse matrimonio y mi familia me dejó de hablar, gracias al cielo mi abuelo me había dejado su herencia a mí, así que me independice y cree mi empresa, Emma es una mujer muy irritante, empezó a gritarle a mis empleados a tratarlos mal, siempre discutíamos por eso y por la excesiva forma en gastar dinero, yo trataba de hacerle de ver que lo que hacía estaba mal, realmente la amaba y no quería perderla — Luciana escuchaba muy atenta y vio pasar por el rostro de Santiago muchos sentimientos, la verdad no entendía como alguien podía ser tan abierto con una persona que prácticamente acababa de conocer. — Pero todo empeoró cuando quedó embarazada, mientras yo me puse pletórico de la felicidad, ella se puso histérica, ella no quería hijos y perder su figura, no quería tener que dejar las fiestas, los viajes, dijo que ella no había nacido para tener hijos ni criarlos — Santiago suspiró recordando aquellos momentos tan difíciles en su vida personal — Traté de hacerle ver que yo estaría con ella en todo momento, que seríamos una familia. A lo que ella contestó que dejara de vivir en los cuentos de hadas y despertara, que ya un bebé, sólo venía a llorar, y hacer que ya no hubiera intimidad, ella dijo que iba a abortar, porque simplemente no quería ser madre — Luciana no podía creer que una mujer pudiera decir cosas tan crueles. — Lloré, no te lo voy a negar, me sentí devastado, no podía creer que con una mujer tan fría y cruel me había casado, llamé a Saúl y él fue a verme, fue mi apoyo y él me dio la idea de ofrecerle a Emma dinero a cambio de que el bebé pudiera nacer. Ella es una mujer materialista, así que aceptó, le ofrecí no sólo muchos millones, también le dije podría operarse después del bebé, para que no tuviera hijos y si quería algo estético y aceptó. Pero es tan avariciosa que antes de nacer Emily quiso el doble del dinero y varias propiedades que tenía y además el divorcio, me dolió y en la soledad volví a llorar, no podía creer que todo eso me estuviera pasando, pero de verdad amé a mi hija desde el minuto uno en que me di cuenta de su existencia así que acepté, porque simplemente daría todo lo que tengo por mi princesa, pero lo hice con una condición, que tenía que estar los primeros seis meses de vida de la bebé con nosotros, mi plan era que si ella pasaba con la bebé tal vez se iba a enamorar de ella, que al final si quisiera una familia a mi lado. Pero no funcionó, se quedó los seis meses, pero nunca mostró amor hacía Emily, le gritaba tan solo siendo una pequeña recién nacida por supuesto que se operó para no tener hijos además de hacerse una cirugía estética, para ella Emy era irritante, no soportaba a mí princesa y hasta ahí llegó mi amor por ella, pero la gota que derramó el vaso fue en que metió hombres a la casa cuando yo no estaba, la descubrí porque cuando Emm tenía cinco meses cuando la dejó desnuda durabte ratos en la cuna y recién bañaba por culpa de ella mi hija se puso mal, la ama de llaves me llamó preocupada, salí corriendo para la casa, le pregunté por la señora y ella simplemente no dije nada, no sabía porqué, pero simplemente lo intuí y una rabia desconocida emano de mí, cuando llegué a la casa lo primero que hice fue ir a la habitación que habíamos compartido hacía unos meses atrás, pero que ella se había encargado de sacarme, la encontré teníando sexo, a él lo saqué a golpes de mi casa y a ella le dije muchas cosas, agarré el acuerdo con todo lo que me había pedido por Emily, lo tenía desde que ella me lo pidió, se lo di y le di media hora para salir de casa. No quería verla más, tomé a mi pequeña en brazos y salí con ella al hospital de niños. Cuando salimos de ahí la llevé a la casa y ya no había rastro de Emma por ningún lado, estuve apunto de despedir al ama de llaves por no informarme lo que estaba ocurriendo mientras yo no estaba, pero la mujer realmente necesitaba el trabajo y sabía lo que era Emma para ella, así que suponía que la había amenazado y no solo a ella sino a todo el personal. Decidí cambiarme de casa, esa era una mansión gigante, la compré por capricho de Emma, pero la verdad nunca la sentí mi hogar. Llegar a una casa nueva fue respirar, no te voy a mentir que hubo noches en que lloré y la extrañé realmente la quise, pero fueron pocas, luego de eso, supe acomodar mi vida y logré salir adelante con una pequeña princesa. — Luciana no se había dado cuenta que tenía lágrimas en sus mejillas, pero Santiago sí, por lo que se orilló a un lado de la carretera y con suma delicadeza le limpió las lágrimas. La mirada de ambos era intensa. — No tienes porqué llorar. 

—Lo siento, no me di cuenta. Eres un gran hombre Santiago, y un gran padre, lo que hiciste por tu hija habla muy bien de ti y déjame decirte que tu esposa es una m*****a bruja que no merece vivir en el mismo planeta que Emily — Santiago sonrió al oírla, sus manos seguían en las mejillas de ella.

—Ex esposa, nos divorciamos unos días después de que se fue de la casa y luego de eso no la volví a ver, ni a saber de ella. — dijo encogiéndose de hombros. En ese momento una gran conexión creció aún más en ellos, Santiago miraba los carnosos labios de Luciana y quiso probarlos, estaba seguro que serían dulces y no solo eso, sabía que podía hacerse adicto a ellos. 

Por su lado Luciana empezó a ponerse nerviosa, la mirada de Santiago hacia ella la estaba quemando, inconscientemente se pasó la lengua por sus labios, él siguió el movimiento con sus ojos, y ella pudo notar, como estos se oscurecieron, casi inmediatamente. Cuando Santiago pensó que no podría aguantar más y que debía besarla o moriría ahí mismo, su celular inundó la estancia, con un suspiro y una última mirada se alejó de ella. Contestó al ver que era Saúl. 

—¿Ocurre algo que se han quedado atrás? — preguntó su amigo preocupado, Santiago miró a Luciana y sonrió. 

—No, no pasa nada, creí sentir a ver sentido que le pasé a algo por encima, pero me equivoqué, no te preocupes Saúl, se a dónde vamos, ya casi los alcanzamos. 

—Bien amigo te espero. — Cuando cortó su mirada seguía en Luciana. 

—Perdón por lo de hace un momento — decidió romper el silencio. 

—No te preocupes, no ha pasado nada. Además tengo que darte las gracias por confiar en mí, prácticamente somos extraños y aún así me has contado cosas muy importantes de tu vida y de Emy. — Santiago la miró sin quitar su sonrisa del rostro. 

—Me inspiraste confianza, el ver cómo trataste a mi hija habla muy bien de ti, además ya no solo trabajaremos juntos, sino que seremos padrinos y tenemos que organizar una gran boda, así que andando — Luciana le regaló una sonrisa sincera, una que hace mucho no daba a menos que fuera su familia, Santiago quedó maravillado de esa sonrisa a la cuál correspondió, para luego encender el auto y alcanzar a sus amigos. 

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