—¿Y cuál sería la tercera sorpresa? — preguntó Emily más que feliz, con las sorpresas que estaba dando su papá. —Bueno, primero los que están aquí me conocen y saben que para mí la familia es la más importante, por eso quiero que mi suegro, y su padre se vengan a vivir con nosotros — Luciana se giró de inmediato a ver Santiago, eso no lo esperaba, ni en un millón de años — Amor, yo sé que tu padre y tu abuelo son tu única familia y toda tú vida has vivido con ellos, la casa es enorme y sé que a mi suegro le encanta la idea, porque para él eres lo más importante, ¿No es cierto suegro? — Ronald sabía que estaba apunto de llorar, en realidad su hija le hacía mucha falta, estaba acostumbrado a desayunar, almorzar y cenar con ella, solo cuando había alguna reunión o algún compromiso no lo hacían, pero ahora, eran muy pocas veces, pero no podía reprochar nada, porque estaba muy feliz por ella, después de tantos años al fin sonreía y sus ojos brillaban como nunca antes. —Yo y mi papá esta
Mientras Santiago y Luciana hablaban aún en el comedor, Andrés no pudo evitar querer saber dónde estaba Camille. —¿Me prestarían el baño? — dijo lo primero que se le vino a la mente. —Por supuesto — dijo Ronald. —Ven, yo te llevo — Emily le agarró la mano y lo dirigió al baño que quedaba por el jardín y desde ahí él pudo observar la figura de Camille, quién hablaba por celular y miraba hacía el cielo. — Es este, ¿Quieres que te espere así no te pierdes? — Andrés la miró con dulzura. —No princesa, tranquila, puedes ir, no me voy a perder. — ella le sonrió enseñándole todos los dientes y luego se fue corriendo. Andrés espero que la niña no se viera para ir directo a dónde se encontraba Camille hablando, ella se veía algo estresada y lo que le hizo fruncir el ceño. —Vamos, Daniels, deja ese tema, nos veremos el fin de semana en nuestro compromiso. — al saber con quién hablaba una hoguera se instaló en él. No sabía que estaba diciéndole el maldito hombre, pero la risa tan sarcástica
Luciana sintió besos en el rostro y no pudo evitar sonreír, el olor de la colonia de su marido llegó hasta ella, por lo que estiró sus brazos y aún con los ojos cerrados lo abrazó aún medio dormida. —Buenos días, mi bella durmiente, aunque me encantaría quedarme hoy contigo en cama — le dijo con un ronco susurro en el oído de ella. —Buenos días, claro que puedes — su voz salió ronca debido a que aún no despertaba del todo — Eres el dueño — Santiago sonrió al oírla. —¿Qué has hecho con mi mujer? — dijo divertido, recordando aquella Luciana, fría, que no sonreía y mucho menos faltaba al trabajo. —Sé enamoró cómo una loca del hombre más perfecto que existe y de la niña más cariñosa, tierna y perfecta que hay. — Luciana abrió los ojos y él suspiró al verlos, ella era simplemente perfecta. —Pues me alegro que te hayas enamorado y más de ese hombre tan perfecto del que soy — Luciana sonrió al oírlo — Cuando te conocí, vi a una mujer hermosa pero ahora creo que eres hermosa y perfecta,
Cuando llegaron al centro comercial no sabían por dónde comenzar. —Yo creo que por lo más importante — dijo Camille con una mirada pícara en su rostro. —¿Y qué es? — Luciana no entendía a dónde quería llegar Camille. —Pues la noche de bodas tontita, debemos buscar para toda la luna de miel y renovar tu closet. —¿Y cómo sabes que no lo he renovado? — Camille se alzó de hombros ante la pregunta de Luciana. —Porque no creo que hayas venido a comprar ropa interior en al menos una semana o quince días y nosotras las mujeres debemos estar renovando nuestro closet cada quince días, por lo menos, la ropa interior — Luciana sonrió negando con la cabeza, Camille estaba loca. Pero al menos le agrada verla sonriente y radiante, a comparación a una hora atrás. —Bien, vamos por ropa interior, también quiero pijamas, hermosas, sexys y cómodas, en mi casa también tengo mucha, incluso en la nueva casa en la que vayamos a vivir debo de decirle a Santiago que debemos tener un ropero muy grande, ya
