Cuando llegaron a la casa Santiago se sentía realizado. —¿Cuándo daremos la noticia de que seremos padres? — preguntó antes de que entraran a la casa. Luciana lo miró con una gran sonrisa. —Cuando tú quieras, mi amor. — Santiago no pudo evitar besarla con ese amor y pasión que sentía por ella. —Te amo, ahora mismo iremos a decirle a Emily, estoy seguro que pegará el grito en el cielo de la emoción. — él tomó la mano de Luciana y empezaron a caminar hacía la casa cuando los gritos de Emily se escuchaban desde afuera, Santiago y Luciana se miraron con el ceño fruncido y salieron corriendo, la primera en entrar fue Luciana, que vio como Emma quería llevarse a la niña, mientras Rosé y Julián le bloqueaban el paso. —Baja a mi hija inmediatamente, si no quieres que te deje sin cabello — Luciana estaba apunto de tirarse encima de Emma. Santiago la miraba más que furioso. —¿Qué m****a haces en mi casa y con mi hija? — ella levantó su mentón en forma de reto hacia él. —Voy a llevarl
—Gracias, Rosé, ahora quiero que lleves a mi hija acostar a mi habitación y te quedes con ella mientras yo hablo con Luciana y Julián de un tema importante. — ella asintió y se acercó para tomar a la niña en brazos. —Sí señor y cualquier cosa que necesiten solo me dicen. — Rosé salió con la niña de ahí, mientras Santiago se sentó en su silla y extendió la mano para que Luciana y Julián se sentarán al frente de él. Una vez todos estuvieron sentados, él empezó a hablar. —Julián quiero que despidas a quién dejó entrar a Emma, porque como bien dijo Luciana, no fue una sola vez, sino fueron dos, no creo que haya sido casualidades. No solo eso, también quiero que averigües si ella ha tenido contacto con alguien más de la casa y si es así, quiero que me lo informes y no solo eso, que también lo despidas, porque Emma no llegó con buenas intenciones — Luciana lo miró con el ceño fruncido al oírlo. — En la mañana me llevaron un informe a la oficina sobre ella y ha desperdiciado todo el diner
Cuando Ronald llegó encontró a todos en la sala, riendo y tomando vino. —Veo que han empezado la celebración sin mí. — todos se giraron a ver al hombre que traía dulces en su mano. —Abuelo — Emily siempre gritaba al verlo y corría a sus brazos, ese hombre siempre había estado presente en la vida de la niña, Luciana también se levantó y se acercó a abrazar a su padre. —¿Cómo sigues? — preguntó mirándola a los ojos. —Estoy muy bien papá, no te preocupes. — el hombre asintió. —De acuerdo — besó la cabeza de su hija y con la niña en brazos fue a saludar a Santiago y Camille, quién tenía un semblante triste. —¿Qué pasa cariño? ¿Por qué esa mirada tan triste? ¿Es tu padre? —Entre otras cosas — no pudo evitar sonreír. —Ahh, el amor, bueno, ahí no puedo hacer nada, salvo darte consejos. —¿Ya estamos todos? — preguntó Luciana para cambiar de tema, no quería que incomodaran a Camille, y si el tema era el amor, entonces algo le había pasado con Andrés y no sería prudente hablar de eso.
—¿Y cuál sería la tercera sorpresa? — preguntó Emily más que feliz, con las sorpresas que estaba dando su papá. —Bueno, primero los que están aquí me conocen y saben que para mí la familia es la más importante, por eso quiero que mi suegro, y su padre se vengan a vivir con nosotros — Luciana se giró de inmediato a ver Santiago, eso no lo esperaba, ni en un millón de años — Amor, yo sé que tu padre y tu abuelo son tu única familia y toda tú vida has vivido con ellos, la casa es enorme y sé que a mi suegro le encanta la idea, porque para él eres lo más importante, ¿No es cierto suegro? — Ronald sabía que estaba apunto de llorar, en realidad su hija le hacía mucha falta, estaba acostumbrado a desayunar, almorzar y cenar con ella, solo cuando había alguna reunión o algún compromiso no lo hacían, pero ahora, eran muy pocas veces, pero no podía reprochar nada, porque estaba muy feliz por ella, después de tantos años al fin sonreía y sus ojos brillaban como nunca antes. —Yo y mi papá esta
Mientras Santiago y Luciana hablaban aún en el comedor, Andrés no pudo evitar querer saber dónde estaba Camille. —¿Me prestarían el baño? — dijo lo primero que se le vino a la mente. —Por supuesto — dijo Ronald. —Ven, yo te llevo — Emily le agarró la mano y lo dirigió al baño que quedaba por el jardín y desde ahí él pudo observar la figura de Camille, quién hablaba por celular y miraba hacía el cielo. — Es este, ¿Quieres que te espere así no te pierdes? — Andrés la miró con dulzura. —No princesa, tranquila, puedes ir, no me voy a perder. — ella le sonrió enseñándole todos los dientes y luego se fue corriendo. Andrés espero que la niña no se viera para ir directo a dónde se encontraba Camille hablando, ella se veía algo estresada y lo que le hizo fruncir el ceño. —Vamos, Daniels, deja ese tema, nos veremos el fin de semana en nuestro compromiso. — al saber con quién hablaba una hoguera se instaló en él. No sabía que estaba diciéndole el maldito hombre, pero la risa tan sarcástica
Luciana sintió besos en el rostro y no pudo evitar sonreír, el olor de la colonia de su marido llegó hasta ella, por lo que estiró sus brazos y aún con los ojos cerrados lo abrazó aún medio dormida. —Buenos días, mi bella durmiente, aunque me encantaría quedarme hoy contigo en cama — le dijo con un ronco susurro en el oído de ella. —Buenos días, claro que puedes — su voz salió ronca debido a que aún no despertaba del todo — Eres el dueño — Santiago sonrió al oírla. —¿Qué has hecho con mi mujer? — dijo divertido, recordando aquella Luciana, fría, que no sonreía y mucho menos faltaba al trabajo. —Sé enamoró cómo una loca del hombre más perfecto que existe y de la niña más cariñosa, tierna y perfecta que hay. — Luciana abrió los ojos y él suspiró al verlos, ella era simplemente perfecta. —Pues me alegro que te hayas enamorado y más de ese hombre tan perfecto del que soy — Luciana sonrió al oírlo — Cuando te conocí, vi a una mujer hermosa pero ahora creo que eres hermosa y perfecta,
Cuando llegaron al centro comercial no sabían por dónde comenzar. —Yo creo que por lo más importante — dijo Camille con una mirada pícara en su rostro. —¿Y qué es? — Luciana no entendía a dónde quería llegar Camille. —Pues la noche de bodas tontita, debemos buscar para toda la luna de miel y renovar tu closet. —¿Y cómo sabes que no lo he renovado? — Camille se alzó de hombros ante la pregunta de Luciana. —Porque no creo que hayas venido a comprar ropa interior en al menos una semana o quince días y nosotras las mujeres debemos estar renovando nuestro closet cada quince días, por lo menos, la ropa interior — Luciana sonrió negando con la cabeza, Camille estaba loca. Pero al menos le agrada verla sonriente y radiante, a comparación a una hora atrás. —Bien, vamos por ropa interior, también quiero pijamas, hermosas, sexys y cómodas, en mi casa también tengo mucha, incluso en la nueva casa en la que vayamos a vivir debo de decirle a Santiago que debemos tener un ropero muy grande, ya
Daniels se acercó de nuevo a Luciana. —Así que eres la futura esposa de Santiago O'Brien. —Así es — dijo Luciana mirándolo a los ojos. —Tienes unos ojos increíblemente hermosos — Andrés iba a dar un paso al frente, ese hombre se estaba ganándose unos buenos golpes, pero una mano lo detuvo, al girarse vio a Santiago y tenía una mirada de asesino en ese momento, Andrés no quería estar precisamente en los zapatos del idiota en ese instante. —Sí, los tiene hermosos y serán lo último que verás si no te quitas del espacio personal de mi mujer — dijo furioso. Luciana se apartó de él y se fue directo a Santiago para abrazarlo, él la tomó en sus brazos de forma posesiva, mientras que el hombre se había girado al oír la voz amenazante. —¡Papi! — la niña corrió también a su lado al verlo y oírlo — yo le dije que no estuviera tan cerca de mi mami, porque ibas a romperle la cara, pero no me hizo caso — Santiago sonrió internamente al oír a su pequeña. —¿Quién mierda eres tú? —Mi prometido —