Daniels se acercó de nuevo a Luciana. —Así que eres la futura esposa de Santiago O'Brien. —Así es — dijo Luciana mirándolo a los ojos. —Tienes unos ojos increíblemente hermosos — Andrés iba a dar un paso al frente, ese hombre se estaba ganándose unos buenos golpes, pero una mano lo detuvo, al girarse vio a Santiago y tenía una mirada de asesino en ese momento, Andrés no quería estar precisamente en los zapatos del idiota en ese instante. —Sí, los tiene hermosos y serán lo último que verás si no te quitas del espacio personal de mi mujer — dijo furioso. Luciana se apartó de él y se fue directo a Santiago para abrazarlo, él la tomó en sus brazos de forma posesiva, mientras que el hombre se había girado al oír la voz amenazante. —¡Papi! — la niña corrió también a su lado al verlo y oírlo — yo le dije que no estuviera tan cerca de mi mami, porque ibas a romperle la cara, pero no me hizo caso — Santiago sonrió internamente al oír a su pequeña. —¿Quién mierda eres tú? —Mi prometido —
En cuanto llegaron al restaurante todos pidieron lo que querían comer, en ese momento Daniels recibió una llamada. —Lo siento debo contestar — dijo levantándose y alejándose para contestar. Lena vio esa su oportunidad y lograr hablar con él. —Yo iré un momento al baño —Lena se levantó y no se fue sin antes darle un beso a Andrés y luego salió en busca de Daniels. Camille quitó su mirada al ver el beso que se daban esos dos y se concentró en Emily, quién le reclamaba por tener un novio tan feo. Santiago se reía al oír a su hija mientras que Luciana analizaba el rostro de Andrés. —Hablaré con mi tío Camille, para nada me gusta ese tipo — ella suspiró cansada de ese tema. Aunque en un principio odio la idea de casarse por obligación y odio a Daniels, luego de un año ya se había hecho a la idea, además que estaba más segura con Daniels que con Andrés. —No Santi, deja ya el tema así, no vale la pena, de verdad yo quiero casarme. La actitud de Dani es solo una fachada, esa que usamos c
Cuando se separaron fue que Luciana vio las trufas, las fresas, el chocolate, e incluso el vino sin alcohol, ese hombre era perfecto. Santiago la soltó y abrió la botella de vino. —¿Celebramos algo especial? — preguntó ella, y Santiago sólo sonrió. —Por nosotros, nuestras felicidad y por esto que formamos juntos. — Luciana sonrió más que feliz, alzó su copa y brindó con él. Ambos tomaron sin dejar de mirarse. Luciana sabía lo que él se estaba conteniendo, así que quiso provocarlo, por lo que tomó una trufa de chocolate, para luego meterla a su boca con un movimientos sensuales, parte del chocolate resbaló por sus labios y mentón Santiago no pudo evitar llevar sus labios y lengua a chupar ese delicioso camino de Chocolate haciéndola gemir. Santiago cerró sus ojos, no podía soportarlo más, por lo que dejó ambas copas en la mesita y luego se giró y se acercó a ella y la apretó contra su cuerpo, empezó a besarla con pasión, esa mujer sabía tan bien, pronto la hábil lengua de la mujer
Al día siguiente Luciana no tenía ánimos de levantarse, Santiago la había dejado sin fuerzas, no sabía cómo es que ese hombre era tan fogoso. Luego de la tan satisfecha y excitante, se dieron un baño, justo después de salir y mudarse, Emily había entrando a la habitación, ella se encargó de hacer que su padre las llevara al cine y luego a comer, en la noche Luciana le había dado un baño a la niña y luego le había leído un cuento hasta que se quedó dormida. Santiago la había sacado casi arrastras de la habitación. —Te deseo — le había dicho y le había hecho el amor durante horas, y justo ahora estaba frente a ella, recién bañado y con un traje hecho justamente a la medida se veía más que perfecto. —No es justo que te veas también — Santiago se giró con una sonrisa en el rostro al oírla. —Yo soy perfecto de cualquier forma — Luciana sonrió aún con los ojos medio cerrados. —Engreído. —¿No piensas levantarte para desayunar conmigo? — Luciana se tapó hasta la cabeza con la cobija. —